Inicio » Predicas Cristianas » Llamados para ser influencia

Llamados para ser influencia

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: Llamados para ser influencia

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Mateo 5:13-16

INTRODUCCIÓN:

¿Qué tipo de influencia es usted? ¿Cuál es la huella que está dejando en la vida? ¿Por qué Jesús dijo que nosotros somos la sal de la tierra y la luz del mundo? ¿Por qué usó estas dos metáforas cuando quiso describir lo que somos y lo que debemos hacer?

Bueno, lo primero que necesitamos ver acá es que no somos llamados a retirarnos de la vida pública a nuestros círculos cristianos seguros y acogedores. Estamos llamados a hacer una diferencia en un mundo lleno de oscuridad, miedo, violencia y locura. Estamos llamados a ser una influencia preservadora (la sal) y a una influencia reveladora (la luz).

Las dos metáforas que Jesús menciona después de darnos nueve “bienaventuranzas”, todas inigualables en su contenido y desafío, serían como la aplicación de todo el “Sermón del Monte”.

Los discípulos conocían muy la importancia de la sal. La sal era la forma de preservar los alimentos, especialmente la carne y el pescado. Además de dar sabor a la comida, la sal era usada para los sacrificios ofrecidos al Señor (Levítico 2:13).

Por otro lado, la sal era tan importante que a los soldados romanos se les pagaba con sal, de allí viene la palabra “salario”. Pero el decirles que ellos eran “la luz del mundo” era algo completamente nuevo. Conocían lo que era la luz, pero desconocían que ellos llegaran a ser luz.

Habían oído hablar de su Maestro que él era la luz, pero pensar que ellos también fueran la luz era algo nuevo. Y vamos a notar que mientras el ejemplo de la sal se degrada, el de la luz va en aumento, positivamente. Consideremos la influencia del cristiano en el mundo.

I. UNA INFLUENCIA PRESERVADORA (Lo que somos)

1. La enorme responsabilidad que Jesús nos da (vers. 13)

¿Qué quiso decir Jesús con “vosotros sois la sal de la tierra?”. Por un lado, que nosotros somos los responsables en la preservación de la corrupción de este mundo. Esto significa que este mundo no está más corrompido porque en muchos lugares de la tierra hay “sal humana”. ¿Será entonces que en los lugares donde vemos tanta descomposición es porque no hay mucha sal que preserve?

Cuando Jesús dijo esto de nosotros sabía la eficacia de la sal como agente que protege de la corrupción y que purifica las heridas. El uso más común de ese tiempo, y antes que salieran los refrigerantes, es que la sal podía preservar la carne de la corrupción.

El pecado tiene la misión de corromper la carne, de allí la necesidad de preservarla a través de lo que somos. Tan importante fue lo que Jesús dijo que las palabras salud, saludo y salvación vienen de allí. El infierno es un lugar de corrupción, de allí la figura del gusano que nunca muere. ¿Sabía usted que nosotros podemos evitar esa descomposición por nuestra naturaleza?

2. La advertencia de desvanecernos.

Los que hemos pasado por una situación de vértigos sabemos lo que significa un desbalance. Es como si de un momento a otro todo se mueve hacia arriba o hacia abajo y no hay manera de quedarse estable, sino hasta que todo pase. Desvanecerse, pues, es una condición de perder el balance de lo que somos.

Es cuando algo se derrumbe y nada quede estable. Jesús advirtió de lo que nos podía pasar si dejamos la función a la que somos llamados. Jesús percibió en esta figura algo que podía pasarnos. La pregunta que hizo “¿con qué será salada?” puso en sobre aviso una condición que debe ser seriamente considerada. Hay creyentes que se desvanecen con el tiempo.

Han tenido un comienzo lleno de gozo y de una influencia notoria, pero hace rato están en desuso. Sus vidas ya no son un impacto. Su manera de concebir el evangelio los dejó sin ninguna influencia para otros.

Su testimonio en medio de los demás no ofrece nada nuevo. Esta advertencia de Jesús es muy seria. Cuando él dijo: “Vosotros sois la sal de la tierra” esperaba que cada uno de sus discípulos permaneciera firme porque es difícil después recuperar la estabilidad.

3. La posibilidad de perder el sabor a Cristo.

Jesús sigue describiendo la situación de la sal cuando deja su función principal. Nada sabe más raro que una comida sin sal o con mucha sal. Sorprendentemente Jesús nos exhorta con esta declaración a algo que necesitamos revisar y considerar detenidamente: El creyente puede perder la capacidad de dar sabor. En la preservación que le damos a este mundo aparece nuestra función de dar sabor como lo hace la sal. ¿Qué hacer frente a esta seria advertencia?

No podemos permitir que la vida cristiana pierda su sabor, porque ¿qué pasará con el mundo después? El apóstol Pedro y los demás discípulos oyeron a Jesús el “Sermón del Monte”.

No fue, pues, casualidad que después escribiera en una de sus cartas los ingredientes que deben adornar la vida cristiana para que de sabor. Como si se tratara de una receta va enumerando los ingredientes que deben ser añadidos según 2 Pedro 1:5-8: Fe, virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor. Esto es una vida con sabor. No sea usted un creyente insípido.

4. La tristeza de ser desechado.

Cuando la sal perdía el sabor el resultado fue lo que Jesús menciona en esta parte final del texto. Se utilizaba como abono que era pisoteado por los hombres. La figura no podía ser más elocuente. Pisar la sal que debiera ser usada para lo que fue creada, era una degradación.

Los que vivimos en lugares donde se dan las estaciones del invierno, y con ello la llegada de la nieve, podemos ver que la sal es útil para que la nieve no se convierta en hielo y sea peligroso el andar, pero una vez que eso pasa, la sal es pisada y después hasta daña el asfalto. Si ya es fuerte que el creyente pierda su sabor, y que deje de ser una influencia para este mundo, cuanto terrible y triste es que ya no sirva más para nada.

Créanme que he estado pensando mucho en lo que Jesús dijo sobre esta parte de la sal. La posibilidad de ser pisado por los hombres es como sentirse desechado. ¿Puede un creyente no servir para nada?

¿Puede llegar a ser como la sal que perdió todo su sabor y que al final es dejado como un desecho a quien los hombres pisan? Esta llamada de atención de parte del Señor es una alerta, y a su vez para que nos perdamos nuestra razón de ser.

II. UNA INFLUENCIA REVELADORA (Lo que hacemos)

1. La distinción que hace Jesús.

Vosotros sois la luz del mundo”.

Vivimos en un mundo donde la autoestima de muchas personas anda por el piso. Si algo necesitamos es de palabras de elogios, de reconocimientos. ¡Qué bien nos sentimos cuando alguien dice algo bueno de nosotros! Jesús es el especialista en levantarnos el ánimo.

¿Sabe usted lo que significa esto? El Señor nos pone dentro de una dimensión al darnos esta distinción porque tanto el Padre como el Hijo se definen como Luz. De Dios nos dice la palabra “Dios es luz…” (1 Juan 1:5). Y de Cristo también dice: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12). Amado hermano, estas son palabras entusiastas. Levante su ánimo al reconocer la distinción a la que ha sido llamado. Usted no es cualquier cosa. Jesús no le dijo esto a los ángeles, sino a nosotros.

Deja un comentario