Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: El día cuando todo se cumplió
Lectura Bíblica: Lucas 4:14-30
INTRODUCCIÓN
Me gusta el estilo de Lucas por la manera cómo simplifica algunos textos, y a otros le dedica un largo espacio, especialmente aquellos relevantes de la vida de Jesús. Y uno de esos relatos sintetizados lo presenta en tan solo dos versículos (14-15).
Jesús vino después de la tentación en el poder del Espíritu Santo cuando su fama ya era notoria, convirtiéndose en un maestro de las sinagogas y siendo exaltado por todos. Pero fue en medio de esa manifestación pública cuando llegó el día oficial para anunciar, de acuerdo con las Escrituras, su “programa ministerial” profetizado por Isaías 61:1-2.
Aquel momento debió ser de gran impacto, pues dice el texto que los presentes estaban perplejos al ver que un joven de 30 años anunciaba esas palabras y su cumplimiento en él exactamente ese día. Para Jesús aquello debió ser una experiencia emocionante, porque a esa edad se iniciaban los sacerdotes al ministerio.
Yo no me acuerdo lo que dije, ni las reacciones o los resultados cuando prediqué mi primer sermón a los 16 años, pero aquí podemos ver dos reacciones contrarias a la predicación de Jesús: una fue de admiración y de buen testimonio, pero también se levantó una fuerte ira prejuiciada por las palabras dichas en Nazaret, su lugar de crianza. El sermón de Jesús tenía una idea central: “Yo soy el Mesías, el Cristo, la Buena Nueva largamente esperada”.
Pero Jesús está en su propia tierra, y para ellos él era un simple hijo de un carpintero ¿cómo se arriesgaba a decir que era el Mesías? Pero fue en Nazaret donde él hizo público su ministerio. Fue allí donde cumplió la profecía. Fue allí donde un hombre de esa edad trajo un sermón jamás antes oído, y aplicado a su propia persona. Aquel mensaje contenía la visión de lo que Jesús haría en tres años. Pero, ¿en qué consistía el plan de trabajo de Jesús?
I. LLEVARNOS A LA NECESIDAD PERSONAL DEL EVANGELIO
a. “Entró en la sinagoga, conforme a su costumbre” (vers. 16)
Jesús vino a Nazaret donde se había criado y, conforme a su costumbre, nos dice el texto, “entró en la sinagoga el día de reposo”. La frase “conforme a su costumbre” es muy significativa. Seguramente se acuerdan cuando les hablé de Jesús a los 12 años entrando al templo y hablando con los doctores y maestros de la ley. Ahora, al verlo entrar en la sinagoga, como una rutina semanal y una práctica habitual, nos revela la importancia que Cristo le dio a las cosas y a la casa del Señor.
Lucas no dice que Jesús iba sólo cuando tenía ganas, sólo cuando su agenda se lo permitía, o sólo cuando no estaba tan cansado de la semana anterior, o sólo cuando todo en el servicio de adoración era de su agrado. Tampoco iba cuando predicaba otra persona o traían algún cantante famoso.
Él simplemente iba. Eso es lo que significa esta frase. Era su costumbre. Él iba porque iba. Hay un rico beneficio espiritual para nosotros y para nuestras familias cuando predeterminamos estar en la casa de Dios cada semana, como una costumbre, como un comportamiento predecible, una rutina semanal, una expectativa, un deseo de estar en la comunión de los santos. ¿Dónde están algunos creyentes en este día?
b. “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (vers. 21)
Piense en lo siguiente, Jesús durante su vida había oído en la sinagoga muchos sermones. Se dice que además del día de reposo, había lecturas de lunes a viernes que incluía la ley, los profetas y los escritos. Pero, ¿cuál debió ser el tema dominante en las lecturas de cada sinagoga? Le aseguro que el tema fue la esperanza de la venida del Mesías. La razón para esto era porque la llegada del Mesías era un evento divino.
Israel esperaba la manifestación de Dios para su pueblo golpeado por tantos años. La expectativa era ver al descendiente de David en la persona del Mesías, quien vendría para restaurar el reino a Israel. Cuando Jesús resucitó los discípulos todavía esperaban esa restauración (Hechos 1:6).
Pero, sobre todo, en las lecturas hechas ellos seguramente oían del Mesías quien sería una especie de justiciero trayendo un reino de paz y de justicia. De esa manera, en una de las tantas sinagogas que había en Nazaret, Jesús vino y dio el anuncio que Él era ese Mesías al cual todos esperaban.
Pero, ¿era Jesús el Mesías esperado? Bueno, sí y no de acuerdo con estas dos reacciones (vers. 22). Sin embargo, nosotros, a diferencia de los judíos, si sabemos quién es el Mesías. No esperamos a otro. Él vino para salvar y buscar lo que se había perdido de acuerdo con Lucas 19:10.
II. REVELARNOS EL PODER DEL EVANGELIO
a. Ungido para dar buenas nuevas a los pobres (vers. 18b)
Hay unas “buenas nuevas” para todos, pero cuando Jesús comenzó su evangelio bajo la unción del Espíritu, lo llevó a los pobres.
¿A cuáles pobres? Cuando pensemos en los pecadores del mundo, debemos considerarlos de la siguiente manera: pueden ser ricos, pueden ser libres, pueden no tener ninguna enfermedad física, y mucho menos ceguera, y pueden parecer estar en la cima del mundo, eminentemente exitosos, pero el hecho es que cualquier pecador es pobre, aunque no le falten las cosas materiales.
Y las buenas noticias no son que los pobres se van a hacer ricos. Las buenas noticias no son prosperidad económica. Las buenas noticias no son mejoras materiales. Las buenas noticias son para las personas que están espiritualmente empobrecidas, y pueden ser liberadas de su pobreza.
b. Enviado para sanar a los quebrantados de corazón (vers. 18c)
Jesús fue ungido para ser enviado a sanar a los que tienen el corazón roto. ¿Conoce algún médico que pueda curar un corazón roto? Es verdad que hoy tenemos trasplantes de corazón, pero ¿quién podrá curar un corazón decepcionado, traicionado, herido por alguna falta? El mundo de ayer sigue siendo el mismo de hoy.
Hay muchas cosas que quebrantan el corazón, por ser el centro de nuestros sentimientos, y solo hay un médico para ese mal, y se llama Cristo. La frase “Me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón” debe llevarnos a recordar la preocupación de Dios por nuestro estado interno.
También que Dios puede usar a alguien para venir y ayudarnos con mi carga insoportable. Por otro lado, Dios ha dejado a su iglesia como una comunidad de fe y sanación espiritual. Un corazón sanado es alegre, renovado y lleno de frutos de alabanza y de bendición para otros.
c. Para dar vista a los ciegos (vers. 18d)
Jesús sanó a muchos ciegos durante su ministerio, y entre los más famosos está el ciego Bartimeo (Marcos 10:46-52), y el ciego cuando Jesús mezcló su saliva con barro, le untó en sus ojos, y lo mandó dos veces a lavarse (Juan 9). Cuando Juan preguntó si él era el Mesías le mandó a informar que los ciegos veían, y esto era una señal de él como Mesías.
Pero el mensaje de Jesús iba más allá de sanar a los ciegos físicamente. Hay ciegos peores de acuerdo con el relato de la sanidad de Bartimeo (Juan 9:35-41). Un ciego espiritual no puede ver ni entender la verdad. La ceguera espiritual es el gran tema de la Biblia.
El Salmo 82:5 nos recuerda: “No saben ni entienden. Andan en tinieblas.” Y Jeremías 5:21 nos recuerda esa misma verdad. Un pecador está ciego, y por eso no le nace la luz del evangelio. Para él las cosas de Dios le son locura, porque no las puede entender. Jesús vino para dar vista a los ciegos, y para que ellos puedan decir, al final: “Si es pecador, no lo sé; una cosa sé: que yo era ciego y ahora veo” (vers. 5).
d. Poner en libertad a los cautivos y oprimidos (vers. 18d)
El pecador también puede ser visto como un prisionero. Esta es otra metáfora que describe a la misma persona, el pecador perdido. Y la buena noticia es que el Mesías vino para proclamar la liberación cuya palabra equivalente es “perdón” La razón por la que muchos están en prisión es porque alguien más lo puso allí.
Están presos por hacer algo malo y las autoridades lo pusieron en ese lugar. Pero los presos y cautivos, puestos en libertad por Jesucristo no son esos presos quienes deben pagar su condena; estamos hablando de otros presos. Jesús está hablando a personas que son prisioneros espirituales, personas que están en esclavitud del pecado. Pablo va a hablar de los pecadores quienes viven en sus “delitos y pecados”.
Esta esclavitud lleva hasta el pozo de la desesperación, y luego a exclamar como el salmista “saca mi alma de la cárcel para que alabe tu nombre” (Salmos 142:7). Y en esto se cumplen las palabras de Cristo: “Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36).
e. A predicar el año agradable del Señor (vers. 18e)
Nunca hubo un año más agradable en el mundo, sino aquel cuando vino Jesús con el poder del Espíritu Santo predicando. Pero, ¿qué significa esto? Significa que Dios todavía está prolongando su paciencia para nuestro mundo y que, a pesar de las dificultades y calamidades vistas en nuestra humanidad, Dios va a cumplir su propósito redentor para el mundo.
El año agradable del Señor significa que Dios nos da otra oportunidad para comenzar otra vez, reevaluar nuestra vida, prioridades y metas. En el caso de Jesús, él necesitó alejarse de su familia inmediata donde se crio porque allí él era considerado sólo como “un simple carpintero”. Y fue por salir de allí que ahora Jesús es nuestro Salvador
universal.
III. MOSTRARNOS LA UNIVERSALIDAD DEL EVANGELIO
a. “Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate a ti mismo…” (vers. 23)
¿Por qué Jesús dijo esto? Porque sabía que su propia gente lo iba a rechazar, así como rechazaron a otros profetas del Antiguo Testamento.
Para ilustrar esto Jesús presentó el ejemplo de los versículos 25-27 del profeta Elías quien fue mejor recibido fuera de Israel por una viuda de la ciudad de Sarepta de Sidón a quien Dios permitió sostenerlo durante los años de hambruna de Israel. También les puso el ejemplo de la cantidad de leprosos que había en Israel durante los tiempos de Eliseo, pero ninguno de ellos fue limpiado sino Naamán el sirio. ¿Por qué Jesús presentó estos ejemplos?
Porque Israel pensó ser siempre una nación exclusiva. Si bien ellos sabían de la bendición de Abraham para todas las naciones de la tierra, el concepto de considerarse los únicos herederos de los bienes divinos les condujo a ser sectarios, rechazando con eso la posibilidad de una salvación para otros. Pero, ¿cuál era el propósito de Jesús al traer estos dos ejemplos? Hacerles ver su error.
Entonces la pregunta seria esta. “¿Por qué debería ir a Nazaret y hacer algo por ustedes? Al final, no tendría ningún honor aquí, porque ustedes no me estarían recibiendo como el Mesías, porque para ustedes solo soy el hijo de un carpintero, más no el Mesías por tanto tiempo esperado.
b. “Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue” (vers. 30)
Este versículo forma parte de la reacción de la gente cuando descubrieron que Jesús no era un Mesías exclusivo. No cabía la posibilidad para los judíos oír a un Mesías a quien tanto esperaban venir para salvar a otros.
¿Qué pasó en esta escena? ¿Por qué este cambio tan abrupto considerando que hasta ahora estaban “maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca?”. Que los judíos oyeron hablar de un evangelio también para otros, y ellos no lo toleraban eso.
Ellos esperan unas “buenas nuevas” para “gente buena”, como ellos, gente religiosamente favorecida, gente de élite, pero que el evangelio también fuera para los gentiles comunes y sucios, y despreciados, eso no era soportable, por eso esta extrema reacción. ¡Ya saben cómo terminará esto!
Según los versículos 28-29 hubo un total rechazo, lleno de ira hasta procurar matarlo. Sin embargo, todavía no era Su tiempo, por eso el versículo 30 dice: “Y pasando por en medio de ellos, se fue”. No fue cuando la gente quiso matarlo, sino cuando Dios lo decidió. ¿Cuál es la verdad de todo esto? Jesús vino a salvar a los hombres, pero no lo hizo con una espada, como pretendió Pedro sino con su muerte en la cruz.
Aplicación
Hay en este pasaje dos tipos de oyentes. Unos a quienes los mensajes de Jesús le causan admiración y les gusta, y otros para quienes las palabras de Jesús les irritan, les incomoda.
Nos gusta escuchar un evangelio para nosotros solamente, para mis necesidades, para mis pruebas, que me satisfaga siempre. Pero cuando la Palabra es dura, me golpea, me hace ver mi egoísmo, como en este caso, y hasta mis prejuicios, reacciono y hasta quiero echar a Jesús y su Palabra fuera de mi vida. Pero yo necesito una palabra que me aliente, y también que me quebrante.
¿Qué habría pasado si el Mesías fuera solo para Israel? ¿Considera Israel a los gentiles dignos de escuchar el Evangelio, gente menospreciada que en realidad merece salvación? Pues no.
Y nosotros qué pensamos de esto. ¿Vale la pena llevar el evangelio a los musulmanes a los hindúes o a otra gente sin esperanza para salvarse? Que Dios tenga misericordia de nosotros y nos lleve a reconocer nuestra necesidad personal del Evangelio y la necesidad mundial del mismo. Eso fue lo que Jesús dejó claro aquel día en la sinagoga. Jesús vino a buscar y salvar lo que se había perdido.
CONCLUSIÓN
Imagínese por un momento a la gente sentadas en las sillas de la sinagoga con sus ojos fijos en él y sus oídos escuchando atentamente: “¿Qué va a decir?” Y al final predicó el sermón más corto de toda la Biblia. Luego Jesús se sentó, miró a esa congregación que lo observaba sin descanso, y les dijo: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”. ¡Amén!, fin del sermón, y se sentó.
Es como si Él estuviera diciendo: “Ustedes acaban de escuchar la misión del Mesías expuesta por el profeta Isaías. La gente de esta nación ha conocido esta agenda profética por muchísimos años. Ustedes han estado esperando generación tras generación la venida del ungido del Señor, del libertador del Señor, del conquistador del Señor. Cada vez que han leído las Escrituras hablan de esa esperanza. Pues hoy, Él está aquí, ahora mismo. Ustedes lo están mirando.
Ustedes lo están escuchando”. Pero después de todos estos siglos, cuando el Ungido de Dios apareció en escena, la gente de Su ciudad natal lo admiró, y también lo rechazó. La pregunta para usted en este día será la misma ¿qué haré con el Cristo, el Mesías? ¿Lo aceptaré o lo rechazaré?
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