La deuda que no se puede pagar

Lo segundo es el respeto a las autoridades y a los que son dignos de respeto. Lo otro es la honra. Esta es una deuda que ya tiene muchos intereses. No somos dados a honrar a los demás.

La sociedad egoísta nos conduce ignorar esta virtud. El asunto es que estas deudas hay que pagarlas, pero el amaraos los unos a los otros no puede ser cancelado. Esa es una deuda eterna.

2. Porque el amor es lo que permanecerá para siempre (1 Corintios 13).

En el capítulo 13 de 1 Corintios se nos habla de tres cosas que jamás dejarán de ser: la fe, la esperanza y el amor, pero como dice Pablo “el mayor de ellos es el amor”. ¿Por qué Pablo hace esta referencia cuando habla del amor? Vamos a verlo de esta manera.

Para los efectos terrenales la fe es necesaria porque sin ella es imposible agradar a Dios y porque por fe andamos no por vista. Pero cuando estemos en el cielo la fe no será necesario.

Con respecto a la esperanza ella es la que nos sostiene para una vida mejor y además es la que mantiene viva todas las promesas bíblicas con la certeza que cada una de ellas se cumplirá.

Pero tanto la fe como la esperanza también perecerán y lo único que permanecerá será el amor. Si el amor es el mayor de estas tres virtudes tenemos que concluir que esta deuda no podrá ser pagada jamás.

Este texto nos va a mostrar la importancia y la definición de ese amor impagable porque el amor nunca deja de ser y esto es lo que tiene un creyente. El amor debiera ser nuestro distintivo.

3. Porque el amor es lo que edifica mutuamente (Efesios 4:15, 16).

Si yo le quito el oxígeno del amor a mi iglesia la dejó huérfana de lo elemental para su crecimiento. Pablo nos habla de la unidad de la iglesia en este capítulo 4 de Efesios. Y cuando uno lee todo el texto puede ver que el énfasis ha sido la de edificar al cuerpo de Cristo bajo la base y el ligamento más estable y sólido como lo es el amor.

Por un lado Pablo nos dice que es a través de la verdad dicha en amor que creceremos unidos y lograremos nuestros más anhelados sueños. Por cierto este texto debe ser bien entendido.

Corremos con la tentación de decir las cosas y hasta mantener una posición desprovista del amor hacia mi hermano. Si el amor es la deuda que no debe ser cancelada, mi determinación debiera ser que por encima de lo que tenga que hablar con un hermano, el amor debe lubricar cada conversación.

Cuando esto hago ayudo a la edificación de mi iglesia. Por otra parte el mismo Pablo nos dice que el real crecimiento de la iglesia tiene que ser en amor. Esto debe ser notorio. Cada miembro de la iglesia tiene que hacer su parte en este edificación en amor. No le quite este oxígeno a su iglesia.

III. ¿QUÉ LOGRAMOS AL MANTENER ESTA GRAN DEUDA?

1. Mantener esta deuda es hacer bien al prójimo (vers. 9).

En este pasaje la palabra “prójimo” se repite tres veces por lo que nuestra atención pareciera concentrarse en el amor al prójimo después del amor a Dios.

Debo entender que esta distinción hecha es dada porque el amor a Dios tiene su legítima expresión en mi amor a mi hermano. ¿Y quién es mi prójimo le preguntó un maestro de la ley a Jesús?

Su respuesta hecha a través de la célebre parábola del “Hijo Pródigo” nos revela que mi prójimo es aquel que está cercano y necesitado.

El Buen Samaritano entendió que una de las manifestaciones de amor hacia mi hermano es que descienda a ellos, cure sus heridas y los sostenga en el mismo amor. El sacerdote y el levita cancelaron su deuda de amor al menospreciar y no ayudar al hombre echado en el camino.

El Buen Samaritano dejó un fondo abierto con el cual mantenía la deuda con el hombre herido, pues el texto nos dice que las instrucciones dadas al mesonero era hasta que él regresara.

Mis amados hay un feliz resultado cuando mantengo mi deuda de amor con mi prójimo. La deuda significa que nunca me olvido que mi hermano necesita de mi amor.

2. Mantener esta deuda nos libera de la ley (verss. 8b, 10b).

Este es un capítulo que comienza hablando de los deberes que todos tenemos hacia las autoridades. Entre esos tenemos que la ley del gobierno de turno demandaba el cumplimiento estricto asignado para cada ciudadano so pena de severos castigos.

Seguramente fue por eso que Pablo habló sobre la necesidad de pagar a todos lo que debéis, entre lo que incluyó: tributos impuestos, respeto y honra. Y es en medio de estos deberes que Pablo lleva al lector al deber fundamental en sus relaciones, el deber del amor. Hemos siempre oído y enseñado que es imposible cumplir la ley, especialmente la de los diez mandamientos.

Sin embargo Pablo sorprendentemente nos dice que cuando yo amo a mi prójimo, a mi hermano cercano, yo cumplo ley. Note estas dos oraciones: porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley… así que el cumplimiento de la ley es el amor. La ley fue escriba sobre una sentencia de prohibición y su incumplimiento era sinónimo de castigo.

Sin embargo Pablo nos dice que al cumplir los primeros cinco mandamientos de la ley cumplo con el amor. Debo cuidarme de mis actitudes para no hacerle mal al prójimo. Y la única manera de hacerle mal prójimo es cancelando mi deuda con él.

CONCLUSIÓN

Un comentarista llamado Hodge ha dicho, refiriéndose a este tema, lo siguiente: “Desembarazaos de todas las obligaciones menos el amor, el que es una deuda que nunca se termina de pagar”.

El amor a mi Dios es una deuda que jamás podré pagarle por lo que ya él hizo por mí. El amor por mi hermano es una deuda que tengo que mantenerla porque me une a él una misma sangre, la que Cristo derramó por nuestros pecados. Y el amor a mí mismo debo mantenerlo porque soy el especial tesoro de mi Dios. No cancele esta deuda.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA

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