Tuvo tres meses para planear la estrategia con la que salvaría la vida de su hijo. Así pues llegó el día en el que pondría en acción lo planeado; entonces una vez preparado el bebe en su canasta; esta fue colocada “en un carrizal a la orilla del río” (vers. 3) y es entonces cuando el corazón de Jocabed se derretía de dolor, pero además de una fuerte preocupación ¿funcionará?
En ese momento Jocabed estaba dando un salto de fe, de confianza en que Dios recompensaría sus esfuerzos; pues aunque sabía el horario y ruta de la princesa egipcia, nada humanamente hablando le garantizaba que las cosas le saldrían bien; pues recordemos que la ley era muy clara: “Echad al río a todo hijo que nazca” (Éxodo 1:22).
Cuando Jocabed puso a su hijo en el río muchos fueron los pensamientos que cruzaron por su cabeza; siendo tal vez la aún desconocida ley de Murphy uno de estos pensamientos; sin embargo hubo uno más poderoso que fue el de confiar plenamente en Dios y su providencia.
La confianza es una virtud que las madres de todos los tiempos deben desarrollar; pues tienen que reconocer que muchas son desconfiadas, muchas con justificada razón, aunque también hay quienes rayan en la exageración. Jocabed nos enseña a confiar en Dios; a colocar en sus manos a los hijos y descansar en que Él tiene cuidado de ellos.
Sin embargo hay quienes quieren ayudar a Dios, convirtiéndose en la 4ta. Persona de la trinidad; pero Jocabed estaba en peores condiciones; su situación era verdaderamente urgente y peligrosa; sin embargo Jocabed solo tenía el recurso de las promesas de Dios y confiar en ellas.
Cuentan de un predicador que decía a sus oyentes ¿Qué hacer cuando los problemas nos viene por delante? ¿Qué hacer cuando los problemas nos vienen por detrás, ¿Qué hacer si los problemas nos rodean?, en eso un anciano grito de entre las bancas ¡Aleluya!
Podemos escapar hacía arriba! Así se encontraba Jocabed, rodeada, sin embargo miró su salida hacía arriba, confiando en que Dios haría algo a su favor; y principalmente a favor de su hijo.
La historia nos dice que efectivamente la canasta con el bebe dentro siguió su curso y llegó hasta el lugar en donde la princesa se bañaba; para esto Jocabed instruyó a su hija Mayor María o Miriam para que estuviera al pendiente de esto (vers. 4)
Entonces la princesa vio el canasto y envió a una de sus siervas a recogerlo (vers. 5) al tenerlo cerca descubrió que la canasta contenía a un bebe, pero además descubrió que el bebe era hebreo (vers. 6) y es entonces cuando ocurre la respuesta a la fe de Jocabed, pues la princesa bien pudo haber ejecutado allí mismo a ese bebe varón, sin embargo dice la Biblia que: “le dio compasión” (vers. 6 VMJ)
Madres encomienden sus hijos a Dios y descansen en que Él habrá de obra bondades en ellos; es la carta a los hebreos quien nos dice: “Pero sin fe es imposible agradarle, pues uno no se acerca a Dios sin antes creer que existe y que recompensa a los que le buscan” (Hebreos 11:6 BLA). Mamás confíen en Dios y Él hará maravillas en sus hijos.
Desafío
El relato nos sigue diciendo que por consejo de María o Miriam, la hija del Faraón decidió contratar a una nodriza para seguir criando al bebe hebreo; no siendo una coincidencia sino algo bien estructurado que fuera la misma Jocabed quien criara a su propio hijo.
Es maravillo ver como Dios uso a Jocabed y nos enseña cosas muy importantes; pues aparte de lo que ya vimos; Jocabed obtuvo bendición de recibir de regreso a su hijo (aunque fuera por poco tiempo) pero también la protección de la nobleza egipcia y de un pago por cuidar a su propio hijo (vers. 9).
La participación de la historia Bíblica termina según algunos comentaristas 5 años después cuando Jocabed nuevamente decide entregar a su hijo. Por segunda ocasión Jocabed nos enseña que busca lo mejor para su hijo; le prepara sus cosas, se despide de él y con el corazón dolido pero contenta a la vez que haber contribuido en la parte más importante de la vida de un hijo, Jocabed lleva al pequeño Moisés al palacio real; pero esta vez para no volverlo a ver; sin embargo en su corazón sabía que su hijo en el futuro haría algo verdaderamente grande.
El acto de amor más grande que una madre puede hacer por su hijo es dejarlo volar; Mamás tomen consejo de Jocabed; observen a sus hijos y descubran hacía donde los quiere llevar Dios.
Busquen lo mejor para ellos, planifiquen su crecimiento, educación y desarrollo y por último confíen y descansen en Dios; pues después de ustedes, esas son las mejores manos en donde pueden estar sus hijos, Atrévanse hoy a ser como Jocabed en el poderoso Jesús.
Gerardo González Cruz. Todos los derechos reservados.
Que excelente enseñanza me hablo muy directo a mi corazón aunque ya mis hijos tienen 32 y 25 años pero seguimos las madres aprendiendo