Impactante Estudio Bíblico: La Falsa Cuaresma y Sus Raíces Paganas Reveladas | Estudios Bíblicos
Estudios Bíblicos – Lectura Principal: “Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.” Marcos 7:7-8
Introducción
Cuando era niño, crecí escuchando que no se podía comer carne los viernes, que había que ponerse ceniza en la frente y que todo esto tenía que ver con prepararse para la Semana Santa. En mi familia, como en muchas familias católicas, estas prácticas eran vistas como parte esencial de la fe. Nunca me detuve a cuestionarlas… hasta que abrí la Biblia y me di cuenta de algo impactante: Dios nunca ordenó la Cuaresma. Ni una sola vez.
Por generaciones, muchos han asumido que la Cuaresma es parte del cristianismo genuino, como si fuera un mandato divino o una tradición establecida por los apóstoles. Pero quiero hacer una pregunta incómoda: ¿dónde dice la Biblia que nosotros debemos observar la Cuaresma?
Si abrimos la Escritura desde Génesis hasta Apocalipsis, no encontramos un solo versículo que mencione la Cuaresma, el Miércoles de Ceniza, ni la prohibición de comer carne los viernes. Y esto ya debería hacernos reflexionar profundamente… Si Dios nunca lo ordenó, ¿cómo terminó siendo una tradición religiosa tan fuerte?
La Palabra de Dios nos advierte claramente sobre el peligro de añadir tradiciones humanas a la fe. En Deuteronomio 12:32 dice:
“Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás.”
Nuestra fe debe estar fundamentada en lo que Dios reveló en Su Palabra, no en prácticas creadas por hombres, sin importar cuán antiguas sean.
Contexto histórico de la Cuaresma
Como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia. Según documentos históricos ampliamente reconocidos en el estudio de la Iglesia, la Cuaresma no fue practicada por los apóstoles ni por la iglesia primitiva. De hecho, ni Jesús ni los primeros creyentes la observaron jamás. Esto es consistente con lo que vemos en el libro de Hechos, cuando la iglesia recién nacida vivía su fe con gozo y sencillez, no con rituales impuestos:
Hechos 2:46-47
“Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo.”
Los primeros cristianos celebraban la resurrección de Cristo con gratitud y alegría, no con ayunos impuestos o ritos de lamento.
He leído en la propia Enciclopedia Católica que defiende las tradiciones de la Iglesia Católica, que la práctica de la Cuaresma evolucionó con el tiempo. En el Concilio de Nicea, celebrado en el año 325 d.C., se mencionó por primera vez la existencia de un ayuno preparatorio antes de la Pascua, pero ni siquiera se estableció su duración exacta. Fue en siglos posteriores cuando la iglesia romana decidió que fueran 40 días, adaptando un número simbólico basado en el ayuno de Moisés, Elías y el propio Señor, como admite la misma fuente:
“Some of the Fathers as early as the fifth century supported the institution of the forty days’ fast by appealing to the fast of Moses (Exodus 34:28), Elias (1 Kings 19:8), and especially of Christ Himself (Matthew 4:2).” Enciclopedia Católica, artículo “Lent”🔗
Traducción:
“Algunos de los Padres, ya en el siglo V, defendieron la institución del ayuno de cuarenta días apelando al ayuno de Moisés (Éxodo 34:28), Elías (1 Reyes 19:8), y especialmente al de Cristo mismo (Mateo 4:2).”
Esto nos lleva a una conclusión inevitable: la Cuaresma no es un mandato bíblico ni apostólico, es una tradición creada por hombres siglos después de Cristo. Lo que es aún más alarmante es que, al revisar las costumbres religiosas de culturas paganas antiguas —como Babilonia, Grecia y Egipto— encontramos que el ayuno de 40 días antes de festividades religiosas era una costumbre común entre los pueblos paganos. No fue una revelación divina, fue una adaptación de prácticas externas que fueron integradas en el cristianismo romano cuando la iglesia comenzó a absorber costumbres ajenas a la fe bíblica.
Pablo nos advirtió sobre esto con una claridad impresionante. En Colosenses 2:8 dice:
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.”
Aquí la advertencia es directa: no permitamos que las tradiciones humanas ocupen el lugar de la verdad revelada por Dios.
En este punto, es necesario recordar las palabras poderosas de Charles Spurgeon, conocido como el “Príncipe de los Predicadores,” un hombre que dedicó su vida a predicar la sana doctrina sin concesiones. En uno de sus sermones, Spurgeon advirtió:
“THE prophets of old were no triflers. They did not run about as idle tellers of tales, but they carried a burden. Those who at this time speak in the name of the Lord, if they are indeed sent of God, dare not sport with their ministry or play with their message. They have a burden to bear— ‘The burden of the word of the Lord’; and this burden puts it out of their power to indulge in levity of life. I am often astounded at the way in which some who profess to be the servants of God make light of their work: they jest about their sermons as if they were so many comedies or farces.” Sermón “The Burden of the Word of the Lord” – Charles Spurgeon🔗
Traducción:
“Los profetas antiguos no eran livianos. No andaban contando cuentos como ociosos, sino que cargaban con un peso. Aquellos que hoy hablan en nombre del Señor, si en verdad han sido enviados por Dios, no se atreven a jugar con su ministerio ni a tratar su mensaje como un entretenimiento. Llevan una carga—’La carga de la palabra del Señor’; y esa carga les impide entregarse a una vida ligera.”
Hoy tenemos una responsabilidad como creyentes fieles: si la Biblia no lo enseña, no tenemos derecho a llamarlo enseñanza de Dios. Si Jesús no lo practicó, no tenemos derecho a llamarlo práctica cristiana. Si los apóstoles jamás lo ordenaron, no tenemos derecho a imponerlo como mandato en la iglesia.
Por eso, con la Biblia abierta, la historia documentada y el corazón humilde delante de Dios, vamos a estudiar juntos la verdadera historia de la Cuaresma, su origen pagano, y la razón por la cual nosotros, como iglesia fiel al Señor, debemos rechazarla completamente.
I. La Cuaresma No Tiene Fundamento Bíblico
Desde el principio de la historia de la redención, Dios ha sido claro sobre cómo desea ser adorado. A lo largo de la Biblia, vemos que Él establece mandamientos específicos para Su pueblo y rechaza cualquier práctica religiosa que no haya sido ordenada por Él mismo. Cuando observamos la Cuaresma, nos enfrentamos a una realidad innegable: no aparece en ningún pasaje de la Escritura.
Si la Cuaresma fuera parte del diseño de Dios para la vida cristiana, entonces deberíamos encontrar evidencia de ello en la Biblia. Sin embargo, cuando examinamos detenidamente las Escrituras, descubrimos que la Cuaresma no solo está ausente, sino que contradice los principios fundamentales de la verdadera adoración a Dios.
Dios nunca dejó a los seres humanos la libertad de inventar tradiciones religiosas y añadirlas a Su adoración. En Deuteronomio 12:32, el Señor dejó un principio inmutable:
“Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás.”
Desde el Antiguo Testamento, Dios prohibió a Su pueblo mezclar Su adoración con prácticas ajenas. Cada vez que los israelitas incorporaron costumbres de las naciones paganas, Dios los reprendió severamente. La Cuaresma es un ejemplo claro de una práctica no instituida por Dios, sino añadida por el hombre siglos después.
Esto nos lleva a una pregunta central: Si la Cuaresma no fue establecida por Dios, ¿por quién fue establecida? Y más importante aún, ¿por qué tantas personas la practican sin cuestionarla?
a. Ni Jesús Ni Los Apóstoles Celebraron La Cuaresma
Si la Cuaresma fuera una práctica aprobada por Dios, sería lógico pensar que Jesús la habría practicado o al menos enseñado a sus discípulos sobre su importancia. Sin embargo, cuando leemos los cuatro evangelios, encontramos que Jesús jamás mencionó la Cuaresma, ni estableció un período de ayuno de 40 días antes de la Pascua.
En cambio, lo que sí encontramos es que Jesús rechazó la idea de ayunos rituales impuestos como requisito para la espiritualidad. En Mateo 6:16-18, el Señor corrigió la actitud de los fariseos, quienes convertían el ayuno en un acto de religiosidad externa:
“Cuando ayunéis, no seáis austeros como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan. De cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.”
Jesús no solo no estableció la Cuaresma, sino que enseñó que el ayuno no debe ser un ritual vacío ni una práctica pública impuesta por la tradición.
Tampoco encontramos ningún rastro de la Cuaresma en los escritos de los apóstoles. Ni Pedro, ni Pablo, ni Juan mencionaron jamás un ayuno obligatorio de 40 días antes de la Pascua. De hecho, la única vez que encontramos a Pablo hablando sobre las tradiciones humanas que se infiltran en la iglesia, lo hace en un tono de fuerte advertencia:
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.” (Colosenses 2:8)
Pablo no estaba en contra del ayuno, pero sí estaba en contra de imponer prácticas religiosas que no provienen de la Palabra de Dios. La Cuaresma es precisamente eso: una tradición humana, sin fundamento bíblico, que ha sido impuesta como si fuera una ordenanza divina.
Si la Cuaresma no fue enseñada por Jesús ni practicada por los apóstoles, esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Cómo surgió?
b. La Cuaresma y la Distorsión del Ayuno Bíblico
En la Biblia, el ayuno nunca es un acto mecánico ni ritualista. Cuando las personas ayunaban, lo hacían por tres razones principales:
- Buscar a Dios en tiempos de crisis (2 Crónicas 20:3).
- Expresar un genuino arrepentimiento (Jonás 3:5-10).
- Recibir dirección del Espíritu Santo (Hechos 13:2).
El problema con la Cuaresma es que convierte el ayuno en una práctica estacional, impuesta y mecánica. No es un ayuno dirigido por el Espíritu Santo, sino un mandato de una institución religiosa que impone un calendario fijo para todos los creyentes, sin importar la condición de su corazón.
En Isaías 58:3-4, Dios condena el ayuno que se convierte en un simple ritual externo:
“¿Por qué dicen: Ayunamos, y no hiciste caso? […] He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio placer, y oprimís a todos vuestros trabajadores. […] No ayunéis como hoy, para hacer oír en lo alto vuestra voz.”
El verdadero ayuno no se basa en un calendario litúrgico, sino en la necesidad del alma de buscar a Dios.
c. La Cuaresma y su Adopción en Denominaciones No Católicas
Hoy en día, muchas personas asocian la Cuaresma exclusivamente con la Iglesia Católica. Sin embargo, es importante entender que no solo los católicos la observan. Varias denominaciones protestantes tradicionales han adoptado la práctica de la Cuaresma, incluyendo luteranos, anglicanos, metodistas y algunas iglesias presbiterianas.
¿Cómo llegó la Cuaresma a ser aceptada fuera del catolicismo?
Durante la Reforma Protestante del siglo XVI, muchas iglesias rechazaron las doctrinas no bíblicas del catolicismo. Sin embargo, algunas tradiciones litúrgicas, como la Cuaresma, fueron retenidas en ciertas denominaciones. La razón de esto es que, aunque doctrinalmente se alejaron de Roma, mantuvieron el calendario litúrgico tradicional.
En siglos recientes, incluso algunas iglesias evangélicas han comenzado a adoptar la práctica de la Cuaresma, argumentando que es una buena oportunidad para reflexionar y acercarse a Dios. Sin embargo, esto plantea un grave problema teológico:
Si la Cuaresma no es un mandato bíblico, sino una tradición añadida siglos después, entonces ¿por qué los cristianos deberían observarla?
Jesús mismo nos da la respuesta en Mateo 15:9:
“Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.”
Si Dios no lo mandó, no tenemos derecho a hacerlo obligatorio.
Esto nos lleva a una pregunta aún más profunda: Si la Cuaresma no proviene de la Biblia, ¿de dónde viene realmente? ¿Cuál es su origen y por qué tantos la practican sin cuestionarla?
La respuesta nos llevará a explorar sus raíces paganas y su conexión con rituales de civilizaciones antiguas.
II. La Cuaresma: Una Tradición Nacida de la Contaminación del Evangelio
Una de las mayores estrategias del enemigo para corromper la verdadera adoración no es eliminar la fe, sino mezclarla con ideas ajenas al evangelio. Desde el principio, Dios advirtió a Su pueblo sobre este peligro, diciendo en Deuteronomio 12:30-31:
“Guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: ¿De qué manera servían aquellas naciones a sus dioses? Para que yo también haga lo mismo. No harás así a Jehová tu Dios.”
A lo largo de la historia, cada vez que el pueblo de Dios se contaminó con tradiciones humanas, se apartó de la verdad. La Cuaresma es un ejemplo moderno de esta misma estrategia, un intento de santificar lo que Dios nunca ordenó, y en muchos casos, directamente prohibió.
La pregunta clave es: ¿cómo fue posible que una tradición sin fundamento bíblico se infiltrara en la iglesia y se convirtiera en una práctica casi universal?
Para entenderlo, debemos examinar cómo la iglesia primitiva resistió la contaminación doctrinal, y cómo, con el tiempo, esta resistencia se debilitó hasta el punto de permitir la introducción de festividades como la Cuaresma.
a. La Iglesia Primitiva Rechazó las Tradiciones Impuestas
En los primeros años del cristianismo, los apóstoles y los primeros discípulos tuvieron que enfrentar una lucha constante contra la presión de añadir prácticas religiosas humanas. Esta lucha no solo provenía del judaísmo, que intentaba imponer la circuncisión y la observancia de la ley mosaica, sino también del mundo pagano, que presionaba a los cristianos a adoptar costumbres religiosas de Roma, Grecia y Egipto.
Pablo confrontó esta realidad con una declaración tajante en Gálatas 1:8-9:
“Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.”
Los apóstoles no solo se negaron a modificar el mensaje del evangelio, sino que advirtieron severamente que cualquier alteración sería considerada un evangelio falso y maldito.
Entonces, si los apóstoles fueron tan claros en su rechazo a las tradiciones añadidas, ¿cómo fue que prácticas como la Cuaresma se infiltraron en la iglesia?
b. El Colapso de la Pureza Doctrinal en la Era de Constantino
El cambio no ocurrió de inmediato. Durante los primeros siglos, la iglesia fue perseguida y no tenía poder político. Sin embargo, cuando el emperador Constantino legalizó el cristianismo en el siglo IV, la iglesia pasó de ser una comunidad perseguida a una institución poderosa y favorecida por el Estado.
Fue en este contexto que la iglesia comenzó a absorber costumbres ajenas a la Biblia. Uno de los principales compromisos que hizo la iglesia con la cultura romana fue la adopción de un calendario litúrgico que mezclaba festividades cristianas con prácticas paganas.
Aquí es donde aparece la Cuaresma. En un intento de hacer que la transición del paganismo al cristianismo fuera más fácil para los nuevos conversos, se adoptó la idea de un período de ayuno previo a la Pascua, inspirado en rituales babilónicos y egipcios.
Esto violó un principio fundamental de la fe bíblica: Dios nunca permite que Su adoración sea “adaptada” para atraer más personas. En lugar de convertir al mundo a Cristo, la iglesia permitió que el mundo convirtiera a la iglesia a sus costumbres.
La Palabra de Dios nos advierte de este peligro en Colosenses 2:20-23:
“Si, pues, habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.”
Aquí Pablo condena cualquier intento de imponer reglas religiosas que no provienen de Dios, sino de los hombres.
La Cuaresma es precisamente esto: una imposición humana que no tiene poder alguno para transformar el corazón.
c. La Devastación Espiritual de Mezclar la Verdad con la Tradición
La tragedia más grande de la introducción de la Cuaresma en la iglesia no es solo que no sea bíblica, sino que ha distorsionado la verdadera enseñanza del evangelio.
Cristo vino a liberarnos de los rituales externos y de los sistemas religiosos que pretendían hacernos justos por nuestras propias obras. Sin embargo, la Cuaresma promueve la falsa idea de que el sacrificio personal y el sufrimiento autoimpuesto nos acercan a Dios.
Esto contradice completamente el evangelio de la gracia. Pablo lo deja claro en Efesios 2:8-9:
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
Dios no nos llama a realizar actos de penitencia para ganar Su favor. La salvación no viene por medio del ayuno obligatorio ni de la observancia de festividades impuestas, sino por la obra completa de Cristo en la cruz.
El mayor peligro de la Cuaresma no es simplemente que sea una tradición humana, sino que enseña una falsa espiritualidad. En lugar de dirigir a las personas hacia una relación personal con Cristo, las ata a un sistema de rituales y penitencias externas.
Jesús condenó esta mentalidad en Mateo 23:27-28, cuando habló a los fariseos:
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.”
La Cuaresma es un sepulcro blanqueado: parece piadosa, pero en realidad distrae de la única cosa que realmente puede cambiar el corazón: la gracia de Dios.
Si la Cuaresma es una distorsión del evangelio y una tradición humana sin poder alguno, entonces la siguiente pregunta es: ¿Por qué tantas iglesias la han adoptado? ¿Cómo puede una mentira religiosa volverse tan poderosa que incluso cristianos sinceros la defienden sin cuestionarla?
Esto nos lleva a las estrategias de engaño que han perpetuado esta práctica dentro de la iglesia moderna.
III. ¿Por Qué la Cuaresma Sigue Siendo Defendida en la Iglesia Moderna?
Desde el principio de la historia de la humanidad, la naturaleza del hombre ha demostrado una tendencia a aferrarse a tradiciones y rituales, incluso cuando estas prácticas no tienen fundamento en la verdad divina. Esta inclinación se ve reflejada a lo largo de la Biblia, donde Dios constantemente reprende a Su pueblo por adoptar costumbres humanas y elevarlas al nivel de mandamientos divinos.
Jesús enfrentó este problema en Su tiempo. Los fariseos insistían en imponer tradiciones religiosas que Dios nunca ordenó, exigiendo que el pueblo cumpliera con rituales externos que, en su esencia, no tenían valor espiritual. El Señor los confrontó con palabras severas cuando les dijo en Marcos 7:9:
“Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.”
Este patrón ha continuado a lo largo de la historia de la iglesia. Siglo tras siglo, diversas doctrinas y prácticas ajenas a la enseñanza bíblica han sido introducidas, defendidas, e incluso impuestas sobre los creyentes como si fueran esenciales para la fe. La Cuaresma es uno de los ejemplos más evidentes de esta corrupción doctrinal.
Siendo una práctica que no fue establecida por Jesús ni por los apóstoles, la pregunta que debemos hacernos es: ¿por qué sigue siendo observada y defendida por tantas iglesias y cristianos en la actualidad?
Esta pregunta no solo es relevante, sino absolutamente crucial. Si la Cuaresma es una tradición sin base bíblica y con raíces paganas, entonces ¿cómo ha logrado mantenerse viva por más de mil años?
Para responder a esto, es necesario analizar tres factores clave que han permitido que la Cuaresma siga vigente en la iglesia moderna: la fuerza de la tradición sobre la verdad bíblica, la influencia del catolicismo en la cultura cristiana, y la falta de discernimiento espiritual en la iglesia de hoy.
a. La Fuerza de la Tradición Sobre la Verdad Bíblica
A lo largo de la historia, muchas doctrinas falsas han sido defendidas simplemente porque se han practicado por generaciones. Existe una creencia errónea entre los cristianos de que, si algo ha sido observado por siglos, entonces debe ser correcto. Pero la verdad no se mide por la antigüedad de una práctica, sino por su conformidad con la Palabra de Dios.
Un ejemplo claro de esto es lo que ocurrió con la doctrina de las indulgencias en la Iglesia Católica. Durante siglos, la iglesia enseñó que las personas podían pagar dinero para acortar su tiempo en el purgatorio o incluso para asegurar la salvación de un ser querido. (Encyclopedia Britannica: Resumen de indulgencia)
Esta enseñanza fue impuesta con tal autoridad que millones de personas la aceptaron sin cuestionarla. Fue solo en la Reforma Protestante que se expuso esta doctrina como una herejía antibíblica. Sin embargo, durante siglos, fue defendida como si fuera parte de la verdad divina.
Lo mismo ha sucedido con la Cuaresma. Desde su adopción en la iglesia post-apostólica, ha sido transmitida de generación en generación sin ser examinada a la luz de la Escritura. Muchas personas participan en ella sin siquiera preguntarse: ¿Acaso Dios nos ha ordenado observar este período de ayuno obligatorio?
Pablo nos advierte en 2 Pedro 2:1-2 sobre cómo prácticas no bíblicas pueden infiltrarse en la iglesia y engañar a muchos:
“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado.”
El problema no es solo que la Cuaresma sea una tradición humana sin base bíblica. El problema es que ha sido sostenida y promovida por siglos sin que la mayoría la cuestione a la luz de la Palabra de Dios.
Pero la Biblia nos da un principio claro:
“Examinadlo todo; retened lo bueno.” (1 Tesalonicenses 5:21)
Si aplicamos este mandamiento a la Cuaresma, queda completamente descalificada.
b. La Influencia del Catolicismo en la Cultura Cristiana Moderna
Otra razón por la que la Cuaresma sigue vigente es la enorme influencia que la Iglesia Católica ha tenido en la cultura cristiana global.
Después de la Reforma Protestante, muchas iglesias eliminaron diversas doctrinas y prácticas del catolicismo, pero algunas, como la Cuaresma, lograron permanecer en ciertos sectores del cristianismo tradicional. Iglesias luteranas, anglicanas, metodistas y algunas presbiterianas han seguido practicando la Cuaresma, a pesar de que la Biblia nunca la ordenó.
En tiempos recientes, incluso algunas iglesias evangélicas han comenzado a adoptar la observancia de la Cuaresma. A través de la influencia de medios cristianos, libros y conferencias, la idea de la Cuaresma ha sido presentada como un “tiempo especial de crecimiento espiritual”, ignorando completamente el hecho de que Cristo nunca estableció este período de ayuno como un mandato para Su iglesia.
Este es un problema grave, porque cuando una iglesia comienza a adoptar prácticas religiosas sin base bíblica, eventualmente se abre la puerta para aceptar otras doctrinas erróneas.
La Biblia nos advierte que no debemos sujetarnos nuevamente a un sistema de reglas externas que Dios nunca ordenó:
“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” (Gálatas 5:1)
Aceptar la Cuaresma es retroceder al legalismo religioso, sustituyendo la libertad del evangelio por un sistema de reglas impuestas por hombres.
c. La Falta de Discernimiento Espiritual en la Iglesia Moderna
El problema más alarmante no es solo que la Cuaresma ha sido defendida por tradición o por influencia cultural, sino que muchos cristianos la practican simplemente porque han perdido la capacidad de discernir entre la verdad y el error.
Pablo advirtió que, en los últimos tiempos, muchos dentro de la iglesia se alejarían de la verdad y preferirían seguir doctrinas erróneas que se sienten espirituales, pero que no tienen fundamento en la Palabra de Dios.
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.” (2 Timoteo 4:3-4)
Esto es exactamente lo que ha sucedido con la Cuaresma. Muchas iglesias han caído en el error de aceptar tradiciones religiosas sin examinarlas con la Escritura, lo que ha llevado a un debilitamiento del evangelio en muchos sectores del cristianismo moderno.
El creyente genuino no puede conformarse con aceptar lo que es popular. La verdad no se decide por consenso, sino por lo que Dios ha revelado en Su Palabra.
Ahora que hemos establecido por qué la Cuaresma sigue siendo defendida, la siguiente pregunta es: ¿qué debe hacer un creyente fiel ante esta práctica?
En la próxima sección, exploraremos cómo debe responder un cristiano ante la Cuaresma y qué nos manda la Biblia hacer con las tradiciones humanas que contradicen la verdad.
IV. ¿Cómo Debe Responder un Cristiano Ante la Cuaresma?
Cada creyente que ha sido lavado por la sangre de Cristo, nacido de nuevo por la obra del Espíritu Santo y alimentado con la verdad de la Palabra, tiene la responsabilidad de responder con claridad y firmeza ante cualquier práctica religiosa que pretenda añadir requisitos humanos al evangelio puro de nuestro Señor.
La Cuaresma es precisamente uno de esos casos donde una tradición humana, nacida fuera de la revelación divina, ha sido vestida con un ropaje de espiritualidad y presentada como si fuera una disciplina santa necesaria para crecer en la fe. Este engaño sutil, al igual que otros que surgieron a lo largo de la historia de la iglesia, debe ser confrontado sin miedo y sin compromiso.
Cristo, nuestro Maestro y Señor, nos dejó un modelo perfecto de cómo responder ante las tradiciones humanas que compiten con la autoridad de la Palabra de Dios. En Su confrontación con los fariseos, el Señor citó directamente al profeta Isaías, diciendo en Mateo 15:8-9:
“Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.”
Este pasaje, tomado de Isaías 29:13, revela una realidad espiritual devastadora: cuando el corazón se aferra a las tradiciones, se aleja de la verdadera adoración. Este es el peligro mortal de la Cuaresma: parece devoción, pero no es adoración verdadera.
La respuesta bíblica ante esto no puede ser indiferencia. Todo creyente fiel debe responder conforme a tres principios fundamentales: rechazar la Cuaresma como doctrina cristiana, enseñar la verdad con valentía, y vivir en la libertad gloriosa del evangelio.
a. Rechazar la Cuaresma Como Doctrina y Práctica Cristiana
La verdadera fe cristiana no es un cúmulo de tradiciones religiosas, sino una relación viva y continua con el Dios vivo, basada exclusivamente en Su Palabra revelada.
Dios no ha dejado espacio alguno para que el hombre añada requisitos espirituales que Él nunca ordenó. En Proverbios 30:5-6, el Señor nos advierte:
“Toda palabra de Dios es limpia; él es escudo a los que en él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso.”
Cuando un cristiano acepta como válida una tradición religiosa que Dios no estableció, como la Cuaresma, está añadiendo a las palabras de Dios, poniendo su alma en peligro de caer en legalismo religioso.
Pablo, al escribir a los romanos, describió con claridad la verdadera naturaleza del Reino de Dios, dejando claro que no se trata de rituales externos o restricciones alimenticias, sino de realidades espirituales profundas. En Romanos 14:17, dijo:
“Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.”
La Cuaresma, con su énfasis en no comer carne ciertos días o en observar una serie de prácticas externas, contradice directamente esta verdad. El creyente vive por fe, no por calendario litúrgico.
Rechazar la Cuaresma no es fanatismo ni intolerancia, es fidelidad al evangelio. Si Cristo no la instituyó y si la Escritura no la enseña, entonces no tiene autoridad sobre la iglesia. Pablo fue tajante al escribir en Gálatas 1:8-9:
“Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.”
La Cuaresma, al añadir cargas externas que Dios no puso, se convierte en un evangelio adulterado, y debe ser rechazada como tal.
b. Enseñar la Verdad Con Valentía y Sin Compromisos
Rechazar la Cuaresma en nuestra vida personal no es suficiente. Todo creyente es un testigo y un maestro, llamado a instruir y corregir a otros con paciencia y claridad.
Muchos cristianos sinceros participan en la Cuaresma por simple tradición cultural, sin conocer sus raíces paganas ni su ausencia de respaldo bíblico. Por esta razón, Pablo le encargó a Timoteo, y a través de él a toda la iglesia, el deber de enseñar la verdad sin temor. En 2 Timoteo 4:2, escribió:
“Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.”
Pero enseñar la verdad no es solo cuestión de información histórica o análisis doctrinal. Es un llamado a volver a la única autoridad legítima: la Escritura. Aquí es donde entra la doctrina de la sola Scriptura, recuperada por la Reforma Protestante, pero tristemente olvidada por muchos cristianos modernos.
La razón principal por la que la Cuaresma logró infiltrarse en la iglesia es porque la autoridad de la Escritura fue reemplazada por la autoridad de la tradición eclesiástica. Cuando la iglesia dejó de someter cada práctica, cada enseñanza y cada tradición al juicio de la Palabra escrita, abrió la puerta para que los mandamientos de hombres fueran aceptados como si fueran mandamientos de Dios.
Es por eso que enseñar la verdad no es solo explicar por qué la Cuaresma es falsa, es un llamado a que cada creyente regrese a la autoridad absoluta de la Palabra de Dios. En Salmo 119:160, leemos:
“La suma de tu palabra es verdad, y eterno es todo juicio de tu justicia.”
c. Vivir Bajo la Libertad Gloriosa del Evangelio
Finalmente, el creyente debe recordar que la verdadera vida cristiana no consiste en seguir reglas impuestas por hombres, sino en caminar en la libertad gloriosa que Cristo compró con Su sangre.
En Gálatas 5:1, Pablo escribe:
“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.”
La Cuaresma es un yugo ajeno al evangelio. Nos quiere atar a un calendario que Cristo no instituyó, imponiendo prácticas externas que no tienen poder para transformar el corazón.
La verdadera espiritualidad no consiste en abstenerse de carne ciertos días o en recibir ceniza sobre la frente, sino en vivir cada día en obediencia a la Palabra y en comunión con el Señor. Jesús mismo lo dijo en Juan 8:31-32:
“Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”
Un cristiano libre en Cristo no necesita rituales humanos para acercarse a Dios, porque ya ha sido reconciliado por la obra completa de Jesús.
Si entendemos esto, entonces la respuesta es clara: la Cuaresma no solo debe ser rechazada, debe ser expuesta y confrontada con la luz de la Palabra.
Sin embargo, esta postura firme nos traerá oposición, críticas y presión cultural. Por eso, la pregunta final es: ¿cómo permanecemos fieles a la verdad, sin ceder ante la presión religiosa y cultural?
Conclusión
“y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” (Juan 8:32)
Solo la Verdad nos Hará Libres
Después de recorrer esta evidencia bíblica e histórica, no puede quedar duda alguna: la Cuaresma es una práctica nacida de la tradición humana, no de la Palabra de Dios. Por lo tanto, no pertenece al culto verdadero ni a la vida espiritual del creyente nacido de nuevo.
La iglesia verdadera —la que fue comprada con sangre en la cruz— no necesita rituales prestados, porque ha recibido todo lo necesario para la vida y la piedad directamente de la boca de Dios (2 Pedro 1:3).
Desde el principio hasta el fin de las Escrituras, el Señor deja claro que la verdadera adoración siempre es conforme a Su Palabra. En Deuteronomio 4:2, Dios dijo:
“No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno.”
Y esa misma advertencia resuena al final de la Biblia, en Apocalipsis 22:18-19, como un recordatorio solemne de que Dios no negocia con Su Palabra.
La Cuaresma es un añadido; es un intento humano de suplantar la suficiente y perfecta revelación divina con fórmulas religiosas vacías. Y cada vez que el hombre hace eso, pierde la libertad gloriosa que solo la verdad puede ofrecer.
Por eso, al concluir este estudio, la voz que necesitamos escuchar no es la mía ni la tuya; es la voz del mismo Cristo, que nos dice con autoridad en Juan 8:31-32:
“Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”
La verdad no es un concepto abstracto ni una simple colección de ideas correctas. La Verdad es una Persona. En Juan 14:6, Jesús declaró:
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
Esto cambia todo. Si Él es la Verdad, entonces cualquier práctica religiosa que no viene directamente de Su boca o de Su Palabra es una mentira disfrazada de piedad. Por muy antigua que sea, por muy popular que sea, si no es verdad, es esclavitud.
Y aquí es donde cada uno de nosotros debe responder. Porque esto no es solo una discusión sobre una práctica religiosa; es una cuestión de lealtad.
- ¿A quién le vas a creer?
- ¿A la tradición de hombres, con todo su peso cultural, sentimental y religioso?
- ¿O al Cristo resucitado, que nos ha dado Su Palabra viva y suficiente?
Pablo escribió en Romanos 3:4:
“Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso.”
Ese es el espíritu con el que hoy cerramos este estudio. Que cada uno de nosotros decida, delante de Dios, a quién le va a creer y a quién le va a obedecer.
Mi oración es que, al final de este camino, podamos decir con gozo: “Señor, Tu Palabra es suficiente. Tu verdad me ha hecho libre.”
© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.