El décimo tercer pasajero

Pastor Daniel Caramutti

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Predicaciones Cristianas - El décimo tercer pasajero

El décimo tercer pasajero

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La enseñanza biblica de hoy: “El décimo tercer pasajero”, nos lleva a reflexionar sobre nuestra fe en medio de las tormentas de la vida. Al igual que los discípulos en la barca, a menudo nos encontramos asustados y cuestionando si Jesús está realmente presente en nuestras dificultades. Sin embargo, como el leproso que buscó a Jesús con humildad y fe, podemos encontrar sanidad y liberación al postrarnos ante Él y confiar en Su poder. Que este mensaje nos anime a acercarnos a Jesús con confianza y adoración, sabiendo que Él está siempre cerca para socorrernos en nuestras aflicciones.

Predicas Cristianas

Predicas cristianas predica de hoy: El décimo tercer pasajero

Predica cristiana lectura bíblica de hoy: Marcos 4:33-41; Mateo 8:1-4; Hebreos 4:16

Introducción:

A los 27 años de edad, Rembrandt pintó la escena “Cristo en la tormenta en el mar de Galilea”, basada en la historia de Marcos 4 que se acaba de leer. Con su distintivo contraste de luz y sombra, el cuadro muestra un bote pequeño que corre peligro de ser destruido por una furiosa tormenta. Mientras los discípulos luchan contra el viento y las olas, Jesús permanece impasible, durmiendo.

No obstante, lo más extraño es la presencia en el bote de un décimo tercer discípulo, el cual, según los expertos en arte, se parece a Rembrandt. De alguna manera, este eximio pintor quiso verse reflejado como protagonista de la escena, y no tan sólo como un espectador; quizá al estar pasando por lo mismo que vivieron los discípulos de Jesús aquel día, azotados por una tormenta que los estaba hundiendo haciéndoles temer por su vida, mientras Jesús “dormía”.

Tal vez Rembrandt se estaba haciendo la misma pregunta que los apóstoles: ¿qué pasa con el Señor? ¿Acaso no ve que me estoy hundiendo? ¿Cuándo despertará en mi ayuda? No se sabe lo que motivó a este artista a retratarse en esta obra de arte, pero su ingenio me hizo pensar en mí como este décimo tercer pasajero. Me hizo pensar también en la Iglesia, y en sentido amplio, en todo aquel que está pasando un presente difícil, también como el pasajero número 13.

Y no voy hablarte en esta noche de la “yeta” ni de superstición alguna referida a ese número, sino de un mensaje de esperanza. Un mensaje acerca del amor de Dios y su cuidado. Un mensaje acerca de Jesús, a quien se puede acudir en todo momento, aún importunándolo, y que está muy próximo a cualquiera que acuda a Él buscando auxilio para su vida.

El mensaje de hoy se titula: “El décimo tercer discípulo”; y traigo esta Palabra en la convicción que el Espíritu Santo de Dios te hará salir de aquí esta noche como un discípulo, una discípula. Esto es un seguidor/a de Cristo que de hoy en más no tendrá más por qué temer ni vivir en angustia si busca auxilio en Jesús.

Núcleo:

Les invito ir al relato de la tormenta en el Mar de Galilea de Marcos 4:33-41.

Qué impresionante lección los discípulos de Cristo recibieron ese día sobre quien era Jesús y lo que podía hacer. Mientras ellos trataban desesperadamente de impedir que el bote se hundiera, Jesús dormía. Podría parecer extraño que con todo el vaivén de la barca, los gritos de los discípulos, el viento, las olas mojándolos a todos dentro de la barca, que Jesús no se despertara. Sin embargo, mucha gente cuando viaja se duerme.

Por razones de trabajo he tenido que viajar en varias ocasiones en avión. Recuerdo una vez estar viajando en un avión chiquito “del tipo mosquito”, desde Rincón de los Sauces a Neuquén Capital. La zona de Neuquén es ventosa de por sí, pero ese día el viento estaba más intenso de lo habitual. No les puedo explicar con palabras la terrible sensación de ir levitando en el aire, para arriba, para abajo, vibrando toda la aeronave por acción del viento, sintiendo que en cualquier momento el avión se venía a pique. No obstante, había unos pasajeros, que durmieron durante toda la travesía, y que ni se percataron de nada. Yo aterrado, pálido, agarrándome del asiento, y ellos ¡como si nada!

¡Jesús dormía como aquellos pasajeros de mi avión! Algunos comentaristas, piensan que Jesús no dormía exactamente, sino que estaba en un éxtasis, concentrado en oración, preparándose para el enfrentamiento espiritual que habría de tener al otro lado, en Gadara. Cap. 5.

Sin embargo, la Biblia dice en el Cap. 4, vers. 38, que Jesús estaba en la popa (parte posterior de la embarcación), durmiendo sobre un cabezal (es decir una almohada pequeña). Y para que no quedase duda, la Biblia dice que los discípulos “le despertaron.” Si Jesús hubiera estado orando, la escritura diría que los discípulos importunaron o interrumpieron su oración, pero no lo dice. Aquí podemos apreciar la humanidad de Jesús.Jesús se durmió mientras navegaban. Este es la única ocasión en que la Palabra habla del dormir de Jesús.

Volviendo al relato:

¿Acaso no le importaba que estuvieran todos a punto de morir? – Si leen el vers. 38, ese era el sentir del grupo. Sin embargo, Jesús cuando subió a la barca, luego de despedir a la multitud, dijo a sus discípulos: “pasemos al otro lado”. Leer verss. 35-36.

Sus palabras eran una orden y una afirmación a la vez. No dijo: muchachos intentemos pasar al otro lado, o procuremos pasar al otro lado, Jesús les dijo: “pasemos al otro lado”. Jesús sabía que iban a llegar al otro lado. Los discípulos habían escuchado y podrían haberse percatado de las palabras del Señor, y en medio de la tormenta decir: muchachos, no despertemos a Jesús. Él dijo que pasemos al otro lado, y vamos a pasar. Sólo debemos estar tranquilos, confiados en el Señor y su cuidado hasta que pase la tormenta. Pero no lo hicieron así, sino que se desesperaron ante algo donde ellos en sus fuerzas no tenían control.

El mensaje de hoy se titula: el decimotercer discípulo, tomando la idea del autoretrato que Rembrandt hizo en su píntura. Permíteme hacerte estas preguntas: ¿Si hubieras sido tu el pasajero número 13, si tu hubieses sido el decimotercer discípulo allí, qué hubieras hecho? ¿Cómo hubieses actuado? ¿Te habrías acordado de las Palabras de Jesús? ¿Hubieras descansado en la certeza de pasar al otro lado como Él había dicho, o hubieras empezado a gritar: ¡sálvame Señor, que estoy pereciendo!?

¿Acaso no está la promesa del Señor Jesús: “he aquí yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo?” ¿Qué hiciste este mes de abril ante la dificultades financieras? ¿Cómo enfrentaste tu diagnóstico de enfermedad? ¿Qué reacción tuviste ante los reveses y adversidades? No es para que me contestes. Tampoco estoy aquí para juzgarte, sino para hacerte notar el nivel de tu fe en Dios.

Ante el clamor de sus discípulos, Jesús se levantó, vé la situación, y reprende al viento. Es decir, se dirige al viento con autoridad y severa desaprobación por lo que estaba produciendo. Le habla luego al mar para que se calle, e instantáneamente, cesó el viento y se hizo grande bonanza. Todo se aquietó. El Señor estaba revelando allí su Presencia, su compasión y su control en todas las tormentas de la vida.

Yo quiero invitarte a que saques este provecho de esta enseñanza: en medio de tu dura prueba, el Señor Jesús en persona está revelando Su presencia cercana, Su compasión, Su ayuda. De manera que si le das el control de tu tormenta a Él, todo cambiará para bien de un momento a otro.

Jesús mirando a sus discípulos agitados por el susto, pálidos, mojados les reprocha: ¿qué pasa con ustedes muchachos? ¿Dónde quedó su fe? Concretamente Jesús al verlos asustados les pregunta cómo es qué no tenían fe en salir airosos de esta situación. Lo cual quizá es lo que el Señor Jesús se está preguntando de ti en esta noche.

Es ilógico que un “creyente” no tenga fe. Dicho de otra forma, es cuestionable que uno que dice creer en Dios dude. Pero sucede. En ocasiones se pierde la fe, la confianza en Dios y en su poder, oyendo al diablo que como el viento y las olas vocifera todo tipo de cosas:

  • Te va a ir mal.
  • ¿De que te sirve ser seguidor de Cristo?
  • ¿A qué vas a la Iglesia, no ves que te va peor?
  • El Señor te ha abandonado.
  • Prepárate para tu desastre.
  • Te estas enfermando y te mueres en breve.

Y cosas como éstas, que en vez de hacerte sacar chapa de campeón, chapa de campeona para reprender al diablo y hacerle callar sus mentiras, por el contrario te hacen desesperar. Y esta situación me lleva a hacerte considerar unos últimos pensamientos de este sermón.

En el segundo relato que se leyó al inicio en Mateo 8:1-4, la historia del leproso que fue sanado por Jesús.

Allí estaba un hombre con una enfermedad desesperante. En los tiempos bíblicos, la lepra mataba dos veces. Primero socialmente, pues al ser una enfermedad altamente contagiosa por el contacto, el leproso debía vivir marginado de la sociedad, con toda la angustia que esto conllevaba: excluído de su familia, amigos, lugares frecuentes. Luego mataba en el sentido cabal de la palabra, por medio de una muerte dolorosa por infección.

Ahora bien, Jesús no estaba dormido en esta ocasión, sino ocupado con mucha gente, que como indica el vers. 1, le seguía. Y el leproso, que no era el decimotercer pasajero, pero que al sentirse maldecido por su terrible dolencia, veía que su vida se hundía como el Titanic.

Dice la escritura que se abrió paso entre la multitud para hablar con él. Dice el verss. 2, que este hombre leproso se acercó y se postró ante él. Es decir, se aproximó a Jesús en adoración, humildad y confianza en su poder, reconociendo que Jesús podía ayudarlo si quería.

No se menciona nada acerca de quién era este hombre antes de su lepra, si un noble, un rico, un padre de familia, comerciante o religioso. Sin embargo, ninguna cosa que él fuese o hubiera sido, le servía ahora ante una lepra que lo doblegaba. Y así entendió que su solución, su salvación estaba postrándose a los pies de Jesús para que lo salvara.

Fíjense lo que este hombre sufriente le dice a Jesús: “…Señor, si quieres, puedes limpiarme…. (vers. 2)

Precioso es lo que sigue en el vers. 3, dice que con compasión Jesús le tocó “…Y al instante su lepra desapareció….” Jesús le tocó, un hombre al que la lepra lo había vuelto intocable, según las normas de la Ley Judía. Sí, Jesús le tocó, pues Él no hace acepción de personas, y porque grande es el amor de Dios para con todos por igual, este hombre leproso activó su fe, buscó al Señor en adoración, en humildad y confiando en Su poder y así recibió liberación.

A diferencia de los discípulos en la barca, no había agitación ni susto en Él, ni tampoco oyó a Jesús reprocharle por falta de fe. Por el contrario, terminó sus días siendo un testimonio a los judíos del poder de Dios en Él, como dice el vers. 4.

Conclusión

Como si fuesen dos extremos, te hice considerar la historia de los discípulos en la barca anegándose y la historia del leproso sanado.

En una historia, como si fueras el decimotercer discípulo, busqué hacerte protagonista para que te vieras reflejado/a, e interiormente evalúes tu nivel de fe. Quizá nada de fe, como sucedió con los apóstoles ante la desesperación de su barca hundiéndose.

En la otra historia, intenté que fijes tu atención en un hombre leproso desesperado, angustiado con una dolencia maldita sobre él, que sin discípulo de Cristo, pasó de nada de fe a toda la fe necesaria para abrirse paso entre la multitud, y con adoración y humildad, confiando en el Poder de Dios, logró su completa sanidad.

En un caso los discípulos y quizá tú, como un decimotercer discípulo, quedaron un pobre testimonio: asustados y reprochados por el Señor por su falta de fe. Aunque la misericordia de Dios finalmente obró en su liberación.

En el otro caso, este leproso, terminó sus días con la señal de su sanidad obtenida, como un testimonio de su confianza y fe en Jesús como su Salvador, su sanador.

Al principio del sermón te mencionaba que traía esta palabra, en la convicción que el Espiritu Santo de Dios te haría salir de aquí esta noche como un seguidor/a de Cristo. Que de hoy en más no tendría más por qué temer ni vivir en angustia, si busca auxilio en Jesús.

Así que, quiero hacerte esta invitación. En Hebreos 4:16 que también se leyó la exhortación de la Palabra es acercarse confiadamente al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

No te quedes gritando en la zozobra de tu mal momento, detente, acciona tu fe, y como el leproso acude al Señor no desesperado/a, sino adorando; humillándote al entregarle a Dios el control de tu vida, confiando en Su poder y en su ayuda. ¿Querrás hacerlo?

Dos invitaciones:

  • A los que zozobraron en abril y se quedaron sin fe.
  • A los leprosos que están dispuestos a venir a los pies de Cristo.

Amén

© Daniel Caramutti. Todos los derechos reservados.

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Daniel Caramutti
Autor

Pastor Daniel Caramutti

Iglesia De La Ciudad - Reconquista (Santa Fe) - Argentina Somos una Iglesia Evangelística y Misionera que ministra puertas para afuera del templo, aquí y hasta lo último de la tierra. Nuestro propósito es ser una Iglesia influyente en la comunidad, en todos los ámbitos posibles, a través de cada creyente.

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