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La importancia del reconocimiento

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: La importancia del reconocimiento

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Romanos 16:1-7

INTRODUCCIÓN:

Hemos llegado al capítulo final de esta inigualable carta. Después de abordar temas tan profundos en los primeros capítulos ahora analizamos un texto simplemente hermoso, íntimo y muy familiar. Romanos 16 es mucho más que una lista de nombres. Hay en él una mezcla de eclesiología, teología y ética.

El capítulo está más lleno de palabras que proposiciones. Observe esto: Señor, Cristo, Jesús, la iglesia, hermanas, hermanos, santos, apóstoles, gentiles, elegidos, amados, primicias, siervos, aprobados en Cristo. Si alguna vez usted se había detenido a pensar en la importancia del saludo cristiano, y con ello el reconocimiento, tiene que leer con detenimiento este pasaje. Es único en la Biblia. Es una manera de ver a la real iglesia a través del trabajo de cada hermano.

Nada suena mejor al oído que alguien nos llame por nuestro nombre y sobre todo para un reconocimiento. Observe las ceremonias que premian el éxito y verá cuán importante es oír nuestro nombre para recibir el galardón. Pablo se asegura en esta carta que la gente hable, no tanto de él, sino de los que él ha reconocido por su labor y dedicación al Señor. Jamás hubiéramos sabido de tanta gente que había en Roma de las cuales Pablo solo conocía por referencias.

De allí que este texto cobra más importancia. Nos hará mucho bien como iglesia estudiar este capítulo bajo este tema del reconocimiento. Le hace muy bien a cada hermano saber que él es importante para el Señor y la iglesia. Veamos cómo.

I. LO PRIMERO QUE VEMOS ES UN CAPÍTULO MUY FAMILIAR

1. La importancia de los nombres en el reconocimiento.

Hay un total de veintiséis nombres en Roma y una hermana llamada Febe que ya Pablo había trabajo con ella. Seguramente debemos aprender de esto que los nombres importan. Me gustaría llamarlos por sus nombres. Reconozco que a veces tengo problemas en nombrarles y a veces hasta les cambio el nombre.

Aprendamos de Jesús respecto según Juan 10:3. La idea del texto es que nos conozcamos bien y eso comienza por nuestros nombres. Muchas veces el prejuicio o la pena nos roba la bendición de conocer mejor a nuestros hermanos. Observe que Pablo no había ido a Roma pero vea cuántos nombres ya conocía. Observe la lista de saludos que hay en todo el pasaje.

Mi conclusión a este respecto es que si yo no conozco a mis hermanos por sus nombres hay dos cosas: tengo una mente muy olvidadiza o no me importan los hermanos dentro de la iglesia. Esa sería la lectura que le damos al asunto. Mi amor por la iglesia se notará en el interés que tengo por saber de mi hermano, de conocerle, de preocuparme por él y de reconocerle. La iglesia en general debe vivir haciendo esto.

2. La importancia de las relaciones y asociaciones.

Nunca sabríamos de los parientes de Pablo sino hubiera escrito un capítulo como este. Y tampoco no sabríamos mucho de lo que hicieron los hermanos tras las cortinas por el ministerio de Pablo sino fuera por un capítulo como este.

De allí que es notable las palabras que Pablo usa para describir quiénes son estas personas en relación con él y entre sí: hermana, hermano, siervo, santos, jefe, compañeros de trabajo, primicias, parientes, compañeros prisioneros, amados, aprobados en Cristo, elegida, madre. Esto que Pablo dice nos indica la importancia de conectar las relaciones con cada persona de la iglesia.

Cuando vemos a nuestros hermanos más que números, más que vernos diferentes unos de otros, somos enriquecidos a través de sus dones, talentos y el servicio que prestan al Señor. Pueda que sus nombres no nos digan mucho como un Epeneto, un Andrónico y Junias, una Amplias, un Urbano, una Trifena o Trifona, pero todos ellos han formado parte del cuerpo de Cristo y enriquecen con sus actos a todos los demás.

3. La importancia del nombre del Señor bajo quien nos reunimos.

Cuando uno lee todo el pasaje pronto descubre cómo están saturadas estas relaciones a través del nombre de Cristo en sus distintas manifestaciones. En el versículo 2 dicen: “Que la recibáis  en el Señor “. Versículo 3: “Mis compañeros de trabajo en Cristo Jesús“. Versículo 5: El “primer convertido a Cristo.” Versículo 7: “Estaban en Cristo antes que yo.” Versículo 8: “Mi amado en el Señor ”. Versículo 9: “Mi compañero de trabajo en Cristo”. Versículo 10:  “Apeles, aprobado en Cristo”. Versículo 11: “Saludad a los que están en el Señor”. Versículo 12: “Saludad a los trabajadores en El Señor”. Versículo 13: “Pérsida que ha trabajado duro en el Señor”. Versículo 14: “Rufo, elegido en el Señor “.

Hay algo extraordinario en todo esto. Otra vez, el único asunto que nos reúne y que nos une a la iglesia es el Señor. Los que estamos acá es porque voluntariamente nos entregamos al Señor. Todo reconocimiento que hagamos en la iglesia es porque la gente que se reúne en ella tiene todo en común, pero sobre todo que amamos y seguimos a Cristo, el salvador y Señor.

4. La importancia del amor reflejado en el capítulo. 

Cuatro veces Pablo usa la palabra amada o amada . “Saludad a Epeneto, amado mío” (vers. 5). “Saludad a Amplias, amado mío en el Señor” (vers. 8). “Saludad… a Estaquis, amado mío” (vers. 9). “Saluda a la amada Pérsida” (vers. 12). Y entonces leemos cosas como: “Saludad a María, que ha trabajado duro para nosotros ” (vers. 6) y Priscila y Aquila “quienes expusieron sus vidas por mi” (vers. 4).

 En todo esto podemos ver un real lenguaje del amor. 

Las palabras “hermanos y amados” son un lenguaje muy cristiano, muy del Señor. La Biblia le da una especial importancia al tema del amor como parte de la naturaleza cristiana. En las cartas apostólicas hay un rico lenguaje que destaca esta virtud como la más importante para las relaciones los unos con los otros.

Pablo nos da con estos saludos el más grande ejemplo de distinción que debiera ser conocido en un cristiano. Cuando yo digo “mi amado hermano” esperamos que no sea una simple frase. Sería una hipocresía de mi parte que te diga “mi amado hermano” y en el fondo no sea tan amado por ti. Esta es una nota distintiva en este saludo. Pablo amaba de corazón sincero.

II. LO SEGUNDO QUE VEMOS ES UN CAPÍTULO MUY MINISTERIAL

Entre todas las personas que Pablo saluda y ama aparecen Febe, Priscila y Aquila a quienes destaca sobre manera por la forma cómo ellos le apoyaron en su ministerio. Veamos.

1. Febe la servidora en Cristo (vers. 2).

El nombre de Febe significa “pureza” pero también traduce “brillante y radiante”. Tales significados se aplican muy bien a la descripción que va a darnos Pablo sobre su personalidad y carácter cristiano. Lo primero que descubrimos es que Febe era diaconisa o “servidora”.

Se nos informa que en la iglesia del primer siglo las siervas cuidaban a los enfermos, a los pobres, o a los extranjeros y a quienes estuvieran en la prisión. Que lejos estamos a veces en esto. Hoy día las posiciones de “liderazgo” son más para mandar que para servir. Febe era diaconisa en la iglesia en Cencrea, un puerto de Corintio de gran influencia.

Por lo que Pablo va hablarnos después, él estuvo allí y se cree que entre su buen servicio ella sería la persona encargada de llevar la carta de Romanos, de allí la recomendación de “que la recibáis en el Señor”.

Todos los hermanos en la iglesia son importantes para su vida y desarrollo, pero hemos de saber que algunos llegan a la iglesia para ser de un gran soporte ministerial y los auténticos diáconos ayudan a esto.

2. Febe y los recursos al servicio del Señor (vers. 2).

Una de las cosas que pronto descubrimos en la vida de Febe es que era una mujer cuyos recursos los había entregado para servir a los santos. Pablo destaca el hecho que ella había “ayudado a muchos, y a mí mismo”. No tenemos la lista de cuántas personas había ayudado Febe, pero el hecho que Pablo la mencione haciendo esto ya es de por si un reconocimiento digno de seguir.

Y entre las personas que habían bendecido con sus recursos y ayuda estaba el mismo Pablo. Febe es el tipo de creyente que nos da un gran ejemplo en la mayordomía del sostenimiento. Ella al igual que un Bernabé no retenía lo que era suyo para bendecir el ministerio de la iglesia y del ministro que sirve.

En el testimonio de esta extraordinaria mujer se conjugan la pureza, gracia, sensibilidad y entrega a las cosas del Señor. Es un modelo para el creyente de hoy que dispone de lo que tiene para que el avance de la obra del Señor no se detenga.

Su lema no era indagar que se hacía con su dinero, sino donde podía usarlo para engrandecer el reino de Dios. Aprendamos de esta mujer el ejemplo del servicio y de su generosidad para la obra del Señor.

3. Mis colaboradores en Cristo (vers. 3).

Hablamos ahora de un matrimonio que se unió a Pablo y como eran del mismo oficio: hacedores de tiendas lograron una empatía ministerial con el apóstol. Observe que lo primero que hace Pablo es llamarles mis “colaboradores”.

Esta pareja matrimonial usó también sus habilidades para bendición del ministerio. Una mirada rápida a la vida de esta pareja nos revela que ellos eran obreros itinerantes que iba de un sitio a otro, pero donde quiera llegaban formaban una iglesia. Veamos su vida y ministerio.

Ellos aparecen en el libro de Hechos, Romanos y 2 Timoteo, originarios Ponto (norte de Turquía) según Hechos 18:2 y que habían venido de Roma, expulsados ​​por el emperador Claudio en el año 49 d. C con todos los otros judíos (Hechos 18:2).

En Corintios se encontraron con Pablo y luego viajaron a Éfeso donde tuvieron una iglesia en su casa (Hechos 18:26).  Ahora están de vuelta en Roma donde formaron otra iglesia (Romanos 16:3). Se nos habla de ellos otra vez en 2 Timoteo 4:19 de donde sabemos que estaban de regreso a Éfeso. En todo ese ministerio itinerante ellos fueron verdaderos colaboradores.

4. El sacrificio de la entrega (vers. 4).

Otra versión nos dice: “Arriesgaron sus cabezas por mi vida”. Vea esto. Pablo acaba de resaltar la vida de Febe quien puso todo lo que poseía, al parecer, a disposición de los apóstoles. Ella sirvió a la iglesia con todo lo que tenía.

Pablo la amaba y confiaba totalmente en ella, tanto así que puso en las manos de esa mujer lo más valioso que Pablo tenía, la carta a los romanos. Pero ahora Pablo menciona algo aún más asombroso acerca de Prisca y Aquila: Pusieron sus cabezas en el cadarzo por su vida. No sabemos qué pasó.

Pero salvaron la vida de Pablo, al parecer, arriesgando la suya, a lo mejor de esos tantos peligros en los que se vio envuelto el apóstol. Lo que Pablo afirma acá es que hay parejas que saben cómo lograr lo máximo de su vida. Se complementan uno al otro, utilizan las virtudes del otro y forman un equipo efectivo.

Sus esfuerzos unidos impactan a otros.

Las parejas pueden tener un ministerio eficaz. El hogar es una herramienta valiosa para la evangelización. Priscila y Aquilas nos muestran el sacrificio agradable para el Señor.

CONCLUSIÓN:

El reconocimiento es uno de los asuntos más importante en la vida de un ser humano y por supuesto en la vida de la iglesia. Pablo supo eso, de allí un capítulo como este. Cuán importante es reconocer a los hermanos por sus nombres.

Eso les hace ver el uno al otro que importan a la iglesia y al reino. Sería bueno romper con todo lo que me impide acercarme a algún hermano a quien apenas veo para conocerlo más, sabiendo bien su nombre, su origen y su trasfondo.

Pablo hizo una lista larga de hermanos a quienes llamó por su nombre y destacó la bendición que habían sido todos ellos para su ministerio. Pero sobre todo destacó a tres personas que bien representan la vida de la iglesia.

En el caso de Febe, mujer diaconisa y generosa, es la representación de las mujeres y los hombres solteros de la iglesia que pueden ser de tanta bendición para el ministerio de la iglesia. Y Pablo también destaca la bendición de una pareja como lo fue Priscila y Aquila con sus auténticos colaboradores y el sacrificio por la obra y el ministerio pastoral.

Una pareja cristiana que entiende la importancia del ministerio y el apoyo que es para el reino de Dios es una de las bendiciones más grandes con las que cuenta un pastor. Así, pues, aquí tenemos un capítulo que nos invita a reconocer a nuestros hermanos y honrar sus vidas.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

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