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Mujeres cristianas: Cumpliendo la Gran Comisión

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Mensajes Cristianos Predica de Hoy: Mujeres Cristianas: Cumpliendo la Gran Comisión

Mensajes Cristainos Lectura Bíblica: Mateo 28:19-20

Introducción

Hoy, deseo compartir contigo un mensaje especial que ha estado en mi corazón. Este mensaje se basa en Mateo 28:19-20, versículos que nos llaman a compartir la palabra de Dios con el mundo.

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

Estas palabras de Jesús, conocidas como la Gran Comisión, son una invitación y un mandato para todos los creyentes. Pero hoy, quiero enfocarme en lo que esto significa para nosotras como mujeres cristianas.

Como mujeres, tenemos roles únicos y poderosos en nuestras familias, iglesias y comunidades. Ya sea que estemos criando a nuestros hijos en la fe, apoyando a nuestros esposos en su caminar con Dios, sirviendo en nuestros ministerios locales, o mostrando el amor de Cristo a nuestros amigos y vecinos, tenemos muchas oportunidades para compartir la palabra de Dios con los demás.

Pero también enfrentamos desafíos únicos. Puede que nos sintamos abrumadas por las demandas de la vida, o que luchemos con dudas y temores. En estos momentos, es importante recordar que no estamos solas. Dios nos ha prometido que estará con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Así que, mientras reflexionamos sobre el tema de hoy, quiero animarte a considerar cómo puedes vivir estos versículos en tu vida diaria. ¿Cómo puedes compartir la palabra de Dios con los demás? ¿Cómo puedes hacer discípulos en tu esfera de influencia? Y, sobre todo, ¿cómo puedes apoyarte en la promesa de Dios de estar contigo siempre, sin importar lo que enfrentes?

Espero que este mensaje te inspire y te anime en tu caminar con Dios. Y recuerda, no importa dónde te encuentres en tu viaje de fe, siempre hay espacio para crecer y formas de servir.

I. El llamado a compartir la palabra de Dios (vers. 19)

El versículo principal de hoy nos recuerda nuestra responsabilidad de compartir la palabra de Dios con otros, no solo en nuestra comunidad, sino en todo el mundo.

Algo que todos debemos enyender es que este mandato de compartir el evangelio, conocido como la Gran Comisión, no es solo para los líderes de la iglesia, sino para todos los creyentes. Como dice en Marcos 16:15, “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” Estos versículos nos muestran claramente que compartir el evangelio no es una opción, sino un mandato divino.

Pero, ¿qué significa esto en la práctica? ¿Cómo podemos vivir este mandato en nuestras vidas diarias?

En primer lugar, podemos compartir la palabra de Dios a través de nuestras palabras. Podemos hablar de nuestra fe con nuestros amigos, familiares y vecinos. Podemos compartir cómo Dios ha trabajado en nuestras vidas y cómo Su palabra nos ha dado esperanza y dirección.

Como dice en 1 Pedro 3:15, “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.

En segundo lugar, y quizas el más importante de todos, es nuestro testimonio. En otras palabras, compartir la palabra de Dios a través de nuestras acciones.

Es decir, podemos mostrar el amor de Dios a través de nuestro servicio a los demás, ya sea ayudando a un vecino necesitado, sirviendo en un ministerio de la iglesia, o dando generosamente a los pobres. Como dice en Santiago 2:18, “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.

Finalmente, podemos compartir la palabra de Dios a través de nuestras vidas. Podemos vivir de una manera que refleje el carácter de Cristo y que muestre a los demás lo que significa ser un seguidor de Jesús. Como dice en Mateo 5:16, “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Hermanas, compartir la palabra de Dios no es solo algo que hacemos, sino algo que somos. Es una parte integral de nuestra identidad como creyentes y una responsabilidad que llevamos con alegría.

II. Nuestro papel como mujeres cristianas

Como mujeres cristianas, tenemos la capacidad de influir en nuestras familias, amigos y comunidades. Podemos usar nuestras habilidades y dones únicos para compartir el amor de Dios, y enseñar a otros sobre Sus enseñanzas.

Proverbios 31:26 dice: “Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua.” Este versículo nos recuerda que nuestras palabras tienen poder. Podemos usar nuestras palabras para impartir sabiduría, para mostrar bondad y para hablar de la verdad de Dios.

Ya sea que estemos enseñando a nuestros hijos, aconsejando a un amigo o compartiendo nuestra fe con un vecino, nuestras palabras pueden ser una poderosa herramienta para compartir el amor de Dios.

Además, 1 Pedro 3:1 nos anima: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas.

Este versículo nos muestra que nuestras acciones también pueden ser un testimonio poderoso. A través de nuestras acciones, podemos mostrar a otros el amor de Cristo y el impacto que Su palabra ha tenido en nuestras vidas.

Pero nuestro papel como mujeres cristianas va más allá de nuestras palabras y acciones. También tenemos un papel importante en la oración. Como dice en Filipenses 4:6, “Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.

Podemos orar por nuestras familias, nuestros amigos, nuestra iglesia y nuestro mundo. A través de la oración, podemos interceder por otros y pedir la guía y la ayuda de Dios.

Hermanas, debemos entender que como mujeres cristianas, tenemos un papel único y poderoso en la misión de compartir la palabra de Dios. A través de nuestras palabras, nuestras acciones y nuestras oraciones, podemos influir en aquellos que nos rodean y mostrarles el amor de Dios.

III. La promesa de Dios (vers. 20)

Aquí el Señor nos hace una promesa reconfortante. Él nos dice: “Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” ¿Qué significa esto para nuestras vidas?

Lo que esto significa es que no importa los desafíos que enfrentemos al compartir la palabra de Dios; podemos estar seguras de que Él está con nosotros en cada paso del camino.

Esta promesa de la presencia constante de Dios es un tema recurrente en toda la Biblia. Por ejemplo, en Deuteronomio 31:6, Moisés anima al pueblo de Israel con estas palabras: “Sed fuertes y valientes, no temáis ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.” Al igual que el pueblo de Israel, podemos confiar en que Dios está con nosotros, sin importar lo que enfrentemos.

Otro ejemplo de esta promesa lo encontramos en el Nuevo Testamento, en Hebreos 13:5, donde se nos recuerda que Dios ha dicho: “…No te desampararé, ni te dejaré.” Esta promesa es especialmente relevante cuando enfrentamos dificultades o desafíos. No importa lo que estemos pasando, podemos estar seguras de que Dios está con nosotros.

Además, la promesa de Dios de estar con nosotros no es solo para los tiempos difíciles. También está con nosotros en los momentos de alegría y celebración. Como dice en Salmos 16:11, “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.

La promesa de Dios de estar con nosotros es una fuente de consuelo, fuerza y esperanza. Nos recuerda que no estamos solas en nuestra misión de compartir la palabra de Dios. Dios está con nosotros en cada paso del camino, dándonos la sabiduría, la fuerza y el amor que necesitamos para cumplir con nuestra misión.

Conclusión

Hermanas, las animo a que tomen en serio estas palabras y busquen maneras de compartir la palabra de Dios en su vida diaria. Siempre recuerden que no estamos solas en esta misión; Dios está con nosotras, dándonos fuerza y sabiduría.

Como dice en Filipenses 4:13, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” No importa los desafíos que enfrentemos, tenemos la promesa de que podemos superar cualquier cosa con la ayuda de Cristo.

Les invito a reflexionar sobre: ¿Cómo pueden compartir el amor de Dios con los demás? ¿Cómo pueden enseñar a otros sobre Sus enseñanzas? Mediten sobre estas preguntas y pidan a Dios que las guíe en su camino.

Además, Santiago 1:22 nos recuerda: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.” Hermanas, estas son palabras que no podemos descartar; no solo debemos escuchar la palabra de Dios, sino que debemos ponerla en práctica. Así que les animo a que tomen medidas concretas para compartir la palabra de Dios con los demás.

Finalmente, recuerden siempre la promesa de Dios de estar con nosotros. Como dice en Josué 1:9, “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.” Con Dios a nuestro lado, podemos enfrentar cualquier cosa con valentía y confianza.

Así que, hermanas, sigan adelante con fe, sabiendo que están cumpliendo con la Gran Comisión y que Dios está con nosotras en cada paso del camino.

© Hilda T. Hernández. Todos los derechos reservados.

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