Inicio » Predicas Cristianas » Yo hago una gran obra

Yo hago una gran obra

5
(4)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: Yo hago una gran obra

Introducción

Es bueno que recordemos que Dios no estableció su iglesia para la supervivencia, sino para que crezca y se desarrolle regia y triunfante en un mundo cada vez más ateo y alejado de Dios.

Como ya se ha dicho, hoy lo repito, la iglesia son las manos y los pies de Dios en la tierra. Es su fuerza de choque. Su ejército de avanzada. Su equipo ganador.

Y para que la iglesia logre alcanzar nuevas metas y escalar nuevos peldaños, debe asumir nuevos desafíos, estar dispuesta a hacer lo que otros no quieren hacer, y enfrentar todo tipo de obstáculos para llegar donde otros no se atreven llegar. Porque en el reino de Dios la cuestión no es tener suerte, sino pagar el precio.

Nehemías, ese gran líder postexílico, a quien Dios levantó para que asumiera la gran tarea de reconstruir los muros y reparar las puertas de la ciudad de Jerusalén, nos enseña que para servir en el reino de Dios se debe confiar en sus promesas que son eternas, estar dispuestos a asumir misiones imposibles, y enfrentar la oposición con fe y valentía.

La historia bíblica nos dice que cuando el proyecto de reconstrucción de los muros y las puertas de la ciudad de Jerusalén, ya estaban a punto de finalizar, Sanbalat, Tobías y Gesem el árabe, enemigos de Nehemías y del pueblo judío, intentaron distraerlo y detener la obra. Querían que Nehemías abandonara su tarea y fuera a encontrarse con ellos. Idearon eliminar a Nehemías mediante el engaño y la intriga.  

Lo citaron al campo de Ono que estaba cerca de la frontera de Samaria, donde gobernaba Sanbalat, para tener una supuesta conferencia de paz. Pero Nehemías entendió que los verdaderos motivos de ese encuentro era tenderle una emboscada para matarlo.

Dice Nehemías que en cuatro ocasiones le enviaron la misma invitación, pero la respuesta de él fue siempre la misma: Yo hago una gran obra, y no puedo ir; porque cesaría la obra, dejándola yo para ir a vosotros.” (Nehemías 6:3).

En otras palabras: lo siento señores, no puedo perder tiempo. No me es posible ir, porque no voy a detener las obras para ir a reunirme con ustedes. Estoy ocupado en una tarea tan grande, que no puedo descuidarme. Porque si fuera a reunirme con ustedes, el trabajo se detendría y no puedo darme ese lujo.

Aunque sus detractores se burlaban de él, lo ridiculizaban y minimizaban la obra que hacía, Nehemías estaba convencido de que la tarea que realizaba era una gran obra.

Ellos decían de Nehemías y de los judíos que con él estaban: “¿Qué hace ese grupito de judíos pobres y débiles? ¿Piensan que si hacen suficientes sacrificios podrán construir la muralla en un día? Miren las piedras calcinadas que están sacando de la basura para volverlas a usar. ¡Valiente construcción! ¡Si un zorro camina sobre el muro lo derrumba!” (Nehemías 4:1-3 LBD-Paráfrasis).

Pero Nehemías no claudicó ante los insultos de los que le calumniaban, porque estaba seguro de que hacía el trabajo que Dios deseaba que hiciera. Y para enfrentar los insultos, este hombre se fortalecía en el Señor por medio de la oración. (Nehemías 6:9, 14).

Es que recurrir a la oración nos ayuda a renovar nuestras fuerzas en el Señor; conservar la estabilidad emocional y dejar que sea Dios quien se encargue de los detractores. (Hechos 16).

Aprendo de Nehemías que jamás debo permitirle, a los que desvalorizan o minimizan lo que hago para Dios y su iglesia, que me hagan creer, que mi servicio en el reino de Dios es insignificante, que no sirve para nada o que carece de valor.

La grandeza de lo que hacemos en el reino de Dios no lo determina la opinión de terceras personas, sino Dios, quien fue el que nos tomó en cuenta, y nos llamó para que sirviéramos en su reino.

Cuando el joven David llegó al campo de batalla donde peleaba Israel contra el ejército de los filisteos, el primero que lo menospreció fue Eliab su hermano mayor (1 Samuel 17:28 PDT); porque no vio en David su potencial de guerrero.

Si lo que haces para Dios engrandece Su nombre y promueve su reino, entonces continúa adelante, no te detengas, sigue haciendo lo que sabes que a Dios le complace y le da honra entre los hombres.

Proverbios 3:6 dice: “Ten en cuenta a Dios en todo lo que hagas, y él te ayudará a vivir rectamente.”

Hasta el rey Saúl cuestionó la juventud de David y su falta de experiencia en el campo de batalla. Para el rey Saúl era una locura enviar a pelear a un joven de unos 16 o 18 años contra un formidable experto militar. (1Samuel 17:33).

Aparta de ti a esos saúles que quieren infundirte miedo, y créele a Dios, porque con su respaldo, todo gigante que se levante será vencido en el Nombre de Jesucristo.

Apartemos de nosotros el miedo y confiemos en el respaldo que viene de Dios. No importa cuán grandes sean los obstáculos que enfrentemos, podemos enfrentarlos con fe y valentía, sabiendo que Dios está de nuestro lado. (Nehemías 6:14).

La historia dice que hasta el propio Goliat menospreció a David, porque no lo consideraba un digno rival a tomar en cuenta (1 Samuel 17:44).

Recuerda que ni el rechazo ni el menosprecio te hacen un fracasado, todo lo contrario, te preparan para conquistar nuevas victorias e inspirar a una nueva generación, que se levantará a continuar la obra que iniciaste.

Muchos grandes líderes bíblicos y de la historia contemporánea enfrentaron obstáculos, críticas y desafíos, pero no se rindieron. En cambio, utilizaron esas experiencias para aprender, adaptarse y seguir adelante con determinación. Porque entendieron que cada rechazo es una oportunidad para alcanzar nuevas victorias.

David conocía a Dios. Y si Dios lo había librado del oso y del león, también lo libraría de aquel gigantón. Y así fue. Dios honró la fe de aquel valiente y atrevido joven. Bastó una sola piedra para que Goliat cayera derribado a tierra, y el pueblo de Israel conquistara la victoria sobre sus enemigos. (1 Samuel 17).

La historia de David y Goliat es un recordatorio poderoso de cómo la fe y la valentía pueden superar incluso las circunstancias más desafiantes.

Tanto David como Nehemías, nos enseñan con su experiencia, que nunca debemos rendirnos, pase lo que pase o digan lo que digan. Siempre tengamos presente, que las personas más insignificantes para los hombres, cuando se ponen en las manos del Señor, el Señor se glorifica en ellas y las lleva hasta donde Él las quiere llevar.

Lo que haces para Dios y su iglesia, puede que te parezca pequeño e insignificante, pero recuerda que Dios no necesariamente se regocija con lo que es grande, sino en la fidelidad con que asumimos nuestra responsabilidad en su reino.

Ser fieles en las pequeñas oportunidades es lo que cuenta para Dios. Comencemos allí donde estamos y demos lo mejor de nosotros. De los resultados se encarga Dios.

Jesucristo enseñó en la parábola de los talentos y de las minas que lo que cuenta para Dios, no es el aplauso, ni los vítores ni el reconocimiento de los hombres, sino la fidelidad con que asumimos nuestra asignación en su reino. “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.” (Mateo 25:23).

El Señor Jesucristo no permitió que ni satanás, ni la religión organizada de su tiempo, ni el poder político y militar del imperio romano, ni la popularidad, ni las sugerencias de sus discípulos, ni las presiones del pueblo lo movieran de su propósito eterno. No permitió que nada lo entretuviera. Él se mantuvo firme cumpliendo su asignación, y en varias ocasiones declaró: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”. (Juan 6:38).

CONCLUSIONES

Nehemías siguió trabajando hasta terminar el proyecto de reconstrucción, a pesar de la oposición. Lo que parecía una tarea imposible, Dios lo hizo posible en 52 días.

Hasta los enemigos de Nehemías reconocieron que la obra había sido hecha con la ayuda de Dios. “temieron y se sintieron humillados y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra” (Nehemías 6:16).

Quiero que nos vayamos de aquí, convencidos de lo grande que es la obra que hacemos para Dios, cualquiera que esta sea.

No perdamos tiempo en cosas irrelevantes y absurdas que pretenden detenernos en lo que hacemos para Dios. Vamos a sumir nuestras prioridades y asignación con responsabilidad, y vamos a caminar las millas que nos restan en el camino de la fe.

Ya sea en tu servicio como maestro de niños, adolescentes, jóvenes o adultos, liderar un ministerio, predicar en el púlpito o en las calles, servir en el diaconado o como ujier, seguridad, músico o cantante, en multimedia o traduciendo. Tengo que decirte que Dios nunca te llevará a lugares de incompetencia, ni te dejará sólo haciendo la tarea que te asigna.

Me encanta saber que el Señor siempre estará presente para ayudarnos a superar los obstáculos y derribar las barreras.

“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (1 Corintios 15:58).

© David N. Zamora. Todos los derechos reservados.

Central de Sermones … Predicas Cristianas

¿Qué tan útil fue esta publicación?

¡Haz clic en una estrella para calificarla!

¡Lamentamos que esta publicación no te haya sido útil!

¡Mejoremos esta publicación!

Cuéntanos ¿cómo podemos mejorar este post?

avatar de autor
David N. Zamora
Ministro Ordenado de las Asambleas de Dios, Pastor Principal de la Iglesia Misionera, A.D.,Inc., Tampa, Florida, EUA. Siendo muy joven comienza a servir al Señor en la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios), de Las Tunas, donde se desempeña como maestro bíblico desde el año 1978. Su intensa y activa labor Pastoral en Cuba comienza en Enero de 1991. En abril de 1996 se gradúa de Bachiller en Teología y Biblia, por los Estudios Dirigidos de Superación Bíblica (EDISUB) de las Asambleas de Dios en Cuba. Obtiene su Licenciatura en Teología por medio del Instituto de Superación Ministerial de las Asambleas de Dios de América Latina (ISUM). El Pastor Zamora lleva mas de 47 años de casado con su esposa Raquel González. De esta unión matrimonial nacieron dos hijos: Merlyn David y Otoniel Zamora, quienes se desempeñan activamente, como Ministros de Música y Predicadores del evangelio de Jesucristo.

Deja un comentario