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Una iglesia gloriosa

Predicas Cristianas

Prédica de Hoy: Una iglesia gloriosa

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual lleno toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.Hechos 2:1-4

Introducción

Existen muchos puntos de vista al respecto, pero para tratar de entender la razón por la cual el poder de Dios era tan manifiesto en ese tiempo, debemos pedir la guía del Espíritu Santo, ya que fue Él, quien no solo estuvo presente, sino fue el motivador principal de tan grande avivamiento.

Cincuenta días después de la resurrección de Jesús, todos estaban reunidos juntos, (Unánimes) que de acuerdo a la traducción de un diccionario secular significa: Conjunto de personas que convienen en un mismo parecer, dictamen, voluntad o sentimiento. El primer punto a tratar saldrá de aquí, la importancia de la unidad.

Iglesia – La importancia de la unidad.

La sana doctrina nos enseñan que cuando Pablo relata la aparición de Jesús después de su resurrección, él menciona que apareció a 500 personas a la vez; el relato de Lucas en el libro de Hechos menciona que solo había 120 personas reunidas en el aposento alto.

La pregunta lógica sería: ¿Dónde estaban los otro 380? La respuesta es clara, solo los que lograron ponerse de acuerdo en un mismo sentir fueron los que se quedaron en el aposento.

Jesús elevó una oración al Padre en la cual pedía que los que habían creído fueran uno, (Juan 17:11) así como El Padre y Él eran uno. Jesús dijo: Si dos personas se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, de cierto le será hecho, (Mateo 18:19). El matrimonio es una unidad, una empresa debe estar en unidad, la Iglesia debe estar en unidad, etc.

La obediencia

Jesús dijo: No he venido a hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y en su momento, la voluntad de Jesús no fue la misma que la del Padre, sin embargo él exclamó: No se haga mi voluntad, sino la tuya (Lucas 22:42).

La oración del Padre nuestro también nos recuerda que debemos pedir que se haga su voluntad, (Mateo 6:10). Todo lo que el ser humano debe entender es que, solo podemos ser hermanos de Jesús si hacemos la voluntad del Padre, (Mateo 7:21; 12:50).

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