Cuando hablamos de que la iglesia sea llena de la gloria de Dios, estamos queriendo significar que la presencia de Dios se haga real y visible en nuestra iglesia. Que manifieste su poder y majestad.
- Que esa gloria divina se manifieste en sanidades, liberaciones y renovación de dones y ministerios.
- Que esa gloria de Dios nos lleve a alcanzar nuevos niveles en nuestra vida espiritual y en nuestra relación personal con Cristo.
- Que esa gloria de Dios se muestre a través de nosotros como testigos de primera mano del poder de Dios.
- Que esa gloria de Dios nos una cada vez más en un amor genuino y sincero, que “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” (1 Corintios 13:7).
GLORIFICAR A DIOS…
Que nuestra reacción ante la manifestación de la gloria de Dios, se darle la gloria a Dios en alabanza, honra, exaltación y celebración de sus perfecciones. Reconociendo su riqueza, su esplendor, su honor, su belleza, su grandeza, su santidad, en una actitud de obediencia, admiración y sumisión.
Así, el salmista dice: “Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos, dad a Jehová la gloria y el poder” (Salmos 29:1; 96:7).
CONCLUSIONES
“Que se llene mi casa” es un reto evangelístico para la Iglesia Misionera. Todos los ministerios debemos trabajar para que mucha gente conozca a Jesucristo y la verdad del evangelio.
“Que se llene mi casa” es un reto de clamor y ruego para la Iglesia Misionera. No nos cansemos de pedirle al Señor que su gloria se manifieste y se revele entre nosotros. Que el Señor avive su obra en medio de estos tiempos y que en medio de estos tiempos manifieste su poder y gloria.
“Que se llene mi casa”, es el deseo de Dios de que su iglesia se convierta en una iglesia verdadera; que sane al herido, que rompa cadenas y liberte al cautivo, que aclare la mente al que está confundido y que hable de verdad.
© David N. zamora. Todos los derechos reservados.