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¿Por qué sufre la humanidad?

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: ¿Por qué sufre la humanidad?

Introducción

Si un Dios benévolo y omnipotente controla todo lo que ocurre en el mundo, entonces ¿por qué él permite que los inocentes sufran, que haya guerras en que millones de seres humanos mueren y que las enfermedades maten a la gente cuando se hallan en la plenitud de su vida? ¿por qué hay violaciones a mujeres, homicidios, accidentes trágicos y niños que nacen ciegos o mentalmente retardados? [1]

Y cuando el sufrimiento o la aflicción nos toca directamente, nos volvemos a Dios para preguntarle: ¿por qué permites que esto me suceda? Y lo preocupante es cuando aparece la pregunta como Asaf en el Salmos 73, ¿Me conviene seguir adorando a un Dios que no me libera del mal que me aflige?

No pretendo abordar todo el tema, porque es suficientemente profundo y amplio, pero creo que a raíz de esta pandemia provocada por el coronavirus, vale la pena reflexionar sobre estas históricas preguntas. Les digo que no hay respuestas fáciles al enigma del sufrimiento.

La perspectiva bíblica del sufrimiento

Aunque la Biblia no resuelve completamente el misterio acerca del sufrimiento humano, la explicación bíblica del origen de todos los males en el mundo es sencilla pero bien explícita. En Génesis 3 se nos cuenta la historia de la caída del hombre (genérico). Adán y Eva fueron creados por Dios sin pecado y sin la necesidad de pecar pero no incapaces de pecar. [2]

Dios quería que los seres humanos le sirviéramos libremente, de otro modo seríamos autómatas o máquinas sin voluntad propia. Por eso Dios creó al hombre con libre albedrío, es decir con responsabilidad moral; [3] con la libertad de tomar sus propias decisiones, tanto para hacer el bien como para hacer el mal.

Adán y Eva decidieron desobedecer a Dios. Ellos y hoy nosotros sufrimos las consecuencias. Porque cuando el pecado entró en el mundo, el dolor, la tristeza, el conflicto y la muerte entraron en la vida de los seres humanos (Génesis 3:16-19). Pablo lo confirma cuando dice en su carta a los romanos: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” (Romanos 5:12).

Pablo no está diciendo que el pecado se originó con Adán sino solamente que el pecado en el mundo, es decir, en el campo de la experiencia humana, empezó con Adán. El pecado tuvo su origen con Satanás, quien “peca desde el principio” (Isaías 14:12-15; 1 Juan 3:8).[4]

En realidad, todo el universo creado gime bajo los efectos del pecado y anhela la época del nuevo cielo y la nueva tierra que anuncian las escrituras (Romanos 8:20-23; 2 Pedro 3:10-18).

No podemos ignorar que satanás y las fuerzas demoníacas siembran constantemente el mal y el sufrimiento humano. Satanás estorba la obra de Dios, tienta a los hombres, y los emplea para perjudicar a los hijos de Dios y aún es capaz de usar las fuerzas de la naturaleza tales corno el relámpago, el viento y la enfermedad para afligir a los santos (Génesis 3:1-5; Job 1-2; 1 Tesalonicenses 2:18). El consejo bíblico es Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” (Santiago 4:7).

Funciones bíblicas del sufrimiento que pueden resultar en el bien del hombre

La Biblia nos enseña que en innumerables ocasiones encontramos como el mal sirve para poner en relieve la compasión de Dios y su poder libertador; y llevar adelante sus propósitos eternos. José les dijo a sus hermanos “Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo encaminó a bien” (Génesis 50:20).

La biblia revela que a veces el mal es un juicio correctivo de Dios y sirve como ejemplo a otras generaciones. Dios no dejó sin castigo al perverso mundo antiguo en los días de Noé, sino que envió un diluvio para juzgar la tierra porque estaba corrompida. (Génesis 6:12; Cf. 2 Pedro 2:5). En este mismo sentido la biblia también habla de la destrucción de las ciudades impenitentes de Sodoma y Gomorra poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente. (Génesis 19; 2 Pedro 2:6).

Las Escrituras enseñan que a veces el sufrimiento viene para enseñar lecciones que de otro modo no se aprenderían. (Deuteronomio 8; Oseas 11:1-4; Hebreos 12:3-11). Es bueno recordar que la corrección se basa en el amor de Dios por nosotros.

Dios nunca nos va a disciplinar porque disfrute hacernos sufrir, sino porque está muy preocupado por nuestra madurez como Padre amante. “No deseches, hijo mío, el castigo del SEÑOR; ni te fatigues de su corrección; porque el SEÑOR castiga al que ama y quiere, como el padre al hijo.” (Proverbios 3:11-12).

La biblia nos habla también que a veces el dolor o el sufrimiento puede ser un medio de mantener humilde a los siervos del Señor.

El propio Pablo dice: “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera…” (2 Corintios 12:7).

Pero también el sufrimiento, según la biblia, puede servir como instrumento para el desarrollo moral y espiritual de los creyentes. Pedro dice que nuestra fe se acrisola o refina por medio de las diversas pruebas. (1 Pedro 1:6-7. Ej. Abraham).

En tanto que Santiago y Pablo enseñan que las diversas pruebas educan al creyente en la constancia y la paciencia, y lo ayudan a crecer en carácter y rectitud (Santiago 1:2-4; Romanos 5:3-4). Es el método de Dios y yo no soy quien para cuestionarlo. Dios no pone a prueba a la gente para el bien de él, sino para el nuestro. [5]

En conclusión

Aunque la teología bíblica no aclara perfectamente el misterio del mal o el sufrimiento en este mundo, sí ofrece una solución.

El apologista británico, C. S. Lewis, observa que la contribución singular de la doctrina cristiana al problema del mal y el sufrimiento humano consiste en el hecho de que Dios cargó sobre sí mismo el pecado y sus consecuencias funestas.

El profeta Isaías dijo del siervo sufriente, para referirse al sacrificio de Cristo el Hijo de Dios: “Él fue traspasado por nuestras rebeliones y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados”. (Isaías 53:5 NVI).

Este y otros pasajes más de la biblia demuestran, que últimamente es Dios mismo quien llega a ser la víctima del mal y del sufrimiento al cargar en Cristo el pecado, que es la causa principal del sufrimiento natural y moral que ha experimentado la humanidad a través de los siglos.

La encarnación de Cristo y su sacrificio expiatorio es la única solución satisfactoria al problema del mal en esta tierra. Por medio de la cruz, Dios actuó para anular la obra de las fuerzas de las tinieblas.

El hecho de que Cristo resucitó al tercer día demuestra que las potestades del pecado, la muerte y el diablo mismo, no pueden derrotarle. La cruz y la tumba vacía son la clave del triunfo y la destrucción de nuestros enemigos.

Los filósofos, las religiones mundiales y la gente en general se preguntan, ¿cómo se puede armonizar los grandes males del mundo con un Dios soberano y bondadoso?

Responderemos como Cristo lo hizo cuando le lanzaban preguntas capciosas. Sustituía una pregunta por otra. ¿Qué haremos para ser salvos de los grandes males del mundo?

La solución no está en el Karma de los budistas, ni en negar el mal moral (pecado) como enseña la equivocada Ciencia Cristiana, ni en esperar que el mal moral se erradique por medio de la educación y la socialización de la humanidad, como enseñan los evolucionistas ateos.

La solución no está en el nuevo orden económico mundial. No está en un gobierno único mundial. No está en unir todas las religiones del mundo (ecumenismo).

No está en tener una sola moneda mundial. No está en una vacuna para el COVID-19 (que oramos para que se logre). No está en los cambios sociales, aunque deseamos que cese el hambre y la miseria. No está en los tratados pacifistas de las naciones, aunque anhelamos vivir en un mundo de paz.

Como iglesia seguiremos alzando la voz en un mundo cada vez más globalizado, que es cada vez más ateo y que se rebela abiertamente contra Dios y el evangelio, para gritar a los cuatro vientos y por todas las plataformas sociales, que hay una respuesta para los grandes males y sufrimientos de la humanidad: JESUCRISTO.

Lo crea o no lo crea la gente, lo acepte o no lo acepte, es absolutamente cierto que el pecado hunde cada vez más a la humanidad en la ruina moral y el sufrimiento desmedido, y que Cristo es la respuesta, por lo que Él hizo, por quien Él es y por lo que Él da.

Dice Pablo a los Corintios “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.” (1 Corintios 1:18).

Si alguien insiste en buscar una respuesta de Dios al problema del mal y el sufrimiento humano, la respuesta divina se encuentra en la Segunda Venida de Cristo, la resurrección de la humanidad, el juicio de los injustos y la recompensa a los fieles creyentes.

Cristo vendrá y establecerá un nuevo orden en la tierra en el cual todo mal será expulsado. El apóstol Juan dice en su libro de revelaciones: “Vi un cielo y una tierra nuevos … la santa ciudad… no entrará en ella ninguna cosa impura o que haga abominación” (Apocalipsis 21:1, 2, 27).

No hay duda alguna de que en esta vida reina la injusticia social, los males y sufrimientos aparentemente irracionales. Pero podemos decir con Job quien, en los momentos más oscuros de su vida, exclamó: “Yo sé que mi Dios vive, sé que triunfará sobre la muerte, y me declarará inocente. Cuando mi cuerpo haya sido destruido, veré a Dios con mis propios ojos.” (Job 19:25-26 TLA).

Iglesia saldremos adelante en medio de los sufrimientos apoyándonos en el amor y la gracia de Dios que nos capacita para sobreponernos a las adversidades de la vida; orando a Dios y alimentando nuestra fe por medio de la Palabra del Señor; creyendo que Dios no deja en vergüenza a los que en Él confían y ponen su esperanza. (2 Corintios 4:17-18)

Pensamiento final: “Lo importante no es lo que nos sucede, sino la actitud que tomamos hacia lo que nos sucede”

© David N. Zamora. Todos los derechos reservados.

Llamado a Salvación…

[1] Hoff, Pablo., Teología Evangélica. Florida ©200S por Editorial Vida

[2] Nuevo comentario ilustrado de la biblia. (2003). (p. 14). Nashville: Editorial Caribe.

[3] https://www.psyciencia.com/la-creencia-en-el-libre-albedrio-y-su-influencia-en-psiquiatria/

[4] MacArthur, J. (2010). Romanos. (J. A. Bernal López, Trad.) (Vol. 1, p. 334). Grand Rapids, MI: Portavoz.

[5] Braun, M. E. (2001). Deuteronomio. (R. C. Ehlke, J. C. Jeske, & C. A. Jahn, Eds.) (p. 82). Milwaukee, WI: Editorial Northwestern.

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David N. Zamora
Ministro Ordenado de las Asambleas de Dios, Pastor Principal de la Iglesia Misionera, A.D.,Inc., Tampa, Florida, EUA. Siendo muy joven comienza a servir al Señor en la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios), de Las Tunas, donde se desempeña como maestro bíblico desde el año 1978. Su intensa y activa labor Pastoral en Cuba comienza en Enero de 1991. En abril de 1996 se gradúa de Bachiller en Teología y Biblia, por los Estudios Dirigidos de Superación Bíblica (EDISUB) de las Asambleas de Dios en Cuba. Obtiene su Licenciatura en Teología por medio del Instituto de Superación Ministerial de las Asambleas de Dios de América Latina (ISUM). El Pastor Zamora lleva mas de 47 años de casado con su esposa Raquel González. De esta unión matrimonial nacieron dos hijos: Merlyn David y Otoniel Zamora, quienes se desempeñan activamente, como Ministros de Música y Predicadores del evangelio de Jesucristo.

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