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Reconciliados con Dios

Predicas Cristianas

Prédica de Hoy: Reconciliación – Reconciliados con Dios

Predicas Cristianas Texto Bíblico: Romanos 5:10

Introducción

La palabra reconciliación es uno de los términos más poderosos y descriptivos en toda la escritura. Su definición conjuntamente con la de los términos justificación, redención, perdón y adopción describen de manera gloriosa las riquezas de nuestra salvación en Cristo.

Veamos, la justificación hace que un pecador, considerado culpable y condenado delante de Dios, sea declarado justo (Romanos 5:1-2Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”).

Mediante la redención, el pecador que a los ojos de Dios es un esclavo, recibe la libertad de manera gratuita (Romanos 6:17-18Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y liberados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia”).

En el perdón, el pecador que tiene una deuda con Dios recibe el beneficio del pago y olvido de esta (Efesios 1:7 “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”). Luego en la adopción el pecador, que era un extraño y advenedizo ante los ojos de Dios es recibido como un hijo suyo (Efesios 1:5en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad”).

Una palabra que nuestra biblia usualmente traduce como reconciliar es la palabra “katalásso” y significa literalmente cambiar mutuamente o intercambiar, aludiendo generalmente al cambio en una relación. Sin embargo, la palabra usada por el apóstol Pablo en el texto Colosenses 1:21-23 es la palabra “apokatalásso”, que no es más que la misma palabra con un énfasis añadido por el prefijo “apo” con el que se habla de una reconciliación rotunda y completa, esto motivado por el hecho de que algunos falsos maestro estaban enseñando que la obra de Cristo se tornaba insuficiente.

1. Condición del hombre sin Cristo

Colosenses 1:21 – “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado”.

Partimos del hecho que sin Cristo éramos extraños: ajenos a Él, distantes de sus dominios, no participantes de su reino. El apóstol Pablo lo resalta en la carta a los efesios diciendo: “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:12-13). Queriendo expresar el hecho de que existe una distancia abismal entre un hombre pecador y un Dios santo y justo, aunado a la realidad que estamos incapacitados por nuestros propios méritos de poder salvar esa distancia al contrario de ello en Cristo somos hechos cercanos.

Esto quiere decir que fuera de los méritos de Cristo el hombre no tiene ningún tipo de relación amistosa con Dios, al contrario de ello el tipo de relación que les une es la de un juez con un pecador convicto, por lo que sin Cristo no tenemos ningún derecho de apropiarnos de las grandiosas promesas, que Dios ha dejado en su palabra para consolar a los que son suyos.

Ahora, puede que algunas personas que caminen sin Cristo digan: yo estoy muy cerca de Dios, el punto es que ellos están cerca del dios que han creado en su mente para que se amolde a sus necesidades, un Dios que no los juzga por sus pecado, un ser todo poderoso que está ahí disponible para el momento que ellos lo necesiten.

El detalle es que el apóstol Pablo no está hablando de una deidad abstracta creada por la imaginación de los hombres sino del único Dios verdadero, el Dios revelado en la escrituras, la biblia la palabra de Dios y acabamos de ver que estar sin Cristo es estar sin Dios solo hay un mediador entre Dios y los hombre Jesús Cristo nuestro salvador por lo que tu relación con Dios va estar definida en función de tu relación con Cristo.

Sigue diciendo el texto que sin Cristo somos enemigos de Dios en nuestros pensamientos esto quiere decir que nuestra capacidad intelectual está orientada a producir acciones que ofenden a Dios. (“Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impurezaEfesios 4:17-19).

No hay en el hombre el más mínimo deseo de agradar a Dios así caminan una vida separada de Dios en una total y absoluta enemistad con Él, esto producto de la convicción que algunos tienen que Dios es un ser que está interesado en anular toda acción en el hombre que pueda parecerle divertida dice el pastor Sugel Michelen una especie de mata gozo cósmico aburrido que quiere que el hombre también este aburrido, ahora esto no es más que el deseo del hombre de no someterse a la voluntad de Dios, sino vivir como a él le place y si en algo necesita que Dios se involucre sea en satisfacer sus necesidades, pero no para decirle lo que debe hacer.

Romanos 5:10 – “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvo por su vida”. Pablo acentúa en diferentes partes en sus escritos que el hombre sin Cristo es un enemigo de Dios merecedor únicamente de su aborrecimiento, esta idea se encuentra respaldada en toda la escritura.

Por ejemplo: Salmo 5:5Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen iniquidad. Los esfuerzos humanos para reconciliarse con Dios están desprovistos de toda probabilidad de éxito dado que todas sus acciones son malas delante de sus ojos como dice el profeta Isaías que aun las buenas obras de los hombres son como trapo de inmundicia para Dios.

Nuestro señor Jesucristo lo aludió al hecho de que los hombres aman el pecado cuando dijo: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. (Juan 3:19-20).

Esta era nuestra condición, esta es la condición de todos aquellos que andan sin Cristo en sus corazones extraños a Dios, enemigos de Dios, hacedores de maldad, es decir todo aquello que desagrada a Dios. De ahí fuimos sacado y de ahí puedes ser sacado si aun estas sin Cristo.

2. Efectos de la obra reconciliadora de Cristo

¿Cómo puede un Dios santo y justo reconciliar consigo a un hombre pecador como el que acabamos de describir?

Bueno hay aquí dos puntos importantes para responder a esa pregunta pues es necesario que Dios obre una transformación en el hombre además de evocar un medio para apaciguar su ira por ellos, dice el pasaje en Colosenses 1:21-22 “……os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él.

Jesús tuvo que morir en la cruz del calvario como el medio para apaciguar la ira de Dios; ahora no solo representaba una ofrenda sacrificial, sino que estuvo allí como el sustituto de la humanidad, esto es pagando por nuestros pecados como el medio para que haya paz entre Dios y los hombre.

Por medio de su sangre nuestros pecados son perdonados (“Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisiónHebreos 9:22). Jesús Dios encarnado muriendo como hombre por los hombres y vemos que en la cruz es el único momento en su vida que no se refiere a Dios como su padre, la ira de Dios literalmente cayó sobre El y fue quebrantado por su padre por nuestras iniquidades.

Luego el hombre es transformado en esa obra de reconciliación: 2 Corintios 5:17De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación.

En Cristo somos una nueva creación no somos remendados, ni arreglados, ni repotenciados, sino nuevos. Tenemos unos nuevos intereses una nueva manera de pensar; ahora estamos capacitados para seguir la voluntad de Dios que antes rechazábamos. Podemos amar lo que antes odiábamos, y esto se conoce como la obra de regeneración del Espíritu Santo. Nuevos totalmente nuevos por Cristo para gloria de Dios padre.

De manera que esta conformidad con Cristo puede ser descrita en estas tres palabras mencionadas por Pablo en el pasaje de Colosenses, santos, sin mancha e irreprensibles.

Santos: apartados del pecado consagrados para Dios.

Sin manchas: no hay en nosotros ningún tipo de culpa ya que Cristo cargo con todas ellas en la cruz del calvario. Aunque mientras estemos en este cuerpo muchas veces vamos a fallar a Dios, la justicia de Cristo fue adosada a nuestra cuenta por medio de la fe.

Irreprensibles: no hay nada de lo que podamos ser acusados verídicamente, ya que judicialmente estamos absueltos, y cada vez que el diablo, el acusador de los hombres se levanta para señalarnos, Cristo dice yo pague por ello. Toda acta que nos era contraria esta clavada en la cruz del calvario donde Cristo venció a nuestro acusador.

Hemos sido reconciliados con Dios, Cristo hizo lo que nadie podía hacer por nosotros reconciliarnos con El padre. Por ello podemos decir que somos salvos por obras; el punto es que no son las nuestras sino las de Cristo. Somos salvos por su muerte, por su sangre, por su resurrección, por su ascensión, por su regreso gracias a nuestro Glorioso salvador (Judas 1:24-24Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén).

3. Evidencias de la obra reconciliadora de Cristo

Colosenses 1:23si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.

De todas las evidencias que las escrituras presentan acerca de la seguridad de salvación del creyente, y en este caso de estudio de la obra de la reconciliación, no hay ninguna más concluyente que la permanencia en Cristo y en su evangelio. Todo creyente que ha sido transformado en conformidad con la obra de Cristo perseverara en El.

Entonces ¿cómo se si he sido reconciliado con Dios gracias a Cristo? (Colosenses 1:23) sin embargo pudiéramos aludir al hecho de en el transcurrir de nuestras vidas podemos conocer de casos de personas que proclamaron abiertamente ser seguidoras de Cristo y aun dieron muestras muy evidentes de serlos, pero en un momento de sus vidas se apartaron del evangelio y volvieron a su vida pecaminosa.

Si esto es así debemos concluir a luz de la palabra que estas personas nunca fueron Cristianos dice 1 Juan 2:19Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. No todo el que me dice señor entrara en el reino de los cielos, dijo nuestro señor Jesús, sino los que hacen la voluntad de mi padre.

Conclusión

Estamos llamados a perseverar en el evangelio, a construir nuestras vidas sobre el fundamento del evangelio, a no movernos ni a la izquierda ni a la derecha, a caminar fielmente con Cristo, a pesar de nuestras caídas a levantarnos todas las veces que sea necesario y seguir a delante, y me preguntaran como puede ser esto y les responderé: Filipenses 1:6estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. Si Dios está comprometido a preservarnos y perfeccionarnos nosotros tenemos que perseverar.

© Joscar E. Chirinos. Todos los derechos reservados.

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