En esa iglesia los líderes oraban. Es de suponer que ninguna tarea era hecha sin contar con el poder de la oración. Tome en cuenta que la iglesia está a punto de comenzar su obra misionera mundial. No sabemos de los recursos que ella disponía para enviar a sus obreros, pero hubo dos cosas que ellos hicieron antes de enviarlos: oraron con ayuno y luego les impusieron sus manos.
El recurso más importante que ellos poseían era la unción del Espíritu, respaldada con la unción de la iglesia. No es muy difícil distinguir la gracia de Dios en una iglesia donde sus obreros toman la oración en serio y se dedican a ella antes de emprender cualquier trabajo. El Señor está en búsqueda de esos verdaderos adoradores.
III. LA GRACIA SE VE EN LA DIRECCIÓN QUE DA EL ESPÍRITU
1. “Dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo…” (vers. 2)
Hasta ese momento la obra del Señor se había hecho sin una dirección precisa. Aunque si bien es cierto que el Espíritu santo era quien había empoderado a los hombres para que hicieran el trabajo, visto en todos los capítulos que nos han precedido, es ahora cuando vemos que la obra misionera tomará una dirección más geográfica, dando con ello al cumplimiento más completo de la gran comisión.
Y es aquí donde el Espíritu Santo se constituye en el “estratega” para capacitar, apartar y enviar a sus misioneros. Cuando Bernabé vio la gracia de Dios en la iglesia notó cómo la presencia del Espíritu Santo era una manifestación real.
Es por la actuación libre del Espíritu Santo que ahora interviene para señalar al equipo de hombres que ha escogido para lo que sería el primer viaje misionero que se conozca. Feliz la iglesia en donde todas sus decisiones son el resultado de la obra del Espíritu Santo.
Me temo que tenemos tantas organizaciones tomando decisiones, sobre todo para hacer la obra misionera, que el Espíritu Santo es el gran ausente. ¿Qué pasaría si realmente cada cosa que hagamos en la iglesia, y con ello en nuestras vidas, permitiéramos que el Espíritu Santo actúe libremente? El libre actuar del Espíritu es la gracia de Dios en acción.
2. “Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo…” (vers. 4)
¡Qué hermoso es este cuadro en la Biblia! Hasta aquí podemos ver una triple obra del Espíritu Santo. Primero, tanto Bernabé como Pablo están llenos del Espíritu. En segundo lugar, el Espíritu Santo los aparta dentro de los cinco. Y en tercer lugar, los envía.
¿Habría posibilidad que ese viaje misionero fallara? A juzgar por los resultados que inmediatamente se dan, esa empresa tenía todo el éxito asegurado. La falta de estas tres cosas pudiera ser el fracaso para tantas obras que se emprenden con muy pocos resultados. Pero si somos equipados de esta manera, aunque haya oposición, el mismo poder del Espíritu nos hará vencedores.
El Espíritu Santo envió un equipo de “ensueño”. Era una dupla que poseía las cualidades propias para una gran obra. Por un lado está Bernabé, el hombre de la reconciliación y de dar aliento. El pastor comprensivo y tolerante. Por otro lado está Pablo, el hombre dotado de múltiples dones, destacándose el de la palabra como uno de sus más fuertes. Aquí vemos cómo el Espíritu Santo envió a los mejores.
Amada iglesia y amados padres, si el Señor escoge a uno de nuestros hijos para que le sirvan, no los neguemos. Él es digno que le entreguemos lo mejor. La gracia de Dios nos bendice para que le demos a él lo mejor.
IV. LA GRACIA SE VE EN EL PODER QUE EJERCE LA PALABRA
1. “Y llegados…anunciaban la palabra de Dios…” (vers. 5)
Bernabé y Pablo estaban llenos del Espíritu Santo y llenos de la gracia de Dios. Bajo esta distinción comenzaron la difícil tarea de evangelizar a los gentiles. Pero para Pablo la labor de predicar ya era normal. Él no pasó mucho tiempo sin hacer esto, pues se nos dice que después de su conversión, “en seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de Dios” (Hechos 9:20).
La iglesia de Antioquia conocía muy bien la eficacia de la predicación. Todos los que disfrutaban de aquella gracia visible habían sido alcanzados por la valentía de algunos hombres de Chipre y de Cirene, y como resultado de ese trabajo, dos de sus más grandes exponentes ahora están anunciando la palabra de Dios.
Una de las diferencias de la iglesia de Antioquia con las nuestras es, que mientras ellos hacían del trabajo de la evangelización un estilo de vida, para el creyente de hoy la concepción es que la predicación debe ser hecha por los “expertos”. Pero contrario a esto, somos nosotros los responsables en llevar las buenas nuevas del Señor.
Lo que nunca debiera olvidarse en nosotros es que “hay gozo en el cielo cuando un pecador se arrepiente” y nosotros seremos los responsables para que esto se cumpla. Alguien en quien la gracia de Dios es visible tiene necesariamente que ser un testigo del Señor. ¿Esa así nuestra experiencia?
2. “Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír la palabra de Dios” (vers. 7)
Cuando el Espíritu Santo llena, aparta y envía, su labor por excelencia es guiarnos hacia los hombres que tienen hambre por la palabra de Dios. Bernabé y Pablo han emprendido su primer viaje misionero. La travesía ya era notoria.
Los lugares de Seleucia, Chipre, Salamina y Pafos ahora son testigos del poder de la palabra, siendo las sinagogas unos de los sitios predilectos por Pablo para predicar a Cristo.
El Señor le había dicho a Pablo que iba ser un testigo en presencia de reyes y gobernantes; aquí comienza a cumplirse la profecía. En la isla de Pafos había un procónsul llamado Sergio Paulo. Este hombre tenía un deseo inmenso por conocer al Señor, pero había una fuerza maligna representada en Elimas, el mago y falso profeta, que se oponía a su decisión.
No es un secreto que Satanás esté muy ocupado con los grandes hombres y sobre todo los que están en el poder para impedir que les “resplandezcan la luz del evangelio”, porque su ejemplo influiría a muchos.
Pero la palabra de Dios ha sido dada para convertir cualquier tipo de corazón, aún el de los gobernantes y trastornar las intenciones de Satanás (verss. 8-11). La predicación tiene por enemigo al diablo, pero cuenta con el Espíritu Santo como su fiel defensor.
CONCLUSIÓN:
Cuando Bernabé visitó a la iglesia de Antioquia se regocijó al ver la gracia de Dios. Esto era el asunto más notorio de todas las cosas que vio en la naciente iglesia. Note que el pasaje no dice que sintió la gracia de Dios, sino que vio la gracia de Dios.
Y por cuanto esto era una experiencia notoria, la gracia del Señor ayudó a romper con las barreras sociales de modo que tanto judíos como gentiles se sentían bien, viviendo en compañerismo. Pero la gracia de Dios también era vista en la forma cómo el Espíritu Santo obraba con libertad en la vida devocional de sus líderes y en el poder para predicar la palabra.
Los dos hombres, Bernabé y Pablo, fueron escogidos para ser los más grandes representantes de esa gracia. ¡Qué privilegio el de aquella iglesia! ¡Cuánta bendición trae a una iglesia cuando la gracia de Dios se manifiesta en todo lo que hace! ¿Qué ven nuestros visitantes cuando llegan a la iglesia?
¿Es la gracia de Dios lo que más abunda y se ve? ¿Ven los demás la gracia de Dios en nuestras vidas?
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