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El admirable príncipe de paz

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Predicas Cristianas Prédica de Hoy: El admirable príncipe de paz

Predicas Cristianas Texto Bíblico: Isaías 9:6-7

INTRODUCCIÓN:

Hay dos palabras para la paz que solo son conocidas en el ámbito cristiano y judío. Una es “Shalom” que los hebreos usan para referirse a la calma y la tranquilidad de las personas, grupos y naciones.

La otra es la palabra  griega eirene que significa “unidad y acuerdo”. Pablo la usó para describir el objetivo de la iglesia del Nuevo Testamento, siendo ella su palabra favorita en cada saludo.

Pero el significado más profundo y más fundamental de la paz, es “la armonía espiritual producida por una restauración de una persona con Dios”.

Creo que esta definición concuerda con la misión de lo que haría el “Príncipe de Paz” en la persona del amado Cristo. Debemos dar una palabra de introducción del por qué el profeta habla de “Príncipe” en lugar de un Rey de paz.

¿Cuál es la función de un príncipe en un reino?

Bueno, la tarea de un rey es la de gobernar todo el reino, mientras que el príncipe que está siendo preparado para ser rey haría el papel de mediador antes de llegar a ser rey.

De esta manera tenemos que el rey gobierna todo, pero el príncipe podrá representar al rey en algunas tareas. Jesucristo fue profetizado como Príncipe y Dios le exaltó de esa manera cuando vino y fue resucitado (Hechos 5:31). Este orden establecido por Dios nos revela que en la primera venida de Cristo, él no vino a reinar.

De hecho él mismo dijo que no había venido para ser servido, como lo hacen los reyes. Él vino para ser el mediador  de Dios y los hombres a través de su muerte en la cruz. Ahora está en los cielos y sigue siendo el dador de esa paz entre nosotros y Dios, pero un día vendrá ya no como Príncipe, sino aquel que será llamado Rey de reyes y Señor de señores. Para que vino el Príncipe de paz.

I. EL PRÍNCIPE DE PAZ VINO PARA ENFRENTAR AL PRÍNCIPE DEL MUNDO

a. El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz… (Isaías 9:2).

Jesucristo reconoció que había otro príncipe en el mundo cuyo nombre era Satanás. Cuando Jesús habló a sus discípulos de la promesa del otro consolador reconoció la actividad de Satanás y les dijo a ellos que se iba porque venía el “príncipe del mundo” y él no tenía que ver con Jesús.

Este reconocimiento nos habla de un poder que domina y que gobierna al mundo. Note que Jesús lo llama “príncipe del mundo”.

¿Cómo obtuvo ese nombre? No lo sabemos. Pero su principado no es nada bueno; de hecho, no ha sido de paz. El mundo es un escenario de caos, oscuridad y pecado, debido al gobierno de este príncipe.

Curiosamente en la misma profecía donde se habla de Jesús como Príncipe, dentro de sus nombres sublimes, también se habla que el pueblo que andaba en tinieblas llegó a ver una gran luz.

Y la primera misión del Príncipe de Paz fue enfrentar y derrotar al que se había constituido como el “príncipe de las tinieblas”. Pablo nos dice que cuando creemos en Cristo somos trasladado del reino de las tinieblas al de la luz.

b. Despojando… exhibiendo… y triunfando en la cruz (Colosenses 2:15).

Lucifer o Luzbel significan “lucero, hijo de la mañana”. Así se conoció aquel querubín protector que Dios creo con una inimaginable belleza. Él fue la más cercana criatura que contempló la gloria de Dios a la que finalmente quiso tener, pero que por hallarse en él maldad fue arrojado desde el cielo para convertirse en Satanás y en el más grande enemigo a quien Cristo vino a derrotar.

No fue sorpresa que su primera aparición fuera en el huerto del Edén para tentar y hacer caer nuestros padres, quedando después sus almas condenadas por causa del pecado y subyugada a la esclavitud del reino Satanás que estaba inaugurando en ese momento. De manera que la primera cosa que hizo Jesús fue enfrentar el poder y la furia de Satanás.

Cristo sabía cuán grande era el poder de Satanás y sus demonios. Observe como fue sometido a la más terrible tentación antes de iniciar su ministerio, y el instrumento para ser probado fue Satanás. Pero en aquella ocasión lo venció con el poder de la palabra, y cuando murió por nuestros pecados, lo venció con el poder de la cruz. El Príncipe de paz vino a derrotar al príncipe de la guerra.

II. EL PRÍNCIPE DE PAZ VINO PARA RECONCILIAR AL HOMBRE CON DIOS

a. De amigo a enemigo de Dios (Romanos 5:10).

A Dios no le cayó por sorpresa la caída de Adán y Eva. De hecho, antes que ellos pecaran ya Dios anticipadamente había provisto su salvación eterna. Una de las cosas que vemos al principio es que Dios no creo al hombre porque tuviera necesidad de hacerlo, sino para tener a alguien para amar.

La Biblia nos dice que Abraham era amigo de Dios, pero personalmente creo que el primer amigo de Dios, hablando de sus criaturas, fue Adán.

La información que nos suministra Génesis 3 donde dice que la voz de Dios vino al caer la tarde, sugiere que eso era parte de la comunión de del Creador con la criatura. Tuvo que haber una amistad muy íntima entre los dos, por lo que gozaban de lo que llamaríamos una amistad auténtica antes que el pecado hiciera su trabajo.

Por lo tanto, lo primero que hizo el pecado fue romper aquella comunión y traer enemistad entre Dios y el hombre. La consecuencia de sacarle del huerto y que trabajare la tierra es el reflejo de cuan resquebrajado quedó aquella comunión. El primer Adán ahora es enemigo de Dios. Y es allí donde vemos el trabajo de reconciliación que vino hacer el postrer Adán, eso es, Cristo.

b. La muerte pasó a todos los hombres (Romanos 5:12).

Hay una trilogía del mal a la que se enfrentó el Príncipe de la paz cuando tomó la decisión de hacerse carne y habitar entre nosotros. La primera es la de Satanás, el padre de la mentira, quien puso la semilla de la duda para originar otro mal que sería reconocido como el pecado.

Y el otro mal que el hombre también desconocía era la muerte. Sobre esta última, la sentencia de la Biblia era precisa: “El día que de el comieras ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17).

Al final, la historia es como la conocemos hoy: el hombre desobedeció a Dios y trajo sobre si la muerte. Pablo nos dice que cuando esto ocurrió la muerte pasó a todos los hombres. Ahora vemos al Señor no solo enfrentándose a Satanás para reconciliar al hombre con Dios, sino también a la muerte, su postrer enemigo.

Lo que se sabe por la misma información de Pablo es que por cuanto la transgresión de Adán reinó muerte (vers.17), ahora con la venida del Príncipe de Paz reinará la vida. Si bien es cierto que el mismo Cristo pasó por la experiencia de la muerte, lo que también sabemos es que él con su resurrección triunfó sobre ella, trayendo la reconciliación.

III. EL PRÍNCIPE DE PAZ VINO PARA DAR ARMONÍA AL HOMBRE CONSIGO MISMO

a. El hombre vive con una ausencia de paz (Marcos 4:38).

Me gusta lo que dijo Herbert Hoover acerca de paz: La paz no se logra en las mesas de los concilios, o por medio de tratados, sino en los corazones de los hombres”. Esto nos dice claramente que asistimos a un mundo donde lo que más falta es la paz. Hay hijos que no tienen paz, madres y padres que no tienen paz; y lo que es peor, hay creyentes con ausencia de paz.

Usted se puede preguntar cómo puede ser esto. Observe la presente historia de Jesús durmiendo mientras los discípulos luchan con una fuerte tormenta. A Jesús no hay nada que lo perturbe. Pero para el ser humano, hay tempestades que vienen a la vida de una manera repentina con el propósito de perturbar la paz del alma.

La pregunta de los discípulos ¿no tienes cuidado que perecemos?” es la de siempre. Hay condiciones en nuestras vidas que nos atemorizan, aunque Cristo esté durmiendo en nuestra embarcación. A estos hombres atribulados Jesús les ha dicho: “Las paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da”. No hay paz real fuera de Cristo. La tempestad interna se aquieta cuando dejamos que él la reprenda.

b. Es la paz que debe gobernar el corazón (Colosenses 3:15).

El Príncipe de Paz vino para poner guardianes al corazón donde se dan constantes batallas por ser el campo donde residen nuestros más nobles o feos sentimientos. De la paz que nuestro corazón necesita, Pablo dijo que es una que “sobre pasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7).

Si hay algo que sobre pasa el entendimiento humano tiene que ser divino. Cristo vino a reconciliar al hombre con Dios por cuanto él ha quedado como su enemigo, con una perturbación interna.

Cuando conocemos al salvador nos hacemos amigos de Dios, pero requerimos para la vida diaria “la paz con Dios”. Cristo vino para darnos ambas cosas. Considere lo siguiente. En la Biblia hay unos 430 versículos que hablan de la paz y todos están relacionados con lo la paz con Dios, la paz que nos ofrece su Hijo y la paz que nos ministra su Espíritu.

¿Por qué es tan importante la paz en nosotros? Porque ese es el auténtico estado en el que vivieron Adán y Eva, nuestros padres,  antes de conocer al pecado. Observe que después de pecar hubo conflicto entre la pareja, hubo conflicto con la serpiente, pero sobre todo, hubo conflicto con Dios.

IV. EL PRÍNCIPE DE PAZ VINO PARA ANUNCIAR SU FUTURO REINO DE PAZ

a. Vino como Príncipe, pero fue anunciado como Rey (Lucas 2:2).

Cuando Jesús nació en Belén hubo muchos acontecimientos que sorprendieron al mundo de ese tiempo, incluyendo la aparición de una multitud de ángeles cantando y dando mensajes a los pastores; pero uno de los más notorios fue la llegada de los magos del oriente, siguiendo a una estrella que les condujo al recién nacido niño.

Lo que sorprendió a los moradores de Jerusalén, entre lo que se destaca la reacción del rey Herodes matando a los niños, fue la pregunta que ellos hicieron:¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?. Aquellos sabios viajeros les fue revelado lo que al final sería este niño del pesebre.

Curiosamente ellos trajeron tres regalos (de allí viene la tradición que eran tres reyes magos) que consistían en oro, incienso y mirra. El oro tenía que ver con su realeza, el incienso como Gran Sumo Sacerdote y la mirra, la que se usaba para ungir por cuanto el daría su vida como Mesías. El Príncipe de Paz que nacía también era el que vendría para ocupar el trono de David, pero su reino sería de paz (Zacarías 9:9).

b. Vino como Príncipe, pero será Rey Eterno (Isaías 32:17-18).

Debemos recordar que aunque se dijo que el bebé de Belén nació para ser rey, eso no ocurrió durante su primera venida. De hecho él se negó para que lo hicieran rey porque el reinado que él vino a traer fue el del reino de los cielos. De modo que no fue extraño oírle decir: “Arrepentíos y convertíos porque el reino de los cielos se ha acercado”.

Sin embargo, el primer reinado visible de Jesús será durante los mil años de acuerdo con  Apocalipsis 20.  Aquel será el reinado donde Jesús ocupará el trono de David (Lucas 1:32-33) y éste será un reinado será de paz.

El profeta Isaías tuvo una visión de lo que esto sería al referirse que el pueblo gobernado por él tendría una morada de paz, con habitaciones seguras y con tiempos de absoluto reposo. Pero aquel solo será el anticipo de lo que finalmente será su reinado eterno. Muchos reinos e imperios se han acabado, pero el suyo es eterno (Lucas 1:33). La esperanza gloriosa es que al final  Jesús  reiná para siempre, y lo que es más importante, nosotros reinaremos con él (Apocalipsis 17:14).

CONCLUSIÓN:  

Entre todos los títulos que profetizó Isaías, el de Jesús como Príncipe de Paz es una de la más esperanzadoras promesas pues nos toca muy de cerca, sobre todo porque él vino a ponerle fin a nuestras propias batallas, la que incluía nuestra separación de Dios. Es saber que como Príncipe de Paz se enfrentó al príncipe de este mundo con su reino de tinieblas para trasladarnos al reino del Señor. 

Jesús es nuestro Admirable Príncipe de Paz. No podrá haber paz fuera de la que el vino a dar. No fue por casualidad que cuando el nació el canto de los ángeles fue: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres”.  El mundo no podrá tener una paz mejor que la suya. Los países no podrán tener paz mejor que la suya.

Las familias no podrán tener paz mejor que la suya. Las parejas y sus hijos no podrán tener paz mejor que la que él nos da. Su paz no es la de los cementerios ni la que viene después del cese de una guerra.

Su paz es la que comienza en el corazón y que tendrá su final propósito en el gran reino de paz que nos espera. Permítale hoy al Príncipe de Paz nacer en su corazón, reconciliándose con Dios y llegar a ser su hijo amado.    

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

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