III. LA JUSTIFICACIÓN POR SU SANGRE NOS SALVA DE LA IRA VENIDERA
a. Justificados – La sangre que salva de la ira vers. 9.
Hemos oído desde la antigüedad que “sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados”. Eso significa que hasta que llegó Cristo, la sangre de todos los sacrificios cruentos fue necesario para aplacar la ira de Dios contra el pecado.
Sin embargo eso siempre fue temporal, pues los sacrificios no se detenían todos los días. La nota que distingue todo esto es que fue necesario la sangre de una víctima para aplacar la ira de Dios.
Mis amados ninguna cosa puede ser más temida para el ser humano que la ira de Dios. Los teólogos coinciden en señalar que la ira de Dios en relación al pecado fue aplacada cuando él mismo aceptó los sacrificios cruentos de su Hijo en la cruz del calvario. Pero es en relación al pecado y la única cosa que hizo posible su ofrenda perfecta fue la muerte expiatoria de Cristo.
Pero debe recordarse que la ira de Dios sigue allí para el hombre pecador y sólo si se reconcilia con él en arrepentimiento, será limpiado por la sangre que derramó su Hijo en la cruz. Cuando el hombre conoce a Cristo como el salvador es justificado por la fe, y es esa fe que justifica la que le salvara de la ira venidera.
b. Justificados – Enemigos salvados por su vida vers. 10.
No siempre entre dos enemigos se da una reconciliación. No siempre el enemigo perdona a la otra persona cuando se la encuentra. Hay un caso que resulta para nosotros simplemente asombroso.
Nosotros antes de ser salvos somos enemigos de Dios, y como dice Pablo: enemigos de la cruz de Cristo. He dicho que no es lo mismo tener al hombre por enemigo, que tener a Dios, sobre todo si al final no se busca la reconciliación con él.
El hombre en su condición natural no podía venir por si sólo a encontrarse con Dios. Es por eso que este texto tiene una de las más grandes e incomprensibles verdades de la palabra. Note que todo es una iniciativa divina.
La reconciliación viene de parte de Dios, nunca es iniciativa del hombre. Ahora este texto nos deja ver dos aspectos de esta reconciliación como para que no haya duda en lo que hace Dios.
Pablo dice que si fuimos reconciliados con su muerte, lo cual implicó un terrible castigo de nuestros pecados, cuanto más será ahora que él ha resucitado.
En esta última condición ya no se hará con enemigos, sino con amigos que han sido reconciliados. Bendita sea esa obra que nuestro Dios ha hecho por nosotros. Es así, y por eso, que seremos salvados de su ira. Amén.
CONCLUSIÓN:
Mis hermanos, la doctrina de la justificación se puede decir que es la más grande de las Escrituras. En este pasaje hemos hablado de ella a través de la sangre de Cristo.
La justificación consiste en que usted, antes de conocer a Cristo el diablo le acusa, usted mismo se acusa, y hasta sus amigos le acusan; pero después que conoció al Señor, y cuando estas acusaciones vienen delante de Dios, él saca el archivo donde está tu nombre y al abrirlo se da cuenta que hay una sola hoja con un solo escrito: “No hay ningún registro en algún lugar de este archivo que Mi hijo alguna vez hizo nada malo.”
Así es como trabaja la justificación. Es una declaración de inocencia a través de Jesucristo. Por lo tanto, la gloria de la justificación se basa en la muerte propiciatoria de Cristo, en los resultados que da su paz y su gracia, pero sobre todo que al final seremos salvos de la ira venidera de Dios.
Así, pues, mientras el perdón elimina la pena de nuestros pecados, la justificación elimina toda la acusación que se haya hecho contra nosotros. Qué bueno que podamos decir entonces: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” vers. 1. No hay otra manera para ser salvos “solo de Jesús la sangre”. Venga a él a través de su sangre.
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