El Camino Fácil

Luis Alberto Coria

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El Camino Fácil | Predicas Cristianas

Tema: ¿Por Qué El Camino Fácil No Es Para Ti? Aprende a Crecer en Cristo

Introducción

Si usted busca el camino fácil, en el cristianismo no lo va a encontrar. Tampoco le pida al Señor que le aumente la fe si busca el camino fácil de la vida.

Leamos la Palabra de Dios:

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13).

Usted no puede pretender seguir solamente al Señor en medio de delicados pastos y aguas de reposo; para seguir al Señor también es necesario que pase por el valle de sombras de muerte.

El mayor desafío de la vida y el mayor despliegue del poder de la fe lo encontramos en el hecho de que el hombre viva en una relación adecuada con Dios y con el prójimo, conforme a la dimensión que el Señor desea.

I. El Desafío de Seguir a Cristo

El cristianismo no es para los espectadores. La fe y la convicción del poder de Dios no son para cristianos tibios que observan la obra de Dios desde una banca o una tribuna. El desafío está en medio de la tarea que el Señor nos dejó. El desafío está en involucrarse en la obra de Dios y ser partícipes de ella. No venimos a la iglesia a ver al predicador o a los hermanos; venimos para ser protagonistas y no espectadores.

De niño soñaste con ser médico, abogado o aviador. Ahora, como niño espiritual, ¿por qué no sueñas para Dios? ¿Por qué no sueñas cómo te gustaría pasar tu vida dando provecho para Dios? Cierra tus ojos y sueña con tu camino cristiano. Si creces y tu vida es de fe, te llevará a soñar para Dios. Esta no es una posibilidad, sino una obligación para poder tomar posesión de lo que Él te ha dado. En medio de esos sueños, hallarás la manera más efectiva posible para cumplir el propósito de Dios en tu vida.

En la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30), vemos a un tercer siervo que representa a muchos que se dicen cristianos fieles, personas que ocupan las bancas de muchas iglesias. Son aquellos que no desean ser molestados ni quieren compromisos con Cristo. Este siervo enterró el talento para no asumir la responsabilidad de usarlo. Solo buscaba su protección personal. Por el contrario, los dos primeros siervos amaban a su amo y querían hacer lo más posible para él. Ellos sí soñaron con Dios y planificaron para Él.

“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca” (Juan 15:16).

Sueña y déjate guiar por el Señor. Él te conducirá a tus metas y te ayudará a superar tus máximas expectativas:

“Y a aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efesios 3:20).

Si eliges el camino fácil, perderás la oportunidad de desarrollar la madurez espiritual y producir el fruto del Espíritu, el cual es esencial para una vida cristiana plena.

II. La Necesidad de la Obediencia y la Madurez Espiritual

La voluntad del hombre ha sido afectada por el pecado desde la caída de Adán. Pero cuando nos volvemos al Señor y restablecemos nuestra relación con el Padre, debemos prepararnos para ser obedientes. Cada uno debe preocuparse de educar a sus hijos en obediencia. Si esto es importante para nosotros, ¿cuánto más lo será para nuestro Padre Celestial? La enseñanza lleva tiempo y requiere disciplina. A veces, Dios emplea situaciones que no nos agradan para moldear nuestra vida.

“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5:8).

Somos cristianos cuando rendimos nuestra vida al señorío de Cristo. Nuestro desafío diario es someter nuestra voluntad a la perfecta voluntad de Dios. Debemos dejar al viejo hombre para asumir completamente la vida del hombre nuevo (Colosenses 3:10). Alcanzar la madurez espiritual implica humillarnos, rendir nuestra voluntad y dejarnos guiar por Jesucristo. Esta madurez muestra al mundo que el Espíritu Santo no solo mora dentro de nosotros, sino que también gobierna nuestras acciones.

Cuando seamos espiritualmente maduros, demostraremos que la semilla que Dios sembró en nuestro corazón ha caído en buena tierra. Alimentada con oración y regada con lágrimas de arrepentimiento sincero, esta semilla comenzará a dar frutos.

La vida cristiana cobra importancia, poder y victoria cuando nos dejamos conducir por el Espíritu Santo. En Romanos 8:5-8 vemos la contraposición entre el plan del Espíritu y el plan de la carne. Lamentablemente, quienes siguen los designios de la carne desconocen el valor de la vida y de la paz.

Para hallar la guía del Espíritu, debemos depender de Dios en todas las cosas. Es en la Palabra de Dios donde hallamos su voluntad. Al hacerla parte de nuestra vida, surgirá desde nuestro corazón el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23), el cual no puede ser imitado ni reemplazado (Mateo 7:16-20). Cada árbol lleva su propia savia según su naturaleza (Juan 15:1-5). Nosotros tenemos la naturaleza de Dios y, como consecuencia, producimos el fruto del Espíritu, evidencia de nuestra madurez espiritual (Romanos 6:21-22).

III. El Amor, El Gozo y La Paz: Frutos del Espíritu Santo

El hombre no puede mejorar o modificar su forma de amar por sí mismo. Aprende a amar a través de los modelos que observa. Los niños que crecen siendo maltratados física, moral o espiritualmente tienden a repetir ese patrón. Sin embargo, solo el Señor puede modificar estas conductas. Como hijos de Dios, debemos cumplir los mandamientos bíblicos:

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu fuerza, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10:27).

Dios nos mostró el amor supremo al entregar a su Hijo en sacrificio por nuestros pecados. Al convertirnos, no cambiamos inmediatamente nuestra forma de amar. La única forma de salir del amor egocéntrico es conocer íntimamente a Cristo. Este conocimiento trae crecimiento y madurez espiritual. Mientras más amamos a Dios, más amaremos sus cosas. Así como los dos primeros siervos de la parábola, amaremos la rectitud y la santidad:

“Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).

El hombre también busca equivocadamente el gozo. El mundo lo busca en el alcohol, la droga y el sexo desenfrenado. La felicidad que ofrece el mundo es efímera, como una droga que necesita dosis constantes. Por el contrario, el gozo verdadero proviene de entender que Cristo perdonó nuestros pecados y que hemos restablecido nuestra relación con el Padre Celestial.

“Regocijaos en el Señor siempre” (Filipenses 4:4).

Cuando cruzamos las luchas y obtenemos la victoria, nos sobreviene la paz. Esta paz no es como la del mundo, donde el más fuerte impone condiciones al más débil. Dios, en su amor, busca al hombre en su debilidad y le ofrece paz, incluso cuando este se rebela contra su autoridad. La paz de Dios es posible gracias al sacrificio de Cristo en la cruz:

“Y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20).

Como hijos de Dios, debemos derramar nuestra vida al servicio del prójimo. No debemos esperar una vida sin problemas, pero sí podemos tener la paz de Cristo en medio de las dificultades:

“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

Tendremos esta paz cuando concentremos nuestra atención en Cristo y no en los problemas:

“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).

Conclusión

Debemos afinar nuestros oídos para escuchar la voz de Dios y cumplir su voluntad. Sin embargo, debemos tener cuidado, porque es posible hablar de Dios y usar argumentos bíblicos, pero estar haciendo cosas en oposición a Él. Si queremos tener fe y aumentar nuestra fe, debemos madurar en Cristo.

La clave está en aprender a escuchar a Dios y cumplir su voluntad. Así, caminaremos por el camino estrecho que lleva a la vida y daremos frutos que glorifiquen a nuestro Padre Celestial.

© Luis Alberto Coria. Todos los derechos reservados.

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Luis Alberto Coria
Autor

Luis Alberto Coria

Pastor jubilado de la iglesia Nueva Jerusalén en provincia de Córdoba República Argentina.

2 comentarios en «El Camino Fácil»

  1. Aleluya aleluya aleluya aleluya que poderosa predica pastor Coria que fuego del Espíritu Santo tan poderoso tiene esta predica como todas las que sube, no cabe duda que usted es un escogido de Dios, sus mensajes transforman las personas, es un verdadero hombre de Dios

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  2. Aleluya que tema tan poderoso pastor Coria que unción tan Divina tienen sus temas el hermano Manuel me habló de usted y la verdad que usted es un ungido de Dios sus temas son de fuego que gozo saber que hay hombres como usted

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