Los días que tenemos por delante

Imagíneselas, pero en todas Dios ha estado presente. Durante todo ese tiempo, las personas obedientes supieron cómo vivir las distintas generaciones bajo los cuidados de Dios. El pueblo de Israel duró unos 40 años en el desierto. Allí ellos conocieron a su Dios como su refugio en su largo peregrinar, aunque se rebelaron una y otra vez contra Él.

Cada año cierra su ciclo y nos conduce a una mirada al pasado para recordarnos cómo fue la protección de nuestro Dios en las diferentes estaciones del año. Él fue nuestro refugio cuando las cosas estuvieron más difíciles, y lo ha sido cuando todo parece normal.

Él fue nuestro refugio cuando no tuve un trabajo, cuando una enfermedad se hizo presente, cuando un familiar murió por este virus llamado COVID, o por otra enfermedad. No hay una generación que se haya sentido huérfana de Dios en su tiempo. Él es el eterno Cuidador.

III. APRENDEMOS EL VALOR DEL QUEBRANTAMIENTO

1. El quebrantamiento nos vuelve hacia Dios (vers. 3)

Moisés vivió suficiente para conocer del poder de Dios, pero también de la rebelión de Israel. En ese largo “pastorado” del desierto vio cómo Israel fue sometido al quebrantamiento por sus propias faltas. Los años pasados en tan inhóspita condición mostraron al líder de Israel los instrumentos que Dios usó para atraerlos a él.

Todo eso para entender cómo las aflicciones de los santos suelen provenir también como la disciplina de Dios, porque cada pecado debe considerarse como parte del desagrado de Dios. De esta manera, Dios usó durante esos años medios correctivos, muy drásticos, incluyendo aún la muerte de los culpables.

No será raro ver en este salmo expresiones, tales como: Arrebatar, consumidos, turbados, declinar a causa de tu ira, indignación, vuélvete, aplácate… (verss. 7-13). Todo esto nos muestra la disciplina correctiva de Dios.

A lo mejor durante este año ya concluido hemos sentido algún quebrantamiento de parte de Dios. Si así es el caso, su Dios usó todo eso porque le ama. El quebrantamiento divino es un aliciente. La disciplina de Dios es “para que participemos de su santidad” (Hebreos 12:10). Bienvenidas sean las pruebas que nos hacen crecer, no las rehusemos.

2. El quebrantamiento revela lo oculto (vers. 8)

Una de las cosas extraordinarias de la palabra de Dios es poner al descubierto lo que hay dentro de nosotros (Hebreos 12:4). Después de Jericó, Israel perdió una insignificante batalla en la ciudad de Hai. La razón, había un pecado oculto. Un hombre llamado Acán tomó un lingote de oro y un hermoso manto babilónico y los escondió en su casa.

Como aquello era anatema, fue necesario revelar el pecado y ser castigado para seguir con las victorias de acuerdo con Josué 7. En este salmo Moisés nos recuerda cómo Dios puso las maldades del pueblo cuando ellos se rebelaron contra Él. El poder de su mirada revelaba todo lo oculto y lo desagradable ante su presencia. Dios no ha cambiado.

Las disciplinas aplicadas en la vida del creyente son para poner de manifiesto algún pecado oculto, los causantes de las derrotas espirituales. Cuando esto pasa, conocemos el poder de su ira para que por ella temamos a Dios (vers. 11). Si la palabra descubre nuestra condición pecaminosa, estamos encaminados a la cura espiritual. Que Dios nos dé la gracia de presentarle nuestras maldades, sino él mismo nos las revelará.

Deja un comentario