Nuestra actitud influye en nuestro futuro

El hermano mayor representa a los fariseos y a las personas que ejercían una religiosidad hipócrita, aunque permanecían cerca del Padre, ignoraban su propio pecado y carecían de lo esencial, un verdadero amor por el Padre.

Tampoco les interesaba en lo más mínimo que los pecadores se arrepintieran. Ellos sólo pensaban en satisfacer sus propias expectativas, sin interesarle las necesidades de los demás.

CONCLUSIONES

Si en algún momento fuéremos víctima de la misma actitud del hermano mayor de esta parábola, recordemos:

Nuestro privilegio. La bendición de estar con el padre. “Hijo, tú siempre estás conmigo” (Lucas 15: 31). El padre amaba a los dos hijos, tanto al pródigo como al que decidió quedarse en casa. Dios ama a los dos y desea que ambos sean salvos. (1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9; Ezequiel 18:32).

Nuestras posesiones. La bendición de tener acceso a las propiedades del padre. “Todas mis cosas son tuyas” (Lucas 15:31). Somos herederos de Dios y coherederos con Cristo. (Romanos 8.17).

Nuestra actitud. La bendición de participar del gozo del padre. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.” (Lucas 15:32). Es como si el padre le dijera al hijo: cambia de actitud hijo, porque tenemos que hacer fiesta. Es lo correcto en este momento: tu hermano que estaba muerto volvió a la vida, estaba perdido y fue hallado.

Reflexión final

El padre de la parábola, al ver a su hijo pródigo lo abrazó y lo besó. Esta imagen explica como Dios recibe a todos los que le buscan, aceptándolo sin reprocharle su pasado.

De igual manera hoy el Señor desea recibirte como miembro de su familia, sin importar cuán lejos estés de él. La invitación se mantiene en pie “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28).

Invitación a salvación

El Padre de la parábola también amaba al hijo mayor a pesar de su mala actitud. Y deseaba que se gozara junto con él por la restauración de su hermano pródigo.

Jesús no nos dice que pasó finalmente con el padre y los dos hijos. Él quiere que los veamos reflejados en nuestras propias vidas, para que saquemos las lecciones adecuadas de esta parábola.

Invitación a derribar toda barrera que divide, todo resentimiento que impide amarnos como hijos de Dios que somos. Un llamado a fomentar una actitud correcta que nos lleve a luchar por la unidad y la armonía en el seno de la iglesia. Nuestra actitud influye en nuestro futuro

[1] Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bíblico de Matthew Henry (p. 1097). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.

© David N. Zamora. Todos los derechos reservados.

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