Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Una madre llamada María
Predica Cristiana Lectura Bíblica: Lucas 1:34-38
INTRODUCCIÓN:
Una de las cosas hermosa de la palabra de Dios es distinguir a muchas mujeres valientes, capacitadas, generosas, humildes, abnegadas y llenas de fe. Son muchas las que podemos escoger y todas ellas nos darán un ejemplo digno de ser imitadas, pero tenemos que reconocer que, entre ellas, María la madre de Jesús, es la llamada “madre bienaventurada”.
Si bien es cierto que nosotros no la idolatramos, ni le damos culto, ni creemos en todos los dogmas que se han hecho sobre ella, si la reconocemos porque fue la mujer que Dios escogió para sus planes que se había trazado desde la misma eternidad.
Se dice que toda jovencita judía lo que más anhelaba en aquellos tiempos era que en su vientre se gestara el Mesías prometido. Así que, el llamado de Dios a María para ser la madre del salvador la convierte en la mujer más nombrada y reconocida de todas las Escrituras.
Las cualidades que Dios encontró en ella son las que él siempre busca en toda madre cristiana. Ella era humilde, sierva, fiel y piadosa, y, sobre todo, con una capacidad para guardar el más grande secreto que se le dijo respecto a lo que sería su hijo.
Cuando uno estudia Proverbios 30:10-31, pronto descubre que la pregunta que hace el sabio acerca de dónde encontrar la mujer virtuosa, tiene que ver con en el nombre “María”. De esta manera, la traducción de la palabra “virtud”, sería algo así: “Mujer María, ¿quién la hallará?”. Y en efecto, al tomar el modelo de María, la madre de Jesús, nos damos cuenta como en aquella doncella se cumplía la búsqueda de esa mujer virtuosa.
Consideremos este modelo para la madre de hoy. Hablamos ella, no para adorarla, sino para conocer sus valiosas virtudes.
I. MARÍA ALABA A SU DIOS POR SU MATERNIDAD (Lucas 1:38; 46-50)
No he oído el canto de otras madres cuando han tenido a sus hijos. Me imagino que como quiera que sea, especialmente esas madres piadosas, han tenido una alabanza en sus labios por el don de la vida, visto en el niño que ahora tiene en sus brazos. Por supuesto que el canto de María es el más grande Magníficat que se conozca en las Escrituras.
Expresa un hondo reconocimiento de un ser humano por ser un vaso escogido por la providencia de dar a luz a quien fue el salvador de todos. Sorprende que María, lejos de donde la han llevado, se reconoce como una sierva del Señor, sin méritos, y en total reconocimiento para que su alma y espíritu puedan alabar al Señor que miró su bajeza.
La maternidad de María fue objeto del más grande reconocimiento a Dios, de la más grande alabanza que se conozca y del más completo recordatorio del que tengamos memoria.
Esto hace ver que la llegada de un niño al mundo debe ser el más distinguido reconocimiento a quien es el Autor de la vida. Un bebé es un milagro divino. Menos mal que no son muchas las madres que toman la decisión de abortar a sus hijos.
Un hijo, independientemente como venga al mundo, tiene que ser el objeto del mayor gozo por su nacimiento y de la mayor gratitud por quien ha sido dado. José estuvo presente en la llegada del bebé Jesús, pero no siempre los padres están presentes en ese momento. Sin embargo, le aseguro que quien si está presente es la madre, de allí su más grande gozo.
II. MARÍA ENSEÑA EL VALOR DEL CUIDADO MATERNAL (Lucas 2:41-52)
Desconocemos cómo fue Jesús desde que nació hasta los doce años, así como no sabemos lo que pasó entre los doce años y los treinta. Lo que yo puedo pensar es que su niñez tuvo que ser normal, como todos los niños de su tiempo. Él jugaba, se reía, lloraba, tenía amigos, se cansaba, dormía, comía… y así crecía.
La creencia de un niño Jesús milagroso no es bíblica. Los milagros de Jesús se conocieron cuando él se manifestó en su ministerio público, dando con eso cumplimiento a todas las profecías que se habían dicho de él.
La escena de la supuesta “pérdida” de Jesús a los doce años es simplemente hermosa. Nada produce más angustia en los padres que el saber que el hijo de sus entrañas se ha perdido.
Una de las características de una madre virtuosa es el cuidado que dispensa por su hijo, sobre todo en esa etapa de la adolescencia. Esa es la edad crítica y es allí donde la madre tiene que estar más pendiente de su hijo respecto a sus amistades, sus tendencias, sus gustos, sus decisiones y sus preferencias. Y como un ejemplo para nuestros jovencitos, Jesús les muestra lo que se pueda hacer a esa edad.
Note que Jesús fue hallado en la Casa del Señor, totalmente involucrado e interesado en las cosas de su Padre celestial. Apreciada madre, ninguna inversión será mayor que la haces en cuidar a tus hijos, pero sobre todo en asegurarte que ellos están haciendo lo correcto cuando vienen con gozo a la iglesia y le sirven al Señor.
Esa es tu mejor inversión. Que nuestros hijos puedan decir “en los negocios de mi Padre me es necesario estar”. Si esto se logra, la maternidad habrá tenido su recompensa.
III. MARÍA RECONOCE LA CONFIANZA EN SU FORMACIÓN MATERNAL (Juan 2:1-12)
Una de las cosas que siente toda madre es el orgullo por sus hijos. Eso es natural y entendible. Para ellas no hay hijos mejores que los suyos. Hablando de esto, una vez una madre le preguntó a su hijo después de terminar una boda: “Hijo, ¿cuántas mujeres debe tener un hombre?”.
El niño le respondió: “Fácil, mamá, dieciséis mujeres”. La madre de manera sorprendida le dijo: “¿Y cómo sabes tu eso?”. “Bueno” -dijo el muchacho- el pastor dijo: “4 better, 4 worse, 4 richer, 4 poorer”.
En efecto, toda madre sabe lo que ha criado. Ahora tenemos a María otra vez con su hijo pero ya bien crecido, a los 30 años. Ella fue invitada a una boda donde Cristo y sus discípulos también asistieron.
Los novios estaban en una situación crítica porque se les había acabado el vino, la alegría de la fiesta. María, como toda otra madre que sabe que su hijo es muy capaz de tener una solución para esos casos de emergencia, le dice a Jesús: “Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino” (vers. 3).
María hizo este planteamiento porque ella sabía que Jesús podía hacer algo. La intuición de esta madre la llevó a presentarle el problema a su hijo; y si bien es cierto que Jesús puso las cosas claras entre él y su madre, al final ella dijo: “Haced todo lo que os dijere” (vers. 5).
Una madre sabe lo que es capaz de hacer su hijo. La inversión hecha en ellos le lleva a tener tal confianza que son capaces de recomendarlos para las mejores tareas. Así actúa una madre.
IV. MARÍA REVELA EL DOLOR QUE TRAE TAMBIÉN LA MATERNIDAD (Juan 19:25-27)
Una madre sufre por su hijo en todas las etapas de su vida. Por supuesto que ninguna de ellas espera que su hijo muera antes que ella lo haga. Sin embargo, son muchas las madres que han tenido que asistir a su hijo en esa terrible noticia.
Mi propia madre le tocó ver esto con su hijo menor y no puedo olvidar su rostro lleno de dolor cuando aquello ocurrió. El que una madre tenga que ver morir a su hijo tiene que ser un dolor desgarrador. En el caso de María la situación no pudo ser peor.
Ella ha sido la única madre a quien se le dijo que su hijo “para morir nació”. Cuando ella y su esposo José presentaron a su Jesús en el templo, un sacerdote llamado Simón, quien esperaba la consolación de Israel con la llegada del Mesías, profetizó a María que una espada traspasaría su propio corazón.
María vivió sabiendo que el hijo de sus entrañas sería el salvador del mundo y que la muerte sería la vía para eso. ¿Sabe usted lo que significa esto para una madre? El momento del cumplimiento de todas las profecías llegó y María lo vivió. El día de su muerte nadie más lo sufrió como ella.
Observe que María estaba al pie de la cruz. Exactamente en el lugar correcto, al lado de su hijo a quien lo ve sufrir terriblemente y quien está muriendo por toda la humanidad. No siempre hablamos del sufrimiento de María, pero aquella escena tuvo ser desgarradora.
Cuando hablamos del sufrimiento de las madres, estos tienen distintos matices.
Nadie experimenta más dolor que una madre. Obsérvalas cuando ellos nacen, cuando se enferman, cuando se van de la casa, cuando se casan, cuando caen en terribles vicios y no se diga si caen en una cárcel. Así, pues, sabe usted lo que significa consolar a una madre cuando su hijo muere anticipadamente. María experimentó eso.
V. MARÍA CELEBRA LA VICTORIA FINAL DE SU MATERNIDAD (Hechos 1:12-14)
María no solo estuvo al pie de la cruz, sino que seguramente se encontró entre las mujeres a quienes se les dio la noticia de la resurrección de su hijo. Si bien es cierto que los evangelios no especifican que María fue a la tumba para preparar al hijo con las demás mujeres, no dudamos que el interés de aquella madre tuvo que ser hasta el final.
Nadie estuvo más interesada en esto que ella como madre. Si estuvo al pie de la cruz, con mayor razón tuvo que estar en su entierro. De manera, pues, que el gozo de la resurrección fue, seguramente, la más grande noticia dada a aquella madre. Es Lucas quien nos dirá más adelante que María, la madre de Jesús, estaba con los discípulos y los 120 reunidos el día de Pentecostés.
Ella, al igual que los discípulos, fue testigo cercano de todo lo que sucedió con Jesús. María tuvo que ser muy clave en toda la historia de la iglesia después que Jesús resucitó. Para Lucas, ella tuvo que ser la principal fuente de donde tuvo una historia de primera mano acerca de Jesús y todo su ministerio.
El gozo de esta manera no tuvo límites.
Ella lo parió, crió, educó, sufrió y al final vio el triunfo de su hijo como ninguna otra madre. Hijos, ustedes son la satisfacción, el gozo, el triunfo y la corona de sus madres. Vivan siendo obedientes a sus padres, pero, sobre todo, obedezcan a Dios. Al final, y como lo hizo Jesús, la obediencia a Dios produce el mayor y más sublime gozo en el corazón de la madre.
CONCLUSIÓN:
A María debemos verla en el contexto de lo que fue su maternidad. La manera cómo le han levantado, hasta el extremo de ponerla igual o superior a Dios, no le hace bien al propósito de su escogencia de parte de Dios y contradice lo que fue su declaración.
Veámosla como madre y sacaremos las más grandes lecciones para la vida.
María como modelo de madre establece el ejemplo para nosotros cuando dirige su alabanza, adoración y glorificación solamente a Dios:
“Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones, porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre” (Lucas 1:46-49).
Madres, les propongo el ejemplo de María. Véanla dedicando a su hijo al Señor, véanla en la educación de su hijo, véanla en la confianza que tuvo en él.
Véanla en su más intenso dolor, pero sobre todo, véanla regresando al gozo del principio cuando su hijo resucitó como la primicia de lo que todos haremos un día.
María no fue perfecta, como no lo son las madres, pero ella fue fiel y obediente. Imiten sus virtudes
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Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA