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¿Está Dios en medio de nosotros, o no?

Predicas Cristianas

Prédica de Hoy: ¿Está Dios en medio de nosotros, o no?

Predicaciones Cristianas Lectura Bíblica: Éxodo 17:1-7; 2 Corintios 4:16-18

Introducción:

Hay una canción de Pancho Martel, que el Trío Mar del Plata ha hecho muy conocida, que se titula: Mañana cantarás. La letra de esta melodía, contiene palabras de esperanza para quienes están pasando pruebas difíciles en su vida, que tienen un presente fiero y el futuro se les presenta tenebroso, hostil, y quise traerla en esta noche como ilustración para dar apertura a mi mensaje.

Dice así, escuche:

MAÑANA CANTARÁS

Mañana cantarás una nueva canción
Y habrá en tu corazón una alegría
Si a Cristo lo pones por delante
El mismo mundo verás mejor

Mañana cantarás si hoy podes creer
Que Él ya se ha llevado tu tristeza
Si tras ese cristal de las lágrimas
Podes verlo tan solo a Él

Yo también sufrí yo también lloré
Yo también viví la vida
Pero estoy aquí pero sigo en pie
Y he vendado mis heridas
Pues creo en un Señor poderoso y leal
Grandioso y lo sirvo a Él

Afuera brilla el sol y hay vida para vos
Si a Cristo le haces caso en sus demandas
Sus manos pueden más que las tuyas
Vení no huyas buscá su amor

Mañana cantarás te digo y se por qué
Si a Él le haces entrega de tu asunto
Tu carga es demasiado pesada ¿qué hacés?
¡Dejala sobre el Señor

Es interesante como el autor de esta canción habla de la posibilidad de un mañana, poniendo a Cristo por delante para poder ver el mundo mejor, para ser libre de la tristeza que embarga el alma.

Poniéndose el mismo como testigo, como alguien dañado por las circunstancias de la vida, pero que pudo vendar sus heridas creyendo en el Señor, que es grandioso, poderoso y que jamás ha de traicionar al que con fe se acerca a él.

Y luego, el tema de la canción invita a quien la escucha a no ser tan sólo un oyente, sino un protagonista para salir del mal momento. ¿de qué manera? Haciendo caso a Cristo en sus demandas.

No huir más de Jesús y buscar su amor, sabiendo que sus manos pueden más que las tuyas. Entregándo al control del Señor tu/s asunto/s que te preocupan (esto es dejar de vivir desesperado). Dejando la carga pesada que venís trayendo sobre tus lomos en el Señor. Me gusta la pregunta que hace el artista al final de la letra. Tu carga es demasiada pesada, ¿qué hacés?

Pregunta que puede aplicarse tanto a los que no creen en Cristo todavía, como para aquellos que han confesado a Jesús como Señor y Salvador de sus vidas.

Hoy el Espíritu Santo está haciéndote en esta noche la misma pregunta: ¿qué estás haciendo de tu vida?

  • No estudio, o no aprovecho el tiempo de mi vida presente para estudiar y forjarme una carrera.
  • No trabajo o no procuro un mejor trabajo para sustentarme.
  • No tengo proyecto/s de vida.
  • No defino nunca mi situación sentimental, mi situación civil.
  • Venir a la Iglesia es venir a hacer turismo no a comprometerme.

¿Qué haces con esa historia de vida pesada que no das más de llevarla a cuestas?

  • Mi familia me condiciona.
  • Me avergüenzan los padres que tengo; mis hermanos, mis tíos, mi hábitat.
  • Hay culpas en mi vida que me ahogan.
  • Fracasé en mi matrimonio, en mi plan de vida.
  • Traicioné a los que confiaban en mí.
  • Nada me sal bien. Vivo de fracaso en fracaso.
  • Fui víctima de abusos.
  • La historia de mi pasado y sus recuerdos me agobian y no me dejan ser feliz.

¿Qué haces insistiendo con esa conducta autodestructiva que practicas?

  • Adicciones.
    Flagelándote el cuerpo.
  • Relaciones impropias con gente tóxica que te hunde peor.
  • Enredado en ese pecado oculto que nadie sabe, pero que Dios sí; que te mantiene seco, sin vida espiritual fructífera.

Y así podríamos mencionar otros ¿qué haces con esto, o que haces con aquello? De modo de explicar ese presente fiero, lleno de duras pruebas que estás atravesando, y ese futuro que lo tenés como tenebroso y hostil. Pero hoy, podés irte libre de este lugar y con un mañana. El Señor te ha traído aquí en esta tarde para darte un mensaje de esperanza.

Así que voy a pedirte que te hagas un favor y que al final de esta prédica, en respuesta a la Palabra de Dios, le pidas al Señor que te dé un mañana. Voy a invitarte a leer Exodo 17:1-7; 2 Corintios 4:16-18.

El título del Sermón de hoy es: ¿está Dios en medio de nosotros, o no? Y es mi oración que Dios pueda iluminar tu entendimiento para provecho y avances en tu vida personal y de fe.

¿Está Dios en medio de nosotros, o no? – Núcleo:

El capítulo 17 del libro de Éxodo nos menciona dos pruebas frecuentes que tuvo que atravesar Israel en el desierto, durante su travesía desde Egipto a la Tierra prometida, desde la esclavitud a su libertad: sed y guerras. Hoy vamos a mencionar una de ellas: la sed.

Desde una mirada superficial, se podría decir, que pueblo este de Israel, (caprichoso, intolerante, quejoso, llorón), que rápidamente se olvidaban de los milagros y maravillas que habían visto de parte del Señor, tendría que haber tenido una madurez y templanza mayor a la hora de tener sed y confiar en la provisión del Señor de agua

– paréntesis: venían de salir de Egipto con señales jamás vistas en toda la humanidad –

Sin embargo, como dice el dicho, la necesidad tiene cara de hereje. Y ante la falta de agua para ellos, sus niños y sus ganados, la preocupación los superó. Recordemos el contexto: ellos estaban en pleno desierto, donde en ocasiones la única sombra que tenían era la de ellos mismos.

Súmenle al calor, el desgaste de la travesía, y era lógico que necesitaran hidratarse. Hasta ahí entendible: la falta de agua, real, evidente, era para ellos una prueba de vida muy difícil, al punto que – en sus pensamientos y dichos – los dejaba sin mañana.

Fíjense la situación y la pregunta del pueblo a Moisés en el vers. 3. El futuro que el pueblo percibía era la muerte por deshidratación, por falta de agua. Sin embargo, como pueblo de Dios que eran, en vez de haber puesto a Dios por delante, y pedirle a él su intervención y su ayuda; dice la Escritura que el pueblo altercó con Moisés, tentando a Dios. Leeré nuevamente el vers. 2. Reclamaban solución a Moisés, dudando del poder de Dios. Pregunto: ¿no pasa hoy igual?

Como hijos/as de Dios se sabe que la economía de cada uno no depende de las medidas del gobierno de turno que esté. Sin embargo, en este mes de abril, ¿cuántos estuvieron quejándose del legado de Cristina, de la inflación, de los aumentos de Macri?

Y ¿Cuántos estuvieron haciéndole saber su necesidad al Señor? Iglesia, ¿cuántos han estado dudando en cuanto al poder de Dios para el sustento, el abrigo, las cuentas a pagar?

Y en un sentido más amplio aún, ¿cuántos vienen desde el año pasado. o propio de este año tal vez, dudando en cuanto al poder de Dios, en relación a un problema de familia, a alguna situación con el cónyuge, con los hijos, dificultades del trabajo, del estudio, o tal vez sentimientos, altercando con mengano o sultano? En vez de presentar la cuestión a Dios para que él te de una solución, una salida. No es para que me respondas a mí, sino para que medites.

La canción de la ilustración habla de la posibilidad de un mañana, poniendo a Dios, a Cristo por delante para poder ver el mundo mejor, para ser libre de la tristeza que embarga el alma. Entregándo al control del Señor tu/s asunto/s que te preocupan (esto es dejar de vivir desesperado); dejando la carga pesada que venís trayendo sobre tus lomos en el Señor. ¿Lo estás haciendo? Y si no lo hiciste aún, ¿qué te parece vivir esta bendición a partir de este día?

Volviendo al relato….

En medio de todo este caos de reclamo, de queja, de todo un pueblo, menos mal que ellos había un sensato: Moisés, que supo lo que había que hacer ante esta prueba y circunstancias: consultar a Dios. Dice el vers. 4: “…Entonces clamó Moisés a Jehová diciendo: ¿qué haré con este pueblo?. De aquí en poco me apedrearán…” Noten que Moisés tenía claro que el problema no era la falta de agua, que Dios finalmente proveyó, sino el pueblo de Dios.

Que se había quedado sin mañana, preso de las circunstancias con el peso de la necesidad sobre sus hombros, en vez de descansar en el Señor y en el poder de su fuerza. Moisés es el ejemplo que debes seguir: con discernimiento espiritual de la situación plantear a Dios la necesidad real, el problema real, y esperar del Señor la respuesta oportuna.

Hermano/a, desde el momento en que recibiste a Jesucristo como Señor y salvador de tu vida, dice la Escritura, que fuiste sellado con el Espíritu Santo de la Promesa, el cual guía a toda verdad.

Es necesario entonces, que hagas las lecturas espirituales correctas de lo que vives: ¿por qué me está pasando lo que me pasa? ¿Por estar haciendo las cosas mal, en desobediencia a Dios por ejemplo, o por estar haciendo las cosas bien?

El Salmo 139, vers. 23 y 24, habla de un exámen de conciencia que se debería solicitar a diario a Dios, para ser librado del mal camino. La Biblia dice en Jeremías 33:1: “…clama a mí y yo te responderé…”

El Señor jamás no dejará sin respuesta cuando venimos a él con las preguntas correctas y en santidad de vida. Es muy significativo lo que la Biblia enseña en Isaías 59:2.

Moisés sabía que las manos del Señor podían más que las suyas. Moisés sabía que la carga como gobernante del pueblo era demasiado pesada. Por eso, en vez de huir de Dios, quejarse ó enojarse con Dios, Moisés buscó el rostro del Señor y la respuesta del cielo no se hizo esperar.

Dice la Biblia en los verss. 5 y 6, que Dios haciendo otra vez más un despliegue de su misericordia por su pueblo le muestra a Moisés una Piedra, la Piedra de Horeb, la cual golpeada con la vara dio abundante agua para todo esa congregación de gente sedienta. Si tu vida está sedienta por las circunstancias de la vida, por todo lo difícil que estás padeciendo, hay una respuesta del cielo a tu favor.

Dios, sabiendo de tu necesidad, de lo que pasa en el interior de tu vida, de que el hombre/mujer no pueden salvarse por sí mismo, envió a este mundo a Jesús a morir golpeado, crucificado en el Gólgota, cargando sobre si tus pecados, tus errores, tus culpas, tu cansancio de la vida, para que bebiendo gratuitamente de su perdón, vuelvas a tener un mañana. Y este mensaje, hermano/a que ya sos del Señor, es para vos también.

Con el peso del agobio de tus pruebas sobre tus espaldas y en penurias, hoy Dios te está señalando una roca de la cual proveerte de alivio y salida: Cristo tu Señor y Salvador personal quien te invita a que descanses en él, sabiendo que el Señor tiene cuidado de ti siempre.

Jesús dijo: “…Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar…” Mateo 11:28

Conclusión:

Cuenta la historia acerca de un hombre y su hijo en medio de una situación en particular. El muchacho intentaba mover una gran piedra que obstruía el camino, mientras su padre observaba la escena al margen de ella.

El mayor esfuerzo del muchacho se enfocaba en mover aquella gran roca, pero resultó una y otra vez inútil alcanzar la meta perseguida. Finalmente, el muchacho se recostó sobre la piedra para descansar, frustrado, sudado y dolorido.

En ese momento su padre lo miró fijamente a los ojos y lo animó diciéndole: “hijo, ¡usa todos tus recursos! No te des por vencido”. El joven miró a su progenitor desencajado y exclamo: “¡papá!, acaso no has visto con cuánto esfuerzo intenté mover esta roca…?”, casi impotente agregó con énfasis: “¡he usados todas mis fuerzas y mis recursos a la mano!”

Al instante el padre miró a su hijo y le respondió tiernamente: “no hijo, aún no has pedido mi ayuda.”

Te pregunto: ¿será que lo sucedido en esta historia, es lo que te pasa a ti? ¿Qué aún no has usado todos los recursos, que todavía no has pedido ayuda a Dios? Al principio de este sermón te mencioné que te pediría que te hagas favor:

Que en respuesta a la Palabra de Dios, le pidas al Señor que te dé un mañana.

Y para que eso ocurra, quiero invitarte a que dejes de cuestionar si ¿está Dios en medio de ti, o no? como lo hicieron los Israelitas en la antigüedad. Y que en esta noche te decidas a poner al Señor delante de tu vida; que Él ocupe el lugar de gobierno, de dirección, de control, y que tu ocupes un lugar secundario.

De manera que si alguien te preguntara: ¿qué haces?, ¿qué estás haciendo de tu vida? Tu respuesta sea: en mi necesidad clamé a Dios, y el se acordó de mí. Y en mi desierto y en mi sed, me dio de beber, y cuando creí que estaba todo perdido para mí, Cristo me devolvió un futuro que ahora vivo en este presente siguiéndole a él como Señor y Salvador de mi vida

Por esto quiero hacer dos invitaciones bien puntuales en este momento.

¿Habrá alguien aquí, que vino sin esperanza y quiere salir de aquí con un mañana, un futuro?

Cristo es la respuesta a esa persona. Hoy quiero invitar a quien así esté, que ponga a Cristo por delante, que haga de Jesús el compañero fiel de su vida y familia. Invite a Cristo a entrar en su vida. Confiésele este noche como su único y suficiente salvador, para que venga del parte del cielo tiempos de refrigerio para su vida.

La otra invitación, es para los que son de Cristo ya, y andan quejosos, angustiados por diversas pruebas, pero también para los que se han desenfocado, y están en desobediencia.

Es necesario volverse a Cristo de todo corazón.

Si le has estado negando como Pedro, quizá 3 veces o aún más, quiero invitarte a que te reconcilies con Dios. Que entregues tu carga al Señor y que confíes en su solución, pues escrito está:

Busqué a Jehová, y él me oyó,Y me libró de todos mis temores. 5 Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados. 6 Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias. 7 El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende. 8 Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él…” Salmo 34:4-8.

Amén.

© Daniel Caramutti. Todos los derechos reservados.

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