Resumen: Por lo tanto debemos reconocer que, aunque el Espíritu Santo se manifiesta de distintas maneras, éste siempre se manifiesta para la edificación de la Iglesia.
C. El Espíritu Santo obra para la edificación de todos
1. En este momento, debemos tener claro el propósito de la capacitación del Espíritu Santo: Dios nos capacita por medio de su Espíritu para poder servirle, edificando a los demás en nuestro diario vivir.
2. Por eso es tan importante comprender que los dones espirituales no son para el uso privado. Aquel que toma la manifestación del Espíritu para vanagloriarse de su estatura espiritual está traicionando el propósito de los dones. Del mismo modo, traiciona el propósito de Dios aquel que no utiliza sus capacidades y dones para servir a Dios y al prójimo.
3. El don que glorifica a Dios en verdad es aquel que edifica a todo el cuerpo de Jesucristo. El don que glorifica a Dios en verdad es aquel afirma la vida en medio del dolor y la muerte que encontramos en el mundo.
Resumen: Por lo tanto, encontramos que el Espíritu Santo obra para la edificación de todos; para dar vida a los demás.
Conclusión
El capítulo 12 del libro de los Corintios es ciertamente uno de los capítulos más profundos de la escritura. No obstante, termina en una forma muy extraña.
Después de hablar de la importancia de los dones del Espíritu Santo; después de hablar de la centralidad de las habilidades y los ministerios en la vida y misión de la Iglesia, el Apóstol nos indica que existe un camino aún más excelente (lea en voz alta 1 Corintios 13).
En esta ocasión en que nos presentamos delante de Dios para que nos otorgue su bendición, procuremos pedirle que—motivados por el amor—podamos usar nuestras habilidades, nuestros talentos, nuestros dones, para la edificación de los demás.
“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida por muchos“. Marcos 10:45
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