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El poder de la fe de una madre

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: El poder de la fe de una madre

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: 1 Samuel 1:9-11; Rut 1:15-17; Mateo 15:21-28; 2 Timoteo 1:5

INTRODUCCIÓN:

Mis hermanos otra vez estamos celebrando el día de las madres, con la gran diferencia que hoy no las tenemos en primera fila de las bancas de nuestros templos, pues esta pandemia nos impidió por primera vez darles el abrazo y el beso del agradecimiento y nuestra admiración por ser cada una de ellas el objeto del más grande amor, después del que dispensamos por nuestro Padre celestial.

Pero esto no impide que entremos a cada hogar y por medio de esta palabra las reconozcamos por el don de llamarse madre, siendo el instrumento que Dios dejó por el que venimos todos. No es fácil definir a una madre. Las distintas funciones que hacen son simplemente objeto de nuestros más elevados reconocimientos “porque muchas mujeres hicieron el bien, más tú sobrepasas a todas”.

Pero además de las virtudes que ellas tienen, se hace necesario hablar de otras cosas que las hace parte de la historia, y que, sin su atrevida y empeñada fe, algunas cosas no habrían sucedido. De modo que, así como hay hombres de la fe en la Biblia, también tenemos a un gran grupo de mujeres que deberían ser puestas en esa gran lista que nos ha dejado la palabra. Sus hazañas, su coraje y ese espíritu guerrero las ha hecho distintivas a través de los tiempos.

En la Biblia tenemos unos cuantos casos que nos merecen nuestra atención. Fue por la fe de ellas que la historia de la Biblia armó sus eslabones hasta conectar todo el plan que Dios había trazado para la salvación de la humanidad. El poder de la fe esas mujeres han hecho posible que hoy las mencionemos como un ejemplo que debe ser imitado. Veamos esa fe.

I. LA FE QUE ACTIVA UN MILAGRO (1 Samuel 1:6-11)

1. Esa fe nace de un corazón afligido (verss. 6-7)

La historia de Ana es de obligada referencia cuando tratamos el tema de la fe que alcanza lo que es imposible para los hombres, pero no para Dios. El no tener un hijo simplemente era una afrenta, una vergüenza y en algunos casos hasta motivo de divorcio. De esta manera uno puede entender el caso de Ana.

En el día de hoy hay parejas que no tienen hijos y eso no es un asunto tan importante como lo era para una mujer judía. Había tres cosas que afligían su alma. Por un lado, sentía el peso de su aflicción porque ella sabía que su Dios, por alguna razón, no le permitió tener hijos hasta ese momento. Tenía que soportar la afrenta de la sociedad por su esterilidad.

Pero, además, su rival la ofendía y hasta se burlaba de ella porque no le daba hijos a su esposo Ercana. Y a esto también se unía la reunión anual (vers. 7) que hacían como familia, y mientras las demás mujeres llevan a sus hijos,  Ana vivía su aflicción por su condición. Las palabras “irritaba, enojándola y entristeciéndola” resume la tragedia emocional a la que fue expuesta esta mujer. Ana ejemplifica a esa mujer que sufre una aflicción calladamente antes que Dios responda.

2. Esa fe toca el corazón de Dios (vers. 19).

El clamor y la fe de Ana activaron el más grande milagro. Su vientre fue renovado y Dios le concedió un hijo. Y es aquí donde vemos la grandeza de la fe de esta mujer. Note que Ana anticipadamente había tomado una decisión (vers. 11) que revelaba su amor y pasión por su Señor.

Ella no quería un hijo para cubrir su vergüenza, sino un hijo para que sirviera al Señor. Y así fue. Ana consagró a su hijo Samuel como nazareo para Dios, con el resultado que el hijo por quien oraba y lloraba se constituyó en el hombre más grande que había tenido Israel después de un Abraham y un Moisés.

De ese hombre se dijo que nunca dejó caer en tierra ninguna de las palabras que recibió y todo Israel supo que él fue un fiel profeta de Dios (1 Samuel 3:19-20). Así, pues, la fe de Ana no solo activó el milagro que abrió su matriz, sino que Dios le dio un gran hijo que fue fiel en todo en la casa de Dios y después la recompensó con cinco hijos más (1 Samuel 2:21).

Mis amadas madres no hay nada imposible para Dios. El Dios que cierra una puerta (como la matriz de Ana), es el mismo que la abre. Después de Samuel, Ana tuvo cinco hijos más. Cuál será el milagro que se va a activar hoy en tu vida.

II. LA FE QUE BUSCA LA BENDICIÓN MAYOR (Rut 1:16-17)

1. Es una fe determinada (vers. 17)

Otra mujer con una poderosa fe fue Rut.  Su historia es una de las más fascinantes de las Escrituras bíblicas, e incluso hasta en la literatura universal. Comienza con tres mujeres viudas, una judía y las dos moabitas, aquellos grandes enemigos de Israel.

La condición de Noemí al perder a su esposo y a sus dos hijos no podía ser más dolorosa y penosa. Salió con su familia de Belén (casa de pan) en busca de comida y ahora regresa a su casa porque otra vez hay comida.

Noemí les dio a sus dos nueras la posibilidad de regresar a sus casas, su cultura y a sus dioses, porque ella no tenía nada que ofrecerles. Sin embargo, mientras una de ellas regresó, la determinación de Rut de seguir a suegra puso en evidencia la conversión de una mujer pagana a Dios por el testimonio de su suegra.

Amadas madres, ustedes no tienen idea del alcance de su testimonio y hasta dónde marcarán otras vidas. La fe de Rut se alimentó de lo que ella vio en una madre fiel. Su fe la hizo parte de su pueblo, de su Dios y de morir en un lugar fuera de su gente y cultura. Esto hizo posible que Rut cambiara su vida y su historia. Amada mujer, no dejes ir la bendición de tu vida.

2. Es una fe recompensada (4:10, 13, 17)

En la historia de Rut nos encontramos con una mujer decidida, obediente, constante y laboriosa. Desde que llegó a Belén ella es la que trabaja. Lo más probable es que Noemí ya era anciana y no podía trabajar. Así que, por esa providencia divina ella fue dirigida a los campos de Booz, un familiar de Noemí, para recoger espigas de trigo, pero no como una obrera titular, sino como alguien que recogía lo que iba sobrando.

Rut transitó todos los caminos que la iban preparando para una bendición mayor. No se ve en ella ningún vestigio de arrogancia o egoísmo. Ella vivió anticipadamente el evangelio de Cristo. Vivió más que la ley de Moisés, pues sin haberlo oído ya practicaba el Sermón del Monte. ¿Cuál fue el resultado de su conducta?

Pues que Dios estaba entretejiendo los hilos de sus divinos propósitos para incluirla entre la genealogía de su Hijo Cristo. Cuando ella dijo “no me ruegues que te deje y me aparte de ti” estaba inscribiendo su vida en los planes de Dios.

Ella se casó con Booz y tuvo un hizo llamado Obed, abuelo de David, de donde vendría el Mesías. Mis amadas mujeres solo Dios sabe hasta dónde tu fe inquebrantable te llevará. Hay una bendición mayor que no la debes soltar.

III. LA FE QUE SUPERA LO INCOMPRENSIBLE (Mateo 15:21-28)

1. Una fe que supera el rechazo (verss. 23-24).

La historia de la madre cananea es incomprensible al principio, pero sorprendente al final. Decimos que es incomprensible por el rechazo a la que fue sometida por los discípulos y por el mismo Jesús. El que los discípulos lo hicieran, no era nuevo, porque ya lo habían hecho en otras ocasiones, sin embargo, que Jesús no haya atendido al principio el clamor por su hija endemoniada parece extraño para Aquel que dijo que vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Pero aquí lo que tenemos es que alguien se atrevió a adelantar el reloj divino, porque cuando Jesús afirmó que él fue enviado a las ovejas perdidas de Israel (vers. 24), esa era su misión original. El amor de esta madre la llevó a desafiar el rechazo activando su fe en aquel a quien ella llamó Jesús hijo de David.

No siempre se encuentra esta fe en una madre. No siempre hay ese poder de resistencia, pero eso es lo que el Señor busca para no dejar nuestro clamor sin respuesta. El amor por un hijo es lo que hace que una madre no retroceda ni acepta el rechazo.

2. Una fe que trae liberación (vers. 28)

Nos llama la atención que las veces que Jesús exclamó acerca de la grandeza de la fe de alguien, o que no había hallado tanta fe ni en su pueblo, lo dijo de los gentiles. Tenemos el caso de un centurión romano y ahora en una mujer griega.

Como nuestro tema tiene que ver con el poder de la fe de una madre, esta historia es una verdadera referencia para toda mujer que sufre la condición de sus hijos. La osadía, atrevimiento y el no aceptar un rechazo por respuesta, hizo posible que Jesús descubriera el tamaño de la fe de esta madre gentil. Solo ella sabía la condición de su hija.

En no pocas veces fue testigo de cómo el diablo tumbaba o hablaba a través de su hija. Ella sabía que el cuerpo de su hija era habitación de demonios. Su dolor e impotencia hizo posible que se acercara al único que podía dejar libre a su hija.

De alguna manera esta mujer sabía que Jesús era el Mesías prometido para Israel al oír como le llama. Feliz la madre que pone en el Señor su confianza y clama a él intensamente hasta encontrar respuesta a su petición.

IV. LA FE QUE DEJA UN LEGADO (2 Timoteo 1:5)

1. Es la fe que habita primero en el corazón materno (vers. 5)

Este es un texto hermoso en la Biblia. Nos revela el tierno corazón de una abuela y una madre como amantes del Señor. No hay mejor legado que un hijo pudiera recibir que contar con una abuela y una madre en quienes habite la poderosa fe en el Dios del Antiguo Testamento y por ende el del Nuevo Testamento.

La historia está llena de madres que les dejaron a sus hijos un mal legado, especialmente aquellas cuya conducta moral afectó sus mentes. Sin embargo, tenemos aquellas madres con una fe poderosa y un gran temer por Dios que llegan a ser una enorme influencia en la vida de sus hijos o sus nietos.

Eunice, cuyo nombre significa “aquella que alcanza la victoria” y Loida, cuyo nombre significa “agradable”, están en la galería de esas madres piadosas que nos invitan a imitar su fe. Quienes hemos tenido en nuestra infancia y juventud una abuela de profunda fe en el Señor testificamos como fuimos influenciados por esa fe de tal manera que lo que somos hoy es el resultado de esa fe que habitó en ellas.

Las madres piadosas hacen el trabajo previo para que un Pablo lo complete en su hijo.

2. La fe no fingida (vers. 5)

Pablo fue el padre espiritual de Timoteo, pero el trabajo de su abuela y su madre fue determinante para esa conversión. Los que trabajamos en el evangelio y alcanzamos a hombres y mujeres para Cristo tenemos que recordarnos que muchos de ellos quienes tuvieron algún tipo de fe, seguramente detrás de ellos están las rodillas de una hermosa abuela y de una abnegada madre clamando por la salvación de sus hijos. Pablo calificó a su discípulo Timoteo como alguien en quien había una fe no fingida.

Nadie más podía calificar mejor a un creyente de esta manera que el apóstol Pablo. Y Timoteo fue consecuente con esta calificación. Es considerado como el más cercano y grande de todos los discípulos de Pablo.

Le dedicó dos cartas, las que se han llamado “Cartas Pastorales” por su hondo significado del ministerio de las iglesias. Fue un colaborador de Pablo en sus viajes misioneros. Bien se puede decir que Timoteo recibió el legado espiritual y formación ministerial de parte de Pablo porque antes lo había recibido de parte de sus dos madres, Loida y Eunice. La fe de una madre influenciará largamente a sus hijos.

CONCLUSIÓN:

Ercana le había preguntado a Ana “¿No te soy yo mejor que diez hijos?”. Y la implícita respuesta era que no. La fe de Ana tuvo el poder de mover a Dios para hacer lo que parecía imposible. Madres, la fe es el mayor recurso que tienes para activar los milagros que todavía nos vez. Nohemí le dijo a Rut que se fuera, pero la fe de esa extraordinaria moabita que no le dejó a Noemí le llevó a ser la madre de Obed, el abuelo de David de quien vendría el linaje del Mesías.

La fe poderosa de Rut la puso directamente en la lista de las mujeres de fe en la Biblia. A la mujer cananea Jesús la detuvo diciendo que no podía tomar el pan que pertenece a los hijos para dárselos a los “perillos”. Pero la fe inquebrantable de esa humilde madre desafió al amor y al poder de Jesús trayendo sanidad a su hija.

Pablo reconoció que en Timoteo había una fe que no era fingida y las responsables de eso eran su abuela y su madre. Mis amadas madres ustedes también pueden ejercer esta fe poderosa. Tus hijos harán la diferencia en este mundo en la medida que tu ejerzas esta clase de fe. Amen.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA.

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