La pereza es enemiga del éxito y la esperanza es enemiga de la pereza. De modo, pues, que frente a una salvación tan grande, seamos más diligentes (Hebreos 2:1-3). El Señor es digno para que le demos lo mejor.
3. Que tengamos paciencia para heredar las promesas (vers. 12b)
La esperanza de la que estamos hablando va más allá del corto plazo para satisfacer nuestras necesidades. Lo que es más consolador en estas “cosas mejores” es saber que lo que sostiene esta vida terrenal son las promesas que nos esperan más allá del sol.
Nada puede ser mejor que lo que Dios ha reservado, como el buen vino, para la parte final.
En este sentido, este mismo libro nos revela esas preciosas promesas, vistas en la esperanza que son, en primer lugar, seguras y firmes como “ancla del alma” (vers. 19).
Las anclas no permiten que el barco quede a la deriva. De esta manera, nuestra vida no anda a la deriva porque nuestra esperanza está respaldada por Aquel que está sentado a la diestra de la Majestad de las alturas (1:3).
Y la razón por la que está allí es porque después de haber sido perfeccionado llegó a ser autor de la salvación (5:9). Porque tenemos a Aquel que no se avergüenza de llamarnos sus hermanos (2:11).
Porque Aquel que está en los cielos también es nuestro gran sumo sacerdote que conoce todas nuestras debilidades y nos anima a seguir adelante (4:14-16).
CONCLUSIÓN:
Mis hermanos si estoy persuadido de cosas mejores, no permitiré que nada oscurezca mi esperanza. Si estoy persuadido de cosas mejores, no dejaré que mis dificultades físicas o emocionales me roben el gozo de lo que me espera.
Si estoy persuadido de cosas mejores viviré, aprovecharé y redimiré el tiempo de manera que todos mis actos contribuyan al trabajo del cielo.
Si estoy persuadido de cosas mejores no dejaré que el presente, con sus penas y sin sabores, me desvíe del propósito que Dios tiene para mi vida.
Y finalmente, si estoy persuadido de cosas mejores, viviré para el Espíritu y no para la carne, porque vivir para el Espíritu es paz, pero vivir para la carne es la ruina total.
La esperanza de las cosas mejores debe hacerme un creyente triunfante, seguro y de bendición para otros.
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