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La familia, el diseño de Dios

Predicas Cristianas

Prédica de Hoy: El diseño de Dios para la familia

Predicas Cristianas Texto Bíblico: Colosenses 3:18-21

LA FAMILIA – INTRODUCCIÓN:

Cuando hablamos de la familia no son muchos los que tienen buenos recuerdos. Los hogares realmente felices están siendo escasos. Hay cuatro pasajes en la Biblia, según Génesis 1-2 y Apocalipsis 21-22 del tiempo cuando no hubo ni habrá pecado. Pero entre ese lapso, el pecado ha estado afectando terriblemente a la familia.

Observe cómo la familia comenzó a vivir las consecuencias del pecado. Cuando Eva pecó, y le siguió Adán, comenzaron los pleitos y con ello los problemas en la pareja. Lo primero que vemos es que Adán culpó a Eva por haberle hecho caso a la serpiente. Criaron a sus primeros hijos y uno de ellos se levantó y mató a su hermano.

Abraham se casó con Sara, pero cuando ella le pidió que se llegara a su sierva Agar, él fue muy obediente. Después tuvo que echar al hijo de la esclava de la casa. Jacob, su nieto, tuvo cuatro mujeres.

Los hijos de Jacob fueron un desastre y lo último que hicieron fue ponerse de acuerdo para vender a José, el mejor de ellos, como esclavo a los egipcios. ¿Qué decir de David?

No solo tuvo unas cuantas mujeres, sino que uno de sus hijos violó a su hermana y otro mató al violador. Desde entonces y hasta ahora la felicidad en las familias es algo que escasea, es un continuo anhelo.

El asunto es que el pecado rompió una y otra vez las relaciones familiares. Pero esto no fue el diseño original de Dios. Pablo en el presente pasaje nos regresa a lo que fue el plan de Dios para la familia.

En solo cuatro versículos nos ha dejado lo que toda familia debe saber para ser feliz. Un hogar no es la casa llena de muebles, ni son todas las diversiones que los hijos tengan acceso.

Pablo ha venido tratando en este capítulo lo que Cristo puede hacer en una vida que él transforma. La pregunta es ¿cómo debería afectar mi nueva posición en Cristo a mi vida familiar? He aquí las responsabilidades de cada miembro según el diseño de Dios.

I. LA RESPONSABILIDAD DE LA ESPOSA EN LA FAMILIA

1. “Sujetas a sus maridos” (vers. 18)

La palabra sumisión no es muy agradable por su mala reputación y más cuando es escuchada por alguna esposa que no le ha ido bien con su esposo.

Sin embargo, estudiando la palabra nos damos cuenta de que esto no significa desigualdad. El origen de esta palabra es militar y su traducción sería “organizar por debajo del rango”. Por ejemplo, un sargento no es inferior a un capitán.

Son iguales, pero por cuanto hay un orden en el ejército debe haber una línea de autoridad o todo será un caos. Esto mismo sucede en la familia. Cuando Dios creó al hombre y a la mujer hizo un orden para que todo funcionara correctamente.

La sumisión como tal no significa que la esposa es menor que el esposo, pues las Escrituras nos recuerdan que ahora estamos en Cristo y “ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, varón ni mujer…” (Gálatas 3:28).

Pero aunque hay igualdad en Cristo esto no es una luz verde para los movimientos de liberación femenina que toman a Gálatas como su base, para decir que ya las mujeres no necesitan someterse a sus maridos.

Después que el pecado entró, la sentencia para la mujer fue “tu deseo será para tu marido”. Esa frase traía consigo la idea de controlar en lugar de sujetarse.

2. La familia – Como conviene al Señor (vers. 18b)

La sujeción que plantea Pablo acá no es algo forzado ni tampoco impuesto. Le ha hecho mucho daño el comportamiento machista de algunas culturas y la manera, incluso, como se ha legislado para que las mujeres simplemente sean un objeto del capricho de los hombres.

Pero en ninguna parte de la Biblia encontramos que Dios apoye alguna práctica que vaya en contra de lo que ha sido su diseño original.

De manera que la sujeción a la que se refiere acá es en el contexto del amor. Este tipo de relación se puede explicar en la manera hermosa cómo se da esa sujeción en el seno de la Trinidad.

El Padre no domina ni obliga al Hijo a someterse a Él. Tanto la sumisión como la autoridad fluyen en el contexto del amor en la Deidad.

Y como Dios se define como amor el Hijo se somete al Padre voluntariamente. Esto es lo que debe ocurrir en la pareja. Como esposo no estoy llamado a exigir que mi esposa se someta a mí. Más bien ella, al ver mi amor que le tengo, la manera como la cuido, la aliento a crecer en el Señor y cómo le sirvo, se someterá voluntariamente a mi.

No puedo forzarla, ni exigirle que me obedezca porque soy su marido. Cuando una pareja no se sujeta a este diseño original de Dios, los resultados serán una separación, las que son tan comunes, aun en parejas que se llaman cristianas.

II. LA RESPONSABILIDAD DEL ESPOSO EN LA FAMILIA

1. “Maridos, amad a vuestras mujeres” (vers. 19)

Este mandamiento tenía el propósito de redefinir todo lo que hasta ese momento se conocía respecto al trato que se le daba a la mujer. Debajo de la ley judía, la mujer era una cosa. Era una posesión de su marido y también él era dueño de los demás bienes de la casa. Ellas no tenían ningún derecho legal.

El esposo podía divorciarse de su esposa por cualquier causa, pero ellas no tenían derecho de hacerlo. En la cultura griega, una mujer respetable vivía una vida de total reclusión. Jamás aparecía en las calles, ni siquiera para ir de compras. Vivían apartadas de los hombres y no se unían ni siquiera para la comida. Se les exigía total servidumbre y castidad.

Solo el marido tenía los privilegios. Y fue en ese contexto cuando en medio de esas sociedades insensibles y machistas que se oyó la voz de Pablo, diciendo: “Maridos, amad, a vuestras esposas”. Los maridos no amaban a sus esposas. Ellas eran un objeto desechable.

El imperativo dado al marido de amar a su esposa era una especie de revolución donde las mujeres comienzan a ver su libertad. Y al buscar un nivel de comparación de ese amor ninguno podrá superar al que tuvo Cristo por su iglesia, de acuerdo con Efesios 5:25-27.

2. “Ni seáis ásperos con ellas” (vers. 19b)

Aparte del mandamiento de amar a nuestras esposas, se nos manda también a no ser “ásperos con ellas”. Cada vez que me encuentro con la palabra áspero viene a mi mente mi vida en el campo.

Allí vi crecer una planta que producía algo parecido al pepino, llamado “cedazo” (no sé cuál será su nombre científico), que echa una semilla negra y cuando se secaba llegaba a tener varios usos.

Pero lo que quedó en mi mente no fue tanto el uso que las amas de casa le daban en sus quehaceres, sobre todo en lavar los platos, sino lo áspero que era cuando rosaba la piel. ¿Cómo puedo mostrar a mi esposa que la amo?

La respuesta es sencilla, directa y entendible: No seas áspero con ella. La idea de la palabra griega “pikraíno”, que define algo áspero, le recuerda al marido que no debe tratar a su esposa de una manera tosca, ruda, con aspereza o maltratarla.

Pedro, quien fue un hombre casado, y que al parecer tenía un carácter fuerte, recomienda a los esposos que vivamos con ellas “sabiamente”, y sobre todo que las tratemos como a “vaso más frágil” (1 Pedro 3:7).

Interesante que Pedro nos dice que al tratar así a nuestras esposas, nuestras oraciones no tendrán estorbo. Esposos ¿cómo es su trato con esposas?

III. LA RESPONSABILIDAD DE LOS HIJOS EN LA FAMILIA

1. La familia – “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo…” (vers. 20)

El imperativo y mandamiento para los hijos es que obedezcan a sus padres. Interesante que a las esposas se les pide “sumisión”, mientras que a los hijos se les demanda obediencia. ¿Hay alguna diferencia?

Si bien es cierto que al principio no se ve alguna diferencia, pues se puede ser obediente sin someterse. ¿O no es cierto que a veces los hijos obedecen a los padres porque temen algún castigo?

El sometimiento conlleva la idea de hacerlo en amor. Hay una historia que narra que un niño aceptó sentarse por la fuerza después que sus padres habían insistido en que lo hiciera. En seguida, exclamó: “¡Me voy a sentar, pero por dentro, seguiré parado!”.

Otra vez, este texto pareciera fuera de moda. La rebeldía de la moderna sociedad nos revela que lo último que quieren hacer algunos hijos es obedecer a sus padres. La desobediencia que se ve en tantos hijos, hasta ser contumaces y rebeldes, ha dado al traste con la armonía de muchos hogares.

Y a veces nos preguntamos ¿quién es el responsable de la desobediencia de los hijos? Pues con tristeza hay que decirlo que los padres han sido parte de eso.

¿Qué podrá salir de hijos sin una adecuada disciplina? Los hijos obedecen lo que reciben.

2. “Porque esto agrada al Señor” (vers. 20b)

La última parte del texto anterior dice “en todo”. Como hijos no se nos pide una obediencia parcial, porque la promesa bíblica de honrar al padre y a la madre viene con una mayor bendición: “Para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra” (Efesios 6:2-4).

Pero, además de ese mandamiento con promesa, lo que este texto nos dice debiera ser una poderosa razón para que nuestros hijos obedezcan a sus padres.

El saber que cuando hagamos lo primero que estamos agradando será al Padre celestial, el más padre de todos. Lo que Pablo nos está enseñando es que Dios es suficientemente poderoso para lograr sus propósitos a través de los padres.

De modo que lo que todo hijo cristiano debe hacer es confiar en el Padre que tenemos en el cielo aceptando las palabras y el consejo de nuestros padres.

Se ha dicho que “hijos dóciles son los que más probablemente prosperen, como asimismo los hijos obedientes”. A un hijo se le debe enseñar este texto y por el resto de su vida él debiera tenerlo consigo para recordarlo, pues de su aplicación para su vida, todo irá bien.

Al final, un hijo cristiano sabrá que, con su obediencia, a quien más agradará será al Señor, pero su desobediencia tiene el desagrado de Dios.

IV. LA RESPONSABILIDAD DE LOS PADRES EN LA FAMILIA

1. La familia – “No exasperéis a vuestros hijos…” (vers. 21)

La palabra “exasperar” se traduce como “provocar”. La idea sería como empujar al hijo a una situación negativa, donde el padre fue el causante. Una traducción cercana sería: “No tener el hábito de regañar”. En otro texto Pablo dice que los padres debemos tener el cuidado de no provocar a ira a nuestros hijos (Efesios 6:4).

Si bien se le pidió con anterioridad al hijo que fuera obediente, ahora tenemos a un padre que podría ser la causa de muchas desobediencias en nuestros hijos. La pregunta para responder acá sería ¿cuándo el padre exaspera a sus hijos?

La lista sería muy larga, pero bien pudiéramos hablar de aquellas cosas donde nosotros los padres demandamos de nuestros hijos aquello que es más para mantener nuestra “autoridad” en el hogar, en lugar de la armonía y la seguridad de ellos.

Un padre controlador o airado exaspera a su hijo. Un padre que siempre está cambiando las reglas de la casa provoca en su hijo el desánimo. El padre que siempre está comparando a un hijo con otro lo exaspera y deja en él un sentimiento de frustración y de fracaso. Un hijo no debiera ver el rostro de su padre y pensar con qué viene ahora el viejo, qué me va a decir otra vez.

2. “Para que no se desalienten” (vers. 21b)

Esto es lo primero que debiera estar en la mente de un padre responsable. Cada vez que usted exaspera o provoca a ira su hijo, está creando en él una rebeldía pasiva que con el tiempo llegará a ser muy activa. Como padre no podré sentirme bien al ver a mi hijo que se haya desalentado por mi propia insensatez.

Los padres debiéramos vigilar nuestras reacciones y actitudes, pues sin darnos cuenta pudiéramos estar criando a un hijo con una amargura en su corazón. ¿Sabe por qué los hijos buscan otros consejeros y no a sus padres?

Por la falta de confianza que ellos le tienen. Hay padres que son prestos a regañar, pero muy secos y no les demuestran a sus hijos su amor y sus sentimientos.

¿Abraza y besa a sus hijos aún después de grandes? La oración “para que no se desalienten” debe ser analizada por todo padre que busca y desea lo mejor para sus hijos. Con frecuencia debiéramos evaluar nuestra actitud como padres.

A veces el orgullo prevalece más y podemos estar pasando por encima de la persona de nuestros hijos. Ellos se merecen nuestra consideración y respeto. Los hijos seguros, alegres, triunfadores y fuertes en su fe han tenido a padres que los guían y los aman entrañablemente.

CONCLUSIÓN:

Mis amados, hay un “Diseño de Dios para la Familia” a través de las responsabilidades de cada uno de sus miembros. Resumiendo, y aplicando lo expuesto, decimos que la respuesta de la esposa a su marido nada tiene que ver si él es bueno o malo. Sus acciones deben basarse en su relación con Cristo (Colosenses 3:1).

De la misma manera, un esposo debe amar a su esposa incluso si ella no se somete a él. El niño debe obedecer en todo independientemente de si tiene buenos o malos padres.

En las relaciones con la familia, las respuestas no deben basarse en lo que otras personas nos hagan, sino más bien en nuestra relación con Cristo. No podemos ni debemos controlar a los demás miembros de la familia.

En todo caso, lo que se nos demanda a todos es que seamos fieles al Señor mientras buscamos caminar en el diseño original que Dios estableció para la familia, donde las esposas se someten a sus maridos, los maridos aman a sus esposas y no son ásperos con ellas, donde los hijos obedecen a sus padres en todo y donde los padres ni exaspera ni provocan a ira a sus hijos.

© Pastor Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

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2 comentarios en «La familia, el diseño de Dios»

  1. Que bueno este tema en este tiempo, es importante seguir hablando de ello ya que los ataques que ha recibido la familia son despiadados y debemos demostrar al mundo el diseño original al estilo de Dios que está en su palabra. Dios le continúe bendiciendo

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