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¿Para qué sirven los dones espirituales?

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: ¿Para qué sirven los dones espirituales?

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Efesios 4:7-16

INTRODUCCIÓN:

En nuestro mensaje anterior enfocamos la atención en el trabajo que hace el Espíritu Santo en el otorgamiento de los dones espirituales. Ahora traemos otro singular pasaje que habla del mismo asunto, pero dirigido más al propósito con el que fueron dados los dones espirituales.

En los cuatro capítulos que hablan de ellos, tres de Pablo y uno de Pedro, encontramos al final de su contenido este particular énfasis. Por otra parte, Efesios 4 es el único pasaje que nos revela los llamados “dones ministeriales” donde Jesucristo es el autor y dispensador de estas gracias divinas.

En esto destacamos que fue precisamente el mismo Cristo que escogió a los apóstoles para que estuvieran con él, y les trasmitieran las enseñanzas de las que hoy gozamos, pero también a los profetas y pastores, como los responsables para poner todo el fundamento que la iglesia necesitaba.

Es un pasaje interesante porque su contexto inmediato tiene que ver con el descenso y luego el ascenso del Señor. Es todo un cuadro que nos muestra la muerte, resurrección y ascensión del Señor a los cielos, pero previo a su entrada triunfal a la Patria de donde vino, y con la majestad que involucró su regreso de acuerdo con la visión del Salmo 24:7-9, dio dones a los hombres. Esto es muy emocionante.

Ver a Cristo entregando dones a los hombres, al mejor estilo de esos reyes que fueron a la batalla y regresaron triunfantes con sus botines, es simplemente confirmar que aun antes de irse al cielo, Cristo dejó todo en orden. Y es en un pasaje como este donde vemos con tanta claridad la razón por la que a la iglesia del Señor se le confirieron dones espirituales. Cuáles son las razones que nos presenta Pablo en este pasaje.

I. PREPARAR AL CREYENTE PARA LA OBRA DEL MINISTERIO

1. Perfeccionar a los santos (vers. 12).

Como ya hemos dicho estos son los “dones ministeriales”. Al parecer estos fueron los primeros dones que se le otorgó a la iglesia cuyo fin fue el de afirmarla desde su nacimiento. Como se ve en la lista, los primeros que aparecen son los “apóstoles y profetas”.

Sin duda que estos dos oficios fueron determinantes para la consolidación de la iglesia en cuanto a su doctrina y en la revelación de la palabra. Los apóstoles establecieron el fundamento a través de la llamada “fe apostólica” de donde viene todo lo que hoy creemos como doctrina.

Por supuesto que los 12 apóstoles fueron los que el Señor asignó para el trabajo de equipar a cada creyente. Y lo mismo hicieron los profetas, quienes recibieron el mensaje del Señor para la edificación, exhortación y consuelo de la iglesia.

Estos hombres ejercieron un gran ministerio de dar a conocer la palabra de Dios hasta que finalmente tuvimos el llamado “canon bíblico”. Y lo que ambos hicieron, incluyendo a los tres dones restantes, fue la “perfeccionar a los santos”. Esta palabra significa “equipar”, “remendar” o “preparar” las redes para la tarea de la pesca. Esta es la gran tarea de un pastor.

2. Para la edificación del cuerpo de Cristo (vers. 12b).

El propósito de los dones no puede ser otro que este. Cuando los dones espirituales se centran en la persona, como si él fuera el dueño de ellos para su propio consumo, la iglesia pierde la bendición de haber sido edificada. Y de acuerdo con lo que Pablo nos expresa acá el gran propósito por lo que existen los dones espirituales es para traer edificación al cuerpo de Cristo.

Esto nos pone de manifiesto que el uso de los dones espirituales ha sido dado para que la iglesia se desarrolle en un crecimiento tal que haga realidad lo que el mismo apóstol señala en el (vers. 16).

Resulta interesante que de estos cuatro dones nombrados (el don pastor-maestro), que siempre se consideró como uno solo, el de evangelista y pastor sería el que le daría a la iglesia su consolidación en el tiempo.

Los primeros dos pusieron el fundamento, los otros dos harían la construcción de una edificación que, de acuerdo con lo Pablo dice, “… sería según la actividad propia de cada miembro…”, de manera que se edificara en amor. La tarea de un pastor es la de equipar a equipar a los santos; la de edificarlos con el propósito que ellos hagan la obra del ministerio.

II. TRABAJAR PARA LOGRAR LA UNIDAD DE LA FE

1. A través del conocimiento del Hijo de Dios (vers. 13).

Pablo nos dice que el otro propósito de los dones espirituales es el lograr la unidad, pero no cualquier unidad. Hay gente que está unida por conveniencia, por protección, por estabilidad económica o política. Pero la unidad a la que Pablo hace mención es la de la fe.

Es una unidad alrededor de la fe, pero ¿cuál fe? La fe que nos dejaron los apóstoles, la que ahora les da sentido a todas nuestras creencias. Y el primer medio que nos permite lograr esto es por medio del conocimiento que tengamos acerca del Hijo de Dios.

Lo que sepamos de los dones espirituales viene acompañado de este propósito. Estos dones ministeriales tienen como propósito ayudar al creyente a que abrace esta fe, no solo el haber creído inicialmente en él, sino la fe como la acumulación de toda su creencia alrededor de Cristo.

De allí que llevar a la iglesia a que conozca a Jesucristo de una manera más profunda es la meta de todos los que estamos ubicados en estos cuatro dones. ¿Por qué es importante esto? Porque del conocimiento que tengamos de Cristo nos ayudará a fortalecer la unidad y nuestro propio crecimiento. ¿Qué tanto conoce usted de Cristo?

2. Hasta la estatura de la plenitud de Cristo… (vers. 13b).

Este es un versículo que desafía todo lo que hasta ahora hemos creído y cómo hemos llevado el evangelio. La palabra “hasta” nos encamina a la meta que hay que alcanzar en esta “unidad de la fe” y la de un “varón perfecto”.

La traducción literal de esto sería la de un “hombre de plena madurez “. Eso es, una persona completa y cabal. ¿Qué significa esto para la iglesia? Que su más grande meta será la de avanzar hacia la madurez espiritual de modo que cada creyente experimente la bendición de un crecimiento tal que solo tenga como límite “la estatura de la plenitud de Cristo”.

Interesante que la palabra “estatura” (elikía) se usa para calcular la edad de alguien. Cuando aplicamos esta palabra en relación con la plenitud de Cristo estamos ponderando una medida que es enorme e incalculable. Bien pudiera cada creyente sentirse frustrado por lo que se le demanda, pero el propósito de usar los dones presentes es el de ayudar al creyente que logre esta meta en su vida.

Mis hermanos, la plenitud de Cristo habla de su carácter en quien está conjugado todas sus perfecciones, las que llegan a ser inagotables e inmensurables.

III. QUE PASEMOS A LA ETAPA DE LA MADUREZ ESPIRITUAL

1. Para no ser niños fluctuantes (vers. 14).

Los “dones ministeriales” tienen una de las funciones más importante en el seno de la iglesia. Y es aquí donde el trabajo de un pastor/maestro debe ser sumamente eficaz. Veámoslo de esta manera. Ya nosotros tenemos un fundamento hecho por lo que nos dejaron los apóstoles y los profetas.

Ellos nos legaron la doctrina de Cristo y nos condujeron hasta tener la palabra de Dios totalmente revelada. Y mientras los evangelistas (también misioneros) van abriendo las obras, la presencia de un pastor en una iglesia es lo que le da una fuerte consistencia de manera que sus miembros no sean “niños fluctuantes” en su fe. Juan le dijo a un tal “Gallo” de su iglesia que su mayor gozo era oír que sus hijos anduvieran en la verdad (3 Juan 4).

Hay un marcado contraste entre llegar a ser un varón conforme a la estatura de la plenitud de Cristo, lo que nos habla de una visible madurez espiritual, y la otra es vivir siendo un “niño fluctuante”. Cuando un creyente no avanza en su madurez espiritual porque no ha dejado la “cuna espiritual”, se expone a ser movido por todo viento de doctrina que aparezca. Aquí es donde tu necesitas ser afianzado en la sana doctrina.

2. Por las artimañas del error (vers. 14b)

Pablo nos muestra un panorama descendente cuando un creyente no crece en la madurez y persiste en quedarse como un “niño fluctuante”. Su poco conocimiento en la palabra lo hace muy vulnerable a esos hombres que actúan con astucia, sembrando el error.

La palabra “estratagema” que nos parece tan rara, viene literalmente del “juego de dados”. Tiene que ver con la habilidad de cómo el jugador maneja su turno de modo que salgan los números que mejor le convengan. Otra traducción habla de “personas que intentan engañarnos con mentiras tan hábiles que parezcan la verdad”.

El engaño tiene esta característica. Esto es lo que se nos dice de la serpiente antigua que era astuta, más que todos los animales del campo. Un gran desconocimiento de la fe (doctrina) “una vez dada a los santos” es una puerta abierta para que esos hombres, con tus argumentos engañosos conquisten las mentes incautas y lleguen a tal confusión de la que muchas veces no pueden salir. El uso adecuado de los dones ayuda a corregir el error.

IV. CONSTRUIR EL EDIFICIO DEL AMOR

1. Hay que seguir la verdad en amor (vers. 15)

En la vida cristiana todo tiene que apuntar a Cristo. Esa es nuestra meta suprema. Por lo tanto, se plantea la necesidad de crecer en todo, pero que sea “en aquel que es la cabeza…”. Y Pablo al abordar este concepto se asegura que la mejor manera de lograr tal crecimiento es cuando seguimos la verdad, pero la verdad en amor.

No siempre se dice la verdad en amor. Nuestras emociones nos traicionan al momento de hablar la “verdad”. Pero hay que seguir la verdad que es contraria al error que Pablo está exponiendo. Somos muy propensos a seguir cualquier cantidad de cosas que no contribuyen a nuestro crecimiento.

Nos preocupamos con mucha frecuencia en seguir donde nuestros ojos se deleitan, a escuchar lo que nos da más placer y hasta caminar hacia aquello que más nos satisface. Pero seguir la verdad en amor es el camino correcto que nos conectará siempre con la cabeza que es Cristo. Es una bendición saber que los dones espirituales trabajan para hacer realidad esta meta. Crecemos para ser cada día semejantes a Cristo.

2. Edificarse en amor (vers. 16).

En este capítulo de los dones espirituales Pablo nos ha venido diciendo que el encargado de dar estas gracias divinas es Cristo. Resulta interesante que al final nos lleve a hablar otra vez de su cuerpo, que es su iglesia, destacando una intrínseca unidad, sostenida por todos sus miembros.

La idea de esta figura es mostrarnos como los dones espirituales trabajan en la iglesia, no de una manera aislada, sino bien coordinados, sin menospreciar o menos cavar a los otros hasta lograr el crecimiento mayor, que no es sino el crecimiento del cuerpo y no el crecimiento personal.

Observe la forma como Pablo usa la imagen del cuerpo y su unidad. Por un lado, habla de un cuerpo “bien concertado”. La idea es de algo que encaja perfectamente. Y cuando cada parte (miembros o dones) cumplen su propia función, ayudan a que el resto de los miembros se desarrollen a través del uso de sus dones espirituales.

Cuál va a ser el resultado, pues que, al llegar a trabajar de esta manera tan unida el cuerpo de Cristo crece sano y lleno de amor. Si el amor no es lo que distingue este crecimiento, los dones son un fin en si mismo. El trabajo de un pastor es ayudar para que la iglesia que dirige logre este tipo de crecimiento y edificación de su iglesia.

CONCLUSIÓN:

¿Para qué sirven los dones espirituales ministeriales? En el presente texto Pablo nos ha indicado que los dones ministeriales tienen el propósito de preparar al creyente para la obra del ministerio hasta llegar a la unidad de la fe en un crecimiento maduro y sustentado de modo de construir el edificio del amor, eso es la edificación mutua de la iglesia del Señor.

Bueno, esta es la parte que hacemos los pastores para ayudar al creyente a desarrollarse, pero ¿qué hago entonces para descubrir mis dones espirituales? Lo primero que tengo que decirles es que no hay una “fórmula mágica” que nos indica que de la noche a la mañana eso surja.

Pablo nos dijo en el texto anterior que procuremos los “dones mejores”, lo que significa que debo tener un profundo interés en este tema. Que debo anhelarlo. Que los debo buscar en oración. No sabré jamás que don tengo si no hago lo mínimo. Si no me esfuerzo en la gracia del Señor.

Obedezca al Señor en todo, pero también obedezca a su pastor en esto de prepararse. Decida hoy dar el salto de fe participar en el programa de capacitación que la iglesia tiene. No se quede como un “niño fluctuante”, avance a la madurez.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA.

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