Mujer princesa de Dios

Desarrollar una intimidad con el Padre más que una obligación es una necesidad cuando seamos capaces de desarrollar esa relación experimentaremos que:

• Que tú lo amas y es un placer estar en Su presencia.
• Somos transformadas de gloria en gloria a la imagen de Cristo.
• Somos ungidas y llenas del poder de Dios.
• Somos fortalecidas para resistir las fuerzas de este mundo envuelto en tinieblas.
• Somos capaces de mover el trono de Dios y tener una relación más genuina con Dios, es decir traer el cielo a la tierra.

Conclusión

A modo de conclusión si ansias en tu corazón tener una relación con Dios resultara imprescindible entrar ante su presencia con fe, saber esperar en el momento de Dios es a su tiempo no en el nuestro, Ester ayuno, se preparó, supo esperar y entro en la presencia del Rey sin importar la reacción de este.

Debemos agradecer en todo, la situación no nos puede mover, sino el que la solucionara. Conocer que es del agrado de Dios y que le desagrada y apartarnos de ello, cuando tenemos intimidad procuramos no incomodar al otro con nuestra conducta y por ultimo ser constantes, no pensemos recibir nada si antes desfallecemos en nuestra oración.

Ester fue capaz de hacer un banquete e invitar al rey y a su enemigo Amán puede que nosotras podamos tener dificultades, problemas situaciones adversas pero aun así ofrezcamos nuestra alabanza y adoración al rey como banquete de su agrado.

Por la belleza de Ester el rey la hizo su reina pero por su actitud y determinación fue que ocurrió el cambio.

La verdadera princesa de Dios es hecha en el lugar oculto de oración, su vida y sus más profundas convicciones nacen en la intimidad secreta con Dios.

Si en esta noche nos visitas por primera vez, te has sentido identificada con Ester y deseas desde lo más profundo de tu corazón ser una verdadera princesa de Dios, salir de este lugar renovada y con una nueva perspectiva de vida como una hija de Dios yo te invito a poner en pie y rendirte a los pies de tu Rey.

Dios te bendiga.

© Osmany Ramón Morales Aguila. Todos los derechos reservados.

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