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El evangelio de Abraham

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: El evangelio de Abraham

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Gálatas 3:6-18

INTRODUCCIÓN:

Pablo nos ha dicho desde el principio de esta carta que no hay otro evangelio, y en efecto, no puede haber otro evangelio sino el de la gracia. Sin embargo, cuando un hombre de Dios habla de su evangelio, como lo dijo más adelante el mismo Pablo, es porque se había casado con el único evangelio que ha sido anunciado, eso es, el evangelio de Cristo.

De esta manera en el pasaje de hoy nos encontramos que muchos años atrás, antes que llegara el evangelio de la gracia, hubo un hombre que habló de este evangelio.

Vea lo que encontramos acá: “Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones” (vers. 8).

Una de las cosas que nos llama la atención del presente texto es la forma cómo Pablo aborda el tema de Abraham como un hombre de fe. De todo esto se desprende que todos los que vendrían después seríamos hijos de Abraham, pero los que vivirían bajo la condición de ser creyentes como él. Pablo va más allá en este texto, pues al reconocer Abraham como un hombre de fe, lo llama “el creyente Abraham” (vers. 6).

Qué importancia tuvo la fe de Abraham para todos nosotros ahora. Hasta dónde la selección de un hombre del lejano Ur de los caldeos tuvo que ver con el nacimiento de la fe en Dios.  Por qué Dios se valió de Abraham para sacar de él muchas naciones, pero al final formar un solo pueblo.

Uno de los asuntos que será de vital importancia en esto es ver cómo en “el creyente Abraham” Dios consolida la promesa de su Hijo en el cumplimiento de la profecía de Génesis 3:15 en lo que fue el primer evangelio. Veamos este tema bajo esa visión.

I. EL EVANGELIO DE ABRAHAM PROMETIÓ LOS NUEVOS HIJOS

a. Los que al igual que él viven por fe (vers. 7).

El contexto de este pasaje forma parte de cómo Pablo ha venido reprendiendo a los hermanos de galacia respecto a su extravío de la fe, aceptando a los judaizantes que siguen hablando sobre la importancia de circuncidarse para la salvación. A este respecto, la alusión a Abraham y lo que hizo para ser el padre de la fe puso en claro todas las cosas.

Por un lado, cuatrocientos años antes que la ley viniera, ya la justificación se había hecho por la fe según Génesis 15:6. Cualquier otra acción para alcanzar la promesa de Dios queda descartada sino es por medio de la fe. En la declaración bíblica de Abraham como el padre de la fe aparece la figura de Dios como Padre de todos.

Entonces, ¿quién puede ser un hijo de Abraham? La respuesta es cualquier persona: judío o gentil, rico o pobre, hombre o mujer, blanco o negro o marrón, ingenioso o lento, viejo o joven, de centro américa, Latinoamérica y norte américa. Los europeos como los asiáticos; los de oriente y los de occidente. Todos, absolutamente todos pueden ser hijos de Abraham y también herederos de sus mismas bendiciones a través de la fe.

b. Los que no vienen por orden físico (vers. 7).

Por lo general pensamos que Abraham tuvo un solo hijo, pero la verdad es que tuvo 8, uno con Sara, uno con Agar y los otros seis con una tal Cetura (Zimram, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súa), después que enviudó. Sin embargo, el hombre que más hijos tuvo fue Abraham, porque de acuerdo con la promesa, él sería padre de multitudes.

Cuando se llamó Abram tuvo dos hijos, pero cuando se llamó Abraham llegó a tener una paternidad universal. Y si bien es cierto que no tenemos con él una descendencia física es lo que al final nos hace que seamos sus hijos en una dimensión más grande, porque “en Abraham todos cabemos”.

Este texto forma parte del gran misterio de nuestra elección y salvación. Es cierto que Dios escogió a su siervo Abraham para que a través de él viniera el gran pueblo de Israel, de quien también vino nuestro salvador, pero también es cierto que ya los gentiles, eso es nosotros, estábamos incluidos para ser parte del pueblo de Dios. Esto es lo que nos dice Romanos 9:6-7, cuando dice: “No todos los que descienden de Israel pertenecen a Israel…”. Somos hijos Abraham por la promesa anticipada.

c. Los que estamos incluidos en la misma bendición (vers. 8).

Israel se tomó muy en serio la exclusividad de ser el pueblo escogido por Dios. Esto no solo les hizo rechazar a Jesucristo como Mesías, sino que acentuó su nacionalismo y el odio que dispensaron por los llamados gentiles. En su fanatismo llegaron a decir que Dios había creado a los gentiles para ser combustible del mismo infierno.

Para ellos era un escándalo que Pablo diera una interpretación de lo que Dios le dijo a Abraham en el sentido que otros, además de su pueblo, podían tener la herencia de hijos y con ello la bendición que corresponde a un heredero de la misma promesa.

Este planteamiento hace surgir una pregunta. ¿Hay alguna pista que nos ayude a pensar que los gentiles, eso es, nosotros ahora, seríamos bendecidos en Abraham al convertirnos en hijos de Abraham?

En Génesis 17:4,5 nos encontramos que Dios cambió el nombre de Abram por Abraham y eso quiere decir que ahora Abraham se convirtió en el padre de multitudes de naciones. Ahora tu gozas de las mismas bendiciones del cielo.

II. EL EVANGELIO DE ABRAHAM ASEGURÓ LIBERTAD PARA SUS HIJOS

a. Ser librados de la maldición de la ley (vers. 10).

La Biblia nos dice que la ley vino cuatrocientos años después de Abraham, por lo tanto, con el creyente Abraham se inició el camino del andar por fe y el vivir bajo la gracia.

De esta manera, cuando uno se convierte en un hijo de Abraham queda libre de la maldición de la ley. Y el asunto no es porque los méritos de Abraham hagan posible la libertad de la maldición, sino por la promesa que Dios le dio.

Pablo está trayendo un asunto que es la esencia del evangelio. Como bien lo va a decir más adelante (vers. 24), la ley fue el ayo que nos condujo a Cristo, pero nadie podía ser justificado por ella, porque una sola falla en cumplir sus demandas ya la persona quedaba bajo maldición.

Y es aquí donde vemos la intervención de Cristo, pues en efecto, él ha sido la única persona que, siendo sin pecados, se hizo pecado por nosotros; se hizo maldición para que nosotros pudiéramos ahora estar libre de la condenación de la ley (vers. 13).

La ley decía: “El que hiciere estas cosas vivirá por ellas” (Levíticos 18:5). Y ¿quién podía hacer estas cosas? ¡Nadie! El único que podía cumplir la ley se hizo maldición muriendo en un madero para nuestra liberación.

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