Inicio » Predicas Cristianas » Hacer el bien – Sermones Escritos

Hacer el bien – Sermones Escritos

Algunas veces surge la pregunta: ¿Tienen los cristianos la responsabilidad de hacer el bien a los demás? O ¿tiene la iglesia la responsabilidad de hacer el bien a aquellos que no son miembros de la iglesia? Me imagino cómo podría responder Jesús a la pregunta. El podría, por ejemplo, responder con lo que le dijo al joven rico en Mateo 19:21:

“Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo.”

O podría responder con lo que dijo al maestro de la ley en Marcos 12:31:

“Y el segundo es semejante: amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.”

O podría responder con lo que dijo al rico en Lucas 12:21:

“Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con dios.”

O podría responder con lo que dijo en Mateo 10:8:

“Lo que ustedes recibieron gratis denlo gratuitamente.”

O también podría responder con lo que dijo en Lucas 6:27-36:

“Pero a vosotros los que oís, os digo: amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y hacéis bien a los os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro padre es misericordioso.”

Nosotros vemos que lo que Jesús quiere es que tengamos amor y compasión para los demás.

Algunos toman Gálatas 6:10 y lo usan para negar la necesidad de hacer lo bueno a los no cristianos. Su teoría es que los cristianos tienen la responsabilidad de hacer lo bueno sólo a los cristianos. Los cristianos no tienen que preocuparse de los no cristianos. ¿Se encuentra esta teoría en Gálatas 6:10?

El versículo dice: “así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.”

Es necesario ver este versículo en el pasaje en que está. Comienza en el versículo siete.

“No os engañéis; dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el espíritu, del espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues de hacer, bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.”

El pasaje comienza con las palabras “NO OS ENGAÑÉIS”, y es un buen consejo para todos. Sin embargo este pasaje quiere decir que nadie puede negar una verdad. Esta verdad es: Nadie puede burlarse de Dios. Dios ve todo. Nadie puede esconder de Dios lo que hace en su vida. Cuando el pasaje dice que nadie puede burlarse de Dios, esta refiriéndose a la frase que sigue. El hombre cosecha lo que siembra. Hay una ley en la naturaleza que dice que lo que sembramos en la tierra es lo que cosechamos. Todo es fiel a sus genes respectivos Si sembramos trigo, cosechamos trigo. Si ponemos una semilla de manzana, cosechamos las manzanas. Pablo dice lo mismo cuando dice, “el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; el que siembra para el espíritu, del espíritu segará vida eterna.” Si sembramos pecado, vamos a cosechar pecado. Si sembramos el bien, vamos a cosechar el bien. Pablo lo presenta como una verdad de Dios. Lo que sembramos es lo que cosechamos.

Por tal razón, no debemos cansarnos de hacer el bien. Debemos hacer el bien específicamente por la cosecha que nos trae. En el versículo 10 Pablo dice “por lo tanto” o “así que”. Estas palabras nos indican que lo que dijo antes debemos aplicarlo a nuestra vida. Nosotros hagamos bien a todos, específicamente porque Dios nos prometió que vamos a cosechar lo que hemos sembrado.

En este versículo hay un mandamiento con dos calificaciones. El mandamiento es “hagamos bien a todos”. El significado de esto es que a todas las personas debemos hacer lo mejor que sea posible. El verbo es activo, y significa que activamente tenemos que hacer el bien a todos. No podemos hacerles lo malo ni podemos ignorarlos. Tenemos que hacerles el bien. Ni tampoco hacer el bien solamente a algunas personas de nuestro agrado; el versículo dice: “Hagamos bien a TODOS”.

En el versículo 10 hay dos calificaciones. La primera de ellas es que debemos hacer el bien “cada vez que podamos” o “según tengamos oportunidad”. Hay dos maneras de entender esto y las dos pueden ser correctas. La primera es que debemos hacer el bien cuando tenemos la capacidad de hacerlo. Si no tenemos la capacidad de hacerlo, no tenemos que preocuparnos. Por ejemplo, si tengo la oportunidad de predicar, pero no tengo voz, y no puedo hablar, físicamente no soy capaz de hacerlo. No tengo que preocuparme de hacer el bien que físicamente no puedo hacer. Es una cosa muy diferente decir que no puedo predicar porque tengo miedo, o no quiero hacerlo. Si soy capaz de hacer un bien debo hacerlo. La segunda manera de entender la frase es que yo tengo la obligación de buscar maneras de hacer el bien. No debo dejar pasar la oportunidad de hacer el bien a alguien. De este modo, yo debo estar atento a todas las posibilidades de hacer el bien. Esta calificación puede estar hablando de la capacidad de hacer el bien, o puede estar hablando de la oportunidad de hacer el bien. No obstante, tenemos que hacer el bien a todos, según nuestra capacidad u oportunidad.

La segunda calificación dice “y en especial a los de la familia de la fe”. Y en especial a los de la familia de la fe califica a la palabra “todos”. Califica a la palabra “todos” en el sentido que define un grupo que está contenido en el grupo de “todos”. “Todos”, aquí tiene el sentido de los no cristianos y los cristianos porque después vienen las palabras “en especial”. La segunda calificación identifica al grupo, “la familia de la fe”.

Entonces “todos”, habla de todas las personas. Incluidos en el grupo de “todos” está la familia de la fe. La única pregunta que nos queda es ¿qué quiere decir “en especial”?

La frase sirve para enfatizar este grupo. “En especial” no es una frase excluyente. Sirve para enfocarnos en el objeto. Por ejemplo, yo puedo decir que quiero comprar helados para todos, en especial para mis amigos. No significa que NO quiero comprar helados para todos. Significa que quiero comprar helados para todos, y quiero asegurar que mis amigos tengan helados.

Entonces lo que dice aquí es que los cristianos deben hacer el bien a todos, según las oportunidades que tengan, y que en particular hagan el bien a los cristianos. Hay una observación más. Pablo está relacionando el bien que hacemos con nuestra cosecha. Es decir, cuando hacemos el bien, estamos sembrando una buena semilla que dará una buena cosecha. Esto significa que cuando nosotros no hacemos el bien, estamos sembrando una mala semilla que algún día vamos a cosechar. Implícito en esto está el hecho de que no hacer el bien nos lleva al juicio de Dios.

Algunos podrán argumentar que el consejo que da Pablo es “a los cristianos en particular” y no para la Iglesia de Cristo. Que los “cristianos en particular” pueden hacer lo que estimen conveniente con sus bienes en relación con los no cristianos. La verdad es que este argumento cae por su propio peso porque si lo que dice el apóstol es “a los cristianos en particular o a los cristianos individualmente”, tenemos que hacernos algunas preguntas:

1. ¿En qué parte del pasaje dice que las instrucciones son para “los cristianos en particular o individualmente?”

2. ¿En qué lugar de la carta a los Gálatas Pablo hace la diferencia de referirse a “los cristianos en particular?”

3. Si “a los cristianos en particular” es verdad, ¿significa esto que lo del capítulo 6 y versículo 1 es solamente para “los cristianos en particular?”

4. ¿Y lo del capítulo 6 y versículo 2 y versículo 3 y 4 y 5?

Me parece que el argumento es demasiado débil para ser sostenido.

Pasemos ahora a la parábola del samaritano, que se encuentra en Lucas 10:25-37.

“Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo para probarle: maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? El le dijo: ¿qué está escrito en la ley? ¿cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: amarás al señor tu dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: bien has respondido; haz esto y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: cuidádmele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El dijo: el que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: ve, y haz tú lo mismo.”

El maestro de la ley en este pasaje está acercándose para poner a Jesús prueba. Sin embargo su pregunta tiene implicaciones para nosotros hoy en día porque la pregunta es, ¿qué tenemos que hacer para heredar la vida eterna? La pregunta muestra que la parábola tiene la mayor importancia para nosotros hoy pues está hablando de la vida eterna. La respuesta que da Jesús al intérprete de la ley tiene que ver con la vida eterna y esto tiene que ver con nosotros también.

Jesús le devuelve la pregunta. “¿Qué dice la ley?” La respuesta es que la ley consiste de dos principios: Ama a Dios y ama a tu prójimo. Acto seguido el intérprete de la ley pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús cuenta la parábola del samaritano para responder a la pregunta ¿quién es mi prójimo que la ley dice que yo tengo que amar para heredar la vida eterna?

La historia de la parábola es que un hombre desconocido fue atacado y herido. Un sacerdote de Dios rechazó la oportunidad de ayudarle, de hacerle bien. Igual un levita, que trabajaba en servicio a Dios. Cuando llegó un samaritano, que no era del pueblo de Dios, ayudó al hombre, le hizo el bien. Jesús terminó la parábola con la pregunta, “¿Quién es el prójimo del hombre atacado?”

La primera observación que hacemos con esta parábola es que no sabemos absolutamente nada del hombre que fue atacado. Puede ser cualquier persona. Si fuera tan importante la distinción que algunos quieren hacer de ayudar solamente a los de la familia de Dios o que la ofrenda solamente puede ser usada única y exclusivamente para los del pueblo de Dios, ¿por qué Jesús no nos dijo nada de este hombre? La verdad es que él quiere que ayudemos a los que tienen necesidades.

La segunda observación que hacemos es que el samaritano cumplió la ley de Dios. El mostró amor a su prójimo. Jesús le llamó el prójimo del hombre herido. El hombre herido era su prójimo y el samaritano le mostró amor.

La tercera observación que hacemos es que el samaritano no era del pueblo de Dios, pero en esta parábola es precisamente el samaritano el que está cumpliendo con la voluntad de Dios. La implicación aquí es que el samaritano es el que merece heredar la vida eterna.

La cuarta observación aquí es que los del pueblo de Dios que no ayudaron al hombre herido no recibieron la aprobación de Jesús. El hizo la pregunta ¿Quién es el prójimo del herido? La respuesta es: el samaritano; mostrando que el sacerdote y el levita no eran el prójimo del herido pues no le amaron, y no merecieron ellos heredar la vida eterna.

Ahora pasamos a Mateo 25:31-46:

“Cuando el hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el rey dirá a los de su derecha: venid, benditos de mi padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuando te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuando te vimos enfermo, o en la cárcel y vinimos a ti? Y respondiendo el rey, les dirá: de cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Entonces dirá también a los de la izquierda: apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: de cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.”

En el día final hay un juicio. Dios va a separar las ovejas de las cabras. Lo que quiere decir es que los salvados, los buenos, van a ser separados de los no salvados, los malos. Para los que son salvos hay una explicación: “porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Naturalmente, los no salvados quieren saber por qué no son salvados. Jesús tiene una respuesta para ellos. “PORQUE TUVE HAMBRE, Y NO ME DISTEIS DE COMER; TUVE SED, Y NO ME DISTEIS DE BEBER; FUI FORASTERO, Y NO ME RECOGISTEIS; ESTUVE DESNUDO, Y NO ME CUBRISTEIS; ENFERMO, Y EN LA CÁRCEL, Y NO ME VISITASTEIS.” Su falta de entenderlo muestra que ellos estaban esperando la salvación. No la recibieron porque no hicieron el bien a los necesitados.

Una palabra aquí es importante para nuestro entendimiento del pasaje. La palabra es “hermanos”. Todos van a decir que son los hermanos de la iglesia. Lo dicen porque están leyendo el pasaje con la perspectiva de dos mil años después. La iglesia existe ahora, y todos entendemos la palabra “hermanos” como los de la familia del Señor. En algunas partes de la Biblia es la verdad que “hermanos” significa hermanos en la fe. Esto se encuentra después del comienzo de la iglesia. Por ejemplo, Pablo habla de los muchos hermanos de la iglesia después del establecimiento de la iglesia. Sin embargo, la palabra no significa “hermanos en la fe” en todas las partes de la Biblia. En Mateo 12:46, habla de los hermanos de Jesús. No son hermanos en la fe, sino hermanos de sangre. ¿Cómo podemos saberlo? Porque habla de su madre también y el contexto es su familia.

En la Biblia, hay otros usos de la palabra “hermano”. En muchas ocasiones en el Antiguo Testamento, hombres de la nación de Israel llamaron a otros hombres de la nación de Israel “hermanos”. Vea en Deuteronomio 15:7. También se ve el uso de la palabra para alguien que no es de Israel. Vea en 1ra Reyes 20:32. En Mateo 25, los hermanos del Rey son los que reciben el bien. Los que reciben el bien son los necesitados. Ellos pueden estar en la cárcel, en el hospital o en casa enfermos, pueden estar sin ropa necesaria, sin comida, sin casa. ¿Son los hermanos de la fe? La única descripción que tenemos de ellos es que son necesitados. Los necesitados de este mundo a veces pueden ser los hermanos en la fe, pero a veces pueden ser los que no son de la iglesia. ¿Cómo la Iglesia de Cristo podría negar la ayuda a alguien que está moribundo y que necesita urgente un remedio caro? ¿Solamente porque no es de la iglesia? Me parece que este pensamiento es de lo más absurdo, estúpido y totalmente anticristiano. ¿Dejaría Jesús moribundo a alguien sólo porque no es cristiano? ¿Lo dejaría usted? El propósito de este pasaje es mostrarnos que Dios va a juzgarnos por el bien que hacemos.

En este pasaje, todas las naciones están presentes. Es el día del juicio. Los que son salvos, son salvos porque cumplieron la voluntad de Dios en hacer el bien. Los que no son salvos no lo son, porque no cumplieron la voluntad de Dios en hacer el bien.

Consideremos ahora brevemente I Corintios 16:1 que dice: “En cuanto a la ofrenda para los santos…”.

El argumento de algunas personas es que la ofrenda que la iglesia recoge cada primer día de la semana debe ser invertida “solamente en los santos”. Argumentan que por este versículo queda prohibido para la iglesia tomar de la ofrenda para “los no cristianos”. ¿Es el propósito de este pasaje enseñar esta idea?

I Corintios 16:1 es una de las menciones que Pablo hace de la colecta para los “pobres” entre los “santos” que hay en Jerusalén. Según Gálatas 2:9-10 parte del acuerdo logrado con los que eran “columnas” en Jerusalén, incluía la disponibilidad de Pablo de “acordarse de los pobres” lo que Pablo efectivamente hace.

Por el pasaje de Hechos 11:27-30 sabemos de una hambruna que afectó a los hermanos en Jerusalén. Jacobo (Santiago), Cefas (Pedro) y Juan le solicitan al apóstol Pablo que se acuerden de los pobres (Gálatas 2:9-10). En Romanos 15:25-28 Pablo menciona este mismo asunto cuando dice:

25 Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos. 26 Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén. 27 Pues les pareció bueno, y son deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de los materiales. 28 Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado este fruto, pasaré entre vosotros rumbo a España.

“Ministrar a los santos” está hablando de la ofrenda que los hermanos de Macedonia y Acaya hicieron para los pobres que hay en Jerusalén y que Pablo va a entregar.

En todo II Corintios 8 Pablo está hablando de este mismo asunto y él les coloca el ejemplo de las iglesias de Macedonia para estimular a los corintios a dar con generosidad. El versículo 14 dice:

14sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad”. Y el versículo 19 y 20: “19y no sólo esto, sino que también fue designado por las iglesias como compañero de nuestra peregrinación para llevar este donativo, que es administrado por nosotros para gloria del Señor mismo, y para demostrar vuestra buena voluntad; 20evitando que nadie nos censure en cuanto a esta ofrenda abundante que administramos”.

A Pablo se le pide que se acuerde los hermanos de Jerusalén ya que habían algunos de ellos que estaban pasando por serios aprietos económicos. El apóstol eso es lo que hace y es por eso que se habla de la ofrenda para los santos porque la ofrenda iba destinada para los hermanos de Jerusalén que estaban pasando esa necesidad. Es decir, el contexto indica que se está haciendo una ofrenda con propósitos específicos. Y por Romanos 15:26 entendemos que no todos los hermanos de Jerusalén tenían esa penosa necesidad ya que dice: “Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay ENTRE los santos…”

¿Qué nos enseñan estos pasajes? Nos enseñan que es el deber de la Iglesia de Cristo ayudar a los hermanos que estén pasando por necesidad. Acordarse de los necesitados es señal de madurez espiritual y muestra la abundancia del amor que Dios ha derramado en nuestros corazones por su Espíritu.

No enseña que la ofrenda es única y exclusivamente para los santos, porque entonces también tendríamos que decir que la ofrenda debe ser solamente para los hermanos pobres de acuerdo a Romanos 15:26.

El Señor nos ayude en el entendimiento de Su Palabra.

Deja un comentario