Dependiendo de Dios

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Predicas Cristianas 

Predicas Cristianas Predica de Hoy: Dependiendo de Dios en las aguas agitadas de la vida

INTRODUCCIÓN

Hermanos en Cristo, hoy quiero invitarles a realizar un viaje juntos que nos llevará a las aguas turbulentas de la vida, donde las tormentas parecen amenazar con hundir nuestras esperanzas y nuestra fe. Y para embarcarnos en este viaje, quiero empezar con una imagen que captura la esencia misma de la lucha, la fortaleza y la esperanza en medio de la adversidad. *(Se señala la imagen proyectada en la pantalla)*

Esta imagen, queridos hermanos, nos muestra a un niño aferrándose a un trozo de madera, con una Biblia en sus manos, en medio de una inundación. Es una escena desgarradora y a la vez inspiradora. Nos recuerda que en los momentos más oscuros, donde el agua amenaza con ahogarnos, hay una luz que puede guiarnos y sostenernos, una fe que nos fortalece incluso en las circunstancias más difíciles.

Esta imagen nos conecta con la historia de un hombre cuya fe se mantuvo firme en medio de una tormenta física y espiritual. El apóstol Pablo, mientras estaba en la barca, enfrentó una tempestad que parecía destinada a destruirlo. Sin embargo, en medio del caos y la incertidumbre, su confianza en Dios permaneció inquebrantable.

Imaginen, por un momento, la fuerza de las olas, el rugido del viento, la oscuridad que lo envolvía todo. Pablo estaba en medio de esta violenta tormenta, pero su fe en Dios era su ancla, su roca inamovible en medio de la agitación.

Hermanos, en nuestras propias vidas también enfrentamos tormentas. Momentos de crisis, de dudas, de miedos que amenazan con arrastrarnos. Pero hoy, vamos a recordar juntos la importancia de depender de Dios en cada momento de prueba.

I. LA REALIDAD DE LAS CRISIS:

En la travesía de la vida, nos encontramos constantemente frente a desafíos inesperados y crisis que pueden sacudir nuestra existencia de maneras inimaginables. Estas pruebas muchas veces nos envuelven con la fuerza de una tormenta desbocada, haciendo temblar nuestras certezas y sacudiendo nuestras emociones.

  • Las crisis tienen el poder de desestabilizar nuestro mundo interior y exterior. Pueden manifestarse de diversas formas: pérdidas, enfermedades, conflictos, fracasos, entre otras situaciones que sacuden nuestras bases y nos obligan a enfrentar lo desconocido.
  • Así como una tormenta en el mar puede poner en peligro una travesía, las crisis en nuestra vida pueden amenazar nuestro equilibrio, nuestra fe y nuestra esperanza. Nos enfrentamos a vientos huracanados de dolor, incertidumbre, temor y confusión.
  • En medio de la crisis, es común sentirnos desamparados, como si estuviéramos a la deriva en un mar embravecido, sin timón ni rumbo fijo. La sensación de vulnerabilidad y fragilidad puede llegar a abrumarnos.
  • A pesar del dolor y la confusión que las crisis traen consigo, es importante recordar que también son oportunidades de crecimiento y fortalecimiento. En medio de la tempestad, podemos descubrir en nosotros mismos una fuerza y una resiliencia(capacidad de las personas para superar situaciones difíciles o tristes) que desconocíamos.

En este viaje de la existencia, las crisis son inevitables, pero no son invencibles. Así como el mar puede rugir con furia, también puede perder fuerza y traer calma. En las tormentas de la vida, recordemos que nuestra fe es el ancla que nos mantiene firmes, nuestra confianza en Dios es el faro que nos guía a través de la oscuridad y nuestra esperanza es la certeza de que tras cada tormenta, llega la paz. Enfrentemos las crisis con valentía, sabiendo que en medio de la tempestad, Dios está presente para sostenernos y fortalecernos. ¡Que en cada crisis, encontremos la oportunidad de crecer, de aprender y de aferrarnos a la esperanza que no defrauda!

II. LA TENTACIÓN DE DEPENDER EN NOSOTROS MISMOS O EN OTROS.

Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.Proverbios 3:5

Amados hermanos, en medio de las tormentas de la vida, a menudo nos encontramos luchando con la tentación de depender en nuestras propias fuerzas o en la sabiduría colectiva de aquellos que nos rodean. Es comprensible que busquemos soluciones basadas en nuestra experiencia acumulada o en el consejo de otros en momentos de crisis. Sin embargo, ¿qué sucede cuando nuestras estrategias humanas y nuestras decisiones grupales no son suficientes para detener el viento huracanado que nos azota?

La realidad es que, aunque la experiencia y el consejo son valiosos, tienen sus límites. Nuestro entendimiento humano es limitado y muchas veces nuestras soluciones provienen de una perspectiva terrenal. En nuestra desesperación por encontrar respuestas, a menudo olvidamos que hay una fuente de sabiduría y fortaleza que trasciende nuestra comprensión: la sabiduría y el poder de Dios.

Imaginen por un momento al apóstol Pablo en medio de la tormenta en la barca. En lugar de confiar en la experiencia marinera de la tripulación o en sus propios conocimientos, se puso en pie y recordó la promesa divina que había recibido. En ese instante de fe, en medio de la oscuridad y la incertidumbre, la luz de la esperanza se encendió en su corazón.

Hermanos, en nuestras propias tormentas personales, cuando los vientos de la adversidad soplan con furia y las olas amenazan con ahogarnos, es crucial recordar que no estamos solos. No es en nuestra propia sabiduría o en la fuerza de la multitud donde encontramos la verdadera fortaleza, sino en la confianza inquebrantable en Aquel que calma las tempestades con una sola palabra.

Recordemos las palabras del Salmo 121:1-2: ‘Levanto mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra‘. En medio de las crisis más fuertes, recordemos que nuestra verdadera ayuda y fortaleza provienen de Dios, quien nos sostiene en su mano poderosa y amorosa.

Entonces, en lugar de depender en nosotros mismos o en las soluciones limitadas que el mundo nos ofrece, clamemos a Aquel que calma las aguas agitadas y nos hace andar sobre las tormentas. En la humildad de reconocer nuestra limitación, encontraremos la verdadera liberación y paz que solo proviene de la confianza puesta en Dios. ¡Gloria a Dios, que en medio de la adversidad, se revela como nuestro refugio seguro y nuestro pronto auxilio en las épocas de angustia!

III. EL EJEMPLO DE PABLO EN LA TORMENTA:

Recuerda la escena: estamos en medio del mar, una tempestad feroz azota la frágil embarcación en la que se encuentra el apóstol Pablo junto a otros marineros, todo parece estar en caos, el viento aúlla, las olas golpean con furia y la desesperación se apodera de sus corazones. ¡Parece que todo está perdido!

Pero en medio de ese caos, en ese momento de mayor desesperación, surge una figura tranquila, un hombre cuya fe brilla como un faro en la oscuridad de la tormenta. Ese hombre es Pablo. A pesar de la aparente derrota inminente, él se pone de pie, firme y confiado en la promesa de Dios.

Recordemos las palabras de Pablo en medio de la tormenta, cuando todo parecía perdido. Él les habla a los marineros, les insta a tener ánimo, les recuerda la promesa que ha recibido de un ángel del Señor: “…No temas, Pablo. Es necesario que compareszcas ante el César, y Dios, por su gracia, te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo.” ¡Qué ejemplo de fe y confianza en medio del caos y la desesperación!

Hoy, en nuestras propias tormentas personales, ¿somos capaces de mantener esa misma confianza en Dios? ¿Podemos aferrarnos a Sus promesas incluso cuando todo a nuestro alrededor parece desmoronarse? La historia de Pablo nos desafía a no depender en nuestra propia fuerza, en nuestra experiencia o en el consejo de otros, sino a depositar nuestra total confianza en Aquel que calma las aguas turbulentas.

En ese lugar o circunstancia de aparente desesperación que estés viviendo, levantemos nuestros ojos al cielo y recordemos que como Pablo, tenemos un Dios que nos sostiene en medio de la tormenta más feroz.

Que la historia de Pablo en la tormenta nos inspire a confiar plenamente en Dios, a aferrarnos a Sus promesas con valentía y a no temer, ¡porque Aquel que nos sostiene en las aguas turbulentas es el mismo que calma la tempestad con Su poder divino! ¡Que nuestra fe sea inquebrantable, nuestra confianza firme y nuestra esperanza en Él permanezca inamovible en todo tiempo y circunstancia!

Que este aspecto nos lleve como iglesia  a sentir, vivir y reflexionar sobre la fe y confianza de Pablo en Dios en medio de la tormenta, como un ejemplo vivo de cómo enfrentar nuestras propias crisis con valentía y fe en el Todopoderoso. ¡Que esta enseñanza nos inspire a depender totalmente de Dios en cada situación de sus vidas!

IV. LA IMPORTANCIA DE DEPENDER DE DIOS

Cuando nos enfrentamos a las tormentas de la vida, a esos momentos turbulentos que sacuden nuestros cimientos y desafían nuestra fe, es crucial recordar y vivir la importancia de depender de Dios. En lo más profundo de la oscuridad y la incertidumbre, cuando los vientos soplan en nuestra contra y las olas amenazan con ahogarnos, es allí donde descubrimos la verdadera fortaleza y refugio en Dios.

Depender de Dios en las tempestades de la vida no es simplemente una opción sensata, sino una necesidad vital. Es recordar que Él es quien calma las aguas turbulentas, quien sostiene la embarcación de nuestra vida en medio de la marejada. Dios no solo es nuestro ancla en medio de la tormenta, sino que también es nuestra roca segura, nuestra fortaleza inquebrantable.

Entonces, en lugar de aferrarnos a la ilusión de control o confiar en lo que parece lógico a nuestros ojos limitados, recordemos que nuestra fe en Dios allana el camino para que Él realice sus maravillas en medio de la adversidad. Es en esa entrega total, en esa dependencia plena de Su amor y poder, donde encontramos la verdadera seguridad y paz que el mundo no puede ofrecer.

Así que, hermanos, en cada tormenta que enfrentemos, recordemos que depender de Dios es el camino a seguir. Él nos invita a confiar en Su fidelidad, a descansar en Su gracia infinita y a aferrarnos a Su promesa de que nunca nos dejará ni nos abandonará.

Hermanos, ¿han experimentado alguna vez la sensación de estar atrapados en medio de una tormenta? ¿Han sentido la desesperación amenazando con abrumarlos, haciéndoles creer que están a punto de naufragar en un mar de incertidumbre y dolor? Yo lo he sentido. He experimentado las olas de la vida abalanzándose sobre mí, amenazando con arrastrarme hacia lo desconocido. Pero en medio de ese remolino poderoso, una promesa resonó en mi corazón: la misma promesa que mantuvo a Pablo a flote en medio de la tempestad.

La historia de Pablo en la barca no es simplemente una narración del pasado; es un recordatorio vibrante de la fidelidad inquebrantable de nuestro Dios. Cuando todos los indicios apuntaban al desastre, cuando la lógica humana clamaba por el desespero, Pablo se mantuvo firme en su fe. Él confió en la promesa de Dios de que no perdería la vida, y esa confianza lo sostuvo en medio de la oscuridad y la incertidumbre.

Hoy les hablo no solo como un predicador, sino como un creyente que ha visto la mano protectora de Dios en medio de las tormentas de la vida. Les hablo como alguien que ha experimentado la fortaleza que solo proviene de depositar nuestra confianza en el Señor. En nuestras propias pruebas y tribulaciones, en medio de las tempestades que amenazan con devorarnos, recordemos esta verdad: la fidelidad de Dios es nuestra ancla, nuestra roca inquebrantable en medio de la agitación del mundo.

No estamos solos en medio de las tormentas. Tenemos un Padre celestial que nos sostiene, un Salvador que camina sobre las aguas turbulentas de nuestras vidas, extendiéndonos Su mano para que podamos caminar en fe y esperanza. Así pues, hermanos y hermanas, ¡mantengamos viva la llama de la esperanza! Perseveremos en nuestra fe, recordando que la promesa que sostuvo a Pablo a flote en medio de la tempestad sigue siendo válida para nosotros hoy. Confíen en el Señor, porque Él es nuestro salvavidas en medio de las aguas agitadas de la vida. ¡Amén!

Conclusión:

Hermanos y hermanas en Cristo, hoy hemos sido recordados de la poderosa historia de la fe y la protección divina que rodeó la vida del apóstol Pablo en medio de la tempestad. Así como él confió en Dios en las horas más oscuras y desafiantes, nosotros también podemos aprender a depender de nuestro Señor en cada instante de crisis, aferrándonos a Sus promesas con valentía y fe inquebrantable.

Imaginemos a ese niño en la inundación, agarrándose con fuerza a la Biblia en medio de las aguas turbulentas. Esa imagen nos recuerda que, aun en medio de las tormentas de la vida, nuestra roca y refugio es el Señor. Él es nuestra fortaleza en la debilidad, nuestra esperanza en la desesperación y nuestra salvación en medio del peligro.

Por tanto, yo elijo hoy y siempre, confiar en el Señor en cada situación. No importa cuán fuerte sea la tormenta, cuán oscuro parezca el camino o cuán abrumadoras sean las circunstancias, mi fe en Dios nunca flaqueará. Su provisión es suficiente, Sus promesas son verdaderas y Su amor es inagotable.

© Franklin Riera. Todos los derechos reservados.

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Franklin Riera
Lic. en Teología Pastoral y Estudios Transculturales, Maestría en Estudios Bíblicos y Teología. Pastor de la Iglesia del Pacto Evangélico del Ecuador por casi 20 años..

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