Cuando la gloria de Dios se va

Las aguas vivas

¿Cómo podemos saber que la iglesia es este santuario, este nuevo templo no hecho de manos? Ezequiel capítulo 47 dice: “Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente”. Aguas desde el umbral de la casa… esas aguas se transforman en un río.

Ezequiel es introducido en ese río, hasta los tobillos primero, hasta las rodillas después, hasta los lomos. Finalmente, perdió pie y tuvo que nadar en ese río. El versículo 8 dice: “Y me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá, y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas. Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río”.

¿Cuál es el templo del cual fluyen las aguas vivas? ¿Cuál es el lugar donde hallan saciedad, reposo y paz todo hombre? Recibe sanidad el que entrare en este río. Este no es un edificio hecho de manos, este es un edificio espiritual.

Nosotros hemos sido saciados con esta agua. Estas son las aguas salutíferas. ¿Ha sido saciada tu sed en esta agua? Esta es la iglesia del Dios Viviente, columna y baluarte de la verdad.

Nuestra honra presente

En este día nos limpiamos, aborrecemos toda contaminación, todas esas abominables idolatrías. Nos declaramos un pueblo santo, un pueblo justo, un pueblo piadoso, un pueblo que teme a Dios, que sabe que Dios está.

Nunca podremos decir. “Él ya no está, él se ha ido”. No, no se ha ido, él está, ¡y la gloria de Dios está aquí! ¿En qué consiste la gloria de Dios? ¿Consistirá en luces, en llamarazos?

¿Consistirá en una humareda grande? Oh, la gloria de Dios, a veces, hermanos, es como un viento suave y apacible, es como una cosa delicada que se va transmitiendo cuando uno da testimonio, cuando otro ora, cuando adoramos, cuando alabamos. No es algo visible. La gloria es sentir que Dios está. Cuando Dios está, allí está la gloria de Dios.

Hermano, ¿crees tú que la gloria de Dios está entre nosotros? ¿o se fue? Hoy día hemos adorado al Señor, hoy día hemos tocado al Señor. ¡La gloria de Dios está! ¡Aleluya! ¡Bendito es el Señor!

La gloria de Dios es algo sencillo, que nos cautiva por dentro, es una atracción, es un gozo, es un deseo de estar ante su presencia, es sentir sus caricias, es saber que él está cuidándonos, que su mano nos protege, de saber que nada nos falta, porque estamos en él y porque él está en nosotros, de saber que sus cuidados no se han apartado. ¡Esa es la gloria de Jehová!

No la alejemos nunca. No pretendamos imitarla tampoco. No es necesario que hagamos esfuerzos: la gloria está, simplemente, porque Dios ha decidido que ésta sea su habitación. ¡Aleluya!

© Eliseo Apablaza F. todos los derechos reservados.

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