El mandamiento más difícil

Julio Ruiz

Updated on:

El mandamiento más difícil

El mandamiento más difícil

5
(7)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Prédica de Hoy: El mandamiento más difícil

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Lucas 6:27-36

Serie: Certidumbres en Tiempos de Incertidumbres – Libro de Lucas

INTRODUCCIÓN

C.S. Lewis escribió: “El perdón es una idea hermosa hasta que tú tienes que perdonar a alguien” (Mero Cristianismo). Esto es especialmente cierto. ¿A quién se le pudo ocurrir que amaramos a nuestros enemigos, y que le hiciéramos bien a quien nos haga mal? ¿Por qué es tan difícil cumplir este mandamiento? La idea de amar a nuestros enemigos puede parecer imposible, especialmente si la herida es profunda.

Nuestra naturaleza humana tiende a responder al odio con odio, pero Jesús nos enseña que amar a nuestros enemigos es posible desde el punto de vista cristiano, donde impera el perdón, el amor y la comprensión. Jesucristo es el mejor modelo para imitar, ya que desde la cruz pidió perdonar a aquellos que lo crucificaban (Lucas 23:34).

Para cumplir este mandamiento, debemos superar nuestros sentimientos de odio y resentimiento, y buscar la guía y el amor de Jesucristo. La Biblia nos recuerda que nada es imposible para Dios, por lo que podemos perdonar y amar con su ayuda. Estudiemos este mandamiento según la visión de Jesucristo, y no según el prejuicio humano. Respondamos a las presentes preguntas que surgen de este texto.

I. QUÉ ES LO MÁS DIFÍCIL DE ESTE MANDAMIENTO

a. Que Jesús nos mande a amar a amar a nuestros enemigos (vers. 27)

Este pudo ser el mayor desafío que estaban escuchando los discípulos, porque ellos sabían de cómo los romanos los maltrataban. Y es que esto es muy difícil para aquellos que han sufrido daño o abuso en el pasado o presente. Es posible que alguien tenga dificultades para amar a quien les ha causado dolor o trauma, y puede ser aún más difícil para aquellos que están siendo perseguidos por su fe.

En este mismo momento sabemos de muchos creyentes que están siendo torturados por predicar a Cristo, y en un sentido, estas palabras van en esa dirección, y en la bienaventuranza (vers. 22). Sin embargo, es importante entender que amar a nuestros enemigos no significa que tengamos simpatía por ellos. El amor que se nos pide es un amor que se basa en la obediencia a Dios y en la compasión hacia los demás, más que en los sentimientos personales.

En este sentido, amar a nuestros enemigos significa actuar con bondad y compasión hacia ellos, incluso si no sentimos afecto o afición hacia ellos. No se trata de trivializar o minimizar el dolor que se ha sufrido, sino de reconocer que todos somos seres humanos dignos de amor y respeto, independientemente de nuestras acciones o creencias.

b. Que Jesús nos mande a amar a nuestros enemigos (vers. 27)

Es un desafío significativo, especialmente para aquellos que han sufrido daño o abuso en el pasado o presente. Es comprensible que alguien tenga dificultades para amar a quien les ha causado dolor o trauma, y puede ser aún más difícil para aquellos que están siendo perseguidos por su fe. Sin embargo, es importante entender que amar a nuestros enemigos no significa simpatizar con ellos, sino actuar con bondad y compasión hacia ellos, incluso si no sentimos afecto o afición hacia ellos.

El amor que se nos pide es un amor basado en la obediencia a Dios y en la compasión hacia los demás, más que en los sentimientos personales. No se trata de trivializar o minimizar el dolor que se ha sufrido, sino de reconocer que todos somos seres humanos dignos de amor y respeto, independientemente de nuestras acciones o creencias. En este sentido, amar a nuestros enemigos significa tratarlos con dignidad y respeto, y buscar su bienestar, incluso si no podemos sentir afecto hacia ellos. Jesús nos dejó este mandamiento, porque a Él tocó enfrentar y amar a quienes le hicieron tanto mal.

II. POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL ESTE MANDAMIENTO

a. Porque se nos manda a hacer el bien a quien ha hecho mal (vers. 27b).

La tendencia común en nuestra sociedad, incluso en la sociedad religiosa, es amar a nuestros amigos y odiar a nuestros enemigos. Odiamos lo que hacen, lo que representan y sus ideas, lo que a menudo se convierte en odio hacia las personas mismas. Sin embargo, este odio tiene consecuencias negativas en nuestra salud emocional y espiritual.

Cuando mantenemos ira y odio en nuestros corazones, aumenta la presión arterial, la ansiedad y el estrés, lo que nos lleva a tomar malas decisiones y nos desconecta de Dios y del amor. En cambio, el mandato es hacer el bien en lugar del mal, y no buscar venganza. El mensaje es claro: no os venguéis, sino haced el bien a quienes os han hecho mal.

b. Porque se nos pide bendecir a nuestro enemigo (vers. 28a).

No solo nuestras acciones deben ser positivas hacia nuestros enemigos, sino también nuestras palabras. Sin embargo, esto puede ser especialmente difícil cuando alguien nos maldice o nos trata mal. Nuestra tendencia natural es responder con la misma furia e intensidad, pero Jesús nos enseña a responder de manera diferente.

La venganza puede parecer dulce, pero es una mentira. Y también es mentira pensar que las palabras no pueden lastimarnos. Los huesos rotos por palos y piedras pueden curarse, pero las palabras hirientes pueden dejar marcas profundas y duraderas en nuestra alma. En este sentido, Jesús es nuestro modelo para seguir, como se nos recuerda en 1 Pedro 2:23, donde se nos muestra cómo respondió a los insultos y sufrimientos sin devolver mal por mal.

c. Porque se nos pide orar por quienes nos maltratan (vers. 28b).

Esto es lo que más debemos hacer: orar a Dios para que cambien de vida y se arrepientan, y para que se conviertan en discípulos de Jesús. Sin embargo, esto puede ser muy difícil cuando nos sentimos amargados y enojados con esa persona. Ni siquiera queremos pensar en ella, y mucho menos nombrarla ante Dios.

Pero llevar la situación ante Dios, mostrarle lo que nos está sucediendo y, finalmente, orar por esa persona es un proceso de profunda sanación psicológica y emocional. Al orar, podemos empezar a dejar el dolor y la amargura en las manos de Dios. La oración nos libera y nos permite perdonar a aquellos que nos han lastimado. Al orar por ellos, podemos empezar a verlos de manera diferente y a entender que también son seres humanos que necesitan la gracia y el amor de Dios. La oración nos pone en libertad y nos permite dejar ir el resentimiento y la amargura.

d. Porque se nos pide poner la otra mejilla (vers. 29).

En este mandamiento, Jesús parece aumentar las exigencias a sus discípulos frente a los enemigos. En lugar de responder con violencia o venganza, como decía la ley del “ojo por ojo, diente por diente, pie por pie” (Éxodo 21:24). Jesús nos pide que pongamos la otra mejilla a quien nos golpea o nos insulta. Esto no se trata de una pelea física, sino de una respuesta a los insultos y ofensas.

Como se menciona en Lucas 6:22, Jesús advirtió que seríamos insultados por causa del Hijo del Hombre. En esos momentos, no debemos tomar represalias ni responder de la misma manera. Debemos estar dispuestos a sufrir insultos y humillaciones por Cristo, sin dejar que nuestro orgullo y necesidad de venganza nos dominen. “Poner la otra mejilla” es un acto de humildad, amor y perdón, donde se muestra compasión a quienes nos han ofendido, y se deja a un lado la necesidad de responder con agresividad. Esto requiere una gran dosis de amor y compasión, pero es el camino que Jesús nos pide que sigamos.

III. CÓMO ACTUAR ANTE ESTE DIFÍCIL MANDAMIENTO

a. Dar sin reclamar a quien nos pida (vers. 30).

Jesús sabía que una de las cosas más difíciles para el ser humano es dar. Nacemos con una tendencia natural al egoísmo, y nos encanta recibir más que dar. Sin embargo, Jesús nos pide que demos sin reclamar a quien nos pida. Esto es especialmente difícil cuando se trata de amar a nuestros enemigos. La historia de Francisco, un hombre rico que se convirtió al cristianismo y dedicó su vida a servir a los pobres, es un ejemplo inspirador.

Un día, un pobre le pidió ropa, y Francisco le dio su propio manto. Luego, el pobre le pidió su capa, y Francisco se la dio también. Finalmente, el pobre le pidió sus sandalias, y Francisco se las dio sin dudarlo. En lugar de sentirse enojado, Francisco se sintió feliz por poder bendecir a otro. Este es el tipo de generosidad y amor que Jesús nos pide que mostremos a los demás, incluso a aquellos que nos piden sin dar nada a cambio. Al dar sin reclamar, reflejamos la generosidad de Dios.

b. Como nos hagan los hombres, debemos hacerlo con ellos (vers. 31).

Esta es la conocida “Regla de Oro”. Aunque nuestros enemigos no nos traten de la misma manera, este principio nos enseña a tratar a los demás con la misma dignidad y respeto que deseamos para nosotros mismos. Al hacerlo, demostramos que valoramos su humanidad y estamos dispuestos a tratarlos con compasión y amor. La declaración de Jesús “y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos” nos enseña a ser respetuosos, compasivos, honestos, transparentes y empáticos en nuestras interacciones con los demás.

Al seguir este principio, podemos crear un mundo más amable, compasivo y justo para todos. Nuestra manera de responder a cada persona determinará la relación que establecemos con ellos y la cara que finalmente veremos. En última instancia, este principio nos invita a reflexionar sobre cómo queremos ser tratados y a actuar de acuerdo con eso, para crear un mundo más armonioso y lleno de amor.

III. QUÉ APLICACIÓN LE DA JESÚS A ESTE MANDAMIENTO

a. No hay mérito en amar y hacer lo mismo (verss. 32-34).

Si solo amas a quienes te aman, no has hecho nada especial. Todo el mundo ama a quienes lo aman. De la misma manera, si solo haces el bien a quienes te hacen el bien, no has hecho nada notable, porque eso es algo que todo el mundo hace. Y si prestas dinero esperando que te sea reembolsado, no has hecho nada extraordinario, porque incluso los bancos esperan ser reembolsados.

Pensamos que estamos haciendo algo grande cuando amamos a quienes nos aman, hacemos el bien a quienes nos hacen el bien y prestamos a quienes creemos que pueden devolvernos el favor. Sin embargo, Jesús dice que no hemos hecho nada digno de mérito, porque eso es lo que todo el mundo hace. Si no amamos a nuestros enemigos, entonces estamos actuando como el mundo y no estamos reflejando el carácter de Dios.

Es fácil olvidar que mientras éramos enemigos de Dios, Él nos amó y envió a su Hijo a morir por nosotros (Romanos 5:6-11). El verdadero mérito vendrá cuando amemos a nuestros enemigos, porque eso requiere un amor y una compasión que va más allá de lo que el mundo considera normal.

V. CUÁLES SON LOS BENEFICIOS DE ESTE MANDAMIENTO

a. Las palabras “Así tendréis una gran recompensa y seréis hijos del Altísimo” (vers. 35)

Indican que cuando mostramos misericordia y bondad hacia los demás, especialmente hacia aquellos que no la merecen, estamos demostrando que somos hijos de Dios. La frase “porque él es bueno con los ingratos y los malos” se refiere a la naturaleza de Dios, que es buena y misericordiosa hacia todos, sin importar si lo merecen o no. Dios no solo es bueno con los que lo aman y lo obedecen, sino que también es bueno con los que lo rechazan y lo desobedecen. En este sentido, el Señor está diciendo que cuando mostramos bondad y misericordia hacia los demás, estamos imitando la naturaleza de Dios y demostrando que somos sus hijos.

La “gran recompensa” que se menciona no se refiere necesariamente a una recompensa material o terrenal, sino a la recompensa espiritual de ser considerados hijos de Dios y de recibir su aprobación y bendición. Esto implica una relación más profunda y significativa con Dios, y una identidad como hijos suyos que trasciende las circunstancias terrenales (vers. 36).

CONCLUSIÓN:

Corrie ten Boom, una superviviente de un campo de concentración nazi, se encontró con un ex guardia que había abusado de ella y matado a su hermana. Aunque se sintió incapaz de perdonar, oró pidiendo perdón por su incapacidad de perdonar y, bajo la guía del Espíritu Santo, extendió su mano y dijo “Estás perdonado”. En ese momento, ambos se sintieron libres. Corrie dijo que perdonar no cambia el pasado, pero sí el futuro propio.

El perdón es un principio fundamental del Evangelio y la forma en que el cristianismo conquista a sus enemigos. Puede llevar tiempo, incluso toda una vida, llegar al punto de amar a nuestro enemigo. Hay emociones que resolver y dolor que afrontar.

Dios no espera que cambiemos de repente, pero si damos pasos hacia el amor y el perdón, eso es suficiente. Reconocer la necesidad de comenzar el viaje hacia el perdón y el amor es el primer paso. En conclusión, amar a nuestros enemigos es un mandamiento difícil de Jesús, pero el esfuerzo por cumplirlo es lo que importa.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA.

Central de Sermones | Predicas Cristianas

¿Qué tan útil fue esta publicación?

¡Haz clic en una estrella para calificarla!

Julio Ruiz
Autor

Julio Ruiz

Pastor en Virginia en los Estados Unidos, con 42 años de experiencia de los cuales 22 los dedicó en Venezuela, su país de origen. Otros 9 años los dedicó a pastorear en Vancouver, Canadá y los últimos 9 años en Columbia Baptist Church en su ministerio hispano, donde estuvo hasta agosto del (2015). A partir de octubre del mismo año (2015) comenzó una nueva obra que llegó a constituirse en iglesia el 22 de mayo de 2016 bajo el nombre de Iglesia Bautista Ambiente de Gracia en la ciudad de Burke, Virginia. El pastor Julio es Licenciado en Teología y ha estudiado algunas cursos para su maestría en Canadá. Además de haber sido presidente de la convención bautista venezolana en tres ocasiones, también fue profesor del seminario teológico bautista. El pastor Julio por espacio de unos 18 años publica sus sermones y artículos por estos medios. Es casado con Carmen Almera Ruiz y tiene tres hijas y una nieta: Laura, Oly, Sara e Isabella. Si usted quiere comunicarse con el pastor Julio, llámelo al (571) 251-6590.

Deja un comentario