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Levantemos las manos por todo hombre

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Levantemos las manos por todo hombre

Predicas Cristianas Texto Bíblico: 1 Timoteo 2:1-8

Introducción

El evangelismo es una tarea de la iglesia. Eso es algo sumamente clara. La iglesia vive y existe, y funciona en este mundo, para predicar el evangelio. De hecho, podríamos decir que el mundo actual es preservado para que el evangelio sea predicado a todas las naciones.

Sin embargo, muy pocas veces solemos tomar con seriedad este llamado que Dios nos ha hecho. Hay varias causas por la cual una iglesia no evangeliza: Miedo, comodidad, ignorancia, dureza de corazón, etc. Pero la más común y peligrosa es el egoísmo.

Es cuando la iglesia no siente la necesidad de otros. Cuando la iglesia está fría ante la perdición de las almas, y muy poca estamos interesados en que otros sean salvados del infierno.

Pero algunos llegan un poco más allá. No sólo es que son indiferentes, sino que se niegan a predicarle el evangelio a cierta de clase de personas. Envidia a los ricos, desprecio a los pobres, rencor a los gobernantes, indiferente a los de clase media. Rechazo a las mujeres, menosprecio a los niños, o desdén a los drogadictos.

Por eso, en evangelio de hoy, veremos lo que dice la Palabra de Dios sobre el evangelismo. Especialmente, nos enfocaremos sobre el amor que tenemos que tener a los perdidos, sin distinción de personas.

Contexto

Pablo escribe esta carta a Timoteo, quien era su fiel compañero, y al mismo tiempo, su buen discípulo. Timoteo era pastor. Según el capítulo 1, Pablo dejó a Timoteo en Éfeso para que se encargara de algunos asuntos. Esta carta es escrita, cuando Timoteo está resolviendo estos asuntos en Éfeso (1:3).

La razón por la que Pablo deja a Timoteo en Éfeso es porque había algunos falsos maestros. Estos falsos maestros eran judíos. Estaban enseñando cuestiones interminables sobre la ley, y otras cosas que realmente no tenían sentido (capítulo 1). Estas personas estaban intentando dividir la iglesia.

Además, eran muy sectaristas con los gentiles. No sólo provocaban peleas en la iglesia. También hacían que los creyentes judíos se alejaran de los creyentes gentiles (1 Timoteo 6:3-10; Tito 1:10-11; Gálatas 2:12-14).

En esta carta, Pablo enseña a Timoteo como ser un buen pastor, y tratar los problemas en la iglesia. En el primer capítulo, refuta una de las enseñanzas de estos falsos maestros. Pero aquí en el capítulo 2, les enseña que no deben alejarse de los hombres. Antes bien, buscar su salvación, no sólo predicándoles el evangelio, sino también orando por ellos.

I. Oremos por toda clase hombre (verss. 1-2).

a. Orar y dar gracias por todo tipo de hombres.

En primer lugar, la primera instrucción de Pablo es que se hagan cuatro cosas:

“Rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres”.

Es decir, la iglesia tiene que estar orando constantemente por los perdidos, y las personas que están alrededor. Sin importar su origen, riqueza, o posición política. Debemos interceder por los hombres para que estos lleguen a la salvación.

Y es que la oración es una forma de demostrar amor a los hombres. Los maestros falsos enseñaban alejarse de los gentiles, o de todos los que no fueran creyentes. Pero estos “favoritismos” no van conforme al evangelio. Debemos orar por todos los hombres.

b. ¿Todos los hombres, o toda clase de hombres?

Ahora, hay un problema que debemos resolver en este pasaje. Varias veces se usa la palabra “todos” o “todos los hombres”, aquí, en el versículo 4, y el versículo 6. ¿Se refiere a todos y cada uno de los hombres? ¿O se refiere a todo tipo de hombre?

La pregunta se resuelve de la siguiente manera. Se dice que Dios quiere salvar a todos los hombres. Sin embargo, sabemos que Dios es soberano, y todo cuánto quieres hacer lo hace.

Si Él quiere que todos y cada uno de los hombres llegue a la salvación. ¿Por qué no lo hacen? ¿Dios no pudo hacer algo que quería? Esto es contrario a la Escritura.

Por otro lado, ¿Cristo dio su vida por todos los hombres, o por su pueblo? Claramente, la Biblia dice que fue por su esposa, por los escogidos (Efesios 5:25-27). Por tanto, este todos se refiere a “toda clase de hombres”.

II. Dios quiere traer a todos al conocimiento de la verdad (verss. 3-6).

a. Esto es bueno y agradable ante Dios.

Ahora, lo que dice Pablo es que, cuando actuamos con este amor y misericordia, hacemos lo que es agradable ante Dios. Para el Señor no es grato que seamos egoístas, y hagamos acepción de personas. Él se complace en que sus hijos se compadezcan de otros hombres.

b. Dios quiere que toda clase de hombres sean salvos.

Esto es porque al hacerlo así, somos semejantes a Dios. Estamos en consonancia con la voluntad de Dios. Y como dije anteriormente, no es la voluntad de Dios de salvar a todos y cada uno de los hombres.

Pero sí es su voluntad salvar a gente de toda lengua, raza y nación (Gálatas 3:28-29; Apocalipsis 5:9). Dios no se deja guiar por las cosas externas. A Dios no le importan las riquezas, el prestigio, la inteligencia, o alguna belleza física.  Dios ve el corazón, y se complace en salvar a los que Él quiere. Para Dios no hay acepción de personas (Efesios 6:9).

Por tanto, no se trata de lo que nosotros queremos, o de lo que es más agradable para nosotros. Serán salvos los que Dios quiere que sean salvos.

c. Cristo dio su vida en rescate por toda clase de hombres.

En consecuencia, Dios entregó a su Hijo Jesucristo para redimir a gente de toda lengua y nación. Tal es la voluntad de Dios con respecto a esto, tal es su amor, que quiere redimir toda clase de gente.

Jesucristo fue puesto como el único mediador entre Dios y los hombres. Para que, de este modo, cualquier hombre que quisiera escapar de su miseria, viniera a Cristo, y obtuviera salvación.

III. Somos predicadores de esta verdad (verss. 5-7).

a. Pablo era el apóstol de los gentiles.

Ahora, en el versículo 7 Pablo menciona su apostolado y su misión entre los gentiles. Él dice que Dios es tan consecuente con su voluntad, que le encomendó la predicación del evangelio a los gentiles.

Pedro era el principal encargado de predicar a los judíos. Pero Pablo fue encomendado y enviado especialmente a todos los gentiles. De hecho, una gran cantidad de iglesias no judías en todo el mundo fueron fundadas por Pablo, directa o indirectamente.

Pablo es una demostración viva de lo que venimos hablando. Él no sólo oraba fuertemente para que su predicación tuviera efecto entre los perdidos. También les predicaba fervientemente. Les demostraba gran amor.

b. Fuimos llamados a predicar el evangelio a todas las naciones.

De esta manera, orar por todos los hombres es una manera práctica de cumplir con la gran comisión. El Señor Jesucristo fue muy claro con nosotros. Debemos hacer discípulos en todas las naciones.

La predicación a, y la oración por los perdidos son un matrimonio que no pueden divorciarse. Es un error predicar sin orar. Porque no es nuestro poder, sino el poder de Dios el que podrá transformarlos.

Por otro lado, también es un error orar sin predicar. Algunos ven este texto, y dicen que nuestro único deber es orar por las personas, es orar por nuestros gobernantes. Pero, ¿cómo creerán si no han conocido el evangelio? ¿Cómo conocerán, si nadie les predica? (Romanos 10:13-15).

De hecho, la salvación a las naciones avanza, cuando la iglesia se toma con seriedad la tarea evangelística. La predicación y la oración son una combinación explosiva, que la iglesia del primer siglo usaba (Hechos 4:24-32).

Conclusión

Por tanto, en evangelio de hoy, aprendemos que para Dios no hay acepción de personas. Su salvación es de libre acceso para todos los hombres. Todos los hombres por igual, sin importar sus riquezas, clases social, aspecto físico o condición espiritual son llamados al evangelio.

Dios es un Dios que ama enormemente. Tan grande es su amor, que entregó a su Hijo Unigénito al mundo. Para que, así,  todo el que en el crea no ser pierda, sino que obtenga la vida eterna (Juan 3:16).

Aplicaciones

a. No hagamos acepción de personas.

La primera exhortación de Dios para nosotros es que no menospreciemos a nadie. No podemos dejar que cosas externas guíen nuestro corazón. Para Dios no hay favoritismos, para nosotros tampoco. Amemos a los demás, sin importar su condición.

b. Oremos por los perdidos.

En segundo lugar, oremos por los perdidos. Esta, por supuesto, es la exhortación más clara que surge del texto. Y no solamente oremos. Hagamos peticiones particulares por cada uno de ellos según sus necesidades. Roguemos con sangre, sudor y lágrimas para que estos crean en el evangelio. Demos gracias, cuando Dios nos dé una oportunidad de presentarles el evangelio.

c. Prediquemos a los demás.

Esto también es deducible del texto. No sólo debemos orar, sino debemos predicar como lo hacía el apóstol Pablo. Con dedicación y fervor, debemos proclamarles el evangelio. Roguemos a los hombres que crean en Cristo. Seamos insistentes. Intentemos persuadirlos de la verdad de Dios.

La oración debe ir acompañada de esta acción. Y viceversa.  

a. Ayudemos a otros, sin importar quién sea.

Por último, debemos ayudar a las demás personas en las necesidades que se encuentran. Esto, por supuesto, no está claro en el texto. Pero puede ser una buena aplicación. Porque las buenas obras adornan la predicación del evangelio.

Y además, ayudar a otros en sus necesidades es una gran muestra de amor. Así que, siempre tengamos la oportunidad, ayudemos a nuestro prójimo.

© Julio Torres. Todos los derechos reservados.

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