Salvos y libres

Cuando debemos enfrentar una situación difícil en el matrimonio, en vez de sanar la relación, sobrevivimos como podemos resignando la felicidad que el Señor quiere brindarnos con esa relación, pues bien “dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para élGénesis 2:18.

Si tenemos una situación difícil en lo laboral, en vez de concentrarnos en progresar, en crecer o independizarnos laboralmente, ponemos todo nuestro esfuerzo en mantenernos a flote, aprendemos a vivir con lo justo y necesario sacrificando nuestro crecimiento económico ya que:

poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra2 Corintios 9:8

Entonces vivimos tapando agujeros en vez de desarrollarnos económicamente para poder aumentar nuestros recursos, es que la mentalidad de sobreviviente te lleva, indefectiblemente, a la resignación y a la mediocridad, haciendo que te estanques y pierdas la oportunidad que el señor te ofrece de vivir plenamente.

Si queremos ser libres de esas vendas que nos puso el pecado debemos dejar de construir podios y transformarlos trampolines, ya que si bien el podio como el trampolín son plataformas, la gran a diferencia está en que un podio sirve para exhibir logros y un trampolín sirve para lanzarse a cosas mayores; con esta mentalidad, el que se recibe en una carrera y dice: Llegué, ahora soy…., construye un podio, mientras que el que dice: Comienzo una carrera mayor, construye un trampolín.

La persona que entra a trabajar y dice: Ya está, aunque gane poco tengo un trabajo…., construye un podio, mientras que el que dice: Aquí comienza mi carrera laboral, y hasta que no logre una estabilidad y la seguridad económica para mi familia no paro, construye un trampolín.

La persona que se bautiza y dice: Es suficiente, ya soy salvo, construye un podio, pero el que dice: Aquí comienza mi vida como cristiano, y hasta que no muestre a Cristo con mi vida nada me detendrá, construye un trampolín.

Cuando verdaderamente crees que Dios te ama y que tiene cuidado de ti y de tu familia, desarrollas una actitud de favorecido, y todo lo encaras diciendo:

Soy un hijo de Dios”, entonces recuerda que si corrías bien y sufriste una caída, o te apareció un estorbo, esto no viene de Dios, pues Él te llamó para que seas bendecido y además seas de bendición a los demás, y esto es un don de Dios, pues “he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su laborEclesiastés 3:12-13.

El gozar del trabajo, sea secular o en la obra del Señor, es un don de Dios y el gozar del fruto de nuestro trabajo también lo es, aunque una gran parte de los cristianos mantienen la mentalidad del mundo de ser acreedores permanentes, es como si alguien siempre les estuviera debiendo algo.

Es decir, como trabajé tengo derecho a irme de vacaciones, cuando en realidad el gozar de las vacaciones es un don de Dios y no un derecho.

Y es por eso que hay gente que teniendo fruto y bendición en su trabajo no puede disfrutar de él, como también hay otros que estando de vacaciones no pueden disfrutar de ellas, entonces debemos tener una mentalidad de hijos favorecidos de Dios siempre agradecidos, y no de acreedores permanentes de un dios que está en permanente deuda con nosotros.

La palabra nos dice que oremos unos por otros, entonces ora para que en este tiempo el pueblo de Dios reciba la bendición completa, siendo primeramente salvo, pero también sea liberado de toda atadura; ora para que no se olviden que lo que logramos en la vida podemos convertirlo en un podio o en un trampolín, pero Dios quiere que te dediques a ser un constructor de trampolines.

Y para esto necesitamos pedirle al Señor que nos conceda el don de disfrutar de nuestro trabajo, y también de poder disfrutar de aquellas cosas a las que accedemos gracias al trabajo que desempeñamos, no olvidando que el gozar de la vida y de las cosas de ella es un don de Dios, es decir, se reciben por gracia y no como un derecho.

© Ricardo Hernández. Todos los derechos reservados.

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