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La necesidad del alma

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Predica de Hoy: La necesidad del alma

Predicaciones Cristianas Texto Bíblico:  “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguasSalmos 63:1

Introducción

En varias ocasiones el salmista David describe  como su alma necesitaba del Señor. En el Salmo ciento tres le habla a su alma, y le pide que bendiga al Señor. Conocer al Señor se convierte en nuestra necesidad de alabarle y adorarle. Una vez que hemos sentido Su presencia anhelamos estar delante de Él y servirle con todo nuestro ser.

El mundo no entiende lo que significa estar adorando a Dios, pues no le conocen. Así vemos en Su palabra como Dios cambió la vida de aquellos que le conocieron y fueron llamados héroes de la fe.

Conocemos de hombres como Pablo que fue transformado de tal manera que pasó de ser un perseguidor de la iglesia, a un predicador de la palabra de Dios [1]. Dios transforma nuestro corazón y nuestro ser busca estar en su presencia y adorarle.

I. La necesidad del alma – Lo que siente nuestro corazón

El adorar a Dios no se limita a cantar, a orar o estar en un servicio en honor al Señor. Adorar a Dios es tener la disposición de hacer las cosas para Su gloria, respetando su palabra para no hacer algo que a Él le desagrade [2]. Así adorar a Dios es posible con toda nuestra vida, con todo lo que hacemos, siempre y cuando lo hagamos para Su gloria, para agrandarlo, para bendecir Su nombre.

Cuando le adoramos en espíritu y verdad [3], nuestro corazón siente esa necesidad. Nuestro corazón siente ese deseo de estar cada vez más en Su presencia, porque Dios cambia a las personas y nuestra alma lo siente. Siente el poder transformador y vivificador del Señor.

a. La necesidad del alma – Sed de Dios (Salmos 63:1)

El salmista reconoce que su alma tiene sed de Dios. Cuando nuestro cuerpo tiene sed acudimos a la cocina, y tomamos un vaso de agua para saciar esa sed. Pero él va un poco más allá. No es así cómo se siente, sino que siente sed como si estuviera en tierra seca y árida donde no hay aguas.

Para comprender eso debemos ponernos en esa posición, tal vez en un desierto donde hace mucho calor y no encontramos sombra para refrescarnos y no hay agua para beber. Así se siente nuestra alma, necesitada de Dios, necesitada de beber de Él los ríos de agua viva.

b. La necesidad del alma anhela ver su gloria (Salmos 63:2)

Nuestra alma anhela ver la gloria de Dios, ver sus maravillas. Ser testigos de Su inmenso poder sobre todas las cosas. Porque nuestro Dios es poderoso y Su poder no tiene límites [4]. Por lo tanto queremos ver su gloria y su poder manifestado en nuestro ser.

c. Regocijo (Salmos 63:7)

Nuestra alma se regocija en Dios, como si en ese desierto encontráramos una sombra que nos cubra. Dios es esa sombra bajo la cual estamos seguros. Nuestra alma siente ese regocijo al estar en la presencia de Dios.

II. La necesidad del alma – Lo que hacemos para adorarle

Queremos adorar a Dios pues nos sentimos satisfechos espiritualmente cuando estamos alabando a Dios y rindiéndole la adoración que Él merece. Y buscamos nuevas formas de estar cada vez más tiempo en Su presencia. Buscamos nuevas maneras de agradarle porque Él es bueno [5].

a. La necesidad del alma – Le buscamos de madrugada (Salmos 63:1)

Es algo maravilloso levantarse cada día y darle gracias a Dios por la oportunidad que nos da de poder vivir para Él en un nuevo día. El salmista reconoce que se levanta temprano y le busca antes de iniciar en cualquier actividad está en la presencia de Dios, así cualquier evento del día lo enfrenta en su presencia y con su poder.

b. Le alabamos con los labios (Salmos 63:3)

Debemos alabar a Dios con nuestros labios, pronunciar esas palabras de honra al Señor. No solo pensarlo en nuestra mente sino confesarlo y darle gloria a Dios con nuestra voz [6]. Dios se goza cuando hablamos con Él, cuando nuestra boca habla de Su verdad. Dios se goza cuando con júbilo le adoramos por sus bondades [7].

c. Levantamos nuestras manos (Salmos 63:4)

El levantar las manos no es con violencia, no es con altivez de corazón, sino que es una forma de adorar a Dios. Una manera de reconocer que le necesitamos. Levantamos nuestras manos como un bebe extiende las suyas para pedir a sus padres que lo levanten, que lo estrechen en su pecho. Así elevamos nuestras manos al Señor en señal de adoración.

d. Meditamos en Dios (Salmos 63:6)

No solo en la madrugada le buscamos, sino que en las vigilias de la noche reconocemos que durante el día fue Dios quien nos guardó. Dios multiplica Sus misericordias sobre nuestra vida cada día, por lo tanto es agradable el reconocerle y meditar en sus bondades.

Dios es nuestro socorro [8], Dios es nuestro Padre quien cuida de sus hijos y merece que le demos toda nuestra adoración.

Conclusión

No hay Dios como el nuestro y no hay mejor lugar para estar que en Su presencia. Mientras estemos en esta tierra debemos buscar adorarle. Nuestra alma tiene sed de Dios, anhela ver Su gloria y se regocija cuando estamos delante de Él.

Por lo tanto debemos buscarle de madrugada, en las vigilias de la noche. Debemos alabarle con nuestros labios y levantar nuestras manos a Él en señal de adoración.

Como el salmista, motivemos a nuestra alma para adorar a Dios. Pues no hay mejor lugar para estar. Todo nuestro ser debe estar dispuesto para honrar a nuestro Dios.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

[1] Hechos 9:1-19; 22:6-16; 26:12-18
[2] Romanos 12:1-2
[3] Juan 4:23-24
[4] Salmos 119:96
[5] Salmo 107
[6] Romanos 10:10
[7] Salmos 22:3
[8] Salmos 121:1-8

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