Inicio » Predicas Cristianas » Recibiendo las bendiciones de Dios

Recibiendo las bendiciones de Dios

Predicas Cristianas

Prédica de Hoy: Recibiendo las bendiciones de Dios

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Isaías 43:1-7

Introducción

Muchos de los errores que devalúan el respaldo del ministerio cristiano surgen de la confusión de distinguir entre ser llamado y ser comisionado. En el libro de los Hechos, Pablo fue llamado como apóstol varios años antes de ser comisionado a ese ministerio. Ee estima que ese tiempo fue entre ocho y catorce años. Y es así que Pablo que pasó esos años preparándose y durante ese tiempo ministró como profeta y maestro.

Si se está preguntando por qué aún no fue comisionado y ha desarrollado su ministerio, entonces no lo ha sido, ya que cuando en realidad es comisionado, está claro que viene de Dios y no sólo de los hombres. Y hasta que ese momento llega, no nos quedamos de brazos cruzados sin hacer nada sino que nos estamos entrenando y cuanto más significativo sea nuestro llamado, más intenso, prolongado y duro será el entrenamiento.

Las bendiciones de Dios – Personajes en la Biblia

Cada personaje en la Biblia era único, y aunque si bien existen factores en común, el Señor que hizo cada copo de nieve diferente. Dios ama la diversidad y se relaciona con sus hijos de una manera única y personal. Es por esta razón no debemos copiar a nadie, ni en la forma de trabajar para el Señor, ni en la forma de predicar, ni en la forma de ganar almas para Cristo.

Podemos aprender de otros en muchas cosas, pero en todas ellas debemos enfocarnos primeramente en el Señor, buscando su gloria para ser transformados a su imagen, si queremos llegar a ser aquello para lo cual fuimos creados y llamados.

Esto nos lleva hacia otra verdad básica. Cada persona, Iglesia o situación en la que ministraremos la Palabra de Dios, es única. De manera que quienes reciben una palabra y luego tratan de aplicarla a cada situación o a todas las personas, en el mejor de los casos provocarán confusión. Fíjense que cuando el Señor les habló a las siete iglesias en Apocalipsis, tuvo una palabra diferente para cada una.

Todas las cosas existen en la misma área general y al mismo tiempo, pero todas son diferentes.

Todas necesitan una palabra diferente, y es por esto que en lugar de enfocarnos en nosotros mismos y en que nuestro mensaje sea verdadero, necesitamos enfocarnos mucho más en los que ministramos y ser sensibles a sus necesidades.

Esto no es negar el hecho que algunas palabras puedan ser para la Iglesia en general, como la palabra que Agabo entregó en Hechos sobre el hambre de todo el mundo. Pues es obvio que se trata de una palabra que todas las iglesias necesitaban oír. Pero la mayoría de las palabras que recibimos no se podrán aplican universalmente. Por eso debemos ser aún más sensibles para saber cómo aplicarlas y cuándo ministrarlas. Y para hacerlo, es necesario aumentar nuestra obediencia y entrega al Señor.

Hasta que sea comisionado puede equivocarse y aprender de los errores.

Aquellos que piensan que no se pueden equivocar, están en un engaño peligroso ya que todos cometemos errores. Y quienes piensan que están por encima de ellos, los cometerán con toda seguridad, “Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos1 Corintios 13:9. Por esto siempre debemos dejar espacio para la humildad, demostrada por una apertura para las ideas de los demás y para buscar constantemente al Señor.

Pero también debemos saber que todos los miembros fieles son igualmente bendecidos por el derramamiento de bendiciones que reciben mediante las ordenanzas del sacerdocio de Cristo. Éste es el principio de la bendición que se derramará sobre el pueblo de Dios. Y así hemos ido recibiendo las bendiciones cada uno de nosotros mediante un sacerdocio de Dios en el cual los hijos de Dios tenemos responsabilidades y funciones, ya que se nos da a todos participación, dones y bendiciones equivalentes.

Bendiciones de Dios – Todos los miembros fieles de la Iglesia del Señor son igualmente bendecidos

Y los miembros de la iglesia somos iguales ante el Señor cuando. Tomamos la Santa Cena por medio de nuestra fe en Jesucristo y del poder de Su expiación. Por lo que todos podemos arrepentirnos y llegar a ser mejores, y cada uno de nosotros tiene el mismo derecho a recibir una bendición al hallarse enfermo o necesitar apoyo del Señor.

“Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperaráSalmos 1:3

Y uno de los primeros objetivos del cristiano tendría que ser “como árbol plantado junto a corrientes de agua”. Y si realmente estamos decididos a que esto sea una realidad, con el tiempo nos daremos cuenta que esa decisión marcará diferencia en nuestras vidas. De manera que estaríamos recibiendo bendiciones no solamente en la tierra, sino también construyendo nuestra morada en el cielo. Y  todo esto a pesar de que el precio que debemos pagar para estar en esa posición y lo mucho que ganaremos parezca demasiado.

El estar plantados “junto a corrientes de aguas” no es fácil, ya que necesitamos ser personas dispuestas a dejar que Dios nos guíe, nos cambie. Y sobre todo, que dejemos que las aguas del Espíritu santo nos esté regando diariamente con Su poder, y Su sabiduría, sabiendo además, que para estar junto a las aguas debemos desarrollar la humildad. Y nuestra actuación y comportamiento deberá reflejar esta humildad como un fruto del crecimiento que debemos tener día a día.

No basta buscar a Dios cada día pidiendo bendiciones y que supla nuestras necesidades

Nuestra búsqueda debe ir mucho más allá de pedir lo que deseamos. Debe ser una búsqueda en cuanto a conocerlo y entenderlo cada día más. Mantener en nuestro corazón el deseo de caminar con Su conocimiento y Su sabiduría para desarrollarnos es lo que representa ser “árboles plantados junto a corrientes de aguas”.

No todos estamos preparados para desarrollar un ministerio, pero todos estamos en condiciones de conseguirlo con Su ayuda y dirección para llegar a ser esa clase de árbol.

El ser árboles plantados junto a corrientes de aguas esta marcado por la presencia continua del Espíritu santo. Y sobre todo, por nuestro continuo cambio. Por otro lado, los momentos de tranquila espera, donde el Espíritu Santo pone en nosotros la seguridad de que aunque la corriente esta baja, no existe ansiedad ni preocupación por lo que ha de venir adelante. Y descansamos teniendo la seguridad que Él está realmente a cargo de todo.

Pues esa presencia de corrientes de agua en nuestra vida trae sanidad a nuestra tierra espiritual, mental, y física. Ayudándonos a entender las muchas situaciones que pasamos y que a veces no sabemos el porqué nos están ocurriendo.

El Espíritu Santo nos ayudará a dar frutos

Estamos así tranquilos pues sabemos que el Espíritu Santo nos ayudará a dar frutos a Su tiempo. No en nuestro tiempo ni cuando nosotros creemos que estamos preparados. Sino que llegarán cuando Él decida que estamos preparados para desarrollar nuestro ministerio, y ya no tengamos la experiencia desagradable de retroceder con algo que hemos luchado tanto para conseguir. Haciendo que nuestro fruto sea permanente, que no se marchite, y que prosperemos en todo aquello que el Señor ponga por delante, por más difícil que sea conseguirlo.

El conocimiento y entendimiento de las cosas de Dios

Recuerda que el conocimiento y entendimiento de las cosas de Dios serán parte de nuestro fruto, no solo para manejar nuestras vidas y desarrollar un ministerio, sino que además servirán para ayudar a aquellos que Dios nos ponga por delante. Y nuestro comportamiento será el testimonio que el Señor usará para que otros lo busquen más intensamente.

Es por esto que debemos primeramente desarrollar nuestro obediencia, sujeción y nuestra dedicación a hacer Su voluntad de una manera diferente. Quizás a la que tenemos en este momento, ya que no será una carga sino un gozo hacer lo que Él nos pide.

En Lucas 14:16, el Señor invitó a muchos a una gran cena. Pues Él desea que su casa se llene. Y resultó que todos comenzaron a disculparse, excusándose detrás de las bendiciones que habían recibido para no asistir, ya que muchos son los bendecidos pero poco los agradecidos. Y no se dan cuenta de que nosotros no valemos por lo que tenemos, sino por lo que costó la sangre derramada por Cristo.

Los que más necesitan acercarse a Dios

Debemos reconocer que los que más necesitan acercarse a Dios son los más bendecidos. Ya que nunca han tenido que pasar por una necesidad económica, una terrible enfermedad, una dificultad familiar, o cosa similar.

La realidad nos dice que hay muchos Cristianos que si Jesús volviera a venir, lo colocarían nuevamente en un pesebre, sin pensar que cuando Dios nos quiso bendecir, nos dio lo mejor. Dios nos dio a su único Hijo. ¿Qué dirías si el Señor te preguntara en este momento?: ¿Qué estás dispuestos a hacer y a dar por Él?.

Si decidimos ser como “árboles plantados junto a corrientes de aguas” tendremos un largo camino que recorrer. Pero un camino lleno de cambios, renovaciones y bendiciones. Pero, ¿cuál es tu elección?

Conclusión

Ser regado por el Espíritu Santo todos los días, es algo muy importante para tu vida, una renovación para tu corazón y tu relación con el Señor. Sobre todo si sientes que cada día tus hojas se están volviendo amarillas y tus ramas se están secando porque no te sientes regado por Su presencia, Su conocimiento y su sabiduría.

¿Cuál será tu elección? Continuarás como eres, alejándote cada día más del Señor y de Su camino, para terminar finalmente seco espiritualmente. O te entregarás a Él genuinamente para que el Espíritu Santo sea quien te guíe todos los días de tu vida. Te pido que ahora, sea cual sea tu decisión, se la presentes al Señor y dejes que el Espíritu santo hable a tu corazón.

© Reenier Gonzalo Prado. Todos los derechos reservados.

Central de Sermones… Predicas Cristianas

Deja un comentario