Gemidos antes de llegar a la gloria

Julio Ruiz

Updated on:

Estudios Biblicos - Un toque de Su gloria

Gemidos antes de llegar a la gloria

0
(0)

El creyente aguarda con un deseo ardiente también al igual que la creación, por ese día cuando se manifiesten lo hijos de Dios en lo que será el rapto de la iglesia y en la transformación que tendrá su cuerpo con el cual entrará a esa gloria venidera. Pronto cesará nuestro gemir.

b. Porque en esperanza fuimos salvos (vers. 24).

El creyente es la única persona que sabe que al momento de su salvación entró en la dimensión de la esperanza viva como lo dijo Pedro (1 Pedro 1:3). Nadie como él para saber de su sufrimiento acá mientras se prepara lo que será su gloria venidera. Este tipo de esperanza debe destacarse. Por lo general la gente sin Cristo tiene un tipo de esperanza pero no segura.

Cuando usted le pregunta a un no creyente si va a ir al cielo, por lo general hay en sus palabras un dejo de inseguridad, mientras algunos pocos llegan a decir que “para el cielo vamos todos”.

Ese estado de pasividad respecto al destino eterno es el más peligroso en el que se encuentra el hombre sin Dios. Eso tiene que ser motivo de oración y de dedicación de parte de nuestra para llevar a ese hombre a una esperanza viva.

Así que si bien es cierto que el creyente gime esperando aquel momento de su destino final, también lo debe ser por los que están sin esa salvación, los que deben tener también esa esperanza.

Pablo nos dice que esta es una esperanza que no se, y así debe ser para que se cumpla todo al final. Así que mientras esto sucede el hijo de Dios gime en esta esperanza. Desea como Pablo estar con Cristo que es “muchísimo mejor”.

c. Aguardando con paciencia lo que esperamos (vers. 25).

¿Qué es lo que necesitamos para esperar lo que no vemos? Pues una especial paciencia. El cristiano fue dotado con el fruto del Espíritu y entre sus manifestaciones aparece la paciencia.

Es esta virtud la que nos ayudará a mantenernos fieles hasta que veamos lo que esperamos. Con este texto se levanta ligeramente el velo para que el cristiano vea uno de los propósitos en su presente sufrimiento y gemido.

Dios nos hace gemir sobre las condiciones actuales bajo las cuales ahora vivimos para que nuestra esperanza esté dirigida hacia el reino venidero de Dios. Nuestro presente sufrimiento y gemido se basa en nuestra propia experiencia, en nuestra propia condición.

La gloria futura se basa en la obra de Cristo en el Calvario y nos hace anticipar ansiosamente su regreso para gobernar sobre la creación. Ya hemos dicho que el ser cristiano no nos exime de nuestro propio gemido. Al contrario, es esto lo que define a un real creyente.

La diferencia de un creyente con un no creyente es la presencia del Espíritu Santo.

Si bien es cierto que ahora tiene un gran gemido, pero también es cierto que él posee la fuente de su gran consuelo. Pablo explica este ministerio del Espíritu en los versículos 26 y 27.

III. EL ESPÍRITU ESTÁ EN UN GEMIDO POR TODOS NOSOTROS

a. Un gemido a causa de nuestra debilidad (vers. 26).

El salmista tiempo atrás le había dicho al Señor que se acordara de él que era polvo (Salmos 103:14). Con esto manifestaba que su naturaleza era débil y necesitaba de su creador para su sustento.

Ahora encontramos otro recordatorio de nuestra condición y esta vez la hace el Espíritu Santo. Este es un texto lleno de esperanza y de gran consuelo. Me llama poderosamente la atención que nuestra debilidad se manifieste en la vida de oración. ¿Había pensado que es en la oración donde somos fuertes o débiles? Bueno, eso es lo que nos dice el texto.

Nuestras oraciones son un claro reflejo sobre el material del que somos hecho. Por qué muchas veces lloramos, nos quebrantamos y hasta nos enojamos con Dios cuando oramos. Porque nos sentimos impotentes frente a situaciones que las quisiéramos ver resueltas.

Pero la buena noticia de este texto dice: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad…”. Note que el texto no dice que son mis conocimientos, mi escuela, mi iglesia o mi pastor. Es el Espíritu Santo. Su ayuda es suficiente. Qué bendición saber que él gime también al conocer que soy débil.

b. Un gemido que lleva a la intercesión (vers. 27).

Mis amados, muchos de nosotros no sabemos orar como conviene. Ya Santiago lo había dicho de otra manera: “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago 4:3).

Analice sus oraciones y se dará cuenta que la gran mayoría es lo de repetir lo mismo. Algunas veces el nombre “Señor” es el que más repetimos como una muletilla en lugar de una genuina y sincera adoración. Es allí donde entra la labor intercesora del Espíritu Santo. Observe lo siguiente.

Jesucristo es nuestro gran sumo sacerdote que intercede delante del Padre en lo que respecta a nuestra salvación y cuidados delante su trono de gracia. Sin embargo, el Espíritu Santo es quien intercede delante del Señor respecto a nuestras peticiones. ¿Qué es lo que realmente sucede? Pues que el Espíritu Santo intercede por nosotros comunicando nuestros gemidos a Dios.

Él transmite a Dios lo que no podemos poner en palabras, y también intercede con peticiones que son consistentes con la voluntad de Dios. Que lindo es saber que cuando no podemos hablar, el Espíritu habla por nosotros a Dios. El Espíritu Santo es el vínculo comunicativo entre nuestro propio corazón y el corazón de Dios. Él nos ministra en nuestra debilidad actual.

CONCLUSIÓN:

Mis amados, alguien ha dicho: “Cuanto mayor es el gemido mayor es la gloria”. Creo que esa es la revelación que Dios nos hace. Como usted vio este texto nos muestra los tres grandes gemidos antes que se la “gloria venidera”.

La creación gime aguardando su liberación y la manifestación de los hijos de Dios.

¡No es maravilloso esto! El otro gemino es el nuestro. Hay sufrimientos presentes que nos llevan a ese gemir diario.

La promesa es que nunca serán comparados con la “gloria venidera” que será manifestada. Y en medio de estos dos gemidos aparece la intervención del Espíritu Santo quien lo hace para interceder por nosotros porque no sabemos pedir como conviene.

¿Cuál es el gemido de tu vida? ¿Estás tratando de soportarlo solo? ¿Es tu carga tan pesada que ya no la soportas? ¿Estás buscando a alguien donde poner tu hombro para llorar o descansar? ¿Por qué no se la entregas al Salvador? Cuál es el único requisito. Es tu propia necesidad, tu herida, tu dolor, tu sufrimiento todo lo que te presiona en la vida.

Recuerda que la creación anhela tu redención total y el Espíritu Santo intercede delante de Dios por tu gemir. Ven a él ahora.

© 2017. Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

Central de Sermones .. Predicas Cristianas

¿Qué tan útil fue esta publicación?

¡Haz clic en una estrella para calificarla!

Julio Ruiz
Autor

Julio Ruiz

Pastor en Virginia en los Estados Unidos, con 42 años de experiencia de los cuales 22 los dedicó en Venezuela, su país de origen. Otros 9 años los dedicó a pastorear en Vancouver, Canadá y los últimos 9 años en Columbia Baptist Church en su ministerio hispano, donde estuvo hasta agosto del (2015). A partir de octubre del mismo año (2015) comenzó una nueva obra que llegó a constituirse en iglesia el 22 de mayo de 2016 bajo el nombre de Iglesia Bautista Ambiente de Gracia en la ciudad de Burke, Virginia. El pastor Julio es Licenciado en Teología y ha estudiado algunas cursos para su maestría en Canadá. Además de haber sido presidente de la convención bautista venezolana en tres ocasiones, también fue profesor del seminario teológico bautista. El pastor Julio por espacio de unos 18 años publica sus sermones y artículos por estos medios. Es casado con Carmen Almera Ruiz y tiene tres hijas y una nieta: Laura, Oly, Sara e Isabella. Si usted quiere comunicarse con el pastor Julio, llámelo al (571) 251-6590.

Deja un comentario