La oración que agrada a Dios

b. Orar para que se abran las puertas al evangelio.

Pablo está preso cuando escribe esto. Pero ahora pide más que una protección personal o de sus compañeros, que el Señor les abra puerta ancha y franca para predicar el evangelio. Esto es lo que pide: “…para que el Señor nos abra puerta para la palabra…”.

Todas las oraciones son importantes porque tienen que ver con el Padre celestial, pero la que se hace para que Dios abra las puertas de modo que el evangelio avance, se convierte en la más importante. Casi siempre nuestras oraciones tienen que ver con nosotros más que hacerlas por otros.

Orar para que el Señor abra las puertas para que se predique la palabra es estar en el centro de la voluntad de Dios, porque la Biblia nos dice que él no quiere que nadie se pierda sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9). Dios envió a su Hijo para que muriera por todos los hombres. Jesucristo desde la misma cruz perdonó a los que les injuriaban y le menospreciaban.

La Gran Comisión demanda puertas abiertas, y el gozo que hay en los cielos cuando un pecador se arrepiente tiene que ver con la oración de las puertas abiertas.

CONCLUSIÓN:

¿Cuál es la oración que agrada a Dios? Bueno, Pablo nos ha dicho estas cuatro cosas: La que hacemos como imperativo divino, la que hacemos con una vigilancia personal, la que debe ser hecha con acción de gracias y la que hacemos intercediendo por otros.

Un hombre que era cristiano sincero se interesó en evangelizar a la gente de los países lejanos. Al principio oraba de esta manera: “Señor: salva a los paganos”. Y oraba con toda sinceridad. Después cambió la forma de su oración, y la pronunciaba así: “Señor: manda misioneros a fin de salvar a los paganos”. Y oraba más fervorosamente.

Más tarde oraba con estas palabras: “Señor: si tú no tienes otro a quien enviar, envíame a mí”. Y oraba con todo el fervor de su alma. En seguida comenzó a orar con toda humildad de la siguiente manera: “Señor, tú sabes que soy sincero: envíame a mí; pero si no quieres enviarme a mí, envía a otro”.

No estaba contento con esa manera de orar, y entonces oró así: “Envía a quien tu quieras; pero ayúdame a pagar parte de los gastos.”. Al orar así se dio cuenta de que había encontrado la manera de orar correctamente. ¿Y cómo ora usted a Dios? ¿Su oración agrada a Dios?

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
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