La familia extendida

Franklin Riera

Updated on:

La familia extendida

La familia extendida

5
(2)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Prédica de Hoy: La familia extendida (Mi comunidad de fe)

Predicas Cristianas Texto Base: Hechos 2:42-47

Introducción:

En Hechos 2:42-47, encontramos una vívida descripción de cómo vivían los primeros cristianos tras la ascensión de Jesús y el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés. Este pasaje nos muestra una comunidad profundamente unida y dedicada, marcada por una serie de prácticas fundamentales que fortalecían su fe y su vida juntos.

Los versículos nos dicen que “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:42). Esta perseverancia no solo significaba una devoción constante a la enseñanza y la adoración, sino también un compromiso firme con la vida comunitaria. Los primeros cristianos se reunían regularmente, no solo para aprender y orar juntos, sino también para compartir sus vidas de manera tangible.

Además, estos primeros creyentes “vendían sus propiedades y sus bienes, y los repartían a todos según la necesidad de cada uno” (Hechos 2:45). Este acto radical de generosidad y compartición reflejaba un profundo sentido de solidaridad y cuidado mutuo. Nadie en la comunidad se quedaba con lo necesario para vivir, y todos contribuían a asegurar que las necesidades de cada uno fueran cubiertas.

Diariamente, “perseveraban unánimes en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (Hechos 2:46). Esto indica que su vida juntos no era solo una experiencia de adoración formal, sino una convivencia cotidiana marcada por la alegría y la sencillez. Su vida en común trascendía (se hacían sentir) los encuentros de adoración y se integraba en sus rutinas diarias, creando una comunidad vibrante y acogedora.

Como resultado de esta vida comunitaria profunda y dinámica, “tenían favor con todo el pueblo” y “el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:47). La autenticidad y el amor visibles en la vida de esta comunidad no solo los beneficiaban internamente, sino que también atraían a otros a la fe.

Al mirar este ejemplo de la iglesia primitiva, nos damos cuenta de que su modelo de vida comunitaria ofrece principios valiosos para la iglesia moderna. En un mundo donde muchas familias y personas enfrentan la soledad, el estrés y la desconexión, la iglesia puede actuar como una familia extendida, ofreciendo apoyo, amor y un sentido de pertenencia.

La iglesia tiene el potencial de ser más que un lugar de culto; puede ser una familia extendida que apoya, edifica y nutre a cada uno de sus miembros, reflejando así el amor y la comunión que caracterizaron a la iglesia primitiva.

I. LA IGLESIA COMO COMUNIDAD DE APOYO Y AMOR (HECHOS 2:42)

Cuando leemos Hechos 2:42, nos encontramos con una imagen poderosa de la comunidad cristiana primitiva. Este versículo nos dice que los primeros creyentes “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones“. No eran simplemente un grupo que se reunía ocasionalmente, sino una comunidad profundamente conectada y comprometida.

Pensemos por un momento en lo que significa “perseverar” en estos cuatro pilares: enseñanza, comunión, compartir las comidas y oración.

Enseñanza: Imaginémonos a nosotros mismos sentados, escuchando las enseñanzas de los apóstoles. Era un momento de aprendizaje profundo y continuo. Hoy, esto se traduce en nuestra dedicación a estudiar la Palabra de Dios y aprender juntos. ¿Cómo estamos buscando activamente entender y aplicar las enseñanzas de la Biblia en nuestras vidas diarias? ¿Estamos aprovechando las oportunidades para profundizar en nuestra fe a través de estudios bíblicos y sermones?

Comunión: La comunión va más allá de simplemente estar en el mismo lugar; se trata de compartir nuestras vidas. Los primeros cristianos no solo se conocían; se preocupaban unos por otros. ¿Cómo podemos construir relaciones más profundas y significativas dentro de nuestra iglesia? ¿Cómo podemos ser más intencionales al conocer y apoyar a nuestros hermanos y hermanas en Cristo?

Compartir las Comidas: El “partimiento del pan” no era solo un acto ritual; era una expresión de comunidad y hospitalidad. Cada comida compartida era un momento para fortalecer los lazos y celebrar la vida juntos. ¿Con qué frecuencia abrimos nuestras casas y corazones para compartir una comida con otros? ¿Cómo podemos utilizar nuestras mesas para crear espacios de conexión y apoyo?

Oración: La oración era el corazón de su vida comunitaria. No era una actividad solitaria, sino un acto compartido que unía a todos en su fe y sus necesidades. ¿Estamos haciendo de la oración una prioridad en nuestras vidas personales y comunitarias? ¿Cómo podemos orar más fervientemente unos por otros y por nuestras familias?

Ahora, llevemos esto a nuestra realidad actual. Nuestra iglesia puede ser ese mismo tipo de comunidad de apoyo y amor. Imagínate entrando a nuestra iglesia y sintiendo de inmediato que estás en casa, rodeado de personas que realmente se preocupan por ti.

Grupos de Estudio Bíblico, Reuniones de Oración en Hogares, Cenas Comunitarias, Impacto en la Familia, mujeres, niños, jóvenes y adultos, ancianos.

Al perseverar en estos pilares (enseñanza, comunión, compartir comidas y oración) no solo recreamos la rica vida comunitaria de los primeros cristianos, sino que también construimos una iglesia que realmente actúa como una familia extendida. Una familia donde cada miembro es amado, apoyado y valorado, y donde juntos, crecemos en nuestra fe y en nuestro amor mutuo.

II. COMPARTIR RECURSOS Y CUIDAR LAS NECESIDADES DE LOS DEMÁS (HECHOS 2:44-45)

En Hechos 2:44-45, se nos presenta una imagen inspiradora y desafiante de la comunidad cristiana primitiva: “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y los repartían a todos según la necesidad de cada uno“. Esto no era un gesto simbólico o esporádico, sino una práctica diaria que transformaba la vida de la comunidad. Imaginemos por un momento vivir en una comunidad donde cada necesidad se cubre con la generosidad colectiva.

Estos versículos nos muestran un tipo de generosidad radical que puede parecer desafiante en nuestra cultura moderna, pero es profundamente transformador.

Unidad en la Generosidad: Los primeros cristianos “tenían en común todas las cosas“. No se trataba de perder su identidad o propiedades, sino de unirse en propósito y acción, viendo sus posesiones, negocios y talentos como recursos para el bien común. ¿Podemos imaginar ver nuestras propias posesiones no solo como “mías” sino como recursos que Dios nos ha confiado para bendecir a otros? ¿Cómo cambiaría eso nuestra perspectiva?

Acciones Concretas de Generosidad: Vender propiedades y bienes para satisfacer las necesidades de otros es una acción poderosa y concreta. Esto no era un acto de caridad superficial; era una respuesta profunda a las necesidades dentro de su comunidad. ¿Cómo estamos dispuestos a actuar cuando vemos una necesidad en nuestra iglesia o comunidad? ¿Estamos dispuestos a hacer sacrificios reales para ayudar a otros?

Llevando este principio a nuestra iglesia hoy, necesitamos considerar cómo podemos emular esta generosidad radical en nuestras propias vidas y en nuestra comunidad de fe.

Bancos de Alimentos (canasta de amor): Crear y apoyar un banco de alimentos es una forma directa de asegurarnos de que nadie en nuestra comunidad pase hambre. Imaginemos la diferencia que podemos hacer al llenar esas estanterías con alimentos básicos para los necesitados. ¿Cómo podemos contribuir? Quizás no solo con alimentos, sino también con nuestro tiempo, ayudando a organizar y distribuir estos recursos.

Fondos de Ayuda para Emergencias: Tener un fondo disponible para emergencias puede salvar a una familia en crisis. Pensemos en lo poderoso que es saber que, en un momento de dificultad, nuestra iglesia está lista para ayudar. ¿Estoy dispuesto a donar regularmente a este fondo? ¿Cómo puedo ser parte de este sistema de apoyo?

Apoyo Mutuo: El apoyo mutuo puede tomar muchas formas: desde brindar transporte a alguien que lo necesita hasta ofrecer ayuda con las tareas diarias o cuidado infantil. Cada pequeño acto de generosidad contribuye al bienestar de la comunidad. ¿Hay alguien en nuestra iglesia o vecindario que podría beneficiarse de mi tiempo o habilidades? ¿Cómo puedo ofrecerme para ayudar?

Fortaleciendo la Unidad Familiar: Participar en estas iniciativas como familia nos une en un propósito común. Compartir la experiencia de ayudar a otros fortalece nuestros lazos y nos da un sentido compartido de misión y propósito.

Pensemos en cómo podemos hacer de la generosidad y el servicio una parte regular de la vida familiar. Quizás designar un “día de servicio” al mes donde toda la familia se involucre en alguna actividad comunitaria.

Entonces, compartir recursos y cuidar de las necesidades de los demás no es solo un acto de caridad; es una forma de vivir que transforma a nuestra iglesia en una verdadera familia extendida. Al practicar la generosidad radical y el apoyo mutuo, no solo fortalecemos nuestra comunidad, sino que también modelamos el amor y el servicio que Jesús nos enseñó. Juntos, podemos hacer una diferencia significativa en las vidas de aquellos a nuestro alrededor, mostrando el amor de Dios de manera tangible y poderosa.

III. LA UNIDAD EN LA DIVERSIDAD Y LA EDIFICACIÓN MUTUA (HECHOS 2:46-47)

En Hechos 2:46-47, leemos una descripción vibrante de la vida diaria de los primeros cristianos: “Perseveraban unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo“. Este pasaje nos muestra cómo, a pesar de sus diversas procedencias y habilidades, ellos vivían en una profunda unidad, celebrando juntos sus diferencias y construyendo una comunidad fuerte y amorosa.

Este pasaje resalta dos aspectos clave: la unidad en la diversidad y la edificación mutua.

  • Unidad en la Diversidad: Los primeros cristianos se reunían “unánimes cada día en el templo”. Esto no significa que todos fueran iguales, sino que, a pesar de sus diferencias, compartían un mismo propósito y estaban unidos en su adoración a Dios.

Piensa en nuestra iglesia hoy, somos una comunidad diversa, con personas de diferentes edades, trasfondos y habilidades. Sin embargo, todos estamos aquí con un propósito común: adorar a Dios y servir a los demás.

  • Edificación Mutua: Partían el pan “en las casas”, comiendo juntos “con alegría y sencillez de corazón”. Estos actos de comunión no solo satisfacían sus necesidades físicas, sino que también fortalecían sus vínculos y edificaban su comunidad.

Reflexionemos sobre cómo, en nuestras reuniones y actividades, cada uno de nosotros puede contribuir a la edificación de la comunidad. No se trata solo de lo que recibimos, sino también de lo que aportamos.¿Cómo podemos aplicar estos principios a nuestra iglesia hoy? La clave está en celebrar la diversidad y fomentar la participación de todos.

Cada uno de nosotros tiene dones y talentos únicos que Dios nos ha dado. La iglesia debe ser un lugar donde estos dones se reconozcan y se utilicen para el bien común. ¿Eres bueno en la enseñanza, el servicio, la música, la hospitalidad? Hay un lugar para ti. Imagina una iglesia donde cada persona se siente valorada por lo que puede aportar y animada a usar sus habilidades para servir a otros.

Necesitamos estructuras y oportunidades que permitan a todos los miembros participar de acuerdo a sus habilidades y pasiones. Esto podría incluir ministerios específicos, grupos de trabajo, eventos comunitarios, y más. ¿Cómo puedo involucrarme más en la vida de la iglesia? ¿Qué habilidades o pasiones tengo que podrían beneficiar a nuestra comunidad?

La unidad en la diversidad no solo fortalece nuestra comunidad de fe, sino que también proporciona un ejemplo poderoso para nuestras familias, ya que cada miembro de la familia, desde los más jóvenes hasta los mayores, tiene algo valioso que ofrecer. Cuando todos participan, se sienten parte integral de la comunidad y desarrollan un sentido de propósito y pertenencia. ¿Cómo podemos animar a nuestros hijos, cónyuges o padres a usar sus dones en la iglesia? Tal vez tu hijo tiene un don para la música y podría unirse al equipo de alabanza, o tu padre podría ser un mentor valioso en un grupo de estudio bíblico.

Al celebrar y utilizar la diversidad de dones, nuestra comunidad se fortalece y crece. Una iglesia que abraza y celebra la diversidad de sus miembros se convierte en un lugar de acogida y apoyo, donde todos se sienten valorados.

Por lo que diríamos que al vivir la unidad en la diversidad y comprometernos con la edificación mutua, no solo seguimos el ejemplo de los primeros cristianos, sino que también construimos una iglesia vibrante y acogedora. Cada uno de nosotros tiene un papel vital que desempeñar. Al usar nuestros dones y talentos para el bien común, no solo fortalecemos nuestra comunidad de fe, sino que también proporcionamos un modelo poderoso para nuestras familias y para aquellos que nos observan. Juntos, podemos ser una comunidad unida en nuestra diversidad, reflejando el amor y la gracia de Dios en todo lo que hacemos.

Conclusión:

Hoy hemos explorado cómo la iglesia puede actuar como una familia extendida, siguiendo el ejemplo de la comunidad cristiana primitiva descrita en Hechos 2:42-47.

1. La Iglesia como Comunidad de Apoyo y Amor: Los primeros cristianos perseveraban en la enseñanza, la comunión, el compartir las comidas y la oración. Esto nos desafía a ser una iglesia donde cada persona se sienta acogida y valorada, encontrando apoyo emocional y espiritual en una comunidad vibrante y amorosa.

2. Compartir Recursos y Cuidar las Necesidades de los Demás: La generosidad radical de los primeros cristianos, que vendían sus bienes para ayudar a los necesitados, nos inspira a crear una cultura de generosidad en nuestra iglesia. Ya sea a través de bancos de alimentos, fondos de ayuda para emergencias o simplemente cuidando unos de otros, podemos hacer una diferencia significativa en la vida de nuestra comunidad.

3. La Unidad en la Diversidad y la Edificación Mutua: La diversidad de dones y talentos en nuestra iglesia es una fortaleza. Como los primeros cristianos, podemos celebrar esta diversidad y fomentar un ambiente donde todos puedan contribuir y crecer. Cada miembro de nuestra comunidad, independientemente de su edad o habilidades, tiene algo valioso que ofrecer.

Al aplicar estos principios en nuestra vida comunitaria, no solo seguimos el ejemplo de la iglesia primitiva, sino que también construimos una iglesia donde las familias se sienten apoyadas y donde cada persona encuentra un lugar de pertenencia y propósito.

© Franklin Riera. Todos los derechos reservados.

Central de Sermones … Predicas Cristianas

¿Qué tan útil fue esta publicación?

¡Haz clic en una estrella para calificarla!

Franklin Riera
Autor

Franklin Riera

Lic. en Teología Pastoral y Estudios Transculturales, Maestría en Estudios Bíblicos y Teología. Pastor de la Iglesia del Pacto Evangélico del Ecuador por casi 20 años..

Deja un comentario