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Y Jehová no estaba en el terremoto

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: Y Jehová no estaba en el terremoto

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: «Él le dijo: sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.» (1º Reyes 19.11)

La palabra terremoto aparece unas 18 veces en la Biblia, el significado bíblico tiene dos aspectos, el físico que produce en la tierra y el emocional que produce en los hombres.

En hebreo: “raásh”; ondular (como la tierra, el cielo, etc.; también un campo de grano), particularmente mediante temor; saltar (como langosta):—conmover, estremecer, intimidar, hacer temblar, trastornar.

En griego: “seismós”; conmoción, (del aire) ráfaga, (de la tierra) terremoto:—temblor, tempestad, terremoto.

“seío”; agitar, mecer (vibrar, de lado a lado o de adelante para atrás), agitar (en cualquier dirección; hacer temblar); ponerse a temblar (de temor o preocupación):—conmover, sacudir, temblar Es sabido de todos que científicamente los terremotos son fruto del continuo movimiento de la capa superficial de la tierra hacia dentro del núcleo de la tierra, el núcleo es una masa incandescente que se encuentra en el centro de la tierra, en un proceso continuo de fusión. Esto mantiene vivo el planeta tierra.

También sabemos que hay zonas de la tierra donde los terremotos son previsibles porque se encuentran precisamente en lo que se llama las fallas por cuanto ahí se produce ese movimiento de renovación de la tierra.

Por ejemplo California se encuentra en la falla de San Andreas, y se ha pronosticado que cualquier día puede producirse un gran terremoto que raería prácticamente las ciudades edificadas en esa zona.

Puerto Príncipe en Haití es precisamente un lugar donde también se sabía que habría tarde o temprano un terremoto de gran magnitud. Los sismólogos que estudian los movimientos de la corteza de la tierra así lo previeron, pero ellos no pueden predecir qué día ni que año, puede ser inminente o pasar siglos sin que pase nada.

Amados, en los días de Noé, Dios advirtió a la tierra y a los hombres que vendría un diluvio que anegaría la tierra en agua y destruiría toda vida humana ¿cree usted que los hombres tomaron en serio la advertencia que fue anunciada por espacio de 120 años mientras Noé construía el arca?

«Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.» (Mateo 24.36-39)

El Señor Jesucristo describe que aquellos hombres siendo advertidos del diluvio que venía, seguían casándose y dándose en casamiento, comprando y vendiendo es decir como si nada fuera a suceder ¡Qué terrible!

No solo eso, el apóstol Pedro habló acerca de la actitud desafiante de aquella generación de hombres que no tomaron en serio el aviso divino:

«los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.» (1 Pedro 3.20) Pablo describe la respuesta desafiante del hombre ante la paciencia de Dios. « ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?» (Romanos 2.4)

Otro evento de esta misma índole se produjo en el juicio de Sodoma y Gomorra cuando estaba por caer de manera inminente sobre la ciudad. En su misericordia, Dios mandó dos ángeles a la ciudad para comprobar la maldad de aquellos hombres y poder librar a Lot.

«Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré.» (Génesis 18.20-21)

A pesar de la inminencia del juicio cuando Lot habló a sus yernos acerca del fin de Sodoma y Gomorra, la respuesta de estos hombres no pudo ser más disparatada, no solamente no tomaron en serio la advertencia divina sino que se burlaron de la misma y citamos:

«Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de tomar sus hijas, y les dijo: Levantaos, salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciudad. Mas pareció a sus yernos como que se burlaba.» (Génesis 19.14) Fueron destruidos y consumidos en el fuego porque se guiaron por su parecer en vez de confiar y dar fe a la Palabra de Dios.

Amados, el Movimiento Misionero Mundial tiene un gran número de iglesias en Haití, en Puerto Príncipe está la iglesia central de nuestra obra en ese país, Dios ha rescatado por medio de la Sangre preciosa de nuestro Señor Jesucristo a centenares de haitianos que son fieles al Señor y a la Palabra de Dios. Otras misiones e iglesias de buen testimonio han levantado en medio de muchos sufrimientos la obra de Dios en ese país.

Es probable que algunos hijos de Dios hayan partido para la presencia de Dios, estoy seguro que oiremos de otros que aún sin ser salvos escaparon milagrosamente de esta terrible tragedia.

Cuando vemos el sufrimiento, las pérdidas en vidas humanas, no podemos dejar de compadecernos y llorar por tanto dolor. Miles de personas se fueron para la eternidad sin Cristo sin Dios y sin esperanza.

Algunos se han referido a este cataclismo como efecto del pacto satánico de la nación, recordemos las palabras del apóstol Juan cuando dice: «Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno.

Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna. Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén. » (1 Juan 5.19-21)

La Palabra de Dios establece con toda claridad que no solamente Haití sino que el mundo entero está bajo el poder del ser más destructivo, más sanguinario, más violento que existe, este es Satanás ¡Que el Señor le reprenda! No solo destruye al hombre sino que además atribuye a Dios sus maldades.

En el libro de Job leemos que entre las pruebas que fueron lanzadas por Satanás a la vida de Job, bajo fuego del cielo y leemos:

«Aún estaba éste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y a los pastores, y los consumió; solamente escapé yo para darte la noticia.» (Job 1.16) ¿Quién mandó el fuego? ¿Satanás o Dios?

Sin lugar a dudas Satanás ¿Pero de quién dijeron los hombres que había bajado el fuego? ¡De Dios! Sin lugar a equivocarnos podemos afirmar que Satanás es un calumniador.

Jesús define la obra de Satanás en Juan 10.10: «El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.» Los terremotos fueron conocidos en medio del pueblo de Israel por causa del pecado de ellos en la tierra prometida, en Amós 1.1 leemos:

«Las palabras de Amós, que fue uno de los pastores de Tecoa, que profetizó acerca de Israel en días de Uzías rey de Judá y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto.»

En Zacarías 14.5 también leemos: «Y huiréis al valle de los montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos.»

La profecía bíblica advierte que una de las señales que estarán marcando el final de la dispensación de la Gracia, es decir el periodo de paciencia divina en cuanto a la salvación de hombres, la señal de que estaríamos llegando al final de este periodo de la historia de la humanidad serían los terremotos.

«Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares.» (Mateo 24.7) No nos cabe la menor duda que en lo poco que nos hemos adentrado en este siglo XXI y el final del siglo XX los cataclismos han estado azotando el planeta.

Terremotos, Tsunamis, tempestades, records de nieve, de inundaciones, de frío, de plagas, de enfermedades. Todo esto está apareciendo cada día en los noticieros, los periódicos, la radio ¿No son un cuadro que encaja perfectamente con la revelación de Jesucristo?

«y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo.» (Lucas 21.11) Jesús advirtió que todo esto sería el principio de dolores «Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores son estos.» (Marcos 13.8)

¿De qué parto está hablando el Señor? Está hablando del parto del juicio que viene a toda la redondez de la tierra, la tragedia de Haití no es nada comparada con la que viene de camino.

En Lucas 21 11 afirmó: «y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo.» No solamente la tierra, sino aún el mismo espacio es una fuente de preocupación, hay meteoritos que volando en el espacio cercano a la tierra, se teme que en un futuro no muy lejano habrá un impacto de proporciones inimaginables.

Los terremotos no solo son señales de juicio sino también de liberación, en la cárcel de Filipos donde estaban encarcelados Pablo y Silas después de haberlos torturados por medio de los varazos en las espaldas se produjo un terremoto que trajo liberación: «Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.» (Hechos de los Apóstoles 16.26)

Este terremoto en la cárcel de Filipos no solamente liberó del cepo y de las cadenas a los apóstoles, sino que llevó al carcelero a los pies de nuestro Señor Jesucristo. Pablo y Silas llevaban un mes predicando y nada sucedió aparte de la conversión de Lidia de Tiatira, pero aquel terremoto trajo el cumplimiento de la visión del varón Macedonio que Pablo había tenido en Hechos 16.9: «Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos.»

La tragedia de Haití forma parte de los avisos de que estamos cada vez más cerca de una tragedia mayor en magnitud y en destrucción. En el libro de apocalipsis leemos «Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;» (Apocalipsis 6.12) «El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra. Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira. Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados. Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande. » (Apocalipsis 16.17-21)

Pero, amados, el profeta Elías tuvo que aprender que Dios no siempre está en el fuego o en el terremoto, «El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.» (1º Reyes 19.11) Luego nos dice que Dios vino en medio del silbo apacible. Estos grandes cataclismos nos sobrecogen por su alcance. Pero, mi pregunta es ¿Por qué los hombres no oyen los avisos?

La tragedia en pérdida de vidas humanas producidas por el volcán Nevado del Ruiz en Colombia, se podía haber evitado, todos sabían que el volcán podía estallar en cualquier momento, pero decidieron quedarse porque era el tiempo de la cosecha del café.

El terremoto que hundió la interestatal en California matando a miles de automovilistas era conocido de que tarde o temprano iba a suceder, pero se hizo oídos sordos.

Se sabe que cualquier día California se hundirá bajo el «big one» como le llaman los californianos, pero no se toma en serio los avisos. Jugamos con el riesgo y cuando perdemos culpamos a Dios.

La gran tragedia de Puerto Príncipe estaba anunciada, tarde o temprano se produciría, pero de nuevo, se dio la espalda a los anuncios.

¿Cómo puede ser de otra forma? Si el hombre no oye a Dios ¿Cómo oirá al hombre? Se volverá a construir en el mismo lugar, hasta que vuelva a pasar otra catástrofe, y volvamos a contar los muertos.

Amados dentro de tanto dolor en pérdidas de vidas humanas, como hijos de Dios tenemos que doblar rodillas y orar por la nación Haitiana y su duelo, y hacer todo lo que está a nuestro alcance por ayudar.

Pero, recuerde en esta hora que algo peor viene de camino y esta vez no será para nuestros vecinos sino para todos ¿Está usted listo para entrar en la eternidad? ¿Tiene usted a Cristo como su único y suficiente Salvador?

Todos tenemos que morir un día u otro, de manera natural, por accidente o por cataclismo, lo importante es que Jesús pagó la deuda de nuestros pecados en la cruz del Calvario, y lo que es más terrible que un terremoto, es una eternidad de sufrimiento sin Dios.

Acepte ahora mismo a Jesucristo como Señor y Salvador de su vida, porque el día y la hora de su partida de este mundo nadie la conoce sino solo Dios ante el cual tendremos que rendir cuenta.

El profeta Amós declara: «Prepárate para venir al encuentro de tu Dios» (Amós 4.12) Acude ahora a la sangre preciosa de Cristo, acéptalo como tu Señor y Salvador. Si estás descarriado acude a la Sangre de Cristo ahora mismo. Dios salva, sana a los enfermos al alcance de mi voz.

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