Un cristiano verdadero no es nada menos que uno que adora al Señor su Dios con todo el corazón, que es el mandamiento más grande, y uno inevitablemente se deleita en lo que uno adora. ¿Te deleitas en Dios? ¿O te prostituyes y te haces la ramera, cometiendo adulterio contra Dios buscando la satisfacción o la felicidad en las cosas del mundo? (Santiago 4:4)
Así que algunos pueden estar pensando: “¡Lo confieso! ¡No me deleito en las cosas de Dios como debo! ¿Cómo puedo hacerlo? ¿Cómo puedo deleitarme más en Dios? ¿Dónde comienzo?”
Estimado lector, todo comienza en la cruz. ¡Vuelve a la cruz! La carne que todavía dicta tus deseos tiene que montarse en la sangrienta cruz y ser estacada con los clavos de la mortificación. Gritará y pataleará hasta el final, sin duda, pero necesita ser dejado y callado.
Sigue golpeando en esos clavos hasta que la carne sea dominada completamente y se mantenga cautiva a la cruz. Todo en tu vida que sabes que está comprometido con el mundo, que sabes que no agrada a Dios, necesita ser rendido.
Ningunas auto justificaciones están permitidas.
¡Si está contra los principios de las Escrituras, o si sabes en tu corazón que no glorifica a Dios, deshazte de ello! ¡Si es dudoso, deshazte de ello! Algo que te impide de tener una conciencia absolutamente pura necesita ser tratado y crucificado. Permite que la cruz tenga su obra completa porque es sólo en la cruz donde puedes empezar a tener comunión con Cristo.
¡Entonces invoca el nombre del Señor! Clama para la presencia de Dios en tu vida. Comienza pasando tiempo en oración ferviente ante el Trono, implorando que las misericordias de Dios no sólo perdonen tu carnalidad, pero que también te bendigan con Su presencia y Su compañerismo; que con Su Espíritu te vivifique con poder en el hombre interior.
Que el clamor de tu corazón sea de simplemente conocerlo más. Aumenta tu tiempo de silencio o tiempo devocional. Ora más con frecuencia a través del día cuando puedas. No te atrevas a decir que no tienes tiempo—tu encontrarás tiempo para lo que realmente quieres hacer. Y pasa tiempo en la Palabra.
Lee la Biblia no como una tarea, pero para conocerlo más. Estudia para comprender quién es Dios, en que se deleita, e implora ante Su presencia que El te dé poder para ser conformado a la imagen de Su Hijo. Aférrate a las promesas de Dios en ese Libro bendito y óralas a cumplimiento en tu vida. Estudia para mostrarte ante Dios aprobado.
Otra manera de romper la barrera de la carnalidad hacia el reino del Espíritu es apartando una cantidad determinada de tiempo en buscar a Dios por medio de ayuno y oración.
Toma un día, dos días, tres días, o una semana, y abstiene de alimentos sólidos, pasa la mayor parte del día en la Palabra, en oración, alabando y adorando a Dios. Puedes utilizar aún el dinero que habrías gastado en comida para donar a hermanos pobres o a misiones. Esto es siempre beneficioso y edificante al Espíritu.
Pero mantente alerto que cualquier nivel de comunión que experimentas cuando en tal temporada de buscar, que sigas caminando en ello continuamente después y no retrocedas a tu antigua forma de vivir.
Cuándo hecho con motivos puros, esto es una manera tremenda de experimentar gran avances en el Espíritu, y podría muy bien revolucionar tu entero caminar cristiano.