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En tiempo de crisis, ¡Cree!

El engaño de la riqueza puede ahogar la Palabra que está viva, y el afán, esa semilla, porque es enemigo del crecimiento.

Lucas 15:8-10

El cielo se gozó cuando yo me arrepentí. Cuando la diadema no tenía un dracma, creían que la mujer no era tan buena. Muchas cosas cuando se pierden, se pierden también la reputación. Por ejemplo, cuando pierdes un trabajo, no sólo se pierde un dracma, sino también la reputación. El buen nombre y la buena fama son mejores que el oro y la plata. Si tenemos el nombre, vamos a poder hacer las riquezas.

Muchos de ustedes saben que sin necesidad de que un Banco quiebre, han perdido más que eso. Cuando cambias, las cosas cambian también. Dice que ella agarró una lámpara. Cuando nosotros perdemos algo, tenemos que agarrar la lámpara que es la Palabra. Tienes que limpiar tu vida, no tienes que andar consintiendo algún pecado. Esta mujer tuvo que remover todo para buscar el dracma. En una casa desordenada es más fácil que las cosas se pierdan, que un hijo se descarrile fácilmente. Tú tienes que tener Palabra y orden para que no se pierda nada.

Dios nos ha demostrado en la historia que Él también ha perdido, se le perdió Adán, y para recuperarlo, tuvo que mandar al postrer Adán y recuperar a todos los adanes. No se le perdió el hijo pródigo; Dios sí pierde, pero nos enseña cómo recuperarlo. ¿Acaso no tenía un banquete listo? Y uno de ellos le dijo: “He comprado una hacienda y la tengo que ir a ver”.

¿Cómo así que fue a ver una hacienda de noche? ¿O acaso era una excusa barata para no poder estar en la cena?

¿Quién compra sin antes ver? ¿Quién compra un carro usado y no lo prueba antes? Créeme que sí hay, un amigo compró un carro en una subasta; él decía que estaba súper barato, y cuando lo probó, no tenía motor.

Estaba la cena lista, y los invitados le dijeron que no, pero El no la perdió. Dijo que les llamaran a todos los pobres y hambrientos, pero que su mesa no se quedaría vacía. Los privilegiados se perdieron esa cena. Nunca desprecies lo que Dios te quiere dar.

Se pierde, sí; pero se puede recuperar con fe en su Palabra. ¿Cuántos creen en su Palabra? Eso es muy general, pero ¿crees algo de la Biblia? ¿Cuál es el versículo en el que crees? Pero si no tienes un versículo en qué creer, no crees en la Palabra.

Tú ya tienes la Palabra para pasar esa crisis, lo que necesitas es creer la Palabra que Dios te ha dado, y espero que esté escrita en tu corazón.

Si tú quieres que Jesús entre en tu hogar, en tu oficina, tienes que apartar tiempo para Él. Dios rige los tiempos, Él es el Señor de los tiempos, no los tiempos señorean sobre Él.

Jesús les enseña a los discípulos: Ustedes dicen que no es tiempo de sembrar, y luego dicen “¿de dónde apareció el trigo? Y es porque Dios es el dueño del tiempo, y puede dar y poner en el momento que El quiera, y no cuando tú creas.

Debes de vivir creyendo todos los días con fe, y no que hoy recibes la Palabra y el lunes ya empiezas a vivir conforme la palabra del mundo. Se los demuestro: todos están esperando el mes de diciembre y es porque nosotros creemos en nuestro tiempo. Pero por su Palabra el sol se detuvo, por ésta vamos a salir adelante. Es lo que necesitamos más que nunca.

El cielo y la tierra se pueden acabar, pero la Palabra siempre permanecerá, y es lo único digno que merece que pongas tus pies.

El engaño de la riqueza puede ahogar la palabra que está viva, y el afán, esa semilla, porque es enemigo del crecimiento.

El engaño de la riqueza ahoga la Palabra y la vuelven infructuosa. Jesús espera que esa Palabra dé fruto, pero por el engaño de este mundo, deja de hacerlo.

Jamás debe existir algo más importante que escuchar la Palabra, porque ese día, la Palabra será ahogada y ya no tendrás nada para que siga creciendo.

Cuando las riquezas tambalean, es donde se prueba a la gente, porque donde está la riqueza, está tu corazón.

Busca primeramente a Dios y a su justicia y todas estas cosas te serán añadidas.

Dice que busquemos su reino y las cosas nos seguirán. Pero cuando buscamos las cosas, Jesús es el que nos sigue. No puedes servir a los dos, hay gente que busca a Dios por las riquezas.

Nuestro trabajo debe ser para Dios, y si trabajas para El, debes trabajar bajo los códigos de trabajo de Dios. No vendas, no produzcas algo que sólo le hace daño a la gente. ¿Quién te dijo que

Puedes vender lo que sea? ¿Las leyes del país? Estas están debajo de la ley de Dios, ¡vende lo correcto!

Hagur decía “no me des”; Jabes decía “dame”. Uno de los dos tiene que estar en lo correcto y es Jabes, pero Habur trabajaba bajo sus finanzas, porque decía: no sea que me des mucho y me olvide de ti, y si no me das, blasfeme a tu nombre, mejor sólo dame lo del día.

En cambio, Pablo no; él decía “dame”, porque sabía que no podía olvidarse de Jesús, porque él tenía formado un carácter.

Tienes la Palabra para pasar la crisis, pero agárrate de ella; tienes que creerla. Es un peligro poner tu vida a girar alrededor de la economía, porque va cambiar en función a ella.

¿Recuerdan cuando el profeta Elías llegó Y dijo que dejaría de haber comida y que por su Palabra también se quedó sin comer? (I Reyes 17) Pero los cuervos le llevaron comida y tampoco tenía qué tomar y lo mandó con la viuda a pedirle el último pan que le quedaba. La mujer le dijo que era lo último que tenía y que al terminarse esa comida, esperarían la muerte. El profeta le dijo que le diera de comer primero a él y que la harina y el aceite no se escasearían. El cumplió lo que había dicho. El problema no es la palabra que dice Dios y los profetas, sino la que tú dices, porque esa también se cumplirá.

Tienes que tener en tu boca la Palabra de Dios. Dios dice que devolverá lo que la oruga, el saltón se han comido. Dios es un Dios de restauración, restaura tus finanzas, familia, iglesia, nación. El es un Dios que levanta ciudades.

Daniel 1:8 Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligare a contaminarse.

Estos hombres fueron tomados del pueblo de Israel y los llevaron a Nabucodonosor, éstos eran los más sabios del pueblo de Israel.

Lo que el rey había propuesto era que cada vez que le llevaran la comida, también llevarán una Palabra para poder contaminarlos.

Pero por eso, dijo Daniel que no comería nada para no estar contaminado. Cuando el pastor pone palabra incorruptible en tu mente para que pases por cualquier tribulación, no es para que el lunes estés en una cafetería escuchando la plática de los reyes de este mundo contaminándote otra vez.

¡DIOS LO BENDIGA!

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