En todas partes
Pero la gloria de Dios no se limita a su trato con los seres humanos. Dios es omnipresente, lo que significa que está en todo lugar en todo momento. Dios está presente en los confines del universo en este momento, pero también está al pendiente de cada ser humano, sabe lo que cada uno está haciendo.
La omnipresencia de Dios nos ayuda a vivir en la santidad del Señor, porque si Dios nos ve en todo momento entonces debemos vivir siempre haciendo lo que a Él le agrada. Dios se goza cuando vivimos para Él y reconocemos que está en todo lugar.
La gloria del Señor la podemos ver en cada amanecer, en cómo funcionan las cosas grandes que no llegamos a comprender, el universo. Pero el Señor también nos sorprende con las cosas microscópicas, cómo Él cuida cada detalle y hace las cosas perfectas. Dios todo lo hace en su tiempo y de manera especial.
Al ser hijos de Dios podemos estar tranquilos sabiendo que todo lo que vivimos, los momentos de victoria y los momentos de lucha, lo vivimos para Dios. Él recompensará la fe, pero castigará el pecado.
Consecuencias para los hijos de Dios
Los hijos de Dios saben en su corazón que Dios es real y que Él es quien gobierna sobre sus vidas y todo lo que existe. Lo saben ahora aunque no puedan ver al Señor, pero se maravillan con sus obras.
En el día del Señor, sus hijos fieles, recibirán la recompensa preparada por el Señor para aquellos que perseveraron hasta el fin guardando la fe. En la tierra también serán objeto de bendiciones como salud, prosperidad y paz en cualquier circunstancia. La gloria de Dios manifestada es bendición para sus hijos, para los obedientes a su palabra y le buscan con amor.
Consecuencias para los pecadores
Pero cuando la gloria de Dios es manifestada a los pecadores y estos no se arrepienten de sus malos caminos, solo queda juicio divino. En el día del Señor los pecadores tendrán que reconocer que Jehová es Dios y no hay nadie como Él.
Ese reconocimiento será tardío, cuando Dios regrese para juzgar a la humanidad. En ese momento sólo quedará la condenación, pues en vida Dios brinda múltiples oportunidades a las personas para que se arrepientan y reconozcan que Dios es soberano sobre todas las cosas y merece que nos humillemos ante Él.
Pero mientras Dios nos concede la vida en esta tierra, hay esperanza de salvación. Que la gloria de Dios venga sobre nuestra vida para bendición. Que seamos obedientes a su palabra y contemplemos esa gloria y nos gocemos en Él.
Que los pecadores se arrepientan a tiempo y que vengan humillados delante de Dios antes que el juicio de Dios se manifieste y tengan que reconocer a Dios en la condenación. La gloria de Dios llenará toda la tierra, toda lengua confesará que Él es Dios y merece ser alabado.
Redactado por Mauricio Aquino para Central de Sermones.
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