Predicas Cristianas
Prédica de Hoy: El desafío de la apostasía
Predica Cristiana Texto Bíblico: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios.” (1 Timoteo 4:1).
Introducción
Al igual que en el primer siglo, la apostasía amenaza el cuerpo de Cristo hoy. Mi objetivo en el día de hoy es resaltar las advertencias bíblicas sobre el peligro mortal de abandonar nuestra unión con Cristo, y significar el llamado que el Señor hace en la biblia a permanecer firmes en la fe y la obediencia.
I. Definiendo la apostasía
Según el Nuevo Diccionario de la Biblia, la apostasía es una palabra que en griego está compuesta de apó (caer, alejarse de) y stasis (rebelión) y que se utilizaba para señalar una revuelta política o militar. Significa el acto de rechazar la fe o las doctrinas profesadas o creídas, apartándose para adoptar otras.[1] Se define como deserción, rebelión, abandono, retirada o separación de aquello a lo que se ha acercado antes.
En el cristianismo, apostatar significa el abandono de la fe en Cristo Jesús y de sus enseñanzas, alejarse de la verdad de la Palabra de Dios, tanto por palabra como por conducta. (Tito 1:16).
Nadie puede apostatar de algo con lo cual nunca tuvo relación o compromiso. Así que al aplicar estas definiciones en el marco del cristianismo, llegamos a la conclusión de que no puede haber un apóstata sin primero no profesó haber creído en Cristo.
La apostasía teológica, es la renuncia voluntaria y consciente, de la fe en Dios y en las creencias del cristianismo, que resulta en un abandono completo de Cristo. Tiene que ver con rechazar parte o toda la enseñanza original de Cristo y de sus apóstoles. (1 Timoteo 4:1; 2 Timoteo 4:3). Es alejarse de las doctrinas claves y verdaderas de la Biblia y caer en las enseñanzas heréticas que proclaman ser la doctrina cristiana “real”. (2 Pedro 2:1-3, 12-19).
Y también se conoce la apostasía moral, como el abandono deliberado de las normas de moralidad de Dios, para volverse a esclavizar por el pecado y la inmoralidad (Isaías 29:13; Mateo 23:25, 28). Esta apostasía rompe los límites de santidad y compromiso con Dios que se revelan en la biblia. El llamado de Dios siempre ha sido el mismo, “Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.” (Jeremías 15:19b; cf. 1 Timoteo 4:1).
II. Casos de apostasía en la biblia
En el Antiguo Testamento abundan los casos de apostasía. La nación de Israel cayó repetidas veces en casos de infidelidades y adulterios de tipo moral y religioso.
De ahí que los profetas de Dios entendieron que los desastres nacionales que experimentó la nación de Israel a través de la historia, fue la consecuencia fatal de la apostasía e infidelidad de esta nación. Ellos se apartaban de los caminos de Dios para seguir sus propios caminos que conducen a la muerte en todos los sentidos.[2]
La biblia dice que en los días de los jueces, cuando Israel cometía en el nombre del Señor actos en contra de su voluntad. “cada uno hacía lo que bien le parecía.” (Jueces 17:6; cf. 21:25).
Esta descripción es muy similar a las actitudes que prevalecen en la sociedad actual. De ahí que los cristianos debemos evitar conformarnos a las actitudes bajas que prevalecen en nuestra sociedad, y tomar en serio lo que Dios nos pide en su Palabra y aplicarlo a nuestro diario vivir.
Otro de los peores tiempos de apostasía nacional que experimentó Israel como nación, fue durante la monarquía bajo el reinado del rey Acab y su esposa Jezabel. Jezabel era una ferviente adoradora de Baal, y consiguió que Acab y el pueblo de Israel dieran culto a Baal. (1 Reyes 18:13, 19).
Fue considerada como la mujer más diabólica que jamás haya vivido. Ordenó matar a todos los profetas del Señor (1 Reyes18:4-13) y al profeta Elías (1 Reyes 19:1-2). Mantuvo a sus expensas a cuatrocientos cincuenta profetas de Baal. Ella promovió el asesinato legal de Nabot para conseguir su viña para su marido (1 Reyes 21:16-22). Y por diez años impuso su poder maléfico en su papel de reina madre, a través del reinado de Ocozías, y después durante la vida de Joram.
En medio de esa terrible apostasía se levantó el profeta Elías como vocero de Dios y convocó al pueblo y al rey Acab al monte Carmelo para demostrar quién era el Dios verdadero (1 Reyes 19). También desafió la apostasía Abdías, mayordomo del rey Acab, que era en gran manera temeroso de Jehová y escondió a 100 profetas del Señor y los sustentó con pan y agua (1 Reyes 18:1-4); y Dios consuela a Elías diciéndole que siete mil creyentes no doblaron sus rodillas ante Baal. (1 Reyes 19:18; Romanos 11.4).
En el Nuevo Testamento se encuentran casos de apostasía muy pronto en el cristianismo primitivo. El evangelio de Juan nos informa que muchos de los que seguían a Jesús le dieron la espalda en señal de rechazo a su enseñanza. “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.” (Juan 6:66).
De este pasaje, el Comentario Bíblico Mundo Hispano dice que Jesús no corrió tras ellos para rogarles que por favor no le abandonaran. Tampoco corrió tras ellos para decirles que las demandas del evangelio que predicaba, las iba a acomodar a sus gustos y criterios personales por tal que lo siguieran. Jesús no salió corriendo tras ellos a decirles que el criterio que tenía de ellos lo cambiaría, a costa de que no renunciaran a ser sus discípulos.[3]
Y aquí aprendo que el cristianismo no es una filosofía que podemos aceptar, ni una teoría a la que nos unimos, por conveniencia ni con la idea de sacar alguna ganancia personal.
Apostasía – El evangelio no es negociable
El verdadero cristianismo es una respuesta personal a Jesucristo. Es la lealtad y el amor que da una persona al Señor, porque no puede hacer otra cosa que amar a Cristo y a su obra. Y en gratitud desea servirle a costa de lo que sea. Cuando no existen estas convicciones o se han perdido, por cualquier razón la gente prefiere abandonar a Cristo y a su obra. [4] Así apostatan de su fe en Cristo.
Y ante el éxodo masivo de los que le seguían, Jesús les dijo a sus doce discípulos, “¿Queréis acaso iros también vosotros?” (Juan 6:67).
Si de algo estaba convencido Jesús es que…
“muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mateo 22:14).
“porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7:14).
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” (Mateo 7:21).
La respuesta de Pedro a la pregunta de Jesús, no se hizo esperar: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” (Juan 6:68). La lealtad de Pedro tenía sus raíces en su relación personal con Jesucristo. No lo entendía todo, pero amaba tanto a Cristo que estaba dispuesto a dar su vida por Él.
Casos de apostasía mencionados en el Nuevo Testamento
Otros casos de apostasía mencionados en el NT son los de Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor, el que entregó a Jesús por treinta piezas de plata (Lucas 6:16).
Los casos mencionado de Himeneo y Alejandro (1 Timoteo 1:19-20) y Demas (2 Timoteo 4:10), mencionados por Pablo en sus epístolas.
Y también están los que el apóstol Juan en su primera carta nombra enemigos de Cristo (anticristos) (1 Juan 2:19), que aunque se reunían con ellos, en realidad no pertenecían a ellos.
III. Advertencias bíblicas sobre la apostasía
Como es muy raro que la apostasía comience de una manera abierta, sino que entra furtivamente, sutil y difícil de detectar; los apóstoles Pablo, Pedro, Juan, Judas y el escritor a los Hebreos advierten a los creyentes de todos los tiempos, el cuidado extremo que deben tener sobre la apostasía.
En su carta a los tesalonicenses, Pablo menciona tres acontecimientos que deben ocurrir antes de que aparezca sobre la tierra el anticristo en su plena manifestación en la gran tribulación, y precisamente uno de esos acontecimientos es que ocurrirá “la apostasía”. (2 Tesalonicenses 2:1-12).
Según M. Henrry, esta apostasía será como nunca se ha dado en la historia. La mayoría de las gentes vivirá no sólo en forma prácticamente atea, sino que atacarán violentamente toda forma de religión cristiana.[5] [Apocalipsis 19-22; 2 Tesalonicenses 2:7-8; 1 Timoteo 4:1; 2 Pedro 3:10-13; y el libro de Judas].
En su primera carta a Timoteo, Pablo advierte a este joven predicador del evangelio que entre la primera y la segunda venida de Cristo, “algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1). Negarán las doctrinas fundamentales del cristianismo. No te dejes engañar.
En su segunda carta a Timoteo, Pablo vuelve a advertirle, “Porque va a llegar el tiempo en que la gente no soportará la sana enseñanza; más bien, según sus propios caprichos, se buscarán un montón de maestros que solo les enseñen lo que ellos quieran oír. Darán la espalda a la verdad y harán caso a toda clase de cuentos.” (2 Timoteo 4:3-4 DHH).
El apóstol Pedro, en su segunda carta, les dice a los que apostatan de la fe en Cristo, que “mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado.” (2 Pedro 2.21).
En tanto que el escritor a los hebreos advierte a los apóstatas: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.” (Hebreos 10:27).
Ambas advertencias significan los peligros de rechazar deliberadamente a Cristo, después de haber conocido la verdad del evangelio y experimentado el perdón de Cristo. Cuanto mayor es el conocimiento, mayor es el pecado. Y cuanto mayor sea el pecado, mayor es el juicio. (Hebreos 10:26-31; cf. 6:4-8).
IV. Llamado a permanecer firmes en la fe y la obediencia
Judas le dice a la iglesia que estaba asediada por falsos maestros y profetas, y que también se aplica a nosotros como pueblo de Dios, “me veo en la necesidad de rogarles que luchen por la fe que una vez fue entregada al pueblo santo.” (Judas 1:3 DHH).
Aquí fe, se refiere a las creencias y enseñanzas esenciales acerca de Cristo, que proclamaron los apóstoles y que la iglesia cristiana sigue proclamando. Afilemos nuestras habilidades de discernimiento para que podamos reconocer y prevenir la apostasía en medio de estos tiempos. La defensa de la fe es un deber que pertenece a cada generación de cristianos.
Pablo motiva a los tesalonicenses a conservar la sana doctrina, “Así que, hermanos, estad firmes y conservad las doctrinas que os fueron enseñadas, ya de palabra, ya por carta nuestra.” (2 Tesalonicenses 2:15 LBLA). Al igual que los tesalonicenses, cuando enfrentemos las persecuciones, los falsos maestros y profetas, la mundanalidad y la apatía dentro de la iglesia, mantengámonos aferrados a la verdad de las enseñanzas de Cristo, porque nuestras vidas dependen de eso.
El escritor a los hebreos exhorta a perseverar en la fe como el único medio de evitar la apostasía y la perdición subsecuente. “Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.” (Hebreos 10:39).
Conclusiones
Al final de la parábola de la viuda y el juez injusto de Lucas 18:1-8, el Señor lanza una pregunta que sugiere que el tiempo antes de su regreso, la fe verdadera escaseará. “cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? (Lucas 18:8). Esta pregunta sugiere que la fe sincera y genuina será muy difícil de encontrar. Lo que implica que muchos creyentes dejarán de perseverar en la fe.
Es mi oración formar parte del remanente que no dobla sus rodillas ni ante Baal (en los tiempos de Elías); ni ante la estatua de Nabucodonosor (en los días de los tres jóvenes hebreos).
La historia del cristianismo del siglo II recoge el momento cuando Policarpo, ya anciano y obispo de Esmirna, quien fuera discípulo del apóstol Juan, fue escoltado hasta el procónsul local, Estatio Quadratus, quien lo interrogó frente a una multitud de curiosos. El procónsul le insistió a Policarpo que si juraba por el emperador y maldecía a Cristo quedaría libre. A lo que Policarpo respondió: “Llevo ochenta y seis años sirviéndole, y ningún mal me ha hecho. ¿Cómo he de maldecir a mi rey, que me salvó?”
[1] Lockward, A. (1999). En Nuevo diccionario de la Biblia (p. 85). Miami: Editorial Unilit.
[2] Ropero Berzosa, A. (Ed.). (2013). En Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia (2a Edición, p. 186). Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE.
[3] Bartley, J., Patterson, J. B., Wyatt, J. C., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. (2004). Comentario bíblico mundo hispano: Juan (1. ed., p. 171). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
[4] Barclay, W. (2006). Comentario Al Nuevo Testamento (p. 421). Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE.
[5] Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bíblico de Matthew Henry (1736). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
© Pastor David N. Zamora. Todos los derechos reservados.
Gracias mi amado Pastor:
Excelente exhortación para estos tiempos en que el pueblo de Dios esta dormido con esta pandemia mundial.
Desde Canberra Australia
Gracias por tu comentario. Que el Señor nos ayude en estos tiempos de tanta confusión religiosa y también social.
Muchas gracia pastor Zamora, que nuestro Dios te siga utilizando para compartir enseñanzas interesantes.
Saludos desde el Perú.
Gracias por tu mensaje de ánimo y oremos al Dios de la biblia para que su ayuda no nos falte en estos tiempos de tanta confusión religiosa. Adelante y firmes en la Fe.