La Navidad, nos habla del amor de Dios.
“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados“. (1 Juan 4:9-10)
El canto de los ángeles, la aparición de ejércitos celestiales que aquella noche cantaron gloria a Dios, la estrella que guió a los magos hasta Belén, el humilde pesebre donde estaban la madre y el Niño, nos hablan de la gracia y el amor infinitos de Dios. El Hijo de Dios venía a habitar entre nosotros, pecadores del mundo, con el propósito de llevar nuestros pecados sobre si y redimirnos de la maldad. Bien exclama el apóstol Pablo:
“Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos“. (2 Corintios 8:9)
La Navidad nos habla de este regalo, el regalo de Dios que perdura.
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6); “que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (Lucas 2:11).
En aquella primera Navidad, Dios nos entregó el más grande regalo de toda la historia, el Hijo amado de su corazón. El Admirable, el Consejero, el Dios Fuerte, el Padre Eterno, el Príncipe de Paz, Jesucristo el Salvador.
La Biblia declara que el regalo que nos da Dios, es vida eterna a través de Jesucristo nuestro Señor. El verdadero significado de la Navidad es que este regalo de Dios tiene que ser recibido. Jesús vino al mundo y nació de una virgen, es verdad, pero este no es el final de la historia. El murió en la cruz por nuestros pecados, resucitó de entre los muertos y ahora vive. El Niño de Belén es el Cristo de los Cielos, el Señor de señores y Rey de reyes.
Para conocer y experimentar la vida eterna debes abrirle el corazón a Jesús. Hubo un primer pesebre en la aldea de Belén pero debe haber un segundo pesebre. Esto no quiere decir que el Señor Jesús va a nacer de nuevo como hombre.
La Biblia declara que una vez fue suficiente; la obra fue perfecta y no hace falta repetirla. El segundo pesebre que debe haber es tu corazón en el cual Cristo quiere entrar. Es por eso que nos dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”.
¿Has abierto ya el pesebre de tu corazón para que el Señor Jesús nazca allí?
¿Y la luz de Dios se revele en tu alma? Tu Navidad en este año puede ser la Navidad más maravillosa que hayas conocido. Si recibes el regalo de Dios, que es Cristo mismo, en tu corazón, esta celebración tendrá un significado incomparable. Recibe al Señor Jesús en tu corazón y entonces tendrás paz con Dios y paz interior. ¡Y eso si que es digno de celebrarse!
Tengamos presente que es Navidad.
Es Dios mismo hecho hombre naciendo en un humilde pesebre, de Maria virgen, por obra y gracia del Espíritu Santo. Este pequeño niñito llamado Jesús, es nuestro amado Señor y Salvador, que vino a esta tierra para cumplir el propósito Divino de salvarnos para una eternidad junto a Dios.
Este es el verdadero sentido de la Navidad, el nacimiento de Cristo entre nosotros.
Que Dios mueva nuestros corazones a un tiempo de recogimiento y devoción por “Aquel” que siendo Dios se hizo hombre, “No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”
“Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10)
Amén y Amén
© Ricardo Ulloa Vargas. Todos los derechos reservados.
Dios lo bendiga que bella explicación y e señanza Que Dios te siga bendiciendo