Aristarco, el discípulo asombroso

Bien se puede preguntar uno ¿por qué Aristarco no se quedó en Jerusalén? ¿No había cumplido acaso con el propósito de llevar la ofrenda? ¿Por qué seguir acompañando a Pablo en medio de tanto peligro y con una sentencia de muerte encima?

Sin embargo, es aquí donde vemos la fidelidad de esos discípulos que están detrás de la escena. Con Aristarco pasó lo mismo que Rut y Nohemí, quien en vista de las calamidades pasadas en Moab, su suegra le había dicho para regresar a la casa de sus padres.

Y es aquí donde seguimos viendo el carácter asombroso de este discípulo, fiel hasta el final, porque él también diría “tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios”.

2. Atravesando la tormenta (verss. 22-24).

Cuando Pablo apeló al César, y con ello este viaje accidentado, estaba iniciando la historia de una tormenta perfecta. En efecto, Pablo sabía de la gran pérdida de todos los bienes de la nave. Muchas cosas pasaron en esa travesía.

Un gran viento llamado “Eurociclón” golpeó severamente la embarcación. Un total de 266 personas iban en el barco, y entre ellos estaba Aristarco. Pero si alguien sabía quién les guiaría durante toda esa tormenta era Aristarco, porque él conocía a Pablo, pero, sobre todo, sabía quién era Cristo.

Es verdad que los presos estaban en manos del centurión, pero la autoridad de Pablo, y la seguridad en su Dios, le hacía pensar en la salvación de todos, aunque la tormenta arreciaba. Y en efecto, ninguno de ellos pereció.

El barco finalmente ancló; el mar lo abrió, y la orden fue dada para tomar partes del mismo barco, hasta llegar a la orilla, y en una de esas tablas o nadando, iba Aristarco, salvándose, y con ello su prestigio al lado de su amado apóstol Pablo.

Aristarco encarna el valor de la estabilidad pesar de la tormenta. El discípulo como Aristarco logrará al final sus propósitos; siempre navegará con seguridad aun cuando arrecie la tormenta.

IV. CUANDO EL AMIGO ESTÁ PRESO

1. Después de esta accidentada travesía llegaron finalmente a Roma.

Todos se salvaron de acuerdo con lo profetizado por Pablo. Ahora Pablo está en Roma, pero como un ciudadano preso. Llegó a Roma con una iglesia compuesta por soldados y presos convertidos.

Ahora Pablo necesitará de mucha ayuda, pero allí está Aristarco. En la carta a los Colosenses, Pablo menciona en su saludo a su discípulo Aristarco, compañero de prisiones (Colosenses 4:10ª).

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