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Rescatados por un alto precio

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: Rescatados por un alto precio

Predicas Cristianas Lectura Bíblica de Hoy: 1 Pedro 1:18-21

Introducción

Todo el mundo actúa conforme a lo que más valora. Si lo que más valoramos es el dinero, nuestras prioridades estarán ordenados de tal manera que podamos preservar y aumentar nuestras ganancias.

Cuando valoramos nuestro trabajo, haremos todo lo posible por hacerlo todo bien, para no ser despedidos. Si es nuestra familia, haremos todo lo posible para que no se desintegre.

Ahora, este pasaje muestra que hay una cosa que tiene gran valor para nuestra vida: el sacrificio de Cristo. Según Pedro, la salvación que se nos ha dado tiene un alto valor. Y en virtud de ese alto valor, debemos vivir en santidad.

Desarrollo

I. ¿Qué significa ser rescatados?

A. El significado de la palabra rescate.

La palabra que se usa como rescate también puede traducirse como redimir. En la Antigüedad, esta palabra se usaba para la adquisición o la compra de alguien que estaba en esclavitud.

En el Antiguo Testamento tenemos varios ejemplos de eso. El Antiguo Testamento dice que Dios rescató o redimió a Israel de la esclavitud de Egipto.

En Éxodo 6:6, por ejemplo, se usa como sinónimo de “sacar” de las tareas pesadas de Egipto, y “librar de la servidumbre”. Es decir, es librar del estado y de las tareas que se tenía como esclavo. En ese sentido, una persona redimida es alguien que fue librada de la esclavitud, y ahora es libre.

B. Rescates de la antigua manera de vivir.

Ahora, muchas partes de la Biblia dicen que fuimos redimidos de varias cosas. Se dice que Cristo nos redimió de la maldición de la ley (Gálatas 3:13), y que fuimos redimirnos de la iniquidad (Tito 2:14). Pero nuestro texto hace más énfasis en la segunda. Dice que fuimos rescatados y redimidos de la vida absurda que heredamos de nuestros padres.

Aquí hay que tener varias cosas en cuenta. 1) Estos cristianos eran incrédulos. Así que la forma de vivir que heredaron de sus padres era una forma de vivir apartada de Dios. 2) Esto no significa que no haya cosas buenas en nuestros padres, y cosas que aún debemos preservar de ellos. 3) A pesar de lo anterior, toda la vida de los incrédulos está caracterizada por el pecado, y la enemistad con Dios. Así que, es un estilo de vida que no debemos imitar.

Y lo que dice el pasaje es que fuimos rescatados de esa vida. Eso implica que éramos esclavos de la vida pecaminosa, incrédula y pagana, que nos enseñaron nuestros padres. Todo el que no ha llegado a Cristo, es esclavo del pecado (Romanos 6:17). Y no puede hacer nada más que obedecer al pecado. Y al hacerlo así está condenado a la muerte. Todos nosotros, en algún momento de su vida, fuimos esclavos del pecado, y sujetos a su maldición.

Sin embargo, el texto dice que fuimos rescatados de esa forma de vida. De modo que ya no estamos obligados a conformarnos, a obedecer esos preceptos pecaminosos. El pecado ya no es nuestro rey ni nuestro Señor, porque ya fuimos rescatados de su poder.

II. ¿Cómo fuimos rescatados?

A. Por el sacrificio de Cristo.

El texto también dice que fuimos rescatados con la preciosa sangre de Cristo. En la antigüedad, la a veces esclavitud era resultado de una deuda monetaria o civil. Cuando hacemos estudios bíblicos aprendemos que en el A.T., las personas se hacían esclavos, porque pedían un préstamo de dinero a sus amos, y el pago era servirles como esclavos durante toda su vida, o durante un tiempo determinado.

En otras ocasiones, cuando un enemigo de guerra era vencido y capturado, debía pagar por sus delitos. Entonces, se volvía esclavo del rey o de la nación por la que fue capturado.

En ambos casos, para que la persona fuera liberado el precio debía ser pagado, o cumpliendo su condena o servicio, o pagando con dinero. En ese momento, las monedas de más valor eran de plata u oro. Ahora, nosotros éramos esclavos del pecado, y precio de nuestro rescate fue la preciosa sangre de Cristo.

B. ¿Por qué fue necesario este pago? 

Ahora, ¿por qué nuestro rescate necesitaba de la sangre de Cristo? Bueno, porque nuestra deuda con Dios no es monetaria, es judicial y moral. Nosotros tenemos una deuda con Dios por nuestros pecados. Es por eso que los pecados son llamados en el Padre Nuestro como deudas, y en la parábola de los dos deudores (Mateo 6:12; 18:23-35).

Nuestra deuda es judicial, porque cometimos delitos delante de Dios. Y eso nos hizo estar tras las rejas del castigo de Dios. Es decir, nos hizo ser esclavos o estar cautivos en el castigo de Dios. Y por eso, fue necesaria una paga que apaciguara la ira de Dios, y nos hiciera libres.

Esta es una deuda que se paga con la muerte. Por eso, Cristo tuvo que derramar su sangre en la cruz. Porque al hacerlo, pagó la deuda que teníamos delante de Dios. Tomó la culpa de nuestros pecados sobre sí, recibió la ira de Dios y nuestro lugar, y así pagó lo que nosotros debíamos. Y ahora, gracias a Él, tenemos saldo a nuestro favor delante de Dios.

III. ¿Qué valor tiene el precio de nuestro rescate?

A. No con oro ni con plata.

El pasaje hace un gran énfasis en el valor del pago que Cristo hizo por nosotros. Pedro hace una comparación entre los materiales más preciosas y las monedas más valor de la época y la sangre de Cristo.

Y muestra que ciertamente la plata y el oro tienen un gran valor. Si nosotros tuviéramos millones de monedas de oro o de plata seríamos ricos. Pudiéramos comprar lo que queramos, viajar a donde más nos gusta, y darnos una gran cantidad de lujos. Verdaderamente, estas piedras preciosas tienen un gran valor entre nosotros.

Sin embargo, los tesoros terrenales pueden obtener cualquier cosa, menos la salvación del hombre. Como dijo el mismo Pedro a Simón el mago, nadie puede obtener el don de Dios con dinero (Hechos 8:20).

B. Rescatados con la sangre del Cordero sin mancha.

Según el texto, la salvación del hombre requería el derramamiento de sangre de un Cordero sin mancha. Esto nos recuerda a los sacrificios del Antiguo Testamento. Allí se pedía que corderos fueran sacrificados para hacer expiación por los pecados. El Cordero no debía tener ninguna imperfección: debía ser completamente blanco, sin ninguna enfermedad, o deformidad física. Es decir, debía ser perfecto.

Sin embargo, los sacrificios del Antiguo Testamento no cumplieron con estos requisitos. Porque era necesario algo mayor. No debía ser un animal, sino que debía ser un hombre, como nosotros. Debía ser completamente Dios para poder soportar la ira de Dios, y salir con vida. Y debía ser perfecto, sin las manchas del pecado. Puro en todos sus sentidos.

Si nosotros buscamos estas características, no las encontraremos en más nadie, que Jesucristo. Ningún ser humano puede cumplir con tales requisitos. Pero Jesucristo los cumplió completamente. Él es Dios y hombre al mismo tiempo, 100% en ambas naturalezas. “Aunque no conoció pecado, fue hecho pecado por nosotros” (2 Corintios 5:21). Nunca se encontró engaño en su boca (1 Pedro 2:22-24).

Así que, Cristo es el Cordero sin mancha, su sangre es el precio precioso que nadie más podía pagar.

Conclusión

Por tanto, debemos vivir valorando lo que Cristo ha hecho por nosotros. Cualquier pecado tiene su raíz en que no valoramos el precio con que se pagó nuestro rescate.

Vivamos en santidad, porque Cristo nos ha rescatado del pecado con su preciosa sangre.

© Francisco Hernández. Todos los derechos reservados.

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