La esperanza de gloria

Se dice que los hoteles favoritos de la familia real británica en los EE. UU., incluyen, entre otros, el Waldorf Astoria en Nueva York y el Beverly Hills Hotel porque el concepto británico es que ¡la realeza se merece lo mejor!

Pero vea la ironía de la vida que Cristo mismo, el Rey de gloria, el que es preeminente sobre todas las cosas (Colosenses  1:18) eligiera establecerse, no en un hotel de cinco estrellas, sino en pecadores imperfectos y redimidos como nosotros.

b. ¿Qué significa “Cristo en vosotros?”

Que la ley ya no me condenará. Que mi vida está llena con su santa presencia y poder. Que ahora él es el centro de mi vida. Que él ejerce su soberanía en mi corazón y que ya no tengo otro dueño, sino solo él. ¡Bendita sea su presencia en nosotros!

c. Esperanza de gloria (vers. 27c)

Lo que uno aprende de una cultura como la americana es el énfasis que se pone para que el ciudadano se capacita con la mejor de educación, que tenga acceso a los mejores trabajos, que logre su propia casa y que tenga dinero dependiendo de sus fuerzas.

Esto hace a la persona autosuficiente, con posibilidades de hacer realidad los propios sueños con un trabajo duro y determinado. Y los que llegan a este país, quienes vienen tras “el sueño americano”, siguen los caminos de esta cultura.

Pero mis amados, Dios nos ha destinado para algo más que el sueño americano. Dios nos ha creado para su gloria.

Eso significa que nosotros no nacimos para este mundo, sino para el mundo de Dios, o sea para su gloria. Jesús no lo pudo decir mejor cuando oró al Padre celestial, diciendo: “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:16).

Pero esa gloria no es solo para el futuro. Este es el problema de muchos creyentes. La esperanza de esa gloria, además del cielo prometido, es para nuestra vida diaria con Jesús. El Señor desea que vivamos el anticipo de esa gloria haciendo lo que él mismo Cristo hizo de acuerdo con Filipenses 2:5-10.

II. ESPERANZA – VEAMOS EL COMPROMISO DE ESTA DECLARACIÓN

a. Gozarse en las aflicciones (vers. 24ª)

Pablo pasó de perseguidor de la iglesia a ser perseguido por ser ahora parte de ella. Y fue tal su determinación en esto que para él los sufrimientos que padeció por causa del evangelio, lejos de sacarlo de su empeño en predicar a Cristo, se gozaba porque estaba convencido que la gloria que buscaba no era la de este mundo, sino la gloria de lo alto.

En 2 Corintios 11:24-28 Pablo, en su defensa propia de los que dudaban que él era un apóstol, ha dejado su lista de padecimientos con los que nos ha dicho que “para mi el vivir es Cristo y el morir es ganancia”.

Gozarse en las tribulaciones de la vida es una contradicción de términos. El mundo nos ha mostrado que el gozo no tiene que ver con los conflictos, enfermedades u otras pruebas. Que el gozo es una expresión de satisfacción, de triunfos, honores, fiestas y derroches.

Pero la esperanza de gloria sobre la que se funda nuestra fe es examinada por las aflicciones. Y la verdad es que no todos pueden decir como Pablo que se goza en su tribulación. No todos nosotros podemos poner una lista de las aflicciones, pero si vinieran, aceptémosla por la gloria que nos espera. ¡Bendito sufrimiento!

b. Amar a la iglesia (vers. 24b)

Pablo tuvo un encuentro con Jesús y además de llevarlo a una radical conversión, de quien posteriormente va a hablar de él como la Cabeza de la iglesia, tuvo por ella su más especial amor, dedicación y por quien sufrió hasta la misma muerte. Su pasión por la iglesia nos ayuda de igual manera a trabajar, luchar y consumirnos por ella.

En la esperanza de gloria a la que Pablo hace referencia, la iglesia ocupará un lugar especial. Nos llama la atención que Cristo no solo murió por todos los pecadores, sino que lo hizo por la iglesia con el propósito de presentarla a si mismo “una iglesia gloriosa, sin mancha y sin arrugas, ni cosas semejantes”.

En esto hubo dos acciones supremas: un gran amor y un gran sufrimiento lo cual habla tanto de la naturaleza de la iglesia. Estas dos cosas nos deben relacionar también con la iglesia.

Debemos amarla, pero debemos estar dispuesto a entregarnos a ella, aun si esto nos costara la misma vida. ¿Pero acaso no vale la pena servir con todos nuestros dones y talentos a esa iglesia por la que Cristo dio su vida?

Si es esa iglesia la que un día estará vestida de para las bodas del Cordero, vale la pena sufrir por ella.

III. VEAMOS EL MISTERIO REVELADO DE ESTA DECLARACIÓN

a. Un misterio que había estado oculto (vers. 26ª)

Nos llama la atención que Pablo en el contexto de su gran declaración acerca de la “esperanza de gloria” hable de un misterio que había estado oculto. ¿A qué se refiere con esto?

A primera vista, pareciera que Pablo estuviera hablando de algo difícil de descifrar o entender como si fuera un secreto, pero la palabra que usa acá es para hablar de algo que ha estado oculto o escondido a las generaciones anteriores.

Así que Pablo nos va a decir que ese misterio ha sido revelado a todos los santos, eso es, a los judíos y también a los gentiles. El contenido de ese mensaje es “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”. Ambos pueblos habían vivido alejados de Dios y sin esperanza.

En el caso de los judíos, quienes tienen toda una historia relacionada con Dios, habían vivido lejos de él, sobre todo en lo que respecta a su esperanza mesiánica.

En el caso de los gentiles más, porque ellos vendrían a ser injertados como rama silvestre en el olivo que era Israel. Pablo nos dio a conocer este misterio a través de la predicación de la palabra. Ahora nosotros los gentiles también gozamos de esa esperanza en la gloria que ha de manifestarse.

b. Visto en las riquezas de la gloria (vers. 27)

Pablo antes de hablarnos de la “esperanza de gloria” nos habla de las “riquezas de la gloria”. ¿Qué quiso decirnos con esto?

Pues que, si bien es cierto que en la tierra tenemos grandes tesoros, muchos de ellos concentrados en pocas manos, las riquezas de la gloria de Dios simplemente son incomparables. No puede haber algo más rico que esta gloria de la que Pablo nos habla.

En el Antiguo Testamento, aquella gloria de Dios se manifestaba de una manera visible y en no pocos casos hizo su presencia, de la que Israel tiene el recuerdo por ser el único pueblo en la tierra que vio esa gloria anticipada, antes que de ser disfruta en el cielo. Pero la riqueza de esa gloria llegó a su cumbre cuando la vimos en la persona de Jesús.

Fue Juan quien hablando del Verbo eterno y luego del Verbo encarnado que dijo: “Y el Verbo se hizo carne y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).

Así que la gloria que fue un privilegio para Israel, ahora la podemos disfrutar también los gentiles en la persona de Jesús. La gran tarea nuestra será la de dar a conocer entre la gente las riquezas de esa gloria.

IV. VEAMOS EL PROPÓSITO DE ESTA DECLARACIÓN

La “esperanza de gloria” a la que Pablo se refiere tiene su origen en la predicación del evangelio, el que contempla a Cristo en toda su dimensión. Jesucristo es el evangelio mismo. El es la vida eterna. Y ese evangelio es el que Pablo ha anunciado.

Pero él tenia un propósito. Si bien es cierto que el anunciaba, enseñaba y amonestaba a todo hombre, era con el único propósito de que ellos llegaran a ser perfectos delante de Dios.

La predicación contempla el ganar a los pecadores para Cristo, salvarles de la ira de divina, pero luego enseñarlos con toda sabiduría para que lleguen a ser auténticos discípulos de Cristo, hasta que crezcan en Su cuerpo, y lleguen a tener tal madurez (lo que Pablo habla de perfectos en Cristo), para prepararlos de manera que disfrutemos de esa esperanza de gloria aquí en la tierra y luego la que nos espera en el cielo.

Pablo nos dice que para esto lucha “según la potencia de él”. No es fácil llegar a esa madurez, pero esto es la meta, el propósito. Los que nos ayudan a lograr esto nos animan continuamente; y porque nos aman, también nos exhortan a llegar a esa madurez espiritual. Pablo no lo había logrado, pero proseguía la meta. Hagamos lo mismo.

CONCLUSIÓN:

“Cristo en vosotros, la esperanza de Gloria”. ¡Qué declaración tan llena de significado y reconocimiento para Aquel que todo lo hizo por nosotros! El salmista se preguntó una vez, diciendo: “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?” (Salmo 73:25). Y quién es el que está allá que es nuestra esperanza de gloria.

Alguien hizo un resumen de su vida de la siguiente manera.  “Nació en una oscura aldea, hijo de una mujer campesina. Creció y trabajó como carpintero, hasta la edad de treinta años.

Entonces enseñó, predicó el evangelio, y sanó toda enfermedad y toda dolencia. Nunca escribió un libro. Nunca tuvo una oficina. No estableció una familia ni poseyó un hogar. No fue a la universidad.

Nunca viajó a más de 320 kilómetros del lugar de su nacimiento. Nunca hizo ninguna de las cosas que se asocian usualmente con la grandeza. Jamás presentó credenciales, porque no las tenía; el era su propia credencial.

Había llegado apenas a los 30 años cuando la corriente de la opinión pública se volvió en su contra. Sus amigos huyeron. Fue entregado a sus enemigos y se le sujetó a la farsa de un juicio.

Fue clavado en una cruz, entre dos ladrones. Mientras agonizaba, sus verdugos echaban suertes sobre sus ropas, única propiedad que tuvo en este mundo.

Cuando murió, fue depositado en una tumba prestada, gracias a la piedad de un amigo. Veinte Siglos han pasado, y sigue siendo la figura central de la raza humana, y guía del progreso del hombre.

Ni todos los ejércitos que han marchado, ni todas las escuadras que hayan navegado, ni todos los parlamentos que hayan sesionado, ni todos los reyes que hayan reinado, puestos juntos, habrán afectado la existencia del hombre sobre esta tierra, como lo ha hecho esa única vida central de todos los siglos”.

Amados míos, nada vale más en esta vida que vivir para esa gloria del salvador. ¿Por qué no amar y servir al que nos ha dado esta esperanza de gloria?

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

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