Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: Thanksgiving – Día de Acción de Gracias
Predica Cristiana Lectura Bíblica: “Alabad a Jehová, porque él es bueno; Porque para siempre es su misericordia. Diga ahora Israel, Que para siempre es su misericordia. Diga ahora la casa de Aarón, Que para siempre es su misericordia. Digan ahora los que temen a Jehová, Que para siempre es su misericordia.” Salmos 118:1-4
Introducción
El Verdadero Significado del Día de Acción de Gracias
Como todos sabemos, dentro de unos días celebraremos el Día de Acción de Gracias, o Thanksgiving. Esta es una festividad que une a personas de diferentes orígenes, sean norteamericanos o hispanos. Muchas familias aprovecharán este día para dejar de lado sus responsabilidades, limpiar sus agendas y reunirse en una mesa llena de comida para compartir un delicioso banquete.
Es un día hermoso, porque es una oportunidad para reunirnos y reflexionar sobre las bendiciones recibidas durante el año. Pero a lo largo del tiempo, este día ha comenzado a perder su verdadero significado. Un día que fue originalmente separado para darle gracias a Dios por Sus bendiciones, se ha transformado, para muchos, en solo un día más de descanso o una oportunidad para reunirse y comer.
Recuerdo que, cuando era niño y mi familia emigró a los Estados Unidos desde Cuba, los días de celebración siempre estaban llenos de gratitud, a pesar de las dificultades que enfrentábamos. Habíamos dejado atrás un régimen comunista que nos negaba muchas cosas básicas. No siempre había suficiente comida, ni siquiera lo mínimo. Sin embargo, mi madre, con su fe inquebrantable, nos recordaba siempre agradecerle a Dios por lo poco que teníamos. Aunque nuestros platos estuvieran vacíos muchas veces, nuestros corazones estaban llenos de gratitud.
Hoy, la sociedad parece haber olvidado el verdadero propósito de este día. Preguntémonos: ¿cuántas personas en este Día de Acción de Gracias se acordarán de invitar al invitado principal, a Dios? Muchos tienen listas de invitados extensas: amigos, familiares, y hasta vecinos. Pero, ¿qué sucede cuando no se invita a Dios a la mesa? ¿Qué ha sucedido con el verdadero propósito de este día?
I. ¿Por Qué Debemos Dar Gracias a Dios? (vers. 1-4)
Sé que algunos pueden estar pensando: “No tengo mucho por qué dar gracias. Estoy atravesando momentos difíciles.” Muchos aquí tal vez estén luchando con problemas familiares, hijos que se han alejado, matrimonios en crisis, o situaciones económicas muy complicadas. Sin embargo, quiero recordarte algo importante: siempre hay algo por lo que dar gracias a Dios. Hermanos, Dios es bueno en todo momento. Dile a la persona que está a tu lado: “¡Dios es bueno!”
Durante mis años de servicio como policía, enfrenté muchas situaciones difíciles. En más de una ocasión, vi tragedias que parecían insuperables para las familias involucradas. Sin embargo, algo que siempre me impactó fue cómo, incluso en medio del dolor, algunas personas encontraban fuerzas para agradecer a Dios por Su presencia en sus vidas. Me enseñaron que, aunque no podamos cambiar nuestras circunstancias, siempre podemos cambiar nuestra actitud hacia ellas.
Reflexionemos por un momento. Si observamos nuestras vidas detenidamente, nos daremos cuenta de que hay razones de sobra para agradecer a Dios. El salmista nos da un recordatorio claro: “Alabad a Jehová, porque Él es bueno.” Hermanos, Dios es bueno en todo momento. Dile a la persona que está a tu lado: “¡Dios es bueno!”
a. El Origen de Thanksgiving
Para entender mejor el propósito de este día, miremos su origen. El Día de Acción de Gracias tiene sus raíces en los Estados Unidos, específicamente en el año 1621 [1]. Fue celebrado por los peregrinos de la colonia de Plymouth, Massachusetts, quienes, después de una cosecha fructífera, sintieron la necesidad de agradecer a Dios por Su provisión. El gobernador de la colonia declaró: “Reunámonos para escuchar al pastor y dar gracias a Dios Todopoderoso por todas Sus bendiciones.”
Este es el verdadero origen del Día de Acción de Gracias. Un grupo de personas, que después de enfrentar grandes pruebas y dificultades, reconocieron que todo lo que habían logrado y recibido provenía de la mano de Dios. Esta tradición se esparció por todo el país, y en 1863, el presidente Abraham Lincoln proclamó este día como un día nacional de acción de gracias, instando a la nación a orar, agradecer y pedir la intercesión divina [2].
Para estos peregrinos, la gratitud era un acto de fe. A pesar de las enormes dificultades, decidieron enfocarse en lo que Dios había hecho por ellos en lugar de en lo que habían perdido. Esto es algo que nosotros también debemos aprender. Dios nos llama a ser agradecidos no solo en los momentos de abundancia, sino también en los momentos de necesidad. Al reconocer las bendiciones que ya hemos recibido, nuestro corazón se llena de paz, sabiendo que Dios sigue obrando a nuestro favor.
b. El Verdadero Propósito de Thanksgiving
Hoy en día, lamentablemente, el verdadero propósito de esta celebración ha sido desplazado. Para muchos, Thanksgiving se ha convertido en solo una oportunidad para disfrutar de un buen banquete, ver partidos de fútbol o incluso preparar las compras del Black Friday. Sin embargo, como cristianos, debemos recordar que el propósito original de este día es darle gracias a Dios por Su misericordia y bondad.
La Palabra de Dios nos enseña: “Alabad a Jehová, porque para siempre es Su misericordia.” (vers. 1). La misericordia de Dios es algo que no debemos tomar a la ligera. Cada mañana, Su misericordia se renueva en nuestras vidas, y es por esta razón que debemos tener siempre un corazón agradecido, no solo en este día, sino todos los días de nuestras vidas.
Recuerdo cuando era un joven policía. Había días muy duros, especialmente cuando veía injusticias o tragedias que parecían imposibles de resolver. Pero en esos momentos, aprendí a buscar refugio en la oración, agradeciendo a Dios por la fuerza para continuar y por las personas a mi alrededor que me apoyaban. En esos momentos difíciles, la gratitud me mantuvo firme, sabiendo que Dios estaba obrando, incluso si no podía ver el resultado de inmediato.
c. El Poder de la Gratitud en Tiempos Difíciles
Quizás te preguntes, ¿cómo puedo agradecer a Dios cuando estoy enfrentando momentos tan difíciles? Tal vez sientes que tu situación es insuperable, pero te digo hoy: aun en las dificultades, Dios sigue siendo bueno. El hecho de que estés aquí, el hecho de que hayas despertado esta mañana, es ya una razón para agradecer. Dios nos dice en Salmo 23: “Jehová es mi pastor; nada me faltará.” Aunque estés pasando por el valle de sombra de muerte, Dios te guía y te da aliento.
Durante mi tiempo como pastor, vi a muchas personas atravesar pruebas difíciles: enfermedades, pérdidas familiares, problemas financieros. Sin embargo, los que enfrentaban esas pruebas con un corazón agradecido siempre salían fortalecidos. Recuerdo a una hermana en particular, que perdió a su esposo tras una larga batalla contra el cáncer. A pesar de su dolor, ella me dijo: “Pastor, aunque no entiendo por qué sucedió esto, le doy gracias a Dios por los años que me permitió estar con él.” Esa gratitud no borraba su dolor, pero le daba una paz que solo Dios puede dar.
La gratitud no depende de las circunstancias. Aunque las cosas no vayan como lo esperamos, podemos estar seguros de que Dios está con nosotros, guiándonos y dándonos Su paz. Así que, aun cuando enfrentemos dificultades, debemos decir: Gracias, Señor, porque Tú eres bueno.
II. Thanksgiving: Un Día Dedicado a Dios
El verdadero propósito del Día de Acción de Gracias no es solo disfrutar de un banquete o una fiesta familiar, sino dedicar este día a Dios. Desde su origen, este día fue un momento para reconocer y honrar a Dios por todas las bendiciones que ha derramado sobre nosotros.
a. Dios Debe Ser el Invitado Principal
Imagínate organizar una gran fiesta y olvidar invitar a la persona más importante. Eso es lo que sucede cuando celebramos Thanksgiving sin darle el lugar que Dios merece. Muchas familias se reúnen, pero Dios queda fuera de la celebración. Hermanos, no podemos caer en este error. En medio de nuestras festividades, debemos recordar que todo lo que tenemos proviene de Dios.
Como les mencione, el presidente Lincoln, al proclamar el Día de Acción de Gracias, urgió a todos los estadounidenses a orar y agradecer a Dios por las bendiciones de la nación. Hoy, como iglesia, también debemos unirnos en agradecimiento, reconociendo que sin Dios, no somos nada.
b. Agradezcamos en Todo Momento
La gratitud no es algo que debemos practicar solo en días especiales o cuando todo parece ir bien. El apóstol Pablo nos da un ejemplo poderoso de cómo debemos vivir en gratitud, sin importar las circunstancias. En 1 Tesalonicenses 5:18 nos dice: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” Notemos que no dice “dad gracias solo cuando las cosas van bien”, sino que nos insta a dar gracias en todo. Este mandato no es fácil, pero es esencial para nuestra vida cristiana.
Recuerdo una experiencia personal que marcó profundamente mi fe en este aspecto. Durante mis primeros días como oficial de policía, enfrenté una situación que puso a prueba mi gratitud. Una noche, durante una persecución en carretera, el vehículo que perseguíamos iba a una velocidad peligrosa y tomaba riesgos que ponían en peligro tanto a los demás conductores como a mi equipo. Aunque logramos detener al sospechoso sin daños mayores, el impacto emocional fue grande. En ese momento, me costaba entender por qué Dios me había permitido pasar por una situación tan peligrosa. Durante semanas, reflexioné sobre el incidente, preguntándome por qué aquello había sucedido.
Sin embargo, a través de la oración comencé a entender que Dios me había protegido. Aunque no podía ver el propósito completo en ese momento, Él me había dado la fortaleza para actuar de manera correcta y segura. Eso fortaleció mi fe y me enseñó a depender más de Su guía. Este evento me enseñó que la gratitud no se basa en lo que entendemos; se basa en la confianza en que Dios está en control, aun cuando no podemos ver el panorama completo.
c. La Gratitud Transforma Nuestro Corazón
El poder de la gratitud no solo transforma nuestra relación con Dios, sino que también cambia nuestro propio corazón. Cuando decidimos vivir en gratitud, estamos eligiendo ver el mundo desde una perspectiva diferente. En lugar de enfocarnos en lo que nos falta, nos enfocamos en lo que ya hemos recibido. Este cambio de enfoque nos llena de paz y nos permite experimentar el gozo que Dios quiere para nosotros. Dile a la persona que está a tu lado: “¡Dios llena mi vida de paz!”
En Filipenses 4:6-7, Pablo nos exhorta: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Aquí, Pablo nos está mostrando el vínculo entre la gratitud y la paz. Cuando agradecemos a Dios por lo que Él ya ha hecho, nuestras preocupaciones se desvanecen y Su paz llena nuestro corazón.
Durante mi tiempo como pastor, aconsejé a muchas personas que enfrentaban situaciones difíciles, y uno de los consejos más importantes que daba era practicar la gratitud. Les decía: “En medio de tu prueba, busca algo, aunque sea pequeño, por lo que puedas dar gracias a Dios.” Y muchas veces, ese simple acto de agradecimiento era suficiente para cambiar su perspectiva y darles la fuerza para seguir adelante.
Hermanos, cuando agradecemos a Dios, no solo le estamos dando la gloria que merece, sino que también estamos permitiendo que Su paz transforme nuestras vidas. La gratitud nos libera del afán, del descontento y de la ansiedad, y nos conecta con la fuente de todo bien: Dios mismo.
III. La Gratitud y Nuestras Relaciones
Un aspecto de la gratitud que a menudo pasamos por alto es cómo afecta nuestras relaciones con los demás. La gratitud no solo transforma nuestra relación con Dios, sino también nuestras interacciones con las personas a nuestro alrededor: nuestras familias, nuestras iglesias y nuestras comunidades.
a. Gratitud en el Hogar
El hogar es el primer lugar donde la gratitud debe florecer. Como padres, cónyuges, o hijos, la actitud de gratitud puede cambiar la atmósfera del hogar. Cuando decidimos enfocarnos en lo que tenemos en lugar de lo que nos falta, traemos una actitud de paz y armonía a nuestras familias.
Recuerdo los primeros años de mi matrimonio. Mi esposa y yo no teníamos muchos recursos; a veces apenas podíamos pagar las cuentas. Había momentos en los que el estrés financiero parecía abrumador, pero mi esposa, con su espíritu agradecido, siempre encontraba una razón para dar gracias. Me decía: “Tenemos un techo sobre nuestras cabezas, tenemos comida en la mesa, y nos tenemos el uno al otro.” Ese corazón agradecido fue lo que nos ayudó a superar esos tiempos difíciles. Hoy, cuando miro hacia atrás, veo cómo Dios fue fiel en cada etapa de nuestra vida, y cómo esa actitud de gratitud mantuvo nuestro hogar lleno de paz y amor.
En Efesios 5:20, Pablo nos exhorta a dar gracias siempre por todo, y esto incluye a nuestras familias. Cuando damos gracias por nuestros seres queridos, reconocemos que cada uno de ellos es un don de Dios. La gratitud en el hogar fomenta una atmósfera de amor y respeto mutuo, y fortalece los lazos familiares.
b. Gratitud en la Iglesia
La iglesia es otro lugar donde la gratitud debe ser evidente. Como cuerpo de Cristo, estamos llamados a vivir en unidad y a valorar los dones y talentos de cada miembro. La gratitud fomenta un espíritu de unidad y adoración. Cuando damos gracias por nuestros hermanos y hermanas en la fe, estamos reconociendo que cada uno es un regalo de Dios para el cuerpo de Cristo.
En Colosenses 3:16, Pablo nos anima diciendo: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor.” La gratitud crea un ambiente de adoración y unidad en la iglesia, donde cada miembro es valorado y apreciado.
A lo largo de mi ministerio, he visto cómo una iglesia que practica la gratitud experimenta más unidad, menos conflictos, y un mayor sentido de propósito. Cuando reconocemos los dones que cada miembro aporta y damos gracias por ellos, fortalecemos el cuerpo de Cristo y hacemos que nuestras congregaciones sean lugares donde la presencia de Dios puede obrar libremente.
c. Gratitud como Testimonio al Mundo
Finalmente, la gratitud es un testimonio poderoso para el mundo. Vivimos en una cultura que promueve el descontento, las quejas y la insatisfacción. Sin embargo, cuando vivimos en gratitud, nuestras vidas se destacan como un faro de luz en medio de la oscuridad. En Mateo 5:16, Jesús nos llama a ser luz en el mundo: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.“
Cuando los demás ven nuestra actitud de gratitud, especialmente en medio de las pruebas, se preguntan qué es lo que nos hace diferentes. La gratitud es una oportunidad para testificar de la bondad de Dios y compartir el evangelio. Al vivir en gratitud, reflejamos el carácter de Cristo y atraemos a otros hacia Su luz.
Recuerdo una ocasión en la que un compañero de trabajo, no creyente, me preguntó cómo era posible que siempre me mantuviera agradecido, incluso cuando enfrentábamos situaciones difíciles en el trabajo. Le expliqué que mi gratitud no dependía de mis circunstancias, sino de mi fe en Dios, quien es mi proveedor y protector. Esa conversación se convirtió en una oportunidad para compartir mi fe y hablarle sobre el amor de Dios. Hermanos, nunca subestimemos el poder de una actitud agradecida. Puede abrir puertas para el evangelio de maneras que no imaginamos.
Para concluir
Hermanos, al acercarnos al Día de Acción de Gracias, recordemos su verdadero significado. No es solo una celebración más en el calendario; es una oportunidad para detenernos y reflexionar sobre todo lo que Dios ha hecho por nosotros. No permitamos que este día pase sin invitar a Dios a nuestras vidas y a nuestros hogares.
Démosle gracias a Dios porque Él es bueno. Su misericordia es para siempre. Y no solo en el día de Thanksgiving, sino cada día, debemos vivir con un corazón agradecido. Reflexionemos en todo lo que Él nos ha dado, y compartamos ese espíritu de gratitud con nuestras familias, amigos y comunidades.
Hoy, mientras nos preparamos para esta celebración, hagamos una pausa y digamos: “Gracias, Señor, por Tu bondad y misericordia.” Y cuando nos sentemos en la mesa, recordemos que todo lo que tenemos, todo lo que somos, es gracias a Dios. Que nuestras palabras, nuestras acciones y nuestras vidas reflejen un corazón agradecido.
¡Démosle gracias a Dios, porque para siempre es Su misericordia!
[1] Damon Goldsmith, Thanksgiving History: From Fall Feast to National Holiday.
[2] Abraham Lincoln, Proclamation Establishing Thanksgiving Day, October 3, 1863.
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