Si no hay acuerdo, no hay pareja; si no hay pareja, no hay familia.
Cuando la división se instala en un hogar vienen las discusiones entre el matrimonio pero las consecuencias las sufren también los hijos (Miquéas 7:6). Cuando la división se instala en un hogar ya no hay paz en éste pues se ha perdido la autoridad que el Señor ha instituido para el matrimonio en su conjunto y no como seres individuales.
Ni el hombre solo, ni la mujer sola, ni los hijos solos forman una familia, Dios ha establecido una sociedad conyugal en la cual ambos cónyuges tienen los mismos derechos y obligaciones, debiendo estar los hijos sujetos a las directivas que emanan de esa unidad directiva que es el matrimonio, en acuerdo de voluntades.
Si tu matrimonio no prospera a causa de la división, llénate de la luz de Cristo, llénate de su Palabra y “Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres” (Malaquías 4:6).
La división rompe toda unidad, destruye la unidad de la familia, destruye la unidad cristiana, destruye la unidad de la iglesia del Señor; el arma esta cargada y presta a ser disparada hacia cada uno de nosotros para comenzar a causar su efecto, pero en cada uno de nosotros también está la posibilidad aprender a desarmar la estrategia destructiva para convertirla en bendición, (Romanos 8:28).
Así como los expertos en explosivos estudian cómo evitar la explosión y el desastre, así debes comenzar a estudiar las Escrituras y a través de ese conocimiento podrás evitar el desastre familiar y en la congregación que es causado al instalarse la división o al hacerte parte de ella; llénate del Espíritu Santo, has crecer en ti los frutos del Espíritu, llénate del amor de Dios y verás que la victoria será tuya (Isaías 54:17), pues el que esta dentro tuyo es mas poderoso, (1 Juan 4:4; Salmo 118:6).
Hay un cazador suelto, hay un depredador que como león rugiente anda rodeando la tierra buscando a quien devorar, (1 Pedro 5:8), de ese cazador debemos de cuidarnos pues cada uno de nosotros podemos ser su presa; el Señor nos habla del lazo que ha armado ese cazador sobre la tierra, de una de las armas que él emplea para destruir, “la División”.
Es el lazo que tiende sobre la iglesia de Jesucristo, lazo que tiende sobre la familia cristiana y sobre todo lugar donde haya unidad cristiana pues sabe que dos personas no pueden estar juntas si no es que están de acuerdo.
“¿Se levantará el lazo de la tierra, si no ha atrapado algo?” La respuesta es ¡¡Si!!, se levantará sin atrapar a nadie cuando cada uno de los cristianos comprendamos la necesidad de aprender mas de nuestro Señor, cuando cada cristiano sea lleno de la Palabra de Dios y de su Espíritu santo pues eso es lo que evita involucrarse en murmuraciones y en divisiones dentro de la congregación; eso es lo que evita la ruptura de los lazos matrimoniales y familiares; esa es la solución efectiva contra el arma preparada por el demonio.
Si eres un cristiano que sabe comprender y tomar para si los mensajes del Señor, solo te queda aprender mas de tu Señor y de su Palabra pues ese conocimiento es el que evitará que caigas en bajo el poder de ese arma poderosa llamada “División”.
Cíñete la armadura de Dios, (Efesios 6:13), para resistir el ataque que pretende dividir la iglesia, tu familia y la relación con el resto de tus hermanos en la fe; llénate del Espíritu Santo para que florezcan en ti los frutos del Espíritu, (Gálatas 5:22-23), y el enemigo habrá perdido una nueva batalla pues no te habrá destruido ni a ti, ni a tu familia, ni a la iglesia.
CONCLUSIÓN
Como les menciones al inicio, la división es como la cizaña. Y como todos sabemos, la cizaña crece se parece mucho al trigo, y crece junto a él. Pero la cizaña es una planta que no se puede consumir porque sus granos son tóxico, y es dañina a las plantas de trigo. En la Parábola del trigo y la cizaña encontramos que el Señor nos dice claramente que esta planta debe ser quemada cuando se hace la siega para evitar de que vuelvan a crecer (Mateo 13:24-48).
Somos hijos del Altísimo y templos del Espíritu Santo, (1 Corintios 6:19), y es el fuego de ése Espíritu el que quemará todo vestigio de división en las congregaciones, en las familias y en todo lugar donde un cristiano se encuentre.
Pero es necesario que estemos siempre llenos de ese fuego que quema todo rastro de maldad que el demonio pretenda insertar en nuestra mente o en nuestro corazón.
Si necesario que estemos llenos de la Palabra de Dios que entrega luz a nuestra vida para que sea la encargada de disipar toda tiniebla de nuestro interior, (Salmo 119:105).
Es necesario que estemos llenos del Espíritu Santo y con pleno conocimiento de la Palabra a fin de que cosechemos los frutos del Espíritu, (Gálatas 5:22-23), pues éstos destruirán toda artimaña que el demonio quiera introducir en nuestra familia para destruirla y apartarla del camino del Señor, impidiendo el avance de la obra de Jesucristo en la tierra.
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.